Terminando esta carta sale la noticia que asusta, pero no sorprende: Bukele se recetó el derecho de reelección indefinida, las veces que quiera. Era de esperar. Ya sabíamos que no iba a apartarse del poder. Pero esto, estimado don William, ya no es su problema. Ya no tendrá que poner buena cara a este paso definitivo a la dictadura. Que lo haga alguien que no tenga asco...
En la voz del autor: Embajador Duncan.mp3
Publicado en MAS! y El DIARIO DE HOY, sábado 2 agosto 2025
Estimado William Duncan:
Entiendo bien porqué usted decidió abandonar su cargo de embajador y, de una sola vez, el servicio exterior. Representar a un gobierno tan errático como el de Donald Trump debe ser una pesadilla para cualquier patriota americano decente.
Tengo entendido que usted, ante este dilema, hizo lo posible para ejercer su cargo de manera responsable. Mi dio la impresión que usted entendió que su responsabilidad no solo era hacer compatible los intereses de su gobierno con los intereses del gobierno salvadoreño, sino también con las necesidades e inquietudes de la sociedad salvadoreña – y que esto, en muchos casos, era imposible. Ambos gobiernos, el de Donald Trump y el de Nayib Bukele, coincidieron que la embajada estadounidense y la AID (q.d.e.p.) no debían seguir apoyando los esfuerzos de la sociedad civil organizada en fundaciones y ONG de crear contrapesos al gobierno en una situación que los contrapesos institucionales y constitucionales dentro del Estado ya no estaban funcionando.
La verdad es que su tarea ya fue bastante complicada cuando la administración Biden lo mandó a San Salvador en enero del 2023. En Washington se seguía hablando de Derechos Humanos, por lo menos en declaraciones públicas, pero ya estaban suspendidas las pocas políticas concretas para presionar o sancionar al gobierno de Bukele por sus sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos, a la su propia Constitución y al Estado de Derecho. No me quiero imaginar cuáles fueron, en esta situación de incoherencia y hipocresía, sus instrucciones por parte del State Department. Seguramente le encargaron garantizar que se repararan las tensas relaciones con el gobierno de Bukele y que se podía tener a El Salvador como aliado en lo único que realmente importa en las relaciones de Estados Unidos con Centroamérica: la lucha contra el flujo de drogas del Sur al Norte, pasando por Centroamérica y sus aguas y aires territoriales; y la lucha contra la migración ilegal.
Cualquiera que con esta óptica esté mirando, desde su oficina del Departamento de Estado en Foggy Bottom o del Comando Sur en Miami, hacía Centroamérica, ve situaciones caóticas en Nicaragua y Honduras, inciertas en Guatemala y sólo un gobierno sólido con el cual se podía pactar estrategias geopolíticas: el gobierno Bukele en El Salvador. Un gobierno feo en camino a establecer una dictadura, pero un potencial aliado confiable y sólido. F... human rights, seamos realistas.
El hombre que tenía que construir esta relación realista con Bukele era el embajador en San Salvador, o sea usted. Había que dejar de reclamar a Bukele por detallitos como su reelección inconstitucional, que en algún momento fue la línea roja trazada en Washington que no había que permitir que se cruzase. Tampoco había que continuar insistiendo en valores teóricos como transparencia, rendición de cuentas y debido proceso para los detenidos bajo el estado de excepción...
No habrá sido un trabajo fácil el suyo en esta situación de incoherencia e hipocresía al final del período de Joe Biden. Y luego vino Donald Trump – y se acabó la incoherencia. Las cosas se pusieron claras, sin medias tintas. Al carajo el discurso de Derechos Humanos, del debido proceso, de la Constitución. Manténgame contento a este muchacho loco, haga lo que quiera con sus presos políticos, los disidentes y con los medios de comunicación... Es un h.d.p., pero es nuestro h.d.p...
Luego del pacto que hizo su jefe Rubio con Bukele sobre el uso del CECOT para prácticas ilegales de deportación; luego de que este escándalo se reventara con el caso de Kilmar – ser embajador de los Estados Unidos en El Salvador se volvió una carga no sólo incómoda sino insufrible, a menos que el embajador fuera un fanático incondicional de MAGA y su líder Trump. Usted no es de estos. Por esto usted decidió irse – y lo entendemos.
El próximo embajador ya no será alguien que trata, como usted lo hizo, de suavizar el impacto de las decisiones de la Casa Blanca sobre nuestro país y su sociedad civil. Sería un soldado de MAGA, como lo fue el embajador Johnson – o incluso peor, viendo los personajes que manejan la política en este segundo mandato de Trump. Un enforcer, un ejecutor que hace cumplir la voluntad de Trump. Alguien a quien le guste este papel.
En este sentido, lo vamos a extrañar, don William. Saludos,
Posdata: Terminando esta carta sale la noticia que asusta, pero no sorprende: Bukele se recetó el derecho de reelección indefinida, las veces que quiera. Era de esperar. Ya sabíamos que no iba a apartarse del poder. Pero esto, estimado don William, ya no es su problema. Ya no tendrá que poner buena cara a este paso definitivo a la dictadura. Que lo haga alguien que no tenga asco...