La fragmentación de hábitat es uno de los principales problemas para la conservación. Esta se produce cuando un tipo de hábitat (o ecosistemas) es interrumpido por una barrera infranqueable para el animal en cuestión. En la naturaleza existen muchos tiempos de barreras, que dan origen a nuevas especies y distintos patrones de distribución, pero cuando creamos barreras artificiales de especies en peligro de extinción se vuelven necesarias tomar medidas para solucionar el problema.
La gestión de áreas protegidas en El Salvador se ha visto disminuida, nunca ha sido una prioridad de ningún gobierno, pero la gestión actual del Ministro Rosa Chávez es la que más a descuidado este temática. Han hecho avances en otros sectores, pero biodiversidad y áreas protegidas está muy relegada. Hemos visto la preocupación con la que el Dr. Serrano se ha quejado de la actuación en el Parque Nacional El Imposible en dos artículos en La Prensa Gráfica y a mi entender todavía no está solucionado el problema.
En El Salvador tenemos más de 100 áreas protegidas, muchas de ellas en abandono y sin protección alguna, otras pocas, alguna ONG se ha hecho cargo de la gestión de la misma, en las menos, existen guardarrecursos del gobierno que colaboran con las medias de protección. Pero la gran realidad es que no existe una aproximación sistemática para solucionar el tema de las áreas protegidas.
Las áreas protegidas deberían de ser un polo de desarrollo en sentido opuesto al tradicional. La búsqueda de la sostenibilidad pasa desde la conservación estricta, hasta los grados más permisivos pero muy interesantes como la categoría V de UICN, paisaje protegido, o las reservas de la Biosfera. En estas últimas el valor a conservar es la relación entre hombre y naturaleza. A partir de esta podemos tener una cosmovisión más holística sobre el desarrollo. A partir de entender estas relaciones podemos crear modelos distintos que se traducen en mejores lugares para vivir (ciudades, colonias, nuestra casa, etc.)
Las áreas protegidas a lo largo de la historia, son ejemplos de ese tipo de desarrollo, son las joyas de la conservación de la biodiversidad. Son el ejemplo del territorio que deberíamos de aspirar a tener. En El Salvador cada vez más las estamos abandonando.
Hay acciones concretas que podemos hacer para mejorar nuestro sistema de áreas protegidas. Una de ellas es identificar las barreras artificiales que afectan la distribución de nuestras especies. En otras palabras identificar las carreteras donde se mueren animales al cruzar. El desarrollo de nuestra red vial después de la administración Flores fue uno de los más sorprendentes y muchos salvadoreños se sienten orgullosos de sus carreteras. Pero también este desarrollo nos ha traido consecuencias nefastas.
De las joyas de la conservación tenemos un caso emblemático. El Parque Nacional San Diego-La Barra está cortado por la carretera nacional 12, la que conduce de Santa Ana a la Frontera Anguiatú, comúnmente conocida como carretera a Metapán. Exactamente en el kilometro 104.5 se encuentra la entrada al parque. Lo que la mayoría de nosotros no sabemos es que esta carretera divide el sector San Diego (685 Ha) y el sector Loma de la Cuaresma (283 Ha) y son estos poco más de tres kilómetros una de las barreras más importantes que hay en el país.
Desde que comenzamos a estudiar mamíferos en El Salvador y la creación del Grupo de Trabajo de Mastozoología de El Salvador (GTMES), han sido innumerables los especímenes que se han encontrado muertos. Se han encontrado ocelotes, tigrillos, venados, osos hormigueros, gato zonto, mapaches. Por no hablar de culebras y otros animales. Últimamente en el foro del GTMES se ha vuelto a discutir el tema. Y yo me he tomado la libertad de hacer pública esta discusión.
Necesitamos reductores de velocidad en estos tres kilómetros críticos para la fauna nacional. No solo necesitamos rótulos, la administración del Parque ya ha puesto muchos y no han reducido los incidentes. Y los estudios internacionales nos demuestras que este es el método más efectivo.
Una modificación a la legislación en el estado de Arizona redujo la mortalidad de venados en un 82% cuando agregaron reductores y restricciones de velocidad a la rotulación. El impacto es claro y significativo. Tal vez uno de los proyectos más emblemáticos de la conservación, el lince ibérico, el felino en mayor peligro de extinción del mundo, es un ejemplo de estas medidas. En 2003, existían dentro del Parque Nacional Doñana unos 30 linces, en el 2008 ya se reportaban 50, con un conjunto de medidas de conservación que incluían serías restricciones para la velocidad entre Almonte y Matalascañas. Esta última medida fue impulsada por la Consejería de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía.
Así ahora necesitamos que el Ministro de Obras Públicas se una a la conservación de la fauna salvadoreña y retome la protección de las áreas protegidas, comencemos con los tres kilómetros de San Diego – La Barra. Al final, todos los que nos conducimos por esa carretera lo agradeceremos, hasta las rastras de Holcim. Y todos los salvadoreños lo agradecerán también, porque habremos logrado dar un paso para la conservación de la biodiversidad en el país.