Usted ha logrado pasar casi desapercibido en el gobierno de Salvador Sánchez Cerén. Hizo noticias solo por dos cosas: El año pasado, cuando anunció que iba a quitar el subsidio al gas a unas 40 mil familias, y cuando inmediatamente Casa Presidencial le paró el tren, dejándole claro que solo porque le dieron un ministerio no significa que puede tomar decisiones sin consultar con la dirigencia del FMLN.
Y la segunda vez, este año, cuando le salió otro tiro por la culata: el despido de su gerente jurídico Daniel Ríos. Otra vez quedó en ridículo: La Sala le ordenó volver a instalarlo. ¿Cómo se le ocurrió que usted, que llegó al gobierno no por mérito, sino por “cuota” de GANA, tenía el derecho de remover, por caprichos personales, a uno de los pocos militantes del FMLN histórico que luego de los Acuerdos de Paz se había convertido en un excelente profesional de derecho? ¿Y no solamente a él, sino a todos los funcionarios que el Dr. Héctor Dada había llevado al ministerio por su trayectoria limpia y profesional?
Claro, Daniel Ríos tiene tres pecados
originales: Proviene del ERP; ha aprendido a no ser sumiso, sino usar su
propio criterio crítico; y estar casado con Bessy Ríos. A mi me dio
ataque de risa, cuando me contaron cómo comenzó este lio. Bessy, muy a
pesar de que su esposo trabajaba en su ministerio, publicó un artículo
en El Faro criticándole el pésimo manejo del asunto del subsidio del
gas. Y usted llamó a Daniel a su despacho para decirle que “pusiera
quieta” a su esposa. No sé cómo es su esposa, señor ministro, y qué
concepción tiene usted del matrimonio, pero la sola idea de que Bessy
Ríos se deje “poner quieta” por su esposo, a órdenes de su jefe, es
absolutamente risible.
Al no funcionarle esta movida, decidió
mejor “poner quieto” a todo el ministerio: Despidió a Daniel Ríos y los
mejores profesionales del equipo legal que él conducía, a la gerente de
comunicaciones, y hasta a su principal asesor. Y como es costumbre de
cobardes, pidió ayuda al poder real, o sea a una de las eminencias
grises de Casa Presidencial: Marcos Rodríguez. Pidió a Rodríguez y su
policía interna en la Secretaría de Transparencia a “investigar” a los
funcionarios incómodos que había heredado en el ministerio. Fabricaron
un “informe”, hecho por “investigadores” de Transparencia Activa – en
base de este, procedieron a despedir a Daniel Ríos y a los demás.
Claro que esto no funciona así no más. A
Ríos ya lo amparó la Sala de lo Constitucional, y tuvo que reinstalarlo,
aunque se niegue a devolverle sus funciones como gerente jurídico. Los
demás amparos están pendientes.
¿Usted
piensa que la gente del FMLN, espantados por la torpeza de su “ministro
de cuota”, lo van a proteger? A su asesor, a quien echó del ministerio
porque denunciaba sus raros manejos financieros y administrativos, ya lo
jalaron a la Secretaría Técnica. Usted tal vez puede confiar en su
cómplice Marcos Rodríguez, pero déjeme decirle: en el FMLN ya lo ven
como carga – y van a ver cómo se deshacen de usted antes que todo el
gobierno quede mal parado por sus caprichos…
¿Cómo explica usted que recibió
millonarios préstamos del grupo ALBA para su empresa, cuando a su
ministerio le toca regular los negocios de este grupo?
¿Cómo explica que en el ministerio se
tuvieron que hacer carísimas remodelaciones, sólo porque usted se negó a
usar el despacho ministerial si no le instalaban un elevador para
llegar a la segunda planta? Al fin no instalaron el elevador, pero
tuvieron que adecuar para usted una oficina en la planta baja – y por
supuesto, un baño personal ministerial con mármol?
¿Cómo explica usted, ministro, los
excesivos gastos en comidas, provenientes de los mejores restaurantes,
para el ministro y sus reuniones?
¿Y cómo va a hacer cuando la Sala le
ordene reinstalar a todos los funcionarios que usted ha despedido sin
los procedimientos adecuados que manda la ley?
Lo mejor que puede hacer para el país, para su gobierno, e incluso para usted mismo, es renunciar.
Saludos,
(Mas!/El Diario de Hoy)