Para Medardo González, coordinador general del FMLN, la marcha del 1 de mayo 2008 “fue una muestra de fuerza del partido”. Me imagino que lo dijo por tres razones: por la cantidad considerable de manifestantes en la calle; por la predominancia de los colores, banderas, camisetas, cachuchas, consignas del FMLN en las marchas; y por el relativo éxito que ha tenido la dirección del partido en disciplinar las marchas. Hubo menos violencia, menos pintas, menos daños a propiedades privadas y públicas, y casi no hubo consignas que salieran del guacal, repitiendo las reivindicaciones y ataques que recientemente han sido eliminados del lenguaje del FMLN en campaña electoral. Masa disciplinada, el sueño de los dirigentes de partidos como el Frente...
Sin embargo, lo que el FMLN ve cómo muestra de fuerza, en realidad es una muestra de su más sensible debilidad. Si un partido de izquierda se toma los movimientos sociales --sindicatos, asociaciones campesinas, organizaciones estudiantiles, etc.--, cunado los viste con sus colores, cuando los maneja bajo su lógica partidista y electoral, cuando les impone su discurso, su moderación táctica, su lenguaje, está matando cualquier expresión auténtica de la sociedad civil. Es a la vez una muestra que no existen sindicatos ni otros movimientos reivindicativos independientes, representativos, democráticos.
El partido convoca a sus bases a llenar el vacío de un auténtico movimiento obrero. Y a las pocas y raquíticas organizaciones sindicales los obliga a formar parte de este desfile de disfraces, les quita su poca autenticidad, los convierte en “masas” del partido. Perdón, hoy son “bases”.
La represión y la permanente persecución de los años 60 y 70 obligaron a los movimientos sindicales y populares a ir a la clandestinidad. En los años de la guerra civil, ya no hubo espacio para sindicatos y movimientos reivindicativos. Fueron tratados como guerrilleros y tuvieron que asumir la lógica de la guerra. Se convirtieron --por necesidad, por sobrevivencia, y por la lógica de la guerra-- en entidades dirigidas por las organizaciones político-militares. Sólo podían sobrevivir junto al FMLN, porque el régimen les negaba los espacios necesarios para desarrollarse como movimientos reivindicativos independientes y representativos.
Los Acuerdos de Paz volvieron a abrir el espacio democrático, no sólo para que las organizaciones guerrilleras se convirtieran en partido político, sino sobre todo para que los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, el movimiento cooperativista, y todos las formas de organización de la sociedad civil recuperaran la libertad de organización, de expresión, de ejercer oposición, de luchar por sus intereses.
Es irónico que el FMLN, que luchó y negoció con tanta consecuencia para que las organizaciones reivindicativas vuelvan a recuperar sus derechos y sus garantías, hizo nada para que también recuperaran su independencia, su pluralidad, su autonomía.
El debate interno, dentro de las organizaciones miembros del FMLN, sobre cómo transformarse en un movimiento democrático, civil, horizontal, participativo, se dio con intensidad en los años 1992-93, pero fue abortado a favor de construir un partido político que, aunque dejó de ser militar, mantenía la estructura vertical, autoritaria, paternalista, centralizada.
De la misma manera, nunca se dio un debate serio sobre cómo refundar los movimientos reivindicativos. Había algunos que dijeron que ahora, al terminar la guerra, había que revertir el proceso que había llevado a miles de dirigentes, activistas, organizadores sindicales, gremiales, estudiantiles, cooperativistas, campesinos a convertirse en guerrilleros, en militantes partidarios, en gente que dependían, incluso económicamente, de su partido. Algunos dijeron que no era sano mantener la fusión partido-movimiento social; que la democracia, para desarrollarse, necesitaba que vuelvieran a retomar su plena autonomía las organizaciones gremiales.
Igualmente, este debate se abortó muy rápido. Para la dirigencia del FMLN era más cómodo seguir instrumentalizando para sus fines partidarios a los sindicatos, el movimiento estudiantil, las ONGs, las iniciativas ecológicas y de mujeres...
Los que no compartieron esta concepción de un partido que conduce todo el tejido de organización social y cívica, salieron del FMLN, pero en muy pocos casos tenían la capacidad de construir organizaciones o movimientos autónomos.
Así se explica que en El Salvador no existe un movimiento sindical representativo que sea capaz y legitimado para sentarse a negociar con la empresa privada y el gobierno sus intereses y el rumbo del país. Así se explica que no existe organización representativa de los estudiantes. Dejó de existir AGEUS. Existen organizaciones políticas-partidarias de trabajadores, estudiantes, campesinos; existen además gremios corruptos que aprovechan el vacío en cuanto a organizaciones representativas y auténticas.
Todo esto se manifiesta en las marchas del 1 de mayo. Son marchas del FMLN, organizadas por organizaciones que han perdido su carácter gremial y funcionan, en la peor tradición comunista, como “correa de transmisión” del partido.
PD: Me recuerdo de las marchas del 1 de mayo en Berlin Oriental: la gran marcha organizada por el partido del Estado (Partido de la Unidad Socialista, como se llamaba el Partido Comunista de la República Democrática Alemana). Una marcha obligatoria para trabajadores, estudiantes, empleados públicos. Un mar de banderas rojas. Desfile militar del Ejército Popular junto con sus hermanos soviéticos con todo y sus cohetes nucleares...
Marchaba la clase obrera conducida por su vanguardia. Esta marcha todavía funcionó a perfección el 1 de mayo del año 1989. Sin embargo, pocos meses después el régimen comunista colapsó – y ni un sólo sindicalista lo defendió. Porque resultó que no existían sindicatos, sólo correas de transmisión de partido.
En Berlin Occidental, en la época de la guerra fría, los socialdemócratas tenían un control casi idéntico sobre los sindicatos. No por la vía de la represión, como en Alemania Oriental, más bien por la dominación política-ideológica. Marchas grandes, banderas del partido, demostraciones de la unidad partido-sindicato. Otros contenidos, otra ideología, pero el mismo error, la misma dominación partidaria sobre los sindicatos.
Que cosa más absurda: Cada 1 de mayo hubo en Berlin Oriental una enorme marcha comunista, y en Berlin Occidental una enorme marcha anticomunista. Una dirigida por el Partido Comunista, la otra dirigida por el Partido Socialdemócrata. Pero de repente, a partir del 1968, surgió --sólo en Berlin Occidental, porque al otro lado del muro hubieran echado preso a cualquier disidente-- un movimiento dentro de los sindicatos de recuperar su autonomía. En los primeros años fuimos unos pocos que marchamos en esta tercera marcha del 1 de mayo en Berlin. A los años, sólo quedaron dos marchas: siempre la oficial de los comunistas en Berlin Oriental, pero en Berlin Occidental los partidos --tanto los socialdemócratas como los comunistas—perdieron el control de los sindicatos. Guardaron sus banderas y observaron, con resentimiento, que el 1 de mayo volvía a ser la manifestación auténtica e independiente de todos los trabajadores, sin color de partido.
En este proceso, el obstáculo más grande fueron los diferentes partidos comunistas (pro-soviéticos y pro-chinos) que existían en Berlin Occidental, minoritarios y sectarios todos. Cuando los sindicatos se comenzaron a desprender de la dominación orgánica y política del Partido Socialdemócrata, los comunistas de todos los colores y sabores querían llenar el “vacío”. Pero resulta que lo que ellos sólo podían ver como “vacío”, era autonomía, independencia. No era debilidad, era fuerza.
Cuento esto para ilustrar que nunca es tarde para deshacerse de los intentos de los partidos de anexar a los movimientos sociales.
Sin embargo, lo que el FMLN ve cómo muestra de fuerza, en realidad es una muestra de su más sensible debilidad. Si un partido de izquierda se toma los movimientos sociales --sindicatos, asociaciones campesinas, organizaciones estudiantiles, etc.--, cunado los viste con sus colores, cuando los maneja bajo su lógica partidista y electoral, cuando les impone su discurso, su moderación táctica, su lenguaje, está matando cualquier expresión auténtica de la sociedad civil. Es a la vez una muestra que no existen sindicatos ni otros movimientos reivindicativos independientes, representativos, democráticos.
El partido convoca a sus bases a llenar el vacío de un auténtico movimiento obrero. Y a las pocas y raquíticas organizaciones sindicales los obliga a formar parte de este desfile de disfraces, les quita su poca autenticidad, los convierte en “masas” del partido. Perdón, hoy son “bases”.
La represión y la permanente persecución de los años 60 y 70 obligaron a los movimientos sindicales y populares a ir a la clandestinidad. En los años de la guerra civil, ya no hubo espacio para sindicatos y movimientos reivindicativos. Fueron tratados como guerrilleros y tuvieron que asumir la lógica de la guerra. Se convirtieron --por necesidad, por sobrevivencia, y por la lógica de la guerra-- en entidades dirigidas por las organizaciones político-militares. Sólo podían sobrevivir junto al FMLN, porque el régimen les negaba los espacios necesarios para desarrollarse como movimientos reivindicativos independientes y representativos.
Los Acuerdos de Paz volvieron a abrir el espacio democrático, no sólo para que las organizaciones guerrilleras se convirtieran en partido político, sino sobre todo para que los sindicatos, las organizaciones estudiantiles, el movimiento cooperativista, y todos las formas de organización de la sociedad civil recuperaran la libertad de organización, de expresión, de ejercer oposición, de luchar por sus intereses.
Es irónico que el FMLN, que luchó y negoció con tanta consecuencia para que las organizaciones reivindicativas vuelvan a recuperar sus derechos y sus garantías, hizo nada para que también recuperaran su independencia, su pluralidad, su autonomía.
El debate interno, dentro de las organizaciones miembros del FMLN, sobre cómo transformarse en un movimiento democrático, civil, horizontal, participativo, se dio con intensidad en los años 1992-93, pero fue abortado a favor de construir un partido político que, aunque dejó de ser militar, mantenía la estructura vertical, autoritaria, paternalista, centralizada.
De la misma manera, nunca se dio un debate serio sobre cómo refundar los movimientos reivindicativos. Había algunos que dijeron que ahora, al terminar la guerra, había que revertir el proceso que había llevado a miles de dirigentes, activistas, organizadores sindicales, gremiales, estudiantiles, cooperativistas, campesinos a convertirse en guerrilleros, en militantes partidarios, en gente que dependían, incluso económicamente, de su partido. Algunos dijeron que no era sano mantener la fusión partido-movimiento social; que la democracia, para desarrollarse, necesitaba que vuelvieran a retomar su plena autonomía las organizaciones gremiales.
Igualmente, este debate se abortó muy rápido. Para la dirigencia del FMLN era más cómodo seguir instrumentalizando para sus fines partidarios a los sindicatos, el movimiento estudiantil, las ONGs, las iniciativas ecológicas y de mujeres...
Los que no compartieron esta concepción de un partido que conduce todo el tejido de organización social y cívica, salieron del FMLN, pero en muy pocos casos tenían la capacidad de construir organizaciones o movimientos autónomos.
Así se explica que en El Salvador no existe un movimiento sindical representativo que sea capaz y legitimado para sentarse a negociar con la empresa privada y el gobierno sus intereses y el rumbo del país. Así se explica que no existe organización representativa de los estudiantes. Dejó de existir AGEUS. Existen organizaciones políticas-partidarias de trabajadores, estudiantes, campesinos; existen además gremios corruptos que aprovechan el vacío en cuanto a organizaciones representativas y auténticas.
Todo esto se manifiesta en las marchas del 1 de mayo. Son marchas del FMLN, organizadas por organizaciones que han perdido su carácter gremial y funcionan, en la peor tradición comunista, como “correa de transmisión” del partido.
PD: Me recuerdo de las marchas del 1 de mayo en Berlin Oriental: la gran marcha organizada por el partido del Estado (Partido de la Unidad Socialista, como se llamaba el Partido Comunista de la República Democrática Alemana). Una marcha obligatoria para trabajadores, estudiantes, empleados públicos. Un mar de banderas rojas. Desfile militar del Ejército Popular junto con sus hermanos soviéticos con todo y sus cohetes nucleares...
Marchaba la clase obrera conducida por su vanguardia. Esta marcha todavía funcionó a perfección el 1 de mayo del año 1989. Sin embargo, pocos meses después el régimen comunista colapsó – y ni un sólo sindicalista lo defendió. Porque resultó que no existían sindicatos, sólo correas de transmisión de partido.
En Berlin Occidental, en la época de la guerra fría, los socialdemócratas tenían un control casi idéntico sobre los sindicatos. No por la vía de la represión, como en Alemania Oriental, más bien por la dominación política-ideológica. Marchas grandes, banderas del partido, demostraciones de la unidad partido-sindicato. Otros contenidos, otra ideología, pero el mismo error, la misma dominación partidaria sobre los sindicatos.
Que cosa más absurda: Cada 1 de mayo hubo en Berlin Oriental una enorme marcha comunista, y en Berlin Occidental una enorme marcha anticomunista. Una dirigida por el Partido Comunista, la otra dirigida por el Partido Socialdemócrata. Pero de repente, a partir del 1968, surgió --sólo en Berlin Occidental, porque al otro lado del muro hubieran echado preso a cualquier disidente-- un movimiento dentro de los sindicatos de recuperar su autonomía. En los primeros años fuimos unos pocos que marchamos en esta tercera marcha del 1 de mayo en Berlin. A los años, sólo quedaron dos marchas: siempre la oficial de los comunistas en Berlin Oriental, pero en Berlin Occidental los partidos --tanto los socialdemócratas como los comunistas—perdieron el control de los sindicatos. Guardaron sus banderas y observaron, con resentimiento, que el 1 de mayo volvía a ser la manifestación auténtica e independiente de todos los trabajadores, sin color de partido.
En este proceso, el obstáculo más grande fueron los diferentes partidos comunistas (pro-soviéticos y pro-chinos) que existían en Berlin Occidental, minoritarios y sectarios todos. Cuando los sindicatos se comenzaron a desprender de la dominación orgánica y política del Partido Socialdemócrata, los comunistas de todos los colores y sabores querían llenar el “vacío”. Pero resulta que lo que ellos sólo podían ver como “vacío”, era autonomía, independencia. No era debilidad, era fuerza.
Cuento esto para ilustrar que nunca es tarde para deshacerse de los intentos de los partidos de anexar a los movimientos sociales.