jueves, 8 de mayo de 2008

Columna ransversal: NO SIRVO DE TESTIGO

El costo de escribir en El Diario de Hoy es suficiente alto sin que su director y editorialista me llama como testigo en su juicio sumario contra Mauricio Funes y el FMLN.

Este precio --la permanente sospecha por parte de mis amigos y enemigos en la izquierda que me haya vendido -- lo asumo con gusto, por razones que ya expliqué en mi primera columna en este periódico: No me gusta predicar a los convencidos, primero; y segundo, los que siempre hemos luchado por ampliar los espacios de expresión y debate en el país, tenemos la responsabilidad de llenarlos cuando se abren. Esto estamos haciendo Joaquín Villalobos, Salvador Samayoa, Joaquín Samayoa y yo en El Diario de Hoy.

Mi trato con El Diario de Hoy está basado en el mutuo respeto por la diferencia de nuestras opiniones. Lo hemos cumplido a cabalidad las dos partes. Pero este trato no incluye que me voy a convertir en partícipe ni en testigo en las cruzadas anticomunistas que le gustan a algunos en El Diario de Hoy, entre ellos su director. En su editorial del viernes 2 de mayo me cita frecuentemente para reforzar su rechazo al candidato Mauricio Funes. Apoyándose en citas de una columna mía, publicado en este diario, donde me expresé críticamente del mismo candidato, el editorialista quiere fundamentar unas tesis que no son mías. No es que yo me retracte de mis críticas a Funes o al FMLN, pero resulta que no coinciden con las del editorialista. Sería mejor, para los dos, que me deje afuera de su juicio contra la izquierda.

Hay una diferencia que quiero dejar bien clara: Mi oposición a los comunistas es para defender las posiciones de la izquierda democrática contra el autoritarismo. Eso es distinto al anticomunismo que piensa que hay que defender la civilización occidental contra la izquierda. Yo puede convivir en un periódico, en un debate, en un espacio democrático con esta posición anticomunista, pero no sirvo de testigo para sostenerla.

A diferencia de muchos que sostienen que estas diferencias deberían impedirme a escribir en El Diario de Hoy, a mí las contradicciones no me molestan y no me inhiben. Por lo contrario, es positivo que en un periódico pueden argumentarse, a la par, opiniones diferentes. Por esto, el intento del editorialista de El Diario de Hoy a usarme de testigo no me motiva a razonar mi participación en su diario. Me motiva a aclarar mi posición.

Regresemos al editorial en cuestión. Conozco demasiado bien al FMLN y a Mauricio Funes para que sea posible la frase con la cual arranca el editorial (“Apunta Lüers que al candidato comunista Funes raras veces se le ve sonreir…”). Yo sé que para el autor del editorial todo el FMLN y buena parte de la izquierda fuera del FMLN son comunistas. Obviamente, no es así. Mauricio Funes no es comunista. Y no lo digo porque ahora, siendo candidato, Funes está usando un discurso moderado. Lo digo porque Funes nunca ha sido comunista. Es parte de una izquierda radical cuyo motor es la mala conciencia generada en movimientos cercanos a la Iglesia Católica que se radicalizaron en el enfrentamiento a las élites políticas y económicas del país, caracterizados por una de alta y cínica inmoralidad. Su radicalidad no proviene de un análisis marxista, sino de un profundo resentimiento, que no es social sino moralista. Y que se vino agudizando, profundizando y radicalizando en la posguerra, porque en el fondo no entendieron ni aceptaron el pragmatismo (Realpolitik) de los Acuerdos de Paz. De paso sea dicho: Para mí criterio, este radicalismo es aun más dañino que el de los comunistas. El radicalismo de Funes es irracional y más resistente al debate, a los argumentos, que la teoría comunista que en el fondo es racional. Es por eso que yo tiltulé mi columna en cuestión “Extrañando a Schafick”.

Igualmente, lo que opina el editorialista sobre Stalin, Castro, Brezhnew, Drácula y la inquisición en España --sea cual sea el denominador común entre ellos-- lo puede sostener perfectamente sin tener que malinterpretar un comentario que yo hice sobre Schafick Handal. Incluso, si la intención era incluir al pobre Schafick en su galería de monstruos, yo sería el peor testigo, porque daría testimonio de lo contrario. Yo dije una cosa muy sencilla de Schafick: que a diferencia de Mauricio Funes, el viejo conspirador comunista tenía humor. No en el sentido que alude el editorialista que hasta los más perversos asesinos se ríen del mundo, sino en el sentido contrario: Schafick no sólo sabía reírse, sabía hacernos reír. Yo diferí mucho de Schafick, pero tengo mucho más miedo a los líderes que en el fuego de su “misión” se han olvidado cómo reírse y cómo hacernos reír. O --como lo dijo magistralmente Joaquín Samayoa sobre Mauricio Funes-- quienes “llegaron tarde a la repartición de la inteligencia emocional.”

Para que funcione nuestra extraña y productiva convivencia en un mismo periódico, en las mismas páginas de opinión, solicito que nadie me use de testigo para sostener tesis que no comparto. Tenemos coincidencias, tenemos contradicciones, y de los dos los lectores, con suerte, pueden sacar algo bueno.

(Publicado en El Diario de Hoy, jueves 8 de mayo 2008)

martes, 6 de mayo de 2008

Columna transversal: Reflexiones sobre el 1 de mayo y la autonomía de los movimientos sociales

Para Medardo González, coordinador general del FMLN, la marcha del 1 de mayo 2008 “fue una muestra de fuerza del partido”. Me imagino que lo dijo por tres razones: por la cantidad considerable de manifestantes en la calle; por la predominancia de los colores, banderas, camisetas, cachuchas, consignas del FMLN en las marchas; y por el relativo éxito que ha tenido la dirección del partido en disciplinar las marchas. Hubo menos violencia, menos pintas, menos daños a propiedades privadas y públicas, y casi no hubo consignas que salieran del guacal, repitiendo las reivindicaciones y ataques que recientemente han sido eliminados del lenguaje del FMLN en campaña electoral. Masa disciplinada, el sueño de los dirigentes de partidos como el Frente...

Sin embargo, lo que el FMLN ve cómo muestra de fuerza, en realidad es una muestra de su más sensible debilidad. Si un partido de izquierda se toma los movimientos sociales --sindicatos, asociaciones campesinas, organizaciones estudiantiles, etc.--, cunado los viste con sus colores, cuando los maneja bajo su lógica partidista y electoral, cuando les impone su discurso, su moderación táctica, su lenguaje, está matando cualquier expresión auténtica de la sociedad civil. Es a la vez una muestra que no existen sindicatos ni otros movimientos reivindicativos independientes, representativos, democráticos.

El partido convoca a sus bases a llenar el vacío de un auténtico movimiento obrero. Y a las pocas y raquíticas organizaciones sindicales los obliga a formar parte de este desfile de disfraces, les quita su poca autenticidad, los convierte en “masas” del partido. Perdón, hoy son “bases”.

La represión y la permanente persecución de los años 60 y 70 obligaron a los movimientos sindicales y populares a ir a la clandestinidad. En los años de la guerra civil, ya no hubo espacio para sindicatos y movimientos reivindicativos. Fueron tratados como guerrilleros y tuvieron que asumir la lógica de la guerra. Se convirtieron --por necesidad, por sobrevivencia, y por la lógica de la guerra-- en entidades dirigidas por las organizaciones político-militares. Sólo podían sobrevivir junto al FMLN, porque el régimen les negaba los espacios necesarios para desarrollarse como movimientos reivindicativos independientes y representativos.

Los Acuerdos de Paz volvieron a abrir el espacio democrático, no sólo para que las organizaciones guerrilleras se convirtieran en partido político, sino sobre todo para que los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, el movimiento cooperativista, y todos las formas de organización de la sociedad civil recuperaran la libertad de organización, de expresión, de ejercer oposición, de luchar por sus intereses.

Es irónico que el FMLN, que luchó y negoció con tanta consecuencia para que las organizaciones reivindicativas vuelvan a recuperar sus derechos y sus garantías, hizo nada para que también recuperaran su independencia, su pluralidad, su autonomía.

El debate interno, dentro de las organizaciones miembros del FMLN, sobre cómo transformarse en un movimiento democrático, civil, horizontal, participativo, se dio con intensidad en los años 1992-93, pero fue abortado a favor de construir un partido político que, aunque dejó de ser militar, mantenía la estructura vertical, autoritaria, paternalista, centralizada.

De la misma manera, nunca se dio un debate serio sobre cómo refundar los movimientos reivindicativos. Había algunos que dijeron que ahora, al terminar la guerra, había que revertir el proceso que había llevado a miles de dirigentes, activistas, organizadores sindicales, gremiales, estudiantiles, cooperativistas, campesinos a convertirse en guerrilleros, en militantes partidarios, en gente que dependían, incluso económicamente, de su partido. Algunos dijeron que no era sano mantener la fusión partido-movimiento social; que la democracia, para desarrollarse, necesitaba que vuelvieran a retomar su plena autonomía las organizaciones gremiales.

Igualmente, este debate se abortó muy rápido. Para la dirigencia del FMLN era más cómodo seguir instrumentalizando para sus fines partidarios a los sindicatos, el movimiento estudiantil, las ONGs, las iniciativas ecológicas y de mujeres...

Los que no compartieron esta concepción de un partido que conduce todo el tejido de organización social y cívica, salieron del FMLN, pero en muy pocos casos tenían la capacidad de construir organizaciones o movimientos autónomos.

Así se explica que en El Salvador no existe un movimiento sindical representativo que sea capaz y legitimado para sentarse a negociar con la empresa privada y el gobierno sus intereses y el rumbo del país. Así se explica que no existe organización representativa de los estudiantes. Dejó de existir AGEUS. Existen organizaciones políticas-partidarias de trabajadores, estudiantes, campesinos; existen además gremios corruptos que aprovechan el vacío en cuanto a organizaciones representativas y auténticas.

Todo esto se manifiesta en las marchas del 1 de mayo. Son marchas del FMLN, organizadas por organizaciones que han perdido su carácter gremial y funcionan, en la peor tradición comunista, como “correa de transmisión” del partido.

PD: Me recuerdo de las marchas del 1 de mayo en Berlin Oriental: la gran marcha organizada por el partido del Estado (Partido de la Unidad Socialista, como se llamaba el Partido Comunista de la República Democrática Alemana). Una marcha obligatoria para trabajadores, estudiantes, empleados públicos. Un mar de banderas rojas. Desfile militar del Ejército Popular junto con sus hermanos soviéticos con todo y sus cohetes nucleares...

Marchaba la clase obrera conducida por su vanguardia. Esta marcha todavía funcionó a perfección el 1 de mayo del año 1989. Sin embargo, pocos meses después el régimen comunista colapsó – y ni un sólo sindicalista lo defendió. Porque resultó que no existían sindicatos, sólo correas de transmisión de partido.

En Berlin Occidental, en la época de la guerra fría, los socialdemócratas tenían un control casi idéntico sobre los sindicatos. No por la vía de la represión, como en Alemania Oriental, más bien por la dominación política-ideológica. Marchas grandes, banderas del partido, demostraciones de la unidad partido-sindicato. Otros contenidos, otra ideología, pero el mismo error, la misma dominación partidaria sobre los sindicatos.

Que cosa más absurda: Cada 1 de mayo hubo en Berlin Oriental una enorme marcha comunista, y en Berlin Occidental una enorme marcha anticomunista. Una dirigida por el Partido Comunista, la otra dirigida por el Partido Socialdemócrata. Pero de repente, a partir del 1968, surgió --sólo en Berlin Occidental, porque al otro lado del muro hubieran echado preso a cualquier disidente-- un movimiento dentro de los sindicatos de recuperar su autonomía. En los primeros años fuimos unos pocos que marchamos en esta tercera marcha del 1 de mayo en Berlin. A los años, sólo quedaron dos marchas: siempre la oficial de los comunistas en Berlin Oriental, pero en Berlin Occidental los partidos --tanto los socialdemócratas como los comunistas—perdieron el control de los sindicatos. Guardaron sus banderas y observaron, con resentimiento, que el 1 de mayo volvía a ser la manifestación auténtica e independiente de todos los trabajadores, sin color de partido.

En este proceso, el obstáculo más grande fueron los diferentes partidos comunistas (pro-soviéticos y pro-chinos) que existían en Berlin Occidental, minoritarios y sectarios todos. Cuando los sindicatos se comenzaron a desprender de la dominación orgánica y política del Partido Socialdemócrata, los comunistas de todos los colores y sabores querían llenar el “vacío”. Pero resulta que lo que ellos sólo podían ver como “vacío”, era autonomía, independencia. No era debilidad, era fuerza.

Cuento esto para ilustrar que nunca es tarde para deshacerse de los intentos de los partidos de anexar a los movimientos sociales.

Una profecía desde Carolina del Norte

Mis hijos no se cansan de recordarme que basta con que yo lance una predicción para que perversamente no se cumpla, y me han rogado que, en este caso particular, de tanta trascendencia para la humanidad, guarde un silencio prudente. Voy a permitirme, sin embargo, el placer de una opinión ecuánime y cauta: diré que es probable, más que probable, sumamente probable, que el joven senador de Illinois sea dentro de poco el candidato unánime de los demócratas, y que en enero del 2009, para nuestro asombro y delectación, veamos a un hombre de raza negra ingresar de forma victoriosa en una mansión presidencial que fue construida hace doscientos años por miles de esclavos norteamericanos y que se llama, paradójicamente, quizás ahora irónicamente, la Casa Blanca.

Para arriesgar tal vaticinio discreto, no necesito apoyarme en las inagotables estadísticas ni en las encuestas ni en la certeza de que las aspiraciones de John McCain van a ser demolidas por el vendaval de Irak y la recesión económica, y otros tantos desastres que George W. Bush deja como triste herencia. Basta con asomarme por la ventana de mi hogar en Carolina del Norte, un Estado cuya población se apresta a participar, de forma masiva, hoy, 6 de mayo, en las primarias que han de decidir el futuro de este país. Basta con mirar el entusiasmo, casi indescriptible, que despierta Obama entre tantos ciudadanos, y especialmente entre los jóvenes. Basta con ver el renacimiento de una esperanza y una militancia y una determinación política que yo, por lo menos, no había presenciado en los Estados Unidos desde 1968, ese año fatídico en que tanto Bobby Kennedy como Martin Luther King fueron asesinados. Basta con notar cómo, hasta ahora, Obama ha podido justamente fundir en su propia persona las aspiraciones de estos dos mártires de su patria, encarnar a Kennedy y simultáneamente a King; basta con observar cómo ha logrado el milagro de equilibrar las dos zonas de su ser, la experiencia y la historia de lo negro y lo blanco mezclados en su sangre como en sus ideas; basta esa increíble hazaña para augurar el triunfo de su candidatura.

¿Y si fuera imposible sostener tal acto de equilibrista? ¿Si tal unidad de antagonismos fuera una mera ilusión? ¿Si los norteamericanos blancos, todavía mayoritarios, se sintieran de pronto amenazados por el origen negro de un Obama hasta ahora gentil, sereno y cool? ¿Si vieran en su rostro moreno no una esperanza de un mundo mejor y tolerante, sino la rememoración incesante de la culpa y la esclavitud y la explotación que contamina el pasado norteamericano? ¿Si vieran a Barack como un reproche más que un consuelo? ¿Acaso eso no acabaría con la promesa de Obama?

Son preguntas que se han vuelto urgentes desde que el ahora célebre reverendo Wright hiciera su repentina y fulgurante reaparición en la vida de Barack Obama. Sociólogos y periodistas, y políticos y columnistas, y ciudadanos comunes y corrientes han gastado toneladas de tiempo y tinta y blogs en dilucidar este tema de forma interminable, pero hasta ahora no he visto ni a uno de tantos comentaristas recurrir a la literatura para orientarse. A mí, en cambio, lo primero que se me vino a la cabeza, apenas me di cuenta de que era inevitable una confrontación entre Obama y su mentor Wright, fue el capítulo inicial de una novela, una de las más magníficas de la narrativa norteamericana.

Se trata de Invisible Man (Hombre invisible), de Ralph Ellison, y, aunque fue publicada en 1952, nueve años antes de que Barack Obama naciera, creo que contiene la clave de lo que puede suceder con su candidatura tan promisoria.

En ese primer capítulo -que apareció de hecho de forma preliminar como un cuento en la revista Horizon en 1947-, un joven estudiante negro de Alabama, el más eminente de su generación, se empeña en conseguir una beca universitaria, imprescindible para educarse y subir en la escala social y alcanzar el American dream. Antes de que se le otorgue tal posición de poder, empero, se le va a someter a una prueba de fuego que Ellison denomina Battle Royal. En efecto, a ese joven se le exige que luche violentamente contra otros negros en un pugilato feroz, agarrarse a golpes y desangrarse para el goce de un grupo de espectadores blancos.

Es el precio de su futuro éxito y, sugiere Ellison, el precio que debe pagar todo hombre negro en la sociedad norteamericana: acatar lo que los blancos quieren imponerle o... volverse invisible. Que es el destino final del protagonista de la novela: termina narrando su historia desde un sótano secreto en Nueva York, un subterráneo dostoievskiano iluminado con 1.369 ampolletas de luz que no dejan de brillar ni de día ni de noche. A pesar de tanto fulgor, nadie ve a ese hombre, nadie lo reconoce, nadie acepta su derecho a existir más allá de los estereotipos.

Esa es la interrogante que me asedia, ahora que Barack y Jeremiah, Obama y Wright, el padre adoptivo y el hijo ahora distante, se pelean ante millones de televidentes para ver si a uno de ellos, el joven aspirante, el joven brillante, el que quiere vivir el sueño americano, se le puede confiar el poder.

¿Ha cambiado algo desde 1947 cuando se publicó el cuento, desde 1952 cuando se publicó la novela, desde 1968 cuando Martin Luther King, el último líder nacional de origen africano en los Estados Unidos, fue expulsado de la historia activa y pasó a la invisibilidad de la muerte y del mito?

Espero que sí, creo que sí.

Porque ahora la verdadera prueba no la están pasando los negros que riñen de forma tan espectacular y tan penosa. Son los blancos norteamericanos los que están siendo sometidos a un experimento, una tentación, un examen de fuego y sangre. Son ellos los que tienen que decidir el tipo de país que desean, ellos los que tienen que preguntarse cuál es el precio y el estereotipo que le han de exigir a Obama para que sea presidente.

Son ellos los que deben empezar a vaciar los sótanos inagotables de este país de todo lo que es invisible y doloroso y lleno de rencor.

Y si no lo hacen ahora, si no lo hacen ahora con Obama, ¿con quién van a llevar a cabo esa proeza ardua y desgarradora?

(Ariel Dorfman es un escritor chileno. El artículo fue publicado en El País)

lunes, 5 de mayo de 2008

Sobre la gestión ecosistémica, los espacios naturales y la deformación del pensamiento conservacionista.

La aproximación ecosistémica puede ser entendida como una visión sobre la gestión del territorio desde la integración de las ciencias. Para realizar la gestión de un territorio sea protegido o no, hay que tener una visión holista. Esta visión ha faltado, siempre se ha tenido una visión sectorial, muchas veces impulsado desde la misma ciencia. Entonces el problema está, en como entender e integrar todas esta visiones científicas, a la elaboración de estrategias adecuadas. Cuando este lenguaje esté integrado y abra un puente de unión par poder discutir y crear una base conceptual. Este leguaje integrado tiene que ser el de las ciencias: naturales, sociales y económicas.

El problema comienza cuando tratamos de entender este lenguaje. En el caso de las ciencias biológicas existe un debate, que muchas veces tiende a confundir. Los científicos a raíz de la problemática del cambio global, como dice Peñuelas (2002) un cambio que preocupa sobre todo por su componente climática, y la disminución de la biodiversidad han tratado de idearse métodos para solucionar este problema. Pues dentro de estos intentos surge la biología de la conservación. Este enfoque es biocentrista y dedica el centro de protección a unas cuantas especies que resultan de especial interés. Cuando la verdadera conservación tiene que ser un enfoque integrado y con una visión holística. Es a partir de esa visión que se tienen que generar los proyectos específicos. Este instrumente puede ser muy útil para la conservación de procesos, pues además de estas especies emblemáticas habría que tratar las especies que desarrollan un papel funcional en el ecosistema y tratar de dirigir los esfuerzos de conservación hacia esta área.

Esta visión, tiene que ser amplia y no ser un fin en si misma sino una línea de pensamiento, tiene que tratar de entender cuales son todos los procesos incluidos en un espacio y tratar de ver como conservar esos procesos “invisibles”. Esto hace que para entender esta visión se tenga que dejar aparte toda una serie de patologías que normalmente los gestores (manejadores de áreas protegidas) tienen y muchas veces la misma ciencia les ha reforzado. Hay que tratar de conocer cuales son esos procesos “invisibles” para poder gestionar; y ese conocer, ese leguaje, ese base conceptual nos la darán las ciencias.

Ejemplo de estos procesos “invisibles” son las interacciones entre plantas y animales, normalmente las políticas de conservación de especies y hábitat rara vez toman en cuenta las claras asociaciones que existen entre plantas y animal. Esto produce que se interrumpan procesos que han evolucionado desde hacer 400 millones de años (Herrera, 2003) y esto conlleva a que la biodiversidad disminuya. Entonces estas políticas que surgen con el fin de preservar la biodiversidad, al no tener en cuenta aspecto tan básicos como este, definitivamente no están cumpliendo su función.

Muchas veces hasta el mismo concepto de biodiversidad es mal entendido y las políticas de conservación sobre está tienden a ser parte del problema y no la solución. Y muchas veces se confunde la diversidad ecológica, que es una característica emergente de los ecosistemas, con la biodiversidad, que solo es la expresión de la variabilidad. Si se fijaran en los ecosistemas entenderían que la velocidad con que estos transmiten la energía es inversamente proporcional a la biodiversidad. Y de esta manera se pudiera conservar esta biodiversidad entendiendo como fluye la energía en dicho ecosistema.

Otra cuestión que ha deformado el pensamiento conservacionista son las perturbaciones, porque muchas veces se ha visto a estas como la causa directa de la disminución de biodiversidad. Pero las perturbaciones antropocéntricas, en algunos casos como las dehesas del mediterráneo, han aumentado la biodiversidad. Las perturbaciones ocurren en todos los ecosistemas. Los espacios naturales no son un mosaico estático. Dicho esto, hay que tener en cuenta que a la hora de estudiar un territorio las perturbaciones son algo natural y por tanto no podemos pensar en tratar de tener un mosaico estático sino que hay que estudiar el dinamismo producido por las perturbaciones.

Las dehesas españolas son un ejemplo de cómo el hombre ha entendido las perturbaciones y ha tratado de imitarlas, en un bosque que está sujeto a una presión de herbívoros y fuegos ocasionales. Entonces este lo que ha hecho es imitar las perturbaciones así obteniendo bienes de este bosque. Esta actividad ha llevado a la creación de un ecosistema tan particular como son las dehesas, que además mantiene una biodiversidad propia debido a estas perturbaciones. Una vez obtenidos estos bienes solo es cuestión de mantener un balance en el uso que se le da al territorio, así conservando perturbaciones originales.

En el caso de América hay que ver que las practicas que funcionan para el monte mediterráneo no necesariamente van a producir los mismos beneficios, habría que investigar cual es el régimen de perturbaciones adecuado para estos ecosistemas. También habría mucho que discutir sobre que se hace en el caso de tener un área núcleo muy pequeña, como es el caso de la mayoría de espacios naturales salvadoreños, las perturbaciones son en su mayoría antropocéntricas, habría que discutir que hacer para mantener los procesos estables. A mi criterio nos tenemos que olvidar de la concepción del espacio protegido como un ambiente aislado, e integrarlo a una unidad de manejo más amplia y con fundamentos ecológicos, áreas de conservación con custodia del territorio privado.

Este nuevo territorio tiene que tener un elemento integrador que tenga sustento ecológico, este elemento es muy probablemente el agua, aunque este análisis puede variar dependiendo de en que escala jerárquica que nos situemos. Entonces el primer paso que habría que hacer es tratar de ordenar el territorio de acuerdo a las cuencas o microcuencas que están incluidas en él. El ciclo del agua es uno de los principales procesos “invisibles” que nos presenta barreras a partir del cual podemos comenzar a gestionar el territorio, eso si, no hay que descuidar que existe otro proceso implicados y que tienen igual y en algunos cosas mayor importancia.

Entonces esta aproximación ecosistémica que busca conservar procesos, tiene que posibilitar que en el territorio gestionado exista integridad ecológica y salud de los ecosistemas. Esta integridad ecológica no es más que la capacidad de mantener su estructura, funcionamiento y desarrollo, además esta implícito que ante una perturbación mantendría estas condiciones. Pero el asunto más importante esta en definir que es la salud de un ecosistema. Pues no es otra cosa que el valor social que este tiene y para esto la mejor herramienta con la que contamos es la de la economía ecológica, y volvemos a ver reflejado como la nueva gestión del territorio es una integración de las ciencias. Esta nueva ciencia nos ayuda a entender y estudiar cuales son las bienes y servicios que los ecosistemas prestan. Entonces, ¿por qué definir la “salud” de un ecosistema en función de los bienes y servicios que este presta?, pues bien como define Díaz Pineda (2001) el paisaje es resultado de un conjunto de procesos ecológicos y por tanto la variación del paisaje estará explicada por la variación de esos procesos, yo agregaría que estos procesos generalmente varían dependiendo de los bienes y servicios que este preste, por ejemplo Díaz Pineda, a elaborado complejos análisis que tratan de explicar como a través de algunas variables de las estructura de población de una comunidad se puede modelar que le pasará a este paisaje.

Ahora frente a este nuevo marco de referencia como se puede gestionar una espacio natural, un territorio. Pues bien hay que tener este lenguaje común que te lo dan las ciencias, esta base conceptual y hay que elaborar medidas de conservación desde este lenguaje. Cuando este lenguaje se convierte en medidas puntuales de conservación y estas medias estén articuladas entre si entonces nos dirigiremos hacia la aproximación ecosistémica.

Si el territorio es un ente dinámico, la gestión tiene que ser dinámica. El gestor no pude tratar de trazar un plan de manejo que busque conservar la fauna, flora y gea. Debe tratar de conservar proceso y estos procesos son dinámicos, la gestión tiene que tener integridad. Esta gestión debe poder adaptarse a las perturbaciones y poder aun así mantener su estructura y sus procesos administrativos. Igual debe tener resilencia. En fin la gestión tiene que ser del territorio tiene que ser adaptable y tiene que tener una base en la integración de las ciencias que crean un lenguaje común.

La peligrosa clase media

Moises Naim, El Pais

mnaim@elpais.es


La clase media de los países pobres es el grupo humano que más rápido está creciendo. En los próximos 12 años, 1.800 millones de personas engrosarán las filas de la clase media. De éstos, cerca de 600 millones serán chinos. Millones más serán indios o brasileños. En ese periodo la población del planeta habrá aumentado en 1.000 millones de personas, es decir, menos que el aumento de la clase media. Las consecuencias de esto son enormes. Y los retos que esta gigantesca clase media planteará no tienen precedentes en la historia.

Homi Kharas, economista del Brookings Institution, estima que para 2020 la clase media será el 53% de la población mundial. "Hay países pobres donde millones están saliendo de la pobreza gracias al rápido crecimiento económico. Esto duplicará el tamaño de la clase media", dice Kharas. Para 2025, China tendrá la clase media más grande del mundo. La de India será 10 veces mayor.

Éstas son buenas noticias. Pero estos éxitos de la humanidad no serán gratis. Y los síntomas del aumento de la clase media mundial ya los estamos sintiendo. Usted, por ejemplo, está pagando más por la comida. Y no solo usted. En enero, 10.000 personas salieron a protestar en las calles de Yakarta el aumento de los precios de la soja. Los milaneses hicieron lo mismo por los altos precios de la pasta. La semana pasada en Jedá, Arabia Saudí, faltó el pan, ya que el trigo se hizo prohibitivo. Los mexicanos marcharon en protesta del precio de las tortillas de maíz. En Senegal las protestas callejeras fueron por los altos precios del arroz, y en India por la cebolla. Argentina, China, Egipto, Venezuela y Rusia intentan contener la irritación popular con controles de precios.

El promedio de precios alimenticios compilado por The Economist llegó a su nivel más alto desde 1845. Leyó bien; desde 1845. En el 2007 el trigo y la soja subieron más del 80%; el arroz y el maíz, alcanzaron precios récord. Estos aumentos no se deben a que ahora hay menos comida (el mundo produjo más cereales en 2007 que nunca) sino porque algunos cereales están siendo usados como combustible y porque ahora hay más gente que puede comer tres veces al día. La nueva clase media no sólo consume más comida. También compra más ropa, refrigeradores, juguetes, medicinas, y eventualmente, autos y casas. China e India, con el 40% de la población mundial, ya consumen más de la mitad del carbón, el hierro y el acero del mundo. Así, desde 2005 el precio mundial del estaño, níquel y zinc se ha duplicado. La clase media también consume más energía. En 2005, China aumentó su capacidad de producción eléctrica tanto como toda la electricidad que produce Reino Unido en un año. En 2006, aumentó tanto como toda Francia. El petróleo llegó a 100 dólares por barril no debido a embargos o accidentes que limitaron la oferta, sino por el crecimiento del consumo. A la clase media le gusta viajar: se estima que los 846 millones de turistas que hoy viajan cada año llegarán a ser 1.600 millones en 2020.

Últimamente se ha intensificado el debate sobre las consecuencias medioambientales del crecimiento del mundo. Pero la discusión sobre los efectos económicos y políticos de este boom ha sido menor. ¿Qué pasará, por ejemplo, cuando la clase media de los países ricos se vea obligada a cambiar su estilo de vida debido al crecimiento de la clase media en los países pobres? ¿O cuando los patrones de consumo que una familia estadounidense o española ahora da por descontados dejen de estar a su alcance? Ir en coche a cualquier lugar y a cualquier hora será más caro y complicado. Esto no es necesariamente malo. Pagar más por contaminar el ambiente o consumir productos no renovables podría reflejar mejor el costo que ello realmente tiene.

Pero otras alteraciones del orden mundial que pueden resultar del crecimiento de la clase media serán más traumáticas. Los cambios en las tendencias de migración, urbanización y distribución del ingreso serán profundos y conflictivos. La nueva clase media demandará casas, hospitales y escuelas de mejor calidad, e inevitablemente, mayor participación política. Los efectos no anticipados de la nueva clase media global se harán parte de nuestra cotidianidad sin importar donde vivamos.

El debate sobre los "límites al crecimiento" es tan viejo como Thomas Malthus y su preocupación por una población que crece más rápido que la capacidad de producir comida. Hasta ahora estos pesimistas se han equivocado. El mercado y las nuevas tecnologías que periódicamente revolucionan la producción de alimentos se han encargado de equilibrar demanda y oferta e impedir que los pronósticos maltusianos se cumplan. Esto es lo que volverá a pasar. Pero nuestra adaptación a un mundo con una clase media más numerosa que nunca está recién comenzando. Y la adaptación no será barata ni tranquila.

sábado, 3 de mayo de 2008

LA APARICIÓN DEL 'NUEVO ORIENTE PRÓXIMO'

La política del presidente George W. Bush para Oriente Próximo ha conseguido sin duda una cosa: ha desestabilizado por completo la región. Ahora bien, aunque la situación no está evolucionando como pretendían los neoconservadores estadounidenses, está evolucionando. El fracaso histórico llamado guerra de Irak, la desaparición del nacionalismo árabe laico y el aumento desorbitado de los precios del petróleo y el gas han causado profundos cambios en la región. Desde Damasco hasta Dubai, desde Tel Aviv hasta Teherán, está surgiendo un nuevo Oriente Próximo.

El viejo Oriente Próximo nació de las fronteras y las identidades políticas creadas por las potencias europeas tras la caída del Imperio Otomano en 1918. Su impulso derivaba de un nacionalismo laico de estilo europeo, que buscaba la modernización política y social mediante decisiones tomadas desde el gobierno. Este tipo de nacionalismo, o "socialismo árabe", alcanzó su apogeo durante la guerra fría, cuando contaba con el apoyo militar, político y económico de los soviéticos.

Su fin coincidió con el de la Unión Soviética, y se petrificó en dictaduras y regímenes militares autoritarios, corruptos e ineficaces. Los regímenes nacionalistas perdieron poco a poco la legitimidad popular y dejaron un vacío que hoy han llenado, en gran parte, actores no estatales: el islam político ha sustituido a los sistemas laicos y, al mismo tiempo, ha incorporado hábilmente las cuestiones sociales y un nacionalismo revolucionario y antioccidental.

Hoy todavía es posible encontrar el viejo Oriente Próximo en Siria, Egipto, Yemen, Túnez, Argelia y la Palestina controlada por Al Fatah. Al nuevo Oriente Próximo pertenecen Dubai, los Emiratos del Golfo e Israel, además de Hezbolá, Hamás y el terrorismo yihadista y, en parte, Irán y Arabia Saudí. Jordania y Marruecos también están tratando de integrarse en él.

Como indican estos ejemplos, "nuevo" no significa necesariamente mejor, sino sencillamente distinto y más moderno. En realidad, la modernización no implica, en absoluto, una solución a los conflictos que todavía perduran en la región. Al contrario, dichos conflictos se "modernizan", y ello puede hacer que sean más peligrosos que nunca.

Un aspecto de esa modernización pudo verse en 2006 en la guerra de Líbano entre Israel y Hezbolá, en la que los carros de combate resultaron obsoletos frente a los misiles y los Katyushas. Al mismo tiempo, actores no estatales como Hezbolá, Hamás y Al Qaeda han reemplazado a los ejércitos tradicionales, y los terroristas suicidas han sustituido a los guerrilleros con Kaláshnikovs.

La transformación más importante es tal vez el cambio del centro de gravedad político y militar en la región. Mientras que Israel, Palestina y Líbano eran los lugares cruciales en el viejo Oriente Próximo, ahora, tras la guerra de Irak, el poder y la política tienen su centro regional en el Golfo Pérsico. El conflicto dominante ya no es la lucha entre Israel y Palestina, sino la amenaza de enfrentamientos entre Irán y Arabia Saudí por la supremacía subregional y entre Irán y Estados Unidos por la hegemonía regional. Es ya prácticamente imposible poner en práctica cualquier solución al conflicto entre Israel y Palestina sin Irán y sus aliados locales: Hezbolá en Líbano y Hamás en Palestina.

En cierto modo, por tanto, la guerra de Irak constituye el puente estratégico y militar entre el viejo y el nuevo Oriente Próximo. Una consecuencia de esta nueva situación es la amenaza de desintegración de todo el sistema anglo-francés de Estados en la zona. El primer candidato es, por supuesto, Irak.

Las posibilidades de que Irak permanezca unido pese a los enfrentamientos étnicos y religiosos entre kurdos y árabes y entre suníes y chiíes es uno de los interrogantes de más peso en el nuevo Oriente Próximo. Porque la desintegración de Irak sería difícil de contener; podría provocar una completa balcanización de la región.
Otra cuestión importante es si el islam político avanzará hacia la democracia y la aceptación de la modernidad o permanecerá atrapado en el radicalismo y la invocación del pasado. Es una batalla cuyo frente más importante, hoy, no se encuentra en Oriente Próximo sino en Turquía; pero el resultado tendrá irremediablemente consecuencias más generales.

La aparición de un nuevo Oriente Próximo puede ser una oportunidad para establecer un orden regional que refleje los intereses legítimos de todos los actores involucrados, ofrezca unas fronteras seguras y sustituya las aspiraciones hegemónicas por la transparencia y la cooperación. En caso contrario, si no se aprovecha esa oportunidad, el nuevo Oriente Próximo será mucho más peligroso que el viejo.
(Publicado en El País, madrid, el 3 de mayo 2008. Joschka Fischer, fundador del partido Verde de Alemania, fue ministro de relaciones exteriores en el gabinete socialdemócrata-verde de Gerhard Schroeder)

miércoles, 30 de abril de 2008

"El presidente Chávez sólo quiere perpetuarse en el poder"

Entrevista con el general Raúl Isaías Baduel, ex-ministro de defensa venezolano. De Francisco Peregil, El País/Madrid

El general retirado venezolano Raúl Isaías Baduel tiene 52 años. Conoció a su ex amigo el presidente Hugo Chávez cuando entró en la academia militar, con 17 años. Durante el golpe militar que sufrió Chávez en 2002, Baduel coordinó la operación de rescate por la que Chávez fue restituido en el poder. En julio de 2006 fue nombrado ministro de Defensa y en julio de 2007 fue destituido. Ahora, Baduel considera que el presidente se ha convertido en un déspota. Cree que los conceptos políticos de izquierda y derecha quedaron desfasados.

Pregunta. ¿En qué momento se dio usted cuenta de que su proyecto político no tenía ya nada que ver con el de Chávez?

Respuesta. Cuando me incorporé al Gabinete como ministro de la Defensa en julio de 2006 pude constatar el manejo irresponsable que se hacía de las grandes decisiones. Hice las observaciones debidas en los términos moderados y respetuosos en que debía hacerlo, dada mi condición de militar. Pero también me di cuenta cuando tuve que consignar mis votos adversos en el Consejo de Ministros ante algunas decisiones. Allí constaté que la única pretensión del presidente Chávez era perpetuarse en el poder y hacer un manejo arbitrario de la renta pública y petrolera.

P. ¿Por qué cree que lo destituyó Chávez?

R. Ya desde principios del año pasado había tensiones. Yo quería evitar que las Fuerzas Armadas fuesen utilizadas como un elemento de presión política. Eso cada vez me hizo más incómodo para él. Me comunicó mi reemplazo dos horas antes de hacer pública su decisión. Simplemente me dijo que había decidido reemplazarme, no me dio ninguna otra explicación.

P. ¿Se siente espiado por el Gobierno?

R. A veces lo hacen los organismos de Seguridad de manera evidente. En mi residencia, en los lugares que frecuento, en mis citas con amigos... Están vigilando mis actuaciones. Pero eso no será algo que me amilane. Al contrario, me da más fuerza y más aliento.

P. ¿Cuál es su proyecto?

R. Mi misión es que en mi país se consolide y robustezca la democracia con alto contenido social. Que pueda servir no sólo al pueblo venezolano sino a los pueblos hermanos de Latinoamérica esos niveles de desarrollo de nuestro país. Tengo contactos con el partido Podemos. El más reciente evento electoral demostró que hay una amplia mayoría que ni quiere volver al pasado ni seguir con lo que se está haciendo en el país.

P. En el referéndum que se celebró en Venezuela el pasado 2 de diciembre el país vivió horas de incertidumbre y tensión ante el retraso del Gobierno en anunciar los resultados. En algunos medios venezolanos se dice que si Chávez finalmente reconoció su derrota, que después calificaría como "derrota de mierda", fue gracias a la presión que usted ejerció en el estamento militar. Usted ha eludido explicar cuáles fueron sus gestiones durante esa madrugada. ¿Podría aclarar cuál fue su papel esa noche?

R. Yo hago un paralelismo con los hechos de abril de 2002. En aquella ocasión defendí la democracia, la constitución y las leyes. Y a finales del año pasado, también. El 2 de diciembre me comuniqué con muchos sectores de las fuerzas armadas y también con los directivos del Consejo Nacional Electoral. Aproximadamente a las 19.30 yo tenía en mi mano los resultados de los escrutinios que hasta ese momento se habían hecho. Alcanzaban aproximadamente al 75% de los votos y la tendencia era un contundente triunfo del no. Por tanto, mandé una misiva a la presidenta del Consejo Electoral; mantuve estrecho contacto con muchos de los mandos medios de las Fuerzas Armadas, quienes no estaban dispuestos ni estarían dispuestos a que se quebrantara la democracia. Y dadas las horas de tensión, de una manera respetuosa pero muy firme, le hice saber a la presidenta del Consejo que en caso de que no se dieran los resultados y se siguiera sometiendo al país a una tensión innecesaria, me vería en la obligación de dar una rueda de prensa para dar a conocer los verdaderos resultados. Yo no puedo decir que esta acción fue determinante. Sería inelegante decirlo, pero al poco rato se dieron los resultados.

P. ¿Considera democrático el régimen venezolano?

R. Tenemos una ficción de democracia en nuestro país. Chávez ha arrodillado al resto de los poderes. Tenemos un Tribunal Supremo de Justicia en el que muchos de sus magistrados señalan abiertamente que sus posiciones están supeditadas al apoyo al proyecto de Chávez. Del poder electoral se puede decir lo mismo. Aún no conocemos los resultados definitivos. No tenemos esa división de poderes que debe existir en una democracia.

P. ¿Cree que Chávez concluirá los cinco años que le quedan de mandato?

R. Hay previsiones constitucionales que establecen mecanismos para convocar un referéndum revocatorio de su mandato. Pero cada vez más el ejercicio personalista, atropellante de su poder, totalitario, dictatorial por parte de Chávez, arrodillando las instituciones, particularmente con respecto al uso impropio que hace de las Fuerzas Armadas, ha potenciado un clima de tensión e intranquilidad.

P. ¿Pero Chávez concluirá su mandato?

R. Nuestro país está en una etapa previa a la insurrección propiciada por el propio presidente Chávez. Por eso, la situación es de cuidado. Cada día más, desmantela las Fuerzas Armadas creando cuerpos armados paralelos que no están previstos en la Constitución y que dependen de él. Está generando una situación de intranquilidad y desasosiego en las Fuerzas Armadas. Y no tengo dudas en señalar que lo hace con la pretensión de buscar excusas y victimizarse para luego manejar esa situación de desequilibrio.

P. ¿Hay un estado de malestar en el Ejército?

R. Hay inquietud en el Ejército y lo puedo decir con propiedad porque tengo contactos permanentes, sobre todo con los mandos medios de las Fuerzas Armadas. Ven que cada día se quebranta más el profesionalismo militar, que se quiere usar a las Fuerzas Armadas como un actor político de apoyo a un proyecto que se ha denominado socialismo del Siglo XXI pero que está vacío de todo contenido.

P. ¿Cree que esa inquietud puede derivar en insurrección?

R. En muchos casos, algunos de esos integrantes de las Fuerzas Armadas con los que hablo llegan a plantear la acción violenta. Yo procuro hacerles ver que ésa no es la solución.

(Publicado en El País)

martes, 29 de abril de 2008

LA NACIÓN CENTROAMERICANA EN ESTADOS UNIDOS II

Los políticos actuales centroamericanos en su mayoría aplican políticas publicas que producen mas inmigrantes en este país y eso nos fortalece, porque cada día somos una nación más grande, por lo que debemos adoptar una convicción política de unidad, lo cual nos produzca definir que ahora es nuestro turno histórico de incidir en el destino de las patrias que amamos y de buscar los medios democráticos para trascender e incidir en el poder político de nuestros países. Así, podemos procurar darle forma en este milenio a la aspiración popular de que el poder del pueblo, sea de beneficio absoluto para la mayoría del pueblo, de manera que este esfuerzo sea liderado por una nueva generación de patriotas del nuevo milenio que deseen servir al ciudadano honesto que respeta la ley, el orden, contribuye al desarrollo del país y tener el coraje de no servirse del poder político para sus propios intereses, como es el caso actual de la clase política y grupos de intereses en Centroamérica.

La diáspora centroamericana casi absolutamente, esta compuesta por quienes hemos sido los desposeídos, los analfabetas, los mediocremente educados, los desgraciados e indigentes, los ignorados, las sirvientas, los mozos, los ignorados y sin voz de nuestros países.

La minoría que complementa a la nación centroamericana en el exterior esta compuesta por jóvenes estudiantes, representantes de gobierno y profesionales quienes son parte de los sectores sociales, económicos y políticos elitistas de nuestros países. Mientras unos devengan salarios del erario publico para velar primariamente por los intereses de estos grupos clasistas en este país, otros se educan y capacitan para mantener el status quo de las sociedades que dominan.

Los grupos de poder económico y político de Centroamérica, mientras vivimos en nuestros países nos etiquetan como vagos, inconformes, mareros; sin embargo, desde el momento que cruzamos las fronteras de California, Arizona y Texas, nos convertimos en hermanos cercanos, héroes y patriotas. Hasta construyen monumentos en nuestro nombre.

En un blog muy popular, imparcial y nuevo símbolo de la libre expresión de El Salvador, llamado Conversaciones con Neto Rivas, hace unas semanas se refirieron a quienes vivimos en el exterior como la “CHUSMA REMESERA”.

Esas dos palabras con las que despectivamente se refieren a la diáspora, expresan la frustración y odio de quienes reconocen que los vagos, las sirvientas y los mozos, hemos obtenido una nueva condición de poder que les incomoda y molesta. Ese es poder económico.

Deseo recordarle a quienes nos consideran de esa manera, que la diáspora como chusma remesera, ha transformado las condiciones de vida de millones de familias en nuestros lugares de origen en toda Centroamérica.

En el interior de nuestras repúblicas, con poca o sin la ayuda gubernamental, se han adoquinado o asfaltado los caminos empedrados y polvorientos hacia muchos pueblos y cantones. Se ha proporcionado servicio eléctrico, agua potable, drenaje séptico, construido escuelas, clínicas y parques de recreación familiar. Aun existen miles de pueblos y cantones que se encuentran en ese proceso de desarrollo debido al trabajo de la diáspora o chusma.

En lugar de las casas de cartón o de bajareque y lodo, adonde estos grupos nos desean ver, existen casas mixtas de múltiples niveles y hasta piscinas. El turismo, el consumismo y las inversiones de las remesas de la diáspora generan empleo, y enriquecen incluso a quienes nos desprecian.

La responsabilidad histórica de incidir políticamente en las sociedades de nuestros países de origen recae en los hombres y mujeres de la diáspora centroamericana en Estados Unidos que dedican horas incontables de voluntarismo comunitario como activistas y lideres.

El liderazgo salvadoreño en ciudades como Washington DC, Nueva York y Las Vegas, ha abierto las puertas al desarrollo y crecimiento del liderazgo de activistas centroamericanos. Esto ha producido la oportunidad de colaborar coyunturalmente en la preparación de propuestas políticas y económicas que permitan la incidencia política de la diáspora durante la próxima década, a través de la aspiración a competir por cargos de servicio publico en nuestros países de origen.

El proceso idóneo para alcanzar este fin de incidencia política consiste, en establecer alianzas transnacionales con sectores de la sociedad centroamericana interesados en cambiar el actual sistema de políticas publicas, que desafortunadamente esta diseñado para beneficiar los intereses de unos pocos; viabilizar un programa integral de políticas publicas que, procure fortalecer la democracia y el libre mercado, mientras reforme y reestructure el sistema de justicia y legislación, de manera que con reformas políticas dinámicas se establezca como principales metas, la erradicación de la corrupción estatal, así como, el crimen organizado; se financie solidamente la educación, la salud y el desarrollo económico de manera ecuánime para todos los miembros de la nación.

El fenómeno de la diáspora es una pagina que se escribe cada día en la historia de los pueblos centroamericanos, y se encuentra en las manos y voluntades de quienes con sacrificio han superado el analfabetismo, la mediocridad educativa, la adversidad del hambre, la incerteza del futuro. Y en el paraíso del capitalismo, los inconformes, las sirvientas y los mozos, han podido transformarse a través de una escoba, una pala o un lavaplatos en profesionales, empresarios e intelectuales. Nuestra misión consiste en incidir políticamente en el futuro de nuestros países, de manera que junto a nuestros hermanos en las fronteras patrias logremos unir conocimientos y crear las condiciones de vida que todos deseamos y que todos nos merecemos.

Hemos logrado contribuir al desarrollo del país que nos adoptó, y deseamos hacerlo mucho mas con los países que nos exiliaron, los cuales a pesar de eso, amamos mas que al adoptivo, porque a esa tierra pertenecemos, sin importar la distancia.

La revolución bolivariana no es verde

De la revolución bolivariana se pueden decir muchas cosas, podríamos discutir si es socialista o si es marxista cuando está fundamentada en Bolívar, se podría discutir si es de verdad una revolución, se podría discutir si es roja, pero donde si no tengo dudas es que verde no es.

Las bases ideológicas del planteamiento de la revolución de Chávez parecen estar sustentadas desde la izquierda, eso se ve por la fauna periférica que pulula por Caracas. La verdad ya lo he expresado en otras ocasiones, a mi no me parece muy roja la puesta en escena de toda esta obra, parece más las obras populistas de un régimen militar. Ahora, hay obras muy buenas, estoy muy impresionado del trabajo que han hecho en el sistema de orquestas de Venezuela, además de contar con un joven prodigioso director como es Gustavo Dudamel, tienen una producción de talento increíble, que sólo se puede lograr con una inversión en serio y un impulso directo del gobierno. Se ven avances en obras de ingeniería y de intercomunicación. La conectividad como la piensan los ingenieros está creciendo, y no solo por carreteras, sino que el tren es un gran buen proyecto. La reconstrucción e inversión en los barrios, que no son medidas radicales, sino más bien paliativos con gotero, pero son cuestiones que el pueblo agradece.

Todo esto es discutible, sobre todo por la perversa manipulación que los incentivos de Chávez están logrando. Un país como El Salvador tiene mucho que preocuparse a la hora de hablar de seguridad alimentaría, Venezuela no debería de preocuparse y todavía lo hace, las nuevas propuestas de Chávez en este sentido son dignas de discusión, parecieran una propuesta en sentido correcto, pero con grandes problemas. En todo caso esto es discutible. Lo que si está claro es que esta revolución no es Verde.

El clamoroso abandono de los parque nacionales costeros, el no respeto por la capacidad de carga de los mismos, el descenso en el presupuesto de INPARQUES, la basura que se acumula en las ciudades, la contaminación en Caracas, los desastres en la amazonía, la elevada producción y dependencia petrolera, etc. Son muestras claras que esta revolución no le interesa lo verde. Al igual que en casi todo el mundo el Ministerio de Medio Ambiente (en Venezuela el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente) tiene el menor presupuesto de todo el gobierno. Y esto que es difícil de navegar entre las oscuras cuentas claras del gobierno de Chávez. El hecho es que no se nota en una nación rica como Venezuela y con tantos recursos naturales que se esté haciendo lo necesario para alcanzar la sostenibilidad.

En El Salvador, el asunto ambiental esta llegando a un punto donde si o si habrá que tomar medidas, el asunto del agua habrá que solucionarlo pronto, muy pronto. En Venezuela tiene mucho tiempo más, pero me da la impresión que no caminan por el lado correcto en este tema. Por ejemplo la regulación de los precios de la gasolina, es de chiste pensar que con menos de un dólar (a cambio oficial) se puede llenar el tanque de un compacto. La gasolina cuesta un poco menos de 0,10 de dólar el galón. Claro todo mundo dirá que maravilla, pero eso es la ilusión de la insostenibilidad y del capitalismo. El precio es barato, por tanto mejor tengo un carro propio que utilizar el transporte público, mejor consumo yo que pensar en el colectivo, no importa la distancia saco el carro porque total es tan barato, que si tomo taxi me sale más caro, etc. Y si además de esto le suma la facilidad de prestamos que está dando la banca nacional, todos tendrán vehículo. Toda esta distorsión hace que Caracas sea una ciudad contaminada, saturada de vehículos, es una pesadilla real de todos los días moverse por las calles de esa ciudad. Aun así, se que en El Salvador nos dará envidia y quisiéramos tener la gasolina a ese precio, pues no se equivoque amigo, cuando le salgan 40 o 50 dólares de combustible piense que tiene que utilizar menos su vehículo que tiene que ser más eficiente en sus desplazamientos. Y es que esa, la eficiencia, es el motor detrás de la revolución de la sostenibilidad. Será por esta sensación de crisis que logremos cambios radicales en las estructuras de nuestro sistema económico que nos permita acercarnos a la sostenibilidad.

Hablando también de modelos pregúntese usted: ¿Quién es capaz de regularse mejor el estado o la empresa privada? Porque este es el meollo del asunto. Tenemos regímenes como el de Venezuela, donde da la impresión que uno puede hablar lo que sea, pero de todas maneras hay oídos sordos en el gobierno, y este es el encargado de controlar todo lo que ocurre o deja de ocurrir en el país. Por tanto hay que confiar en la buena fe de sus gobernantes para que estos garanticen el cumplimiento de la ley. O confiar en que la empresa privada, donde su motor es el capital, y no entiende más que sobre la ganancia. Cuando hay estados, como solía ser el salvadoreño, donde no hay una muy clara división entre empresa privada y gobierno, la cuestión igual se complica porque no existen las regulaciones reales que el estado tiene que ejercer para garantizar el bienestar de la mayoría. Ahora en El Salvador no es que hayamos mejorado sino que tal vez hemos empeorado cuando los nuevos amigos del gobierno no son tan claros, así que ni siquiera parece ser que se esta respondiendo a los intereses de la empresa privada sino que a unos grupúsculos extraños. Regresando al punto: los dos modelos son ineficientes para regularse, no existe un contrapeso real, en unos casos por ineficiencia o descuido, en otros por falta de interés, la resultante es la misma, insostenibilidad.

Ahí es cuando tenemos que hacer la reflexión del papel que juega la sociedad civil, los medios de comunicación, las ONG, ese contrapeso que de no existir lleva a la corrupción de las instituciones. He ahí la necesidad de medios plurales críticos y criticables, dispuestos a jugarse el todo por el todo para impulsar el desarrollo del país, no ser parte del mismo juego entre empresa privada y gobierno. Pero si no tenemos una prensa mordaz, inteligente y progresista o si están constantemente amenazados de ser cerrados por expresar sus puntos de vista, o peor aun se autosensura. Entonces esta difícil el asunto, entonces los contrapesos se pierden y entonces solo se puede partir de la buena fe.

Venezuela, un paraíso con unos potenciales insospechables para El Salvador, pero es adicta al petróleo, por él hace lo que sea, no importa que esto signifique mayor contaminación, mayor burocratización, mayores cuotas de insostenibilidad, mientras mayor sea la producción mejor para el país, habrá que ver que pasa con la industria del cemento ahora que es nacional, habrá que ver si hay alguien capaz de regular las actividades productivas de las grandes empresas nacionales. De momento la revolución de Hugo Chávez no es verde y será insostenible, esperemos que cambie. Por el bien de Venezuela y su gente. Porque llegará el momento donde no se puedan seguir dando incentivos, donde no se pueda seguir manteniendo los megaproyectos, ¿entonces qué?

lunes, 28 de abril de 2008

Columna transversal: ESTA COLUMNA ESTA CENSURADA EN LA ASAMBLEA

Si usted es diputado, asesor legislativo o empleado de la Asamblea Legislativa de El Salvador, no puede acceder a este blog (y miles de otros), por lo menos no desde su oficina, desde su computadora, desde el sistema informático de la Asamblea. Si un diputado o empleado de la Asamblea, haciendo uso de su computadora en su oficina, trata de entrar a este blog, le sale una ventana en la cual la Junta Directiva le informa que este sitio está bloqueado por contenidos pornográficos. No sabemos qué concepto tienen los honorables miembros de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa de la sexualidad y de la pornografía, pero si incluye en este concepto los contenidos de Siguiente Página o del blog de Neto Rivas, necesitan urgentemente ayuda profesional. Podemos recomendarles algunos psiquiatras o expertos en educación sexual...

Sea como sea el concepto de pornografía que tengan en el séptimo piso de la Asamblea, es un hecho que los diputados no tienen derecho de leer esta columna y miles más desde sus oficinas. La Junta Directiva de la Asamblea les censura. Hay diputados que deciden qué es lo que sus colegas y sus empleados deben leer y qué no. Tal vez sea por esto que la calidad del trabajo legislativo sea tan deficiente. No porque no pueden leer este blog –sabemos que no es tan importante-, sino por la mentalidad que está detrás de esta medida de censura y prepotencia. Y por la mentalidad de los diputados que aceptan este tipo de restricciones.

Los diputados tienen que tener todos los insumos posibles para poder legislar: acceso irrestricto a información completa, análisis exhaustivo, opiniones múltiples. Restringirles a los diputados el acceso a todos estos insumos es obstrucción a la labor del primer órgano del Estado.

Incluso, los diputados tienen derecho a asistencia profesional y académica. Para cumplir sus funciones, es indispensable disponer de un aparto de asistencia que analiza los problemas, genera propuestas, investiga antecedentes, mide las consecuencias económicas, sociales, legales y políticas de los decretos – o de la ausencia de legislaciones. Igual que los diputados, los asesores tienen el deber de documentarse, investigar, recoger opiniones. Restringir a los asesores el acceso a las fuentes de información, análisis y opinión es obstrucción a la labor del primer órgano del Estado.

Es por esto que los diputados y sus asesores tienen acceso privilegiado a información interna del Estado. El ejecutivo, sus ministerios, y todas sus dependencias, las autónomas, el aparato del estado en su conjunto, están obligados a facilitar a los diputados la información necesaria para poder legislar.

Por definición no puede haber ningún tipo de censura que filtre el tipo de informaciones y opiniones accesibles para los diputados y sus asesores. Por definición del carácter político y partidario de los diputados no puede haber instancia ninguna que filtre la información que reciben los diputados, sea con criterios ideológicos, políticos, religiosos e incluso morales. Tiene que ser los diputados mismos –cada uno con sus criterios- que valoren qué información necesitan.

Es vergonzante que nuestros diputados toleran este tipo de censura como si, en vez de legisladores, fueran niños bajo el régimen disciplinario de su escuela, o retardados mentales a los cuales no conceden la facultad de decidir a qué tipo de lectura tener acceso.

LLEGÓ EL TIEMPO DE DAR PROTECCIÓN Y GARANTÍAS

El crecimiento económico de América latina conduce al reto de definir qué futuro queremos conformar.

América latina está pasando por un buen momento. En general, los países que la conforman y como resultado de la coyuntura internacional, han tenido cinco años de constante crecimiento económico, incluso mayor al alcanzado por la economía mundial. Hoy, buena parte de los países latinoamericanos ya no pueden postular a recibir préstamos de apoyo porque ahora son países de ingreso medio; poco a poco van dejando atrás el subdesarrollo y sus niveles de pobreza e indigencia.

Este mejoramiento en los ingresos implica un nuevo reto ante el cual varios de nuestros países necesitan respuestas innovadoras. ¿Qué tipo de sociedad vamos a tener a futuro? ¿Una sociedad basada en seguros individuales para resguardarnos ante los distintos desafíos que la vida nos presenta en el ámbito de la salud, la educación, la vivienda o la jubilación? ¿O impulsaremos una sociedad solidaria que pueda darnos mayores seguridades de una manera colectiva? ¿Podemos pasar de una sociedad que reconoce derechos a sus ciudadanos a una sociedad que le ofrece garantías a los mismos?

Debemos avanzar en esta dirección porque ello apunta a algo nuevo en América latina y ya algunos países registran un salto adelante en tal sentido.

Esto por cierto obliga a generar una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad. Una ecuación donde esos tres factores esenciales de la gobernabilidad contemporánea tengan similar fuerza y energía de desarrollo. Un Estado eficiente, moderno y ágil. Un mercado dinámico e innovador. Una sociedad de inclusiones y certezas posibles. Ello convoca a construir un balance armonioso entre la gente, la economía y la representación pública. Hombres y mujeres demandan desde la sociedad determinadas protecciones y el mercado, por su parte, es motor del crecimiento. Pero es el Estado, sólido en tanto tenga representación pública, el cual genera las políticas desde las cuales un país puede asegurar que parte de su crecimiento llegue a todos y genere la mejor protección social posible.

El centro de esta ecuación es el concepto "garantías". Crear un tipo de sociedad donde la gente sienta que hay seguridad concreta a la cual tiene derecho. Este es un debate abierto en todos los países con un grado de desarrollo mayor al alcanzado en los países latinoamericanos. Pero ya llegó la hora de abordarlo con imaginación y energía entre nosotros. El tema esencial está en saber crecer, pero también en saber transformar ese crecimiento en modalidades de protección para la gente. Está bien cuando una economía crece y es capaz de generar empleos, pero hoy debemos pedirle ser capaz de contribuir a una protección social que favorezca la conjunción entre seguridad y eficiencia.

Las políticas deben ser nuevas para situaciones también distintas a las del pasado. Si miramos cómo se reconfiguran los mercados de trabajo, aparece el desafío de garantizar seguridad en las interrupciones que hoy se presentan en la vida laboral. Países que están por encima de nosotros, como son los más avanzados de Europa del Este, la joven Corea del Sur, Nueva Zelanda, Grecia o Portugal tienen una muy superior calidad de incorporación del capital humano en la actividad económica. En todas las ramas de la economía hay una mejor calificación de la mano de obra, un sistema educacional con mejores resultados y un vínculo superior entre desarrollo científico y esfuerzo productivo.

Norberto Bobbio, ese notable filósofo italiano, afirmó que en una democracia todos "tenemos que ser iguales en algo". Ese algo cabe definirlo por consensos, con acuerdos donde se asegure tanta igualdad como sea necesaria para garantizar las libertades. Buscar esos acuerdos también involucra asumir una verdad: las desigualdades si son o se perciben extremas generan tensiones capaces de carcomer los fundamentos de la gobernabilidad. La respuesta no está en la búsqueda de populismos, a veces autoritarios y contrarios a las libertades democráticas. La respuesta está en saber construir consensos y saber ponernos de acuerdo en cómo seremos "iguales en algo". Y por cierto, cómo "crece" ese algo cuando la economía crece, lo cual significa que ese algo es un concepto dinámico.

A su vez, el garantizar igualdades reclama otra sabiduría: estas garantías deben ir a la par con los deberes. Todos tenemos obligaciones a cumplir como miembros de la comunidad, pero muchas veces hay gente a quienes no les gusta escuchar esto. Sin embargo, si de verdad estamos por avanzar hacia el desarrollo, es indispensable hacer carne de estas sociedades la noción de saber dar junto con recibir. Un país no es una abstracción al cual únicamente se le exige y se le reclaman protecciones. Quien piensa sólo en sus propios derechos y se olvida del bien colectivo, en los hechos es un obstáculo al progreso.

Ante este nuevo desafío, Latinoamérica tiene un camino largo a recorrer, pero no hay mucho tiempo para ello. Lo planteamos recientemente en un discurso en la Universidad de Magallanes, en el sur de Chile. Lo hicimos desde allí pensando en Chile, pero también pensando en buena parte de nuestros países donde se constata un grado importante de avance material. Ha llegado la hora de asegurarnos que ese avance material alcance a todos los sectores, de garantizar accesos a ciertos mínimos indispensables en educación, en salud, en vivienda y en todo lo que signifique más justicia social.

A ratos, en nuestros países las tareas del día a día o el encandilamiento de debates improductivos nos hacen olvidar la urgencia profunda de mirar el largo plazo. Si tenemos una situación económica un tanto mejor, propongámonos dar un gran salto adelante, para entregar a nuestros hombres y mujeres una vida más digna y más segura. Cuando hay menos injusticias o cuando los pueblos sienten que ya no están al margen de los avances, los sueños individuales y colectivos se ven posibles. Ese es el gran propósito de una sociedad de garantías.


lunes, 21 de abril de 2008

Sobre los guardaparques

Los guardaparques son la columna vertebral de la conservación de las áreas protegidas. No existirían espacios naturales protegidos si no fuera por su labor. Con diferencia el número de guardaparques por hectárea protegida es el indicador que mejor refleja el estado de conservación de un área. Claro que hay excepciones, tenemos que partir que este es valido siempre y cuando los guardaparques cuenten con los recursos necesarios para ejercer sus funciones y además que tengan una presencia constante y distribuida por toda el área. Su rol es de protección, aunque en muchos lugares también cumplen la función de guías turísticos, constructores, en cargados de limpieza, etc. Se convierten en un personal doble función donde las actividades cuales quiera que sean dentro de un área protegida recaen sobre ellos, esto también es algo que puede afectar el indicador. Pero aun con estas salvedades son el mayor garante de la estabilidad de un área natural protegida.

Siendo así de importante su función, deberían de buscarse por todos los medios que sus necesidades estén suplidas. Esto significa que tengan uniformes adecuados para desarrollar sus funciones, que tengan medios de transporte para poder llegar toda el área protegida, que tengan de ser necesario armas de fuego (a veces hay que lidiar con guerrillas, narcotráfico, cacería ilegal, etc.), que tengan buenos aparatos de comunicaciones, etc. Pero además deberían tener remuneración adecuada, su labor es sumamente compleja, la mayoría no se puede regir por un horario de funcionario público, tienen que trabajar en las noches, tienen jornadas de intensa demanda física, tiene que saber lidiar con visitantes, tienen que tener conocimientos sobre ecología, tienen que saber apagar fuegos, tienen que tener una seria de características que les permita cumplir con su deber. Pues bien, por eso deberían de tener una remuneración buena, muy parecida a la que tendría que tener un buen policía. Una cantidad que le permita ser incorruptible y que no tenga miedo de ejercer su labor con convicción.

Pero lamentablemente esto no es el caso y lo peor y amargo del asunto es que no solo es una horrorosa realidad de El Salvador, sino que es de Latinoamérica y es de África y es del sureste asiático. Donde están los puntos de mayor biodiversidad. Pero además también es un problema en el mundo desarrollado en Europa y en Estados Unidos. Siempre que platicado con un guardaparque en El Salvador, Costa Rica, Venezuela, España, Alemania o Estados Unidos, la respuesta es la misma (con matices por supuesto), nos tienen abandonados, nos vinieron a aventar a esta loma y nunca más nos volvieron ha hacer caso. Como es posible que esta noble profesión, de importancia crucial para la conservación en el mundo, se tenga tan olvidada.

En los países desarrollados tienen uniformes y buen sueldo, en los países en vías de desarrollo con suerte en algunos lados, pero la mayoría no. La sensación de abandono es la misma. Me contaba un guardaparque venezolano con quien platique recientemente: “mira mi hermano, nos han venido a aventar en medio de este parque y no tenemos apoyo de nada, sabemos por donde entran los cazadores, sabemos cuales son los problemas, pero no contamos con las herramientas para hacerlo cumplir”, esto no muy distinto que le he escuchado a guardaparques de Estados Unidos. Un gardaparque de la Isla Royal del norte de Michigan en el lago superior, me comentaba lo mismo, esa sensación de abandono, de estar en medio de la nada cumpliendo con tu deber y lo único que obtienes son regaños por cumplir con tu trabajo, por no saber entender que un funcionario del estado era el que andaba cazando y a esos no se les dice nada por cazar en territorio protegido. También me contaba por donde entran a saquear la isla, los botes que llegan y contaminan, que a pasar que los sancionan, poco se puede hacer. Esta historia siempre me pareció sorprendente, yo supuse que un lugar como Estados Unidos donde hay tanto respeto por la ley esas cosas no deberían de pasar, pero pasan, sobre todo en los lugares remotos, si por ejemplo en las áreas naturales protegidas.

Lo mismo me contaban mis amigos de Ecuador en Galápagos, o los guardaparques del Parque Nacional Kaa Iya en Bolivia. La función de guardaparque es menospreciada, olvida y nunca se les da el reconocimientos histórico que merecen, por su aporte a la humanidad y por su labor abnegada en uno de los ambientes más difíciles de trabajar, en selvas inaccesibles, en manglares infestado de mosquitos, en cumbres montañosas de más de 4000 metros, en desiertos y en islas a kilómetros de la costa.

También es cierto que como en todas las profesiones hay quienes se vencen ante la adversidad y comienzan a no hacer su trabajo por temor, por falta de apoyo, simplemente por ineficiencia. Me acuerdo de un guardaparque en el Parque Nacional Carara en Costa Rica, que desde su hamaca me decía: “diay mae, no sea loco ahí donde usted se va a meter es peligroso, no ve que la vez pasada me encontré con unos cazadores que abrieron fuego”. No digo que esa sensación de derrota se culpa de este hombre en específico, pero si es un indicativo de lo que pasa cuando este es el único funcionario encargado de patrullar 300 hectáreas de bosque, claro estábamos en el sector más alejado y con menos visitación del parque, donde solo algunos investigadores aparecen, pero aun así, daba igual que estuviera o no esta persona era imposible recorrer todo y segundo si le disparaban el corría, ¿quién no lo haría?

Actitudes así también he encontrado en El Salvador, pero son raras, la verdad es que la mayoría de guardarrecursos (guardabosques en salvadoreño) son abnegados en su trabajo. De lo poco que tienen, de la inseguridad con que se mantienen sus plazas, de los pagos con retraso, de depender de cuando hay o no fondos FIAES, en fin no las tienen mucho consigo. Pero el hecho es que para estas condiciones el guardarrecurso salvadoreño si es trabajador. Probablemente no son los mejores del mundo, pero tienen una mística de trabajo envidiable.

Deberíamos entonces reconocer el trabajo que realiza este gremio, deberíamos premiarlo y darles las gracias en todo el mundo por la labor que realizan, deberíamos hablar con ellos saber que necesitan y tratar de que su labor se realice lo mejor posible, porque no merecen que los consideremos como incultos, sino como unas personas que realizan una noble perfección que merecen toda nuestra admiración y respeto. La mía por lo menos la tienen.

MAYO 68

Paris, Berlin, Berkeley, Varsovia, Praga, Milán, Tokio, México... un fantasma recorre las aulas universitarias y las calles de las ciudades del mundo: la rebelión estudiantil, la sublevación de los hijos contra los padres y contra las sociedades que los padres de la guerra fría habían construido de los dos lados de la cortina de hierro.

Nunca fue una revolución para tomar el poder, sino una revolución cultural, una transformación radical de la manera de relacionarse con el estado, de concebir ciudadanía, de definir los derechos humanos, los derechos de mujeres. Fue la utopía de un mundo de naciones independientes, de sociedades solidarias y de una radical igualdad de géneros, de razas, de culturas.

El Mayo 68 fue anti-comunista, no por defender el orden establecido, sino por anti-autoritario. Por ello, los protagonistas de este movimiento todos fuimos incluidos en las listas de enemigos a observar de los servicios de inteligencia y seguridad de Estado tanto del Oeste como del Este. En Berlin construimos redes clandestinas que se dedicaban a ayudar a soldados norteamericanos estacionados en Berlin a desertar a Suecia antes de ser enviados a Vietnam -- y al mismo tiempo a ayudar a disidentes de Polonia, Checoslovaquia y Alemania Democrática a huir a Berlin Occidental antes de que fueran a capturados, condenados y encarcelados por sus gobiernos estalinistas.

La generación de los 68 chocó con todos las formas de imperialismo: con el soviético en Praga, con el norteamericano en Vietnam, con el chino en Tíbet. Chocamos con todas las formas de autoritarismo: el reaccionario de Franco en España, de Pinochet en Chile y del Shah de Persia -- igual que con el autoritarismo comunista en Europa Oriental y con el autoritarismo “democrático” de Charles de Gaulle en Francia y Franz Josef Strauss en Alemania.

Y con el autoritarismo dentro de nuestras propias filas. Cuando la sublevación estudiantil topó, a principios de los años setenta, una minoría de sus protagonistas, incapaces de aceptar que esta revolución no era para tomar el poder, empezó a buscar refugio en ideologías diametralmente opuestas al anti-autoritarismo del mayo 68. Unos formaron partidos --mas bien sectas-- maoístas; otros se olvidaron del Praga y se unieron a los partidos comunistas pro-soviéticos; y unos pocos se refugiaron en la clandestinidad de una “guerrilla urbana” que rápidamente se deslizó al terreno del más cínico terrorismo.

La gran mayoría de los jóvenes rebeldes del 68 enfrentó críticamente estas tendencias autoritarias y se dedicó a crear movimientos ciudadanos –ecológicos, culturales, pacifistas, vecinales, feministas, etc. Otros empezaron “la larga marcha por las instituciones”, transformando, democratizando y revitalizando la socialdemocracia, las iglesias, los sindicatos, las universidades...

Es interesante que el político de derecha que de manera más enfática ha anunciado que quiere revertir todas las transformaciones que han surgido del movimiento de mayo 68, es el presidente playboy Nicolas Sarkozy. En su campaña electoral en una Francia dominada y arruinada por una derecha cínica, retrógrada, corrupta y ineficiente, Sarkozy tuvo la brillante idea de culpar toda la decadencia francesa a la oposición, no a la derecha gobernante: “Desde mayo de 1968 no se podía hablar de moral. Era una palabra que había desaparecido del vocabulario político. Hoy, por primera vez en decenios, la moral ha estado en el corazón de la campaña presidencial. Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo.”

Lo dice el hombre que un año después de su entronización como presidente se ha convertido en la vergüenza nacional de los franceses, por su cinismo, su estilo ostentoso de vida, su falta de escrúpulos para aceptar invitaciones de sus amigos millonarios, etc.

Lo que pasa en Francia es la restauración del sistema de privilegios, la restauración del estado autoritario -- los dos fuertemente cuestionados y debilitados por las ideas que nacieron en mayo 68.

El rescate de la ética encima de la política real ha sido precisamente el corazón de la filosofía de la generación de 1968. Esto es precisamente que nos ha enfrentado de esta manera tan irreconciliable con el cinismo de Estados Unidos en Vietnam y de la Unión Soviética en Praga.

Me imagino que esto es, para un ortodoxo derechista como Nicolas Sarkozy, tan imposible de entender como para ortodoxo de izquierda. En cambio, la izquierda democrática y la derecha liberal o sea, políticamente liberal) han asumido muchas de las ideas del mayo 68. Por suerte.

LA CONTESTACIÓN MUNDIAL

Josep Ramoneda, periodista y filósofo español, director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, El País, 19 de abril 2008

1 La efervescencia revolucionaria

El 68 fue en diversos lugares del mundo un año de efervescencia revolucionaria. La expresión es de Claude Lefort y me parece que define mucho mejor la realidad de los hechos que la palabra revolución. Ni en Berkeley, ni en Tokio, ni en Roma, ni en Berlín, ni en París, ni en Varsovia, ni en México, por citar los principales escenarios de aquella movida, estuvo en juego el poder político ni su ocupación entraba realmente en las expectativas de quienes llenaban las calles con sus protestas. La única excepción fue Praga, pero no se trataba de un proyecto revolucionario sino de un proceso de cambio desde el poder. Y fue la contrarrevolución, la ocupación del país por los tanques del Pacto de Varsovia, dirigida desde el Kremlin, la que echó a los que pretendían que el socialismo evolucionara hacia formas democráticas, en sintonía con los ciudadanos.

A lo sumo podría hablarse de revolución cultural, como hizo Fernand Braudel, en la medida en que los tres ámbitos principales de la -cultura, la familia, los medios y la enseñanza- sufrieron una sacudida que les cambiaría profundamente. La gran movida fue breve y en la mayoría de los lugares se impuso el retorno al orden, la reacción restauradora. De forma brutal en Polonia y en Checoslovaquia, de forma democrática en Occidente: basta recordar que en junio el general De Gaulle arrasó en las urnas y en noviembre, Nixon gana las elecciones en Estados Unidos. La revuelta por tanto se saldó con un fracaso. Pero se había puesto en marcha un proceso, lento pero imparable, de cambio de costumbres y modos de vida, cuyos efectos políticos y legales se fueron concretando lentamente. Hoy todavía se está dando cuerpo jurídico (en España en la pasada legislatura, por ejemplo) a derechos y libertades que tienen su origen en aquel impulso. El año 1968 fue el inicio de la transición liberal que culminaría en el año 1989 con la caída de los regímenes de tipo soviético. Después vino la revolución conservadora que ha hecho de la supuesta herencia de mayo el enemigo a batir. Con la cristalización de una nueva hegemonía autoritaria se cierra, a los cuarenta años de su inicio, el paradigma que entonces se abrió.

2 La dimensión universal

Aquella efervescencia revolucionaria mundial tenía obviamente peculiaridades específicas en cada lugar. En plena guerra fría, con el mundo dividido en dos bloques, la gran contestación se enfrentaba a dos formas de poder, el imperialismo americano y el imperialismo soviético. De modo que distintas eran las formas de opresión contra las que se movilizaban unos y otros y distintas eran las condiciones en que la agitación se producía. El periodista polaco Adam Michnick, en una entrevista en Le Monde, lo explicaba así: Los eslóganes que se gritaban en La Sorbona o en Berlín oeste estaban dirigidos contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la democracia burguesa y también contra Estados Unidos y la guerra de Vietnam. Para nosotros era una lucha por la libertad en la cultura, en las ciencias, en la memoria histórica, por la democracia parlamentaria y, en fin, especialmente visible en Checoslovaquia, contra el imperialismo soviético, no el americano.

Muchas de aquellas movidas tuvieron su origen en el mundo universitario. Así fue en Berlín, donde desde el año anterior se habían producido múltiples acciones estudiantiles por la reforma de la Universidad, contra la gran coalición que gobernaba Alemania y contra la guerra de Vietnam. Un grave incidente, la muerte de Benno Ohnesorg a tiros de un policía, durante una manifestación, el 2 de junio de 1967, radicalizó el proceso. Los estudiantes lanzaron una dura campaña contra los medios de comunicación del grupo Springer a los que acusaron de manipular los hechos: la prensa entraba en el campo de visión de los contestatarios. Un año más tarde, en abril de 1968, el principal líder del movimiento, Rudi Dutschke, sufrió un atentado perpetrado por un joven ultraderechista, Josef Bachman.

En México, también fueron los estudiantes con voluntad de liberalizar el mundo universitario los que protagonizaron las movilizaciones que acabarían trágicamente el 2 de octubre del 68 con la matanza de la plaza de Tlatelolco, en vigilias de los Juegos Olímpicos. Nunca se ha sabido el número de personas que murieron allí, cuando un Batallón Olimpia progubernamental empezó a disparar contra la multitud. También en Estados Unidos, los estudiantes del campus de Berkeley tuvieron un protagonismo destacado en una movida de carácter contracultural. Pero la guerra de Vietnam y la cuestión de los derechos civiles desbordaron en mucho el ámbito universitario. En 1964, bajo la presidencia de Lyndon Jonson, se aprobó la Civil Rights Act, que reconocía a los negros los derechos de los que estaban desposeídos. Fueron años en que las organizaciones proderechos civiles adquirieron mucha fuerza en la lucha por los derechos de las minorías. Pero el 4 de abril de 1968, Martin Luther King fue asesinado por James Earl Ray en Memphis, un atentado que nunca ha quedado plenamente esclarecido. El 17 de octubre, en los Juegos Olímpicos de México, los atletas americanos Tommie Smith y John Carlos, medallas de oro y bronce en doscientos metros lisos, al subir al podio levantaron el puño con un guante negro, mientras sonaba el himno americano para manifestar su pertinencia al Black Power.

Por supuesto, en París fue la Universidad, Nanterre, concretamente, el motor de la movida por cuestiones que tenían que ver con la liberalización de las costumbres. Las primeras protestas fueron contra la separación de sexos en las habitaciones de la residencia de estudiantes. El 22 de marzo la ocupación de la Universidad acabó con una acción disciplinaria contra algunos líderes estudiantiles. Ante un tribunal universitario, según ha relatado Alain Touraine, que ejerció de defensor, se dio este diálogo entre el presidente y Daniel Cohn-Bendit:

-¿Estaba usted el 22 de marzo en la Facultad?

-No, no estaba en la Facultad.
-¿Dónde estaba entonces?
-En mi casa.
-¿Y que hacía usted en su casa a las tres de la tarde?
-Hacía el amor, señor presidente, algo que a usted seguramente no le ha ocurrido nunca.

Después el movimiento iría creciendo, ocupó La Sorbona, se hizo fuerte en las calles y callejuelas del Barrio Latino, consiguió la alianza con los trabajadores que dio lugar a una huelga general sorpresa y a la gran manifestación del 13 de mayo.

Incluso en Polonia, el origen de las movilizaciones estuvo en los estudiantes y los intelectuales. Fue la suspensión de la representación teatral de una obra de Adam Mickiewicz, el más reconocido de los autores polacos, en el Teatro Nacional de Varsovia, la que desencadenó un movimiento contra la dictadura comunista que fue liquidado en tres semanas con una fuerte represión.

Pero con todas sus peculiaridades y diferencias, había un doble factor común a casi todas estas contestaciones, que es el que permite hablar de una gran contestación liberal: la crítica al autoritarismo y el antisovietismo. Y una doble novedad: el protagonismo de los jóvenes y el carácter civil, alejado de las estructuras de poder, de la revuelta.

3 El nuevo sujeto político

Por primera vez, los jóvenes, en diversos lugares del mundo asumían el papel de sujetos del cambio social. Sin duda, tiene ello que ver con el bienestar de los años de posguerra, con la demografía -que consolidaba la juventud como un periodo singularizado de la vida- y con la extensión social de la enseñanza superior. Casi todas las movidas del 68 tienen en las universidades su punto de partida. Casi todas ellas eran la reacción frente a formas cristalizadas de autoritarismo.

Hay cierta tradición filosófica que explica la sociedad como un compuesto de tres partes: el ámbito familiar (la vida privada); el espacio intermedio en que los individuos tejen relaciones e intercambian mercancías e ideas (lo que se acostumbra a denominar como sociedad civil) y el ámbito del poder político (el espacio público por antonomasia). La contestación del 68 fue un intento, desde este espacio civil intermedio, de romper la presión asfixiante de un espacio familiar y un espacio político claramente retardatarios, que empezaban a ser un obstáculo para el desarrollo de las sociedades modernas. Estados Unidos y Europa vivían momentos de expansión económica. Una generación de jóvenes se encontraba ante la posibilidad de pensar en algo más que los problemas de subsistencia, pero chocaba con una cultura y unas costumbres muy rígidas a derecha e izquierda (la moral de la cultura comunista, incluso en Europa occidental, no era menos restrictiva que la moral de la cultura conservadora). Las universidades crecían y se masificaban y el choque entre los estudiantes y el viejo orden académico era inevitable. La sociedad cambiaba pero el mundo familiar y el mundo político se regían por normas cada vez más obsoletas. Los estudiantes buscaban crear espacios libres donde romper los esquemas de la moral dominante. El Barrio Latino parisino se convertía así en una metáfora topológica: un lugar común en el que cada cual pudiera actuar con plena autonomía. La contestación terminó mal en todas partes, pero la liberalización de las costumbres, la desjerarquización de las relaciones sociales y la consolidación de los movimientos en defensa de los derechos civiles no dejaron de hacer camino desde aquel momento.

Es verdad que en las movidas europeas había un importante componente anticapitalista en el discurso y una empanada ideológica en la que coincidían los acentos libertarios con diversas familias de extrema izquierda, desde el trotskismo hasta el maoísmo, con discursos situacionistas y con muchas dosis de espontaneísmo crítico. Pero el principal elemento común era el antiautoritarismo, en todos los ámbitos: familiar, social y político. Lo que se traducía en una desconfianza en las instituciones, empezando por el Estado. Naturalmente, en los países comunistas el antiautoritarismo apuntaba directamente a los regímenes de tipo soviético y el marco de la contestación era la respuesta desesperada a la opresión totalitaria. Pero en Europa occidental, donde la revolución, como dijo Raymond Aron, tenía algo de quermés, el antisovietismo acompañaba al discurso anticapitalista, especialmente en aquellos países en que los partidos comunistas eran muy fuertes ?como Italia y Francia? y se les consideraba parte del mismo establishment retardatario contra el que iban las movilizaciones. En ambos países, los partidos comunistas jugaron un papel fundamental en la restauración del orden.

4 Las derrotas

La contestación terminó mal en todas partes. Si de una revolución convencional se hubiese tratado, habría que decir que la derrota fue total y absoluta. Puesto que distintas eran las circunstancias, distintas fueron las derrotas y sus consecuencias.

En los países del Este se impuso la represión. Pero en Varsovia -aunque el movimiento fue desmantelado en sólo tres semanas- aquellas movilizaciones están en el inicio de lo que después sería el sindicalismo cristiano tan decisivo en la caída del régimen comunista. En Checoslovaquia, el retroceso fue extraordinario. La sustitución de Dubcek por el colaboracionista Husak un año después de la entrada de los tanques impuso una brutal normalización que hundió al país en una especie de purgatorio. Pero Checoslovaquia era realmente diferente de los demás porque allí sí que lo que estaba en juego era el poder, el intento de transformar el socialismo iniciado por un grupo de dirigentes comunistas.

En Estados Unidos, la tensión se desplazó a la guerra de Vietnam. 1968 fue el año de la matanza de My Lai. La tremenda herida, todavía hoy no suturada, del desastre de Vietnam marcó un par de generaciones americanas. La movilización universitaria perdió fuerza y los movimientos de derechos civiles también. La victoria electoral de Nixon cerró las esperanzas de una década que había empezado con el optimismo kennedyano. Los setenta fueron años muy amargos en Norteamérica.

Los acuerdos entre el Gobierno y los sindicatos dinamitaron Mayo del 68 en Francia al sacar a los trabajadores de la movida. La derecha ganó arrolladoramente las elecciones, después de una masiva manifestación de apelación al orden en cuya primera fila resulta todavía hoy llamativa la presencia de un rebelde convertido al gaullismo como André Malraux. De Gaulle, herido de muerte, se fue un año más tarde. Y con él quizás el símbolo más imponente de la vieja cultura social y política. Una parte de los jóvenes de Mayo alimentó a los partidos de extrema izquierda, que todavía hoy tienen presencia electoral en Francia. Algunos grupúsculos desaparecieron pronto, como los encuadrados en el delirio maoísta, pero nos dejaron la imagen de Sartre inculpado por vender La Cause du Peuple y una frase memorable del general De Gaulle: -No se puede condenar a Voltaire? Otros buscaron la ruptura con la sociedad en el mundo rural, donde todavía quedan restos de las comunas de la época. La violencia política no cuajó. Action Directe, el grupúsculo terrorista más importante, tuvo vida efímera. La mayoría se incorporó paulatinamente a la normalidad democrática.

Donde el día después resultó más doloroso fue en Alemania y, especialmente, en Italia. En Alemania, la Baader-Meinhoff puso el terrorismo en escena, aunque fue un fenómeno limitado a un número pequeño de personas. Italia viviría la experiencia de los años de plomo, en que la violencia de extrema izquierda y de extrema derecha hizo estragos en una espiral que degradó profundamente la vida civil y alcanzó las tripas del Estado italiano, ya por sí muy corrupto.

La matanza de la plaza de las Tres Culturas de México fue en cierto modo el anuncio de una enorme contracción autoritaria en América Latina.

5 Las herencias

La gran contestación del 68 fue una sorpresa. Había una cierta sensación de estancamiento, de inmovilismo, en la Europa de las treinta gloriosas, un balneario protegido por el paraguas nuclear de la guerra fría. De maneras distintas, Daniel Bell y Herbert Marcuse habían advertido sobre la capacidad del sistema de integrar sus contradicciones. El desenlace de la efervescencia revolucionaria del 68 confirmó sus hipótesis. El sistema fue perfectamente capaz de asumir, trillar y triturar aquella negatividad que por unos meses alimentó el sueño del gran cambio. Y el proceso de liberalización que se puso entonces en marcha siguió caminos a veces contradictorios y, a menudo, lejanos de aquel impulso inicial. El discurso del 68 tenía mucho de libertario y de crítico con el Estado, más tarde la crítica del Estado, en manos de los liberales conservadores que pusieron en marcha la revolución de los ochenta y noventa -ésta sí que concernía directamente a la conquista del poder- se convirtió en desprestigio y debilitación del Estado en lo económico y en despliegue del control social en lo político.

La amalgama ideológica era tal que se hace difícil establecer los referentes ideológicos de aquellas movidas. Las apelaciones al marxismo, al trotskismo y al leninismo eran abundantes. Pero fue significativo el énfasis en la relación entre sexo, psicología y política que llevó a nombres como Freud o Reich. También el situacionismo tuvo su voz. Y en América cuajó la vía contraculturalista que acompaña a la cultura hippy. Herbert Marcuse por sus análisis de la relación entre economía, tecnología, cultura y subjetividad y por su crítica al marxismo ortodoxo fue considerado uno de los referentes. Raymond Aron habla de Les heritiers, de Pierre Bourdieu, como libro de cabecera de la movida francesa. También de la noción de grupo de fusión de la Crítica de la razón dialéctica, de Sartre. En cualquier caso, los filósofos de la sospecha, el trío Marx-Freud-Nietzsche, articularon, especialmente en Francia, buena parte del pensamiento de la época.

Aquella experiencia marcó a la generación de los que el año 1968 rondábamos la veintena. Por un lado, pesó sobre nosotros -lo digo así, porque es mi generación- el habernos autoungido como la generación moderna por excelencia. Ha costado entender que el tiempo pasa para todos y que la patente de modernidad no tiene dueño. Por otra parte, la pulsión antiautoritaria -probablemente la mejor herencia de aquellos años- también generó monstruos. He dicho, a veces, que fuimos mucho mejores hijos -en la medida en que supimos plantar cara a nuestros padres- que padres -en la medida en que no hemos osado plantar cara a nuestros hijos-. Con nuestra actitud -y la potencia integradora de las contradicciones que el capitalismo tiene- les hemos dejado sin espacio para la transgresión. Otros perdedores, víctimas de cierta frivolidad que acompañó a la contestación, de los que nunca se habla, son la generación de la droga, los que pensaron que la fiesta continuaba en la heroína y lo pagaron con la vida.

El paradigma que se abrió hace cuarenta años con la contestación de las formas de autoridad dominantes, a uno y otro lado de la guerra fría, se ha agotado. La transición liberal culminó con el hundimiento de los sistemas de tipo soviético y con la fantasía de que el triunfo de la democracia liberal significaba el fin de la historia. Después vino la restauración conservadora que se estrelló en la guerra contra Irak tras imponer el discurso de la seguridad como forma del autoritarismo en la sociedad de la información. Como ha escrito Fred Halliday, la invasión norteamericana de Irak en 2003 supuso para los ideales y para la legalidad de la intervención humanitaria lo mismo que supuso la invasión de Hungría en 1956 y de Checoslovaquia en 1968 para el comunismo internacional. Un ciclo se cierra.

Para mí, lo mejor de la herencia del 68 es la cultura de la sospecha, la actitud que consiste en poner siempre en cuestión cualquier enunciado que se nos ponga por delante y no dar nunca por definitivas las ideas recibidas; y el acento libertario, la autonomía del individuo frente a todas las promesas comunitaristas, culturales o religiosas. Cuarenta años después estas dos actitudes se echan de menos a la hora romper las nuevas formas de autoritarismo basadas en el triángulo que forman la seguridad como ideología, la competitividad como principio de vida y el sálvese quien pueda como destino.