Estimados
amigos:
Hace 10 años, el martes 13 de enero 2009, salió la primera de mis “Cartas de
Paolo”. Salió en el MAS. Ya tuve varios años de escribir mi Columna Transversal
para El Diario de Hoy, y queríamos crear un formato propio para el MAS: una
columna menos analítica, más directamente al grano, más provocativam más “de
calle”…
Fue hasta abril del 2010 que las ‘Cartas de Paolo’ también
aparecieron en El Diario de Hoy, y poco a poco se fueron transformando:
siempre polémicas, siempre al grano, pero con más contenido analítico o
reflexivo, más largas. La verdad, extraño las versiones más cortas,
aunque requieren, contrario a lo que uno podría pensar, mucho más
trabajo y arte…
La primera Carta de Paolo en MAS
Las cartas comienzan a reproducirse en El Diario de Hoy
Con la que están leyendo hoy, la número
1533, mis cartas cumplen 10 años de vida y forman parte de la cultura nacional.
He criticado a mucha gente, a algunos de manera demasiado dura, a otros de
manera demasiado condescendiente. Donde me he equivocado, pido disculpas a los
afectados, pero sobre todo a ustedes, los lectores.
Una
columna con este estilo controversial siempre sale bajo el riesgo de
cometer injusticias. Pero el error imperdonable sería callarse por miedo
a meter la pata.
Un día 10 de enero como hoy, pero del año
1981, llegué a El Salvador. Cumplo 38 años de vivir y trabajar aquí – ya más
que los años que pasé viviendo en Alemania.
Este mismo día, el 10 de enero 1981,
estalló la guerra que durará 11 años. Se anunció con unos bombazos en el
cuartel San Carlos, a dos cuadras de la casa donde con otros periodistas
estuvimos esperando el inicio de la ofensiva. En el avión me habían advertido
que a las 5 de la tarde iba a comenzar la guerra, cosa que por supuesto no la
creí – hasta que utualito a esta hora empezó a temblar la colonia Laico.
Este día cambió la historia del país – y
ciertamente la mía. De repente me encontré en medio de una guerra, con balas y
muertos de verdad, una guerra que comencé a acompañar como observador, pero que
pronto me arrastró como un remolino en corrientes cruzadas de agua. Lo más
violento que había visto como reportero y fotógrafo habían sido manifestaciones
donde estudiantes y antimotines se agarraron a palos – pero el 11 de enero 1981
ya me tocó tomar fotos de muertos en combate, y de cadáveres que en sus manos
tenían naipes, los “calling cards” de un escuadrón de la muerte. Poco después
tomé la decisión de unirme a la guerrilla.
Cuando 11 años después pusimos fin a esta
guerra, decidí quedarme y ser partícipe de la reconstrucción del país y de su
tejido social. ¿Qué sentido tiene aguantar la guerra, si luego uno no disfruta
de la paz, de la libertad, de los retos que plantean?
Hoy, 38 años después, todavía me topo
(sobre todo en las redes sociales) con algunos que me niegan el derecho de
opinar y participar en la política del país en el cual he pasado una vida
entera luchando, trabajando, haciendo familia, educando a mis hijos, ejerciendo
mi oficio, debatiendo. Callate viejo, ni sos de aquí… Me dan risa. Muchas veces
no tienen ni la mitad de años de vivir en El Salvador que yo. Lo que se
construyó en la guerra y en la paz les parece un sistema obsoleto, poco cool,
nada sexy, deficiente, aburrido, lo mismo de siempre. Te dicen en la cara que
todas estas luchas no cambiaron nada, no lograron nada – y que Bukele tiene
razón de querer botar este sistema y refundar la Patria.
Pero esto no va a pasar. Somos demasiados
los que sí hemos vivido la guerra y aprendido sus lecciones. Somos demasiados
que nos recordamos de los tiempos cuando por una broma o una canción te podían
detener o incluso matar. Son demasiados también los jóvenes que, aunque hacen
uso de la libertad de criticar y protestar, no se compran el discurso anti
político y anti sistema – mucho menos de un hijo de papi, que nunca tuvo que
arriesgar nada en su vida.
Por
esto no me afligen los fanáticos. En 38 años he venido a conocer a mi gente. Joden,
pero no se dejan joder. Pueden dejarse engañar, pero no dos veces por los
mismos. Defienden lo conquistado.
Voy a hacer lo que normalmente no se
hace: dar mi pronóstico para las elecciones presidenciales. ¿Por qué? Porque no
son tiempos normales. Demasiadas fantasías.
ARENA/PCN/PDC: 1,400,000 votos – 50%
FMLN: 600,000 votos – 21.43%
GANA: 740,000 votos – 26.43%
VAMOS: 60,000 votos – 2.14%
Total: 2,800,000 votos – 100%
Esto significa que Calleja puede ganar en
primera vuelta, o tendrá que ir a una segunda contra Bukele. Pero viendo estos
números, también ganaría en segunda vuelta.
En la segunda vuelta, el resultado
dependerá principalmente de los votantes del FMLN y de VAMOS, los dos que quedarían
afuera. Incluso si todos los votantes del FMLN votaran por el candidato de
GANA, este solo llegaría a 1.34 millones de votos. Lo más probable es que la
mitad de los votantes del FMLN se queden en casa, que una porción muy pequeña
vote por ARENA, y que el resto vote por Bukele. Démosle otros 300 mil votos extra
a Bukele…
En el caso de VAMOS, estimo que un tercio
de sus votantes se quedará en casa, un tercio votará por Calleja y el restante
tercio por Bukele. Démosle otros 20 mil votos a Bukele. Entonces, el cuadro
sería así:
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN = 20,000 de VAMOS = 1,06 millones = 42.23%
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS = 1.45 millones = 57.77%
Con solo 2.51 millones de votos tendríamos
la participación más baja en un segunda vuelta en la historia, debido a la
abstención masiva de los votantes del FMLN.
Si calculamos que este número de
abstenciones será compensado por unos 300 mil ciudadanos que no votarán en la
primera ronda, pero sí querrán votar en la segunda, el número total de votantes
llegaría otra vez a un poco más de 2.8 millones. Es razonable asumir esta
cantidad, ya que tradicionalmente hay un 10% adicional votando en la segunda
ronda de las presidenciales. Solo que esta vez el total no subiría, debido a
los votantes de Frente que no quieren votar ni por ARENA ni por GANA.
Incluso si el 100% de voto nuevo se
inclinara por Bukele, no sería suficiente para igualar o superar el voto de
Calleja. El
cuadro probable para la segunda vuelta sería más o menos así:
Calleja: 1,400,000 + 30,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 100,000 votos nuevos = 1.55 millones = 55.16%
Bukele: 740,000 + 300,000 del FMLN + 20,000 de VAMOS + 200,000 votos nuevos = 1,26 millones = 44.84%
¿Estos números son realistas? Bueno, no
menos realistas que las cuentas alegres que sacan Bukele y sus propagandistas. Ellos
basan sus números en las encuestas. Yo baso los míos en los resultados de las
últimas elecciones legislativas de marzo 2018, en las cuales la suma de votos
para ARENA+PCN+PDC llegó a 1.24 millones, y para el FMLN a 569 mil. Para la
primera ronda calculo que la alianza ARENA/PCN/PDC solo tendrá un aumento
modesto de 160 mil, tomando en cuenta que la participación en elecciones presidenciales
siempre es más alta que en legislativas.
Por la misma razón calculo al FMLN un
aumento, aunque sea muy modesto, poniéndole 600 mil votos. Detrás de esto está
el análisis político que, aunque es cierto que la fuerza electoral de GANA/Bukele
ha crecido muy rápido, fue a costa del FMLN, pero que esta hemorragia se ha logrado
parar a partir de la candidatura de Hugo Martínez. Mientras tanto, los partidos
de la derecha, aunque no han crecido sustancialmente, se han mantenido. Para
que Bukele gane, el FMN tendría que colapsar totalmente, y además GANA tendría
que quitarles masivamente votos a ARENA, PCN y PDC.
Las
golondrinas basan sus pronósticos en su monitoreo de las redes sociales, y yo
en el monitoreo del trabajo territorial de las diferentes campañas. Pronto
veremos quien hizo cuentas alegres.
Estimados
amigos: Circula entre los oficiales de la PNC un proyecto
legislativo llamado “Ley de Compensación por Retiro para Personal de Carrera de
la PNC”. Detrás de este título bombástico se esconde algo mucho más sencillo:
el intento de un grupo de comisionados de negociar su salida dorada, antes de
que los echen..
Es obvio que el próximo presidente va a
tener que hacer muchos cambios en la PNC, incluyendo de dirección. Es obvio que
muchos de los comisionados, sobre todo los que durante años han sido responsables
de estrategias policiales fracasadas, se tendrán que ir.
Con este proyecto de Ley tratan de
recetarse una salida dorada: retiro voluntario con una pensión equivalente al
100% de su último salario. Pero esto no es todo: una “compensación” de 200 mil
dólares (para el que haya sido Director General 260 mil; para Subdirector
General 250 mil; para Subdirectores 240 mil). Y como todavía no fuera
suficiente, además se recetan “el uso de armas, municiones, vehículos y
personal de seguridad”, por 5 años a partir del retiro.
Es cierto que se necesita un plan de
retiro para la PNC, sobre todo para los oficiales de más alto rango, pertenecientes
a las tres promociones “fundadoras”. No solo porque varios de ellos han
fracasado, o porque han sido protagonistas de la excesiva politización de la
PNC, sino también porque estas promociones hacen un tapón, que no permite el
ascenso al poder de las siguientes promociones.
Con razón en la PNC los llaman “La
Tandona 2”, en comparación con la famosa promoción de militares que al final de
la guerra acaparró todo el poder en las Fuerzas Armadas. Sus integrantes por
cierto recibieron “compensaciones” similares para aceptar y no obstaculizar la
depuración y a reducción de la Fuerza Armada. Muchos dijeron que eran sobornos,
otros hablaron de extorsión.
Estoy de acuerdo que hay que darles una
salida digna a los comisionados. Pero tampoco hay que aceptar ninguna
extorsión. Ellos han acumulado mucha información, que podría complicarle la
vida al gobierno que salga electo, igual que a todos los partidos. Además tienen
capacidad de estorbar el proceso necesario de reorganización de la PNC.
Algunos jefes policiales quieren usar el poder que
tienen ahora para obligar al Estado a concederles privilegios que irían mucho
más allá de una salida digna. Esta salida dorada es indigna, porque es
corrupta. No hay que hacer caso a esta extorsión. Y los oficiales decentes y profesionales,
que quieren asumir responsabilidades en la PNC, deben distanciarse claramente
de este chantaje.
Estimados señores que nos quieren gobernar:
Están
entrando en la recta final. Ya no queda tiempo para que nos den
grandes explicaciones y propuestas. Solo falta una cosa – y podría ser
la que defina las elecciones: ¿Quiénes van a gobernar? ¿A quiénes van a
poner para que nos gobiernen?
Siempre se dice “Dígame con quien andas, y te digo quién eres”. Es
parte de la sabiduría popular. Pero es muy difícil aplicar en el caso
de las campañas presidenciales. Normalmente se ve a los candidatos
rodeados de algunas personas, pero no necesariamente son los que
realmente conducen la campaña – y mucho menos los que ejercerán el
poder, una vez que su candidato gane.
En el 2009, cuando Rodrigo Ávila y Mauricio Funes entraron en la
recta final, estaban empatados, y todos teníamos las mismas dudas y nos
hicimos las misma preguntas: ¿Con quiénes van a gobernar? ¿En caso que
gane, Mauricio Funes va a poner el gobierno en manos de los
comandantes del FMLN? ¿En caso que gane Rodrigo Ávila, los hombres de
Tony Saca van a acaparar el gabinete y seguir gobernando?
Funes entendió que si la gente pensaba que detrás de él iban a ganar
los comandantes del FMLN, iba a perder. Entonces, pocas semanas antes
de las elecciones presentó una cuantas caras conocidas y reconocidas:
el Dr. Héctor Silva, ex alcalde de San Salvador, renovador purgado por
la cúpula del Frente; y al Dr. Héctor Dada Hirezi, veterano luchador
socialcristiano. El mensaje era claro: Voy con la bandera del Frente,
pero en mi gobierno habrá contrapesos.
Rodrigo Ávila no hizo nada. No presentó ninguna cara de su futuro gobierno. Dejó espacio a la especulación. Y perdió.
Hoy tenemos una situación comparable. Mucha gente se pregunta, con
gran ansiedad, ¿qué tipo de gobierno podemos esperar de cada candidato?
¿Carlos Calleja, aunque habla de un gobierno no partidario, compuesto
con criterios de meritocracia, realmente va a excluir del poder
gubernamental a la vieja guardia partidaria? ¿Y los que va a poner,
serán independientes de los empresarios que apoyaron su candidatura?
¿Nayib Bukele, aunque no deja de condenar a ‘los mismos de siempre’, a
la hora de armar su gabinete va a recurrir a los dirigentes de GANA y a
las fichas que su movimiento Nuevas Ideas heredó de Tony Saca y
Mauricio Funes?
¿Hugo Martínez, aunque su discurso se desmarca de los errores de los
gobiernos de Funes y Sánchez Cerén, realmente va a excluir de su
gobierno a los fracasados y corruptos? ¿Y en este caso, por quiénes los
va a sustituir?
Estas preguntas son fáciles de contestar, señores candidatos. Nadie
está esperando su lista de gabinete. Lo único que necesitamos es que
nos presenten un par de mujeres y hombres de alto grado de
credibilidad, reconocimiento y capacidad y digan: Ellos van a estar a
mi lado en el gobierno…
Si Carlos Calleja nos presenta 3, 4 o 5 personajes del quilataje de
Carmen Aída Lazo, los indecisos le van a dar el gane en primera vuelta.
Si presenta solo a caras desprestigiadas, estos indecisos se quedarán
en la casa.
Al revés en el caso del candidato de GANA. Si nos presenta un par de
gente de calibre de Félix Ulloa o Guillermo Gallegos, pierde. En este
caso realmente no sé a quienes nos podría presentar para convencernos
que habrá capacidad de gobernar y de evitar corrupción.
Tienen todo enero para sacarnos de las dudas sobre el tipo de gobierno que armarían.
En todas las
elecciones presidenciales de la postguerra, muchos tuvieron la percepción que
estaba en juego todo: el carácter de la república, la democracia, la paz
social, la viabilidad económica.
Pero no era así.
Estos miedos alimentaban los discursos de campaña, pero nunca la base sobre la
cual funcionaba la política. Por esto en el 2009 pudo haber una transición del
poder sin sobresaltos, totalmente pacífica, y ampliamente aceptada por la
sociedad y toda la clase política.
Se estaban enfrentando
(y al final alternando en el poder) las dos fuerzas que juntos habían creado,
con los Acuerdos de Paz y las correspondientes reformas constitucionales, el
sistema democrático pluralista, con independencia de poderes y garantía de las
libertades. Aunque ARENA y Frente tuvieron (y siguen teniendo) diferentes
concepciones de cómo desarrollar este sistema, ambos en esencia estaban
comprometidos a defenderlo. Y no solo los dos partidos de la polaridad
política, sino toda la sociedad tuvo este consenso básico.
Este consenso se
ha roto con el surgimiento de una fuerza meramente populista. El populismo no
es nada nuevo en El Salvador, no lo inventó Nayib Bukele. Tanto la derecha y la
izquierda tuvieron sus delirios populistas, con sus presidentes Tony Saca y
Mauricio Funes. Lo nuevo es que ahora surgió una fuerza que en forma y fondo es
nada más que populista, sin ninguna limitación por parte de una definición
ideológica. Por esto resultó tan fácil fusionar Nuevas Ideas con GANA. Surgió
una fuerza anti-política que declara que quiere cambiar el sistema partidario –
y que busca modificar el sistema republicano de pesos y contrapesos. Bukele y
Ulloa hablan de transitar a una “Segunda República”, mediante una
Constituyente. Hablan de una gobernabilidad que no reside en mayorías
legislativas y acuerdos entre partidos, sino de en la relación entre “el líder”
y “su pueblo”.
La primera
interrogante para el 2019: ¿Prevalecerá el consenso de defender la República
fundada en los Acuerdos de Paz, con una polarización partidaria dentro del
mismo sistema político – o esta polarización será sustituida por una entre “el
sistema” y una fuerza anti-sistema?
Tendremos para
el 2019 dos escenarios: O asumirá el poder Carlos Calleja, con apoyo de ARENA,
PCN y PDC – o Nayib Bukele, con apoyo de Nuevas Ideas y GANA. Dibujemos estos
escenarios.
Un gobierno de
Calleja tendrá bastante posibilidades de crear mejoras en los principales
problemas de país, aunque esto dependerá del apoyo que encuentre en la sociedad
para los cambios necesarios y contra las resistencias incluso en sus propios
partidos.
Gobernabilidad sólida en la Asamblea
Legislativa para arrancar con las iniciativas legislativas necesarias (y
posiblemente no populares);
Un gobierno más eficiente y transparente;
Un gobierno que redefina las prioridades del Estado, abandonando la práctica
clientelista de los últimos tres gobiernos;
Un boom de inversión, debido a
inversiones retenidas en los últimos años y una mejor relación entre gobierno y
sector privado;
Menos peligro para la estabilidad
institucional, mas seguridad jurídica; más predictibilidad para los
inversionistas;
Voluntad de enfrentar el problema de
seguridad con inversión social sostenida y focalizada, en vez de apostar a una
guerra interminable contra las pandillas.
En cambio, con un
gobierno de Bukele enfrentaríamos el peligro que varios de los principales problemas
del país se agraven:
Tensa relación gobierno-sector privado;
Poca capacidad administrativa y de
ejecución;
Prioridad de gastos de carácter clientelista
y en proyectos de impacto mediático;
Incertidumbre sobre las políticas de
seguridad, ya que Bukele evade este tema.
Falta de gobernabilidad en el Legislativo,
con el peligro de resolver este vacío con medidas que atenten contra la separación
de poderes.
Para prevenir
los riesgos que plantea este segundo escenario del 2019, es fundamental que se
haga desde ya, aprovechando la correlación de fuerzas en la Asamblea, todo lo
posible para fortalecer la institucionalidad:
Tener una fiscalía general fuerte e
independiente;
No sabemos si la nueva Sala responde a
este criterio. Hay que presionar desde la ciudadanía;
Fortalecer la capacidad de incidencia de
la Sociedad Civil y sus articulaciones gremiales, sociales y académicas;
Avanzar decididamente en la renovación de
los partidos, en especial FMLN y ARENA, moviéndolos al centro,
democratizándolos, recuperando la confianza ciudadana;
Robustecer la libertad de expresión y la
independencia y la capacidad de incidencia de los medios de comunicación.
Todo esto es
esencial, gane quien gane. También Calleja necesitará una ciudadanía activa e
instituciones fuertes, para facilitar que realmente pueda formar un gobierno
que no corresponda a intereses particulares y partidarios.
Entonces, las
otras interrogantes para el 2019 son:
¿Logra el FMLN
parar su declive, posicionarse como una propuesta válida de izquierda,
deshacerse de sus tendencias populistas, y ejercer su rol de oposición y
correctivo ante el gobierno que salga electo?
¿Logra ARENA aprovechar los nuevos aires aportados por sus nuevas
figuras Carlos Calleja, Javier Simán y Carmen Aída Lazo para hacer
irreversible su renovación, independientemente si le toca gobernar o
ejercer la oposición y la defensa de la institucionalidad?
¿En qué tipo de fuerza se va a convertir la alianza que respalda a
Bukele? Todo indica que no va a perdurar, gane o pierda las elecciones
presidenciales. En ambos casos, habrá una competencia férrea entre GANA y
Nuevas Ideas sobre quién de los dos se convertirá en el 2021 en la
verdadera tercera fuerza en la Asamblea y en los gobiernos locales.
Este artículo es parte de la Edición Especial de fin de año de EL DIARIO DE HOY
Escuché los ‘audios presidenciales’ que
publicó la revista digital ‘Factum’. Lo que se presencia ahí, tiene
algo insuperablemente cómico. Algo tan cínico que raya en lo absurdo.
Algo tan absurdo que da risa.
Hay que ubicarse en el tiempo y en el contexto. La grabación refleja
una reunión celebrada el 11 de octubre del 2013. Los participantes son:
Mauricio Funes, entonces presidente de la República, acompañado por su
capo ‘Mecafé’; y Tony Saca, su antecesor en Casa Presidencial,
acompañado por su capo-primo Herbert y por su incondicional César Funes.
A esta altura del partido, Tony Saca ya se había robado decenas de
millones de dólares de fondos públicos. Cuanto realmente robó nunca lo
vamos a saber. Según la acusación del fiscal Douglas Meléndez, se quedó
con la totalidad de la partida reservada de CAPRES, unos 300 millones.
Pero como esto obviamente fue paja mediática y por tanto no lo pudo
comprobar, Meléndez aceptó un juicio abreviado, así que nunca se
estableció cuál fue la porción que de hecho se apropió Saca. Cuando los
presidentes se juntaron para tomar whisky y conspirar, buena parte de
este dinero ya estaba invertido: en sus empresas, en su mansión – y en
su partido GANA.
Por su parte Funes, con 4 años en CAPRES, posiblemente ya había
superado las cifras de Saca. Según Douglas Meléndez, cuando Funes
entregó el poder en junio del 2014, había malversado unos 350 millones, y
nadie sabe que porcentaje te quedó a él, a Vanda, a la Michy y a sus
hijos…
Entonces, aquel 11 de octubre del 2013 están sentados dos dones
tomando whisky. Ambos perfectamente sabían que el otro se había robado
una fortuna – pero de esto, entre caballeros, no se habla. Hablaron
sobre como joder a otro ex presidente, Paco Flores, y como convencer a
la ciudadanía que este su enemigo común se había quedado con 10 millones
de dólares que el gobierno de Taiwán había mandado con cheques a su
nombre. Obviamente, los ahí reunidos, ladrones todos, no se dieron paja
mutuamente hablando de ética, moral y corrupción, tampoco de los
víctimas del terremoto supuestamente defraudados por Flores. No, las
lágrimas de cocodrilo quedaron reservados para los discursos públicos de
Funes. Entre ladrones no se habla así, así que se concentraron en
discutir cómo involucrar a un periodista corrupto, a un fiscal
corrompible, a un fiscal general amigo y a un ministro de Seguridad
inescrupuloso (Ricardo Perdomo). Todo con un solo fin: joder a Paco
Flores – y por tanto a ARENA, faltando cinco meses a las elecciones.
Aunque no lo mencionaron, se trató de facilitar que don Tony podía
regresar al poder y seguir robando. Punto. Una cosa sumamente práctica,
que tiene que ver con sobornos, con amenazas, con tráfico de información
falsa – no con pendejadas nobles como justicia o verdad.
Ahí reside lo cómico de estas conversaciones, lo cínico y lo absurdo.
El triángulo conspirativo entre dos presidentes anteriormente
enfrentados ideológicamente, pero unidos en la corrupción y el odio a
Paco Flores; y el tercero, ausente pero siempre presente: el
todopoderoso Fiscal General Luis Martínez.
No era la única vez que se puso a funcionar este triángulo mafioso
para joder a un adversario. Igual los mismos tres conspiraron para
hundir a don Billy Sol y los otros acusados en el caso CEL-ENEL. Con el
mismo cinismo: todos los conspiradores sabían perfectamente quienes
habían convertido la CEL y a Geotérmica en hoyos negros de la
corrupción: primero Saca, luego Funes, usando los mimos operadores. Con
el caso CEL-ENEL querían matar dos pájaros con un tiro: desacreditar a
Billy Sol, Paco Flores y ARENA – y a la vez levantar una cortina de humo
para esconder su propia administración fraudulenta en la CEL.
Hoy Tony Saca y Luis Martínez conviven en Mariona. Tal vez todavía
andan discutiendo porqué no les funcionó su jugada contra don Billy.
Bueno, la segunda jugada sí les funcionó. No lograron condenar a Paco
Flores, pero sí matarlo. Tampoco Saca logró regresar a poder, pero por o
menos lograron que llegara Sánchez Cerén.
En
resumen, los ex presidentes nos obsequiaron una ópera bufa surrealista, y
el que debe estar riéndose a carcajadas es Paco Flores, apreciando
desde donde esté las piruetas que dio la vida a los tres señores que lo
querían joder…
Estimados ‘Jóvenes talentos’: Hoy conocí a uno de
ustedes: hijo del vigilante de mi pasaje; 17 años, viviendo en un
cantón en la cima de la Cordillera del Bálsamo; entrando al último año
de bachillerato y al tercer año del ‘Programa Academias Especiales
Sabatinas Experimentales’ de la Universidad Matías Delgado,
popularmente conocido como ‘Jóvenes Talentos’.
Me dejó impresionado por su autoestima, su determinación de superar obstáculos (tiene muchos…), su humor, su humildad…
Repito lo que escribí en una carta
recién publicada: ¿Quién dice que en este país no hay futuro? Este
bicho tiene futuro. Es el futuro. Va a romper, ya está rompiendo las
barreras que en su familia y en su cantón han impedido que los jóvenes,
aunque sean talentosos y ambiciosos, lleguen a trascender la
ignorancia, la mediocridad y la pobreza.
Ha tenido suerte que un profesor detectó sus talentos y lo convenció
para aplicar al programa de la Matías. Pero, ¿cuántos profesores de
nuestras escuelas rurales saben de la existencia de estos programas en
la Matías o en la Universidad de El Salvador, y de cómo acceder a ellos?
¿Cuántos profesores saben detectar a los talentos entre la masa de
adolescentes que tienen en frente? ¿Cuántos jóvenes tienen la suerte de
tener padres que apoyan la ambición de sus hijos a trascender la vida
de sus abuelos, tíos y padres? ¿Y cuántos jóvenes talentos caben en los
pocos programas diseñados para fomentarlos y levarlos a las carreras
académicas y profesionales adecuadas?
Una vez que los jóvenes talentos entran a estos programas, sean de
las universidades o de iniciativas como ‘Supérate’ y otros que
promueven empresas y ONGs, su camino al éxito académico y profesional
está abierto. Terminan becados en las universidades y entran con
ventajas al mercado laboral.
Sus historias de éxito todavía son la excepción. Esto es lo que hay que cambiar.
Recomiendo a quien salga electo de presidente a potenciar esta vía
aún extraordinaria para romper barreras de pobreza y marginación. Hay
que establecer estos programas para jóvenes talentos en todas las
universidades y todas las regiones. Hay que desplegar en todos los
institutos nacionales a profesores especializados en detectar y fomentar
talentos, y que sean los enlaces con los programas especiales en las
universidades y otras instituciones.
Costará dinero, pero poco. Y será buena inversión, con impactos
medibles. Con una razonable inversión, se podría multiplicar los casos,
ahora aún excepcionales, de jóvenes de zonas pobres que logren acceder a
estudios superiores y carreras profesionales hasta ahora reservadas
para pocos. Los efectos, tanto para la meta de inclusión social como
para el desarrollo tecnológico del país, serán visibles y medibles en
pocos años.
Animo a todos los jóvenes que sienten que tienen la capacidad
de romper las barreras que han mantenido a sus familias atrapadas en el
círculo vicioso de pobreza e ignorancia a buscar las instituciones que
les pueden abrir camino. Y a los profesores a empujarlos. Una vez que
ustedes superen los primeros obstáculos, ¿quién los va a detener?
Papa
Francisco: ¿Qué le cuesta decir que lo que Maduro
y Ortega están haciendo está mal y tiene que parar? ¡Usted es el Papa! Salvador
Sánchez Cerén: Aunque el Papa guarda silencio
sobre Nicaragua, no es razón para que lo emule usted que tanto debe al generoso
pueblo nica. ¿O piensa que fue el señor Ortega que nos dio comida, casa y hasta
armas durante la guerra? Con copia a Hugo Martínez… Carlos
Calleja: Para que ‘el mejor gobierno de la
historia’ sea más que una promesa, ¿cuándo nos presentará algunos hombres y
mujeres que gobernarán con usted? ¿Cuántos de estos serán ex ministros de
anteriores gobiernos de ARENA? Nayib
Bukele: Cuando habla de ‘los mismos de siempre’,
¿excluye a los operadores y propagandistas de Saca y Funes?
Guillermo
Gallegos, Herbert Saca, Walter Araujo, Félix Ulloa, Dagoberto, Porfirio Chica,
Peter Dumas, Ernesto Sanabria y Alejando Muyshondt: ¿Ustedes son ‘los otros de siempre’? Hugo Martínez: Díganos 10 decisiones concretas que
como presidente tomaría diferente a Funes y Sánchez Cerén. Esto te daría
fácilmente 200 mil votos de los que se les fueron en marzo del 2018. Roy
Campos: ¿Por qué no da la cara como el estratega
principal del ‘Team Nayib’ que es? ¿Le da pena que lo asocien con Bukele, o
teme que no es conveniente para el director de una encuestadora como Mitofsky? Nayib
Bukele: No le crea la paja a Roy Campos sobre el
voto joven que le va a garantizar la victoria. Ni sus propias encuestas lo
sustentan. Raul Melara: Si una de las principales críticas al
fiscal saliente fue el manejo mediático de sus casos, ¿cómo se le
ocurrió hacerse acompañar en su primera declaración ante los medios por
el hombre de comunicaciones de Douglas Meléndez? Mauricio
Funes: Tony Saca tiene la ventaja que desde
Mariona no puede interferir en la campaña electoral actual. ¿Por qué no se
solidariza con su amigo y se queda callado? De paso dejaría de complicarle la
vida a Hugo Martínez… Carlos Calleja: Fue valiente su discurso sobre
prevención versus represión, y guerra versus inversión social. Tenga el
valor de mantenerlo, sin titubeos y medias tintas, en el centro de su
campaña.
Acabo de regresar de un viaje relámpago a Europa. En una semana pasé
por siete aeropuertos, y cuatro veces por migración: dos veces en
Estados Unidos, donde las reglas básicas del servicio de migración son
la desconfianza y el mal humor; una vez en Amsterdam, y al final para
volver a entrar a mi propio país, El Salvador.
Los problemas que enfrentamos en los aeropuertos de Estado Unidos ya
todos los viajeros los conocemos. Es una cuestión de paciencia y
tragarse la rabia. Son inmensos ‘hubs’, donde se despachan diariamente
millones de viajeros, y nunca entendí por qué someten a los que solo
quieren transbordar para ir de paso a otros destinos y los someten al
mismo escrutinio que los que entran a Estados Unidos. Alimentados de
docenas de vuelos precedentes de todo el mundo, se forman colas
interminables que avanzan a paso de tortuga. Como no había nada que
hacer, y para no volverme loco, tomé los tiempos al trámite migratorio:
un promedio de 2 minutos, excepto para los muchos que son escoltados a
las oficinas para ser sometidos a saber qué interrogatorios.
En Amsterdam, donde uno entra a la Unión Europea, región marcada por
movimientos millonarios de refugiados, buscadores de asilo político, y
migrantes que buscan trabajo, solo hubo una cola de 10 metros, y el
promedio del trámite de control era de menos de un minuto. De bono
navideño uno recibe una sonrisa y un “Bienvenido a Amsterdam”.
En el aeropuerto de Comalapa llegué a la 1 de la mañana, y para mi
sorpresa me encontré con una cola igual de larga que en Houston y, en el
viaje de ida, en Atlanta. Pero como de los 18 mostradores de migración
solo estaban habilitados 5, y como aquí el promedio del tramite, por
razones inexplicables, es de 4 minutos, salí del aeropuerto hasta las 3
de la mañana. Y esto con suerte, porque fui de los primeros que había
salido del avión para alargar la cola formada por otros vuelos
anteriores. Si no, hubiera salido tal vez a las 4am…
Mientras uno avanza, centímetro por centímetro en esta cola, y
mientras a uno se le sube a cólera a niveles preocupantes para la salud
mental, uno se hace varias preguntas: ¿Qué diablos hacen que tarde 4
minutos para ver si uno tiene orden de captura o algún impedimento para
entrar al país? ¿Por qué no compran un software a los holandeses, en vez
de usar un sistema diseñado por la inteligencia cubana? ¿Y qué impide a
Migración prever, para cada hora del día y de la noche, el volumen de
viajeros y habilitar los mostradores que sean necesarios?
No somos un país peleando con hordas de inmigrantes que quieren
buscar su suerte en El Salvador. De hecho, durante las dos horas en la
cola de Comalapa a ningún viajero le fue negado la entrada, tampoco hubo
detenciones. ¿Cuál es el problema que a obliga a nuestras autoridades a
hacer sufrir de balde a los trasnochados viajeros y a los familiares
que afuera los están esperando, por cierto en un lugar inhóspito donde
nadie se puede sentar, donde no hay pantallas que avisan de la llegado o
las atrasos de los aviones?
Me acordé de mi último viaje en carro a Honduras. En El Amatillo, se
tardaron 2 horas para despachar a los viajeros que estaban saliendo de
El Salvador. Y en el otro lado, la “Migra” hondureña solo necesitaba 20
minutos para los trámites de entrada de la misma cola de personas y
vehículos. ¿Cómo no llegar a la conclusión que algo está mal con nuestro
“servicio” de migración?
De hecho, nuestra Migración no funciona con una filosofía de
servicio al ciudadano, sino con una de seguridad. No es casualidad que
aquí la “Migra” es parte del aparato de Seguridad, adscrita al
Ministerio de Seguridad, y conducida por una comisionada de la PNC. Y
las consecuencias no solo las sufrimos nosotros, sino igualmente los
turistas y los que llegan al país por negocios o inversiones. Esto es
una de las primeras cosas que habrá que cambiar el nuevo gobierno.
Saludos,
Posdata: Lo aquí escrito no va contra los agentes de migración,
igual de fatigados y frustrados que los viajeros, sino contra los
burócratas que tan mal administran este servicio.
Estimados candidatos:
La primera pregunta en el
debate presidencial en la UES fue sobre las pensiones, y lamentablemente
nadie la contestó bien. Tratando de contestar lo que es imposible
explicar en 2 minutos, fallaron. Lo correcto hubiera sido no intentar de
contestar la pregunta, sino usar sus 2 minutos para definir bien el problema.
Es tiempo que algún líder (o quien quiere serlo) diga al país: El
problema que tres cuartos de la población no tiene expectativa de
pensión no se puede solucionar perfeccionando el sistema existente de
pensiones. Este sistema (tanto el tradicional público-solidario, como el
nuevo privado) está basado en que los que están en empleo formal pagan
mensualmente sus aportes, igual que sus empleadores. Por definición, las
cotizaciones del 25% de la población nunca podrán financiar una pensión
digna para el restante 75%.
Aunque es correcto que urge hacer el sistema existente de pensiones
más inclusivo (ampliar la cobertura) y más efectivo (garantizar que los
ahorros se manejen de forma más rentable, para generar pensiones más
altas), esto no resuelve el problema de millones de salvadoreños que no
pueden esperar pensiones dignas: los que están fuera de la economía
formal; los que no llegan a los tiempos requeridos (sobre todo mujeres);
y los que ganan apenas salario mínimo y recibirán pensiones debajo del
mínimo necesario.
Cualquier solución de este problema grave no es asunto de la reforma
del sistema de pensiones basado en cotizaciones, sino de las políticas
sociales que los políticos estén dispuestos a proponer y los ciudadanos a
financiar – con sus impuestos.
No decir esto con claridad (y no invitar a la sociedad a discutir si
está dispuesta a asumir una solución financiada por impuestos) es una
falacia y una forma de engaño.
Me pregunto: ¿Por qué ningún candidato nos confronta con este
problema? ¿Por qué nadie ha detectado que muchos ciudadanos estamos
ansiosos a escuchar a políticos que nos obligan a enfrentar y discutir
las preguntas que la sociedad se tiene que hacer para progresar?
Por supuesto hay que hacer todas las reformas necesarias al sistema
provisional. Por supuesto hay que buscar formas de gradualmente ampliar
la cobertura del sistema y mejorar las pensiones que produce. Para esto,
tanto Hugo Martínez como Carlos Calleja han presentado propuestas que
parecen racionales y merecen discusión. Pero no deben seguir evadiendo
la discusión necesaria sobre una política social que en serio enfrente
el problema de la extrema pobreza de millones de viejos actuales y
futuros. Y no deben evadir el hecho que una solución de este problema
necesita financiamiento público.
Uruguay
legó a un acuerdo nacional de aumentar el IVA y dedicar los puntos
porcentuales adicionales exclusivamente a la creación de una pensión
mínima universal. Urge una discusión seria y honesta sobre cómo
financiar la solución en El Salvador – y este tema no debe estar ausente
en la campaña electoral. Nunca es tarde, señores candidatos.
Esta carrera presidencial es inusual, en muchos sentidos. Hay una
extraña mezcla entre estilos de campaña, no solo entre los diferentes
contendientes, sino también conviviendo dentro de cada campaña. Los
equipos de cada candidato brincan de las usuales promesas populistas a
descalificaciones al adversario, pero también presentan propuestas.
El problema es que el permanente ruido de los mutuos ataques y
contraataques, sobre todo entre los partidarios de Nayib Bukele y de
Carlos Calleja, opaca las propuestas. Así, aunque todos los candidatos
han presentado propuestas y varias de ellas valen la pena analizarlas
comparativamente, se genera la percepción general que hay un vacío de
contenidos y propuestas.
Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo han pasado varias semanas usando
sus diarias visitas territoriales y sectoriales para presentar
propuestas concretas. También han organizado eventos de especiales
temáticas. Algunas de sus propuestas han sido convertidas en iniciativas
legislativas y presentadas a la Asamblea, en materia de transparencia,
austeridad e impuestos. El problema es que no solo en las redes
sociales, sino también en los medios e incluso en los análisis, se ha
enfocado más en la parte más juiciosa de la campaña: las acusaciones,
contraacusaciones, sospechas, descalificaciones.
Los candidatos de VAMOS han lanzado múltiples propuestas, algunas
algo confusas, pero otras bastante racionales, por ejemplo en materia de
prevención e inclusión social —pero como ellos no participan del show
de lucha grecorromana, nadie les para bola.
Hugo Martínez, aparte de pegar brincos, ha formulado propuestas, por
ejemplo en materia de educación y salud. Pero nadie se ha tomado la
molestia de analizarlas, me imagino por la sospecha general de que son
“lo mismo de siempre del Frente” —y por la percepción de que de todos
modos no va a ganar…
Bukele es el candidato que menos ha revelado qué piensa hacer como
presidente, aunque también formuló propuestas, algunas bastante
concretas, como el Aeropuerto Internacional de Oriente, que habría que
analizar para ver qué tipo de gobierno piensa armar y con qué
prioridades.
En esta situación, salieron varias columnas que se quejan de que “en
esta campaña nadie está haciendo propuestas”, y en especial de que nadie
habla del problema más urgente: la inseguridad, la delincuencia, las
pandillas. Ojo, colegas, esto no es cierto. O por lo menos, no como
afirmación generalizada.
Voy a poner un ejemplo: Mi amigo Cristian Villalta, uno de mis
columnistas favoritos, escribió: “Merecíamos una campaña para adultos. A
cambio hemos tenido una profunda discusión sobre los colores, un poco
de inglés sin barreras, misoginia cuando se puede, vulgaridades cuando
se debe y en general una comunicación que no respeta códigos. ¿Por qué
la resistencia de los candidatos a hablar de las pandillas, del plan de
seguridad, de la vulnerabilidad de nuestros cuerpos de seguridad?”.
Y en El Faro, Roberto Valencia inicia una entrevista diciendo: “Los
candidatos a la presidencia apenas han dicho nada sobre las maras
transcurrida ya más de la mitad de la campaña electoral en El Salvador,
como si se tratase de un fenómeno ajeno a la sociedad o sin incidencia”.
¡Qué rara esta percepción! ¿Un columnista tan sensible para los tonos
de lenguaje político como Villalta, o un experto en el tema pandillas
como Valencia, no se dieron cuenta de que Carlos Calleja, en medio del
sospechoso silencio sobre el tema pandillas, hizo una ponencia larga
sobre seguridad, que rompe con las concepciones hasta ahora adoptadas
por los gobiernos, tanto de ARENA como del FMLN? ¿O por qué otra razón
no reaccionaron?
Un candidato de ARENA dijo: “No podemos seguir con una guerra
interminable contra las pandillas” y diseñó un concepto de prevención
que consiste en “focalizar toda la inversión social de Estado en la
tarea de erradicar la marginación social” y en hacer posible la
reinserción de los sectores fuera de la ley en la sociedad. Esto
supuestamente debería haber provocado un debate. Al fin un candidato
tuvo el valor de formular una política de seguridad racional, sabiendo
que posiblemente no sea popular, ni en su propio partido —y nadie entró
en este debate, ni los demás candidatos (con excepción de Josué
Alvarado, quien hace de las políticas de inclusión el eje de su
programa), ni los expertos, ni los columnistas. Un candidato de derecha
se compromete a poner fin a la ideología de mano dura, a revertir la
militarización de la seguridad pública y dice que va a someter al
aparato de seguridad a un estricto control civil —y seguimos hablando de
pantones y quejarnos de que la campaña no tiene sustancia…
Aquí impera una percepción selectiva, basada en la sospecha de que
todos los candidatos, aunque hagan propuestas, incluso algunas audaces y
arriesgadas, no hablan en serio. Aplicar de antemano esta asunción de
culpabilidad, sin ni siquiera entrar en análisis, obviamente no abona a
la meta de que al fin los ciudadanos decidan su voto de manera racional.