“Gran parte de mi vida ha transcurrido al aire libre, entre labradores que fiaban su turo a las veleidades del cielo; hombres y mujeres que dependían para subsistir antes de los caprichos de la sequía, el pedrisco o la helada negra, que del propio esfuerzo. ¿Qué sería de ellos, y de quienes necesitamos su trabajo, si el clima cambiara?” Con esta frase de Miguel Delibes del libro “La Tierra Herida” quiero comenzar mi reflexión sobre el cambio climático. Como verán, Miguel es un hombre de campo de la castilla profunda en España y su frase puede significar lo mismo para alguien de África, Estados Unidos, Indonesia o El Salvador. Estamos en proceso de cambio global. El clima del mundo está cambiando y ese cambio se debe principalmente a fenómenos antropocéntricos, nosotros tenemos la culpa.
Lo primero que hay que decir sobre este fenómeno es que ya están fuera de discusión sus orígenes o que exista, hasta los renuentes líderes de los Estados Unidos lo reconocen, han pasado años para que lo hagan. Existe una urgencia mundial para tomar medidas al respecto, esta vez no vale con que unos tomen medidas y otros no hagan nada. Los países desarrollados estaban muy felices de culpar del deterioro ambiental a los países tercermundistas. Es mucho más fácil culpar de deforestador a Brasil o algunas naciones del este de África que afrontar que son las necesidades de un sistema no controlado las que hacen tener la necesidad de producir y consumir a un ritmo descomunal los recursos naturales de nuestro planeta, hasta ponernos en la crisis actual. Ahora los países industrializados tienen la mayor responsabilidad de revertir los efectos que le han producido al mundo. Ahora ya no cabe hablar de medidas compensatorias o marcos en los cuales el desarrollo económico no se vea afectado.
Esta posibilidad quedo excluida de la ecuación luego de la publicación del Informe Stern. Este fue un proyecto del gobierno británico para evaluar el impacto económico del cambio climático. La respuesta final del documento es clara: Es mucho más barato tomar medidas ahora que afrontar las perdidas y deterioro económico que se producen si estas medidas no las tomemos o las tomemos después. Entre más tiempo pase, mayor será el costo. Así que la medida mejor para las economías mundiales es tomar medias para evitar o palear los efectos del cambio climático.
En este panorama se abordó el tema en la recién pasada sesión de las Naciones Unidas. Unas muy emotivas palabras del secretario general abrieron la sesión y las dedicó a este tema. El presidente de El Salvador elaboró sobre este tema y habló de todas las medidas que se han tomado en el país para contribuir para detener o palear el cambio climático, habló sobre las energías limpias que se ocupan en El Salvador y los progresos que se han hecho en ese campo. Pero le faltó informar que está proyectada la construcción de una planta generadora de energía por medio del carbón; le faltó decir que una semana antes había informado una reducción en el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, sabiendo que es una de las carteras más flacas de su gabinete. Sabiendo que a la fecha no existe un enlace ministerial para el convenio de cambio climático, en concreto al día de hoy no hay una persona encargada del tema en El Salvador.
Aunque la mayor responsabilidad la tienen los países industrializados, este es un problema global y todas las naciones tienen que contribuir a solventarlo, porque nos afecta a todos. Esto pasa por un uso más eficiente de la energía, como por una generación más eficiente de energía y pasa por la creación de una sistema elaborado y completo que regule este tema en El Salvador, pero no como lo hace SIGET, que se encarga solo de regular precios en función de oferta y demanda, sino la creación de una estrategia aplicable sobre el tema. Al parecer, como en muchos otros aspectos, nuestro presidente tiene un muy buen discurso con intenciones muy buenas, pero al día de hoy falta que ver la aplicación de las mismas.
También ahora que estamos otra vez inmersos en un período de campaña electoral, donde lo único que parece que importa es quien va a ser el próximo presidente, podamos dedicar tiempo a pensar que el próximo presidente tendrá desafíos importantes, que tendrá que cumplir algo de lo que promete. Los planes de gobierno no son documentos bonitos para que lo lean unos cuantos intelectuales, sino planes expresos de actividades que van a realizar nuestros representantes en el gobierno. Ahora que comencemos a escuchar más sobre las políticas y los planes para el próximo quinquenio es ahora de ponernos a pensar que es lo que necesita el país y cual es el papel de El Salvador en la región y el mundo.
Por eso es urgente que el tema de medio ambiente no sea un adorno bonito en los programas de gobierno, sino que se inicien actividades concretas para el desarrollo energético del país, que incluyan el tema del agua, la basura, la regulación del uso de los recursos naturales. Porque si no, la tierra que nos da de comer no lo podrá hacer, sobre todo al estar en un proceso de cambio climático que nos impactará y hará cada vez más difícil la situación. Y por mucho esfuerzo que pongamos en solventar la pobreza, en seguridad pública o en educación, si no tenemos un ambiente, una tierra, en la cual vivir y que nos de los recursos que necesitamos, todo lo demás no será importante.
Con esto quiero recalcar el tono dramático, por qué es alarmista. Es apropósito, porque son fenómenos reales que ya nos afectan, y si no hay voces fuertes para que se tomen en cuenta en la agenda nacional, en unos pocos años pagaremos con creces nuestra falta de voluntad. Es algo que todos los nacidos en los setenta o después seguramente lo verán, y ni hablar las siguientes generaciones.
Lo primero que hay que decir sobre este fenómeno es que ya están fuera de discusión sus orígenes o que exista, hasta los renuentes líderes de los Estados Unidos lo reconocen, han pasado años para que lo hagan. Existe una urgencia mundial para tomar medidas al respecto, esta vez no vale con que unos tomen medidas y otros no hagan nada. Los países desarrollados estaban muy felices de culpar del deterioro ambiental a los países tercermundistas. Es mucho más fácil culpar de deforestador a Brasil o algunas naciones del este de África que afrontar que son las necesidades de un sistema no controlado las que hacen tener la necesidad de producir y consumir a un ritmo descomunal los recursos naturales de nuestro planeta, hasta ponernos en la crisis actual. Ahora los países industrializados tienen la mayor responsabilidad de revertir los efectos que le han producido al mundo. Ahora ya no cabe hablar de medidas compensatorias o marcos en los cuales el desarrollo económico no se vea afectado.
Esta posibilidad quedo excluida de la ecuación luego de la publicación del Informe Stern. Este fue un proyecto del gobierno británico para evaluar el impacto económico del cambio climático. La respuesta final del documento es clara: Es mucho más barato tomar medidas ahora que afrontar las perdidas y deterioro económico que se producen si estas medidas no las tomemos o las tomemos después. Entre más tiempo pase, mayor será el costo. Así que la medida mejor para las economías mundiales es tomar medias para evitar o palear los efectos del cambio climático.
En este panorama se abordó el tema en la recién pasada sesión de las Naciones Unidas. Unas muy emotivas palabras del secretario general abrieron la sesión y las dedicó a este tema. El presidente de El Salvador elaboró sobre este tema y habló de todas las medidas que se han tomado en el país para contribuir para detener o palear el cambio climático, habló sobre las energías limpias que se ocupan en El Salvador y los progresos que se han hecho en ese campo. Pero le faltó informar que está proyectada la construcción de una planta generadora de energía por medio del carbón; le faltó decir que una semana antes había informado una reducción en el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, sabiendo que es una de las carteras más flacas de su gabinete. Sabiendo que a la fecha no existe un enlace ministerial para el convenio de cambio climático, en concreto al día de hoy no hay una persona encargada del tema en El Salvador.
Aunque la mayor responsabilidad la tienen los países industrializados, este es un problema global y todas las naciones tienen que contribuir a solventarlo, porque nos afecta a todos. Esto pasa por un uso más eficiente de la energía, como por una generación más eficiente de energía y pasa por la creación de una sistema elaborado y completo que regule este tema en El Salvador, pero no como lo hace SIGET, que se encarga solo de regular precios en función de oferta y demanda, sino la creación de una estrategia aplicable sobre el tema. Al parecer, como en muchos otros aspectos, nuestro presidente tiene un muy buen discurso con intenciones muy buenas, pero al día de hoy falta que ver la aplicación de las mismas.
También ahora que estamos otra vez inmersos en un período de campaña electoral, donde lo único que parece que importa es quien va a ser el próximo presidente, podamos dedicar tiempo a pensar que el próximo presidente tendrá desafíos importantes, que tendrá que cumplir algo de lo que promete. Los planes de gobierno no son documentos bonitos para que lo lean unos cuantos intelectuales, sino planes expresos de actividades que van a realizar nuestros representantes en el gobierno. Ahora que comencemos a escuchar más sobre las políticas y los planes para el próximo quinquenio es ahora de ponernos a pensar que es lo que necesita el país y cual es el papel de El Salvador en la región y el mundo.
Por eso es urgente que el tema de medio ambiente no sea un adorno bonito en los programas de gobierno, sino que se inicien actividades concretas para el desarrollo energético del país, que incluyan el tema del agua, la basura, la regulación del uso de los recursos naturales. Porque si no, la tierra que nos da de comer no lo podrá hacer, sobre todo al estar en un proceso de cambio climático que nos impactará y hará cada vez más difícil la situación. Y por mucho esfuerzo que pongamos en solventar la pobreza, en seguridad pública o en educación, si no tenemos un ambiente, una tierra, en la cual vivir y que nos de los recursos que necesitamos, todo lo demás no será importante.
Con esto quiero recalcar el tono dramático, por qué es alarmista. Es apropósito, porque son fenómenos reales que ya nos afectan, y si no hay voces fuertes para que se tomen en cuenta en la agenda nacional, en unos pocos años pagaremos con creces nuestra falta de voluntad. Es algo que todos los nacidos en los setenta o después seguramente lo verán, y ni hablar las siguientes generaciones.