Algunos de los grandes desafíos de nuestros tiempos serán el cambio climático y la seguridad alimentaria. Recientes voces hablan de que puede existir una tétrica relación entre ambos. El cambio climático está haciendo más impredecible las cosechas, sobre cuanto menos tecnificada sea la producción mayor el riego. Pero existe un bucle de retroalimentación muy preocupante, los biocombustibles. La necesidad de encontrar fuentes alternativas al petróleo para producir energía, ha llevado a experimentar con la producción de biocombustibles, los cuales en teoría deberían de palear un poco los efectos del cambio climático. En un reciente reporte a la Cámara de los Comunes británica titulado Are biofuels sustainable? (¿son sostenibles los biocombustibles?), se expone que el efecto producido por la deforestación y el aumento de los precios de los alimentos, son potencialmente más peligrosos que la utilización de petróleo como única fuente de energía.
Esté reporte nos hace comprender lo intrínsecamente complejo de los sistemas de la tierra. No podemos seguir dependiendo del petróleo como fuente de energía, por su negativo impacto en el cambio climático; pero la alternativa de los biocombustibles (una fuente renovable de energía) conlleva graves riesgos, esto potenciaría la sustitución de plantación de alimentos para producir grandes cantidades de materia utilizable para combustible (caña de azúcar, maíz, etc.). Así como el aumento de la deforestación por competencia del uso de la tierra, agravando el proceso del cambio climático. Pero no solo esto sino disminuiría la producción de alimentos locales, por lo cual se tendría que importar mayores cantidades y además a los precios que el mercado internacional establezca. Esto implicaría mayores necesidades energéticas, porque se necesitarían más medios de transporte de largo recorrido para llevar el alimento que antes se producía a pocos kilómetros de la ciudad.
Creando así mayores problemas locales y dejando menos espacio para la conservación de bosques naturales. Estos últimos no solo ayudan a pelear el efecto del cambio climático sino que ayudan a reducir los riesgos que ocasiona el cambio, por ejemplo el efecto barrera de los manglares ante las posibles inundaciones o los efectos de huracán.
La política energética y de seguridad alimentaria que El Salvador se tiene que plantear es compleja y urge de un liderazgo. Existen muchas organizaciones, instituciones y científicos que nos pueden dar pistas de cómo abordar este tema, parte de la revolución de la sostenibilidad que estamos viviendo, pero no existe un marco en el cual este conocimiento se traduzca en políticas consensuadas para poder desarrollar un plan que garantice que en el país tendremos energía y alimentos a precios favorables para el desarrollo del país.
Necesitamos que el país, que está pronto a cambiar de gobierno, sea de derecha o de izquierda, pueda pensar y desarrollar una estrategia acorde a las necesidades del país, con visión de futuro y con el liderazgo necesario para poder impulsar estas medidas. Para esto no solo necesitamos pensar en un nuevo ministro de medio ambiente, uno que realmente tenga la capacidad para poder ser un líder de esta revolución necesaria, sino que se piense en las herramientas que necesitará para ejercer este rol. Por ejemplo en España, un grupo de ONG están pidiendo al presidente Zapatero un “superministerio de medio ambiente”, sugieren sea una vicepresidencia de sostenibilidad, que agrupe y tenga capacidad de imponer políticas consensuadas entre Fomento; Agricultura, Pesca y Alimentación; Educación y Ciencia; Industria, Turismo y Comercio; y Medio Ambiente. Algo parecido a las responsabilidades que tiene el Ministerio de Ecología y Desarrollo Sostenible francés.
Pero para crear institucionalidad y liderazgo, necesitamos que como primer paso entendamos que la tarea de las sustentabilidad es compleja. Necesitamos hilar desde muchos puntos para poder crear el tejido necesario para enfrentar estos problemas. Esta situación es real y concreta. Tienen un impacto directo sobre el desarrollo económico del país, sobre la estabilidad social y sobre la gobernabilidad.
También hay que entender, qué hay que tomar decisiones importantes y con consecuencias, qué tendremos que hacer sacrificios, porque para tratar de asegurar nuestra seguridad alimentaria, nuestra independencia energética, tendremos que hacer sacrificios ambientales. Y viceversa, para asegurar nuestra sustentabilidad tendremos que tener una cuota de dependencia energética y de importación de alimentos, sobre todo dada la alta densidad poblacional del país, porque sino nos acabamos nuestros recursos para siempre.
Habrá que decidir qué puede producir el país (alimentos y energía), qué recursos naturales estratégicos tenemos, cuáles bienes naturales son necesarios para poder preservar la producción energética y de alimentos. O es que no se ve la relación directa que existe entre la cobertura forestal, con la producción de agua, por tanto con la producción de energía y alimentos. Muchos retos tenemos para enfrentar el cambio climático y para garantizar la seguridad alimentaria, ojalá que no solo los candidatos propongan medidas, sino que el Presidente Saca deje un legado claro en este sentido, por ejemplo una buena ley de aguas.