miércoles, 17 de septiembre de 2025

Carta a los ofendidos: Abramos el debate sobre las elecciones. De Paolo Luers

 

"En última instancia, se trata de dar al ciudadano, que ya no ve cómo expresar su descontento y su rabia contenida por el temor, la única forma de expresarse que le queda: el voto."

En la voz del autor



Publicado en MAS!  El DIARIO DE HOY, jueves 18 de septiembre 2025


Estimados amigos:

Hay que hablar de las elecciones. Hay que abrir un diálogo entre todos los ofendidos, afectados, amenazados por el régimen gobernante para ponerse de acuerdo ¡-esta vez si!- sobre cómo mejor aprovechar la coyuntura electoral que viene en 2027. Aprovechar para que la gente que ahora no tiene espacios abiertos y seguros para expresar su descontento pueda hacerlo mediante su voto.


No habrá elecciones libres y justas. No habrá árbitro confiable, porque ya no existe autoridad electoral independiente. Habrá fraude, aún más que en el 2024, en la elección de las papeletas planchadas. Y respecto a la elección presidencial, hay una inconstitucionalidad que contamina todo: Bukele buscando otra reelección, para quedarse en el poder hasta el 2033 – o más, como ya no reconoce límites.

 

Muchos dicen que estas son razones suficientes para que la oposición no participe, por lo menos no en la elección presidencial. Malcolm Cartagena, uno de los mejores expertos en materia electoral (a la par de Ruth López y Eugenio Chicas, que por decisión de los mil veces malditos están encarcelados), hizo en este Diario un análisis jurídico, llegando a la conclusión de que la oposición debe desconocer la elección presidencial y boicotearla. Su análisis jurídico es impecable, pero no me convence la conclusión. Participar o no participar no es un dilema jurídico, es un asunto político. Hay que decidirlo con criterios políticos. Y para poder hacerlo, primero se necesita un debate político, una concertación política entre todos los actores de la oposición y todos los sectores sociales afectados y ofendidos por la dictadura. 


Estoy consciente de que la dictadura, con sus intimidaciones, amenazas y persecuciones, ha logrado cerrar el espacio para la libre expresión y organización. Para imponer silencio han encarcelado al constitucionalista y columnista Enrique Anaya, al pastor y cooperativista José Ángel Pérez, al abogado y medioambientalista Alejandro Hernández, a la investigadora de la corrupción gubernamental Ruth López – y han obligado a salir del país a Cristosal y al Faro y muchos otros. Muchos, que antes fueron a marchas de protesta, se expresaron libremente en las redes sociales, denunciaron los abusos gubernamentales, en esta situación prefieren quedar callados. Pero que estén callados no significa que ya no existan. Ahí están -  y siguen rechazando la destrucción de la democracia, la arrogancia de los gobernantes, la corrupción. Los líderes de estos sectores, aunque no estén dando la batalla pública, pueden participar en un diálogo nacional para construir una plataforma conjunta, amplia y plural para aprovechar la coyuntura electoral. ¿Aprovechar para qué? No para ganar, porque esto es imposible en las condiciones actuales, en las cuales todas las instituciones y fondos del Estado están del lado de un partido y de un líder. 

 

Si no es para ganar, ¿para qué participar? Principalmente porque el único espacio que el gobierno no puede cerrar es el electoral. Para aprovechar este espacio y llenarlo de contenidos adversos a la dictadura, debe haber candidatos opositores. Para las alcaldías hay todas las razones para entrar en la competencia, porque es el eslabón más débil, más desprestigiado del oficialismo; para las diputaciones también, porque se necesitará personas que sepan usar la tribuna parlamentaria para hablar a la ciudadanía. Pero todo esto tendrá poco impacto, si la oposición no tiene a una persona que, con el respaldo de todos, entre en el ring y rete directamente a Bukele en la elección presidencial. 

 

En última instancia, se trata de dar al ciudadano, que ya no ve cómo expresar su descontento y su rabia contenida por el temor, la única forma de expresarse que le queda: el voto. Hagan fraude, hagan cualquier truco y cualquier intimidación, no le pueden negar al ciudadano que emita su voto contra la dictadura. Las mujeres que tienen hijos presos y otros hambrientos necesitan la oportunidad de votar contra las políticas antipopulares. Los que tienen angustia por sus pensiones necesitan canalizar su protesta. La mayoría popular que se opone a la minería necesita una manera de expresar su inconformidad con la complicidad del gobierno con los destructores del medio ambiente. 

 

Sólo para satisfacer esta necesidad de dar a la ciudadanía un canal seguro para expresarse, vale la pena ponerse de acuerdo y entrar en la lucha electoral, sin ilusiones de ganar, simplemente porque es la única forma de lucha que queda. Si la oposición sabe cómo llevarla y logra estimular el voto de protesta, se abrirán otros espacios.

 

Esta es mi opinión. Que se abra el debate entre todos los ofendidos.

Saludos, 




* * *


 


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El “modelo Bukele” de seguridad y sus costos ocultos. Columna Transversal de Paolo Luers

 

"Antes de hacer caso al canto de sirenas, que promete seguridad y paz social a través del “modelo Bukele”, los pueblos de las Américas deben preguntar con qué precio oculto vienen estas promesas populistas."



Publicado en  El DIARIO DE HOY, miércoles 17 de septiembre 2025

En los círculos de la extrema derecha del continente americano hablan con entusiasmo de la “ejemplar fórmula”, con la cual en El Salvador se está combatiendo la delincuencia, convirtiéndolo en el “país más seguro del hemisferio”. Como en todas partes uno de los problemas más sentidos de la población- tal vez el principal- es la inseguridad, los populistas están levantando la bandera del “modelo Bukele” para posicionarse para futuras elecciones  – y para crear una sólida fuerza populista a la derecha de los partidos conservadores. 


En Estados Unidos, Bukele se ha convertido en el darling del movimiento MAGA y aliado principal de Trump. Lo usan para justificar la militarización de la seguridad pública que han ensayado en Los Angeles y Washington, DC y quieren imponer en las principales metrópolis gobernadas por los Demócratas.

En México, es el diputado Arturo Ávila, del partido gobernante Morena, quien promueve el “modelo Bukele” de Seguridad. Este político, nombrado en 2024 vocero de la bancada oficialista, ha proveído a Bukele de vehículos blindados todoterreno marca “Yagu”, producidos por su empresa IBN Military Industries. Tienen equipamiento militar, como drones, visiones nocturnas y cámaras. Pero en El Salvador no cumplen ninguna función militar de defensa nacional, tampoco de la lucha contra las pandillas o el narcotráfico. Son usados en operativos antimotines y, sobre todo, para intimidar. Los colocan en las plazas de las colonias y cerca de marchas de protesta para provocar miedo. 


Pero principalmente es la extrema derecha mexicana la que promueve las recetas y la imagen de Bukele. Hay dos personajes que se preparan a correr por la presidencia con la bandera de Bukele y su “modelo de Seguridad”. Uno es el productor de cine Eduardo Verástegui, quien se hizo popular con la producción de la película “Sonido de Libertad” sobre la trata de niñas. El otro es Ricardo Salino Pliego, el magnate de TV Azteca, Banco Azteca y Grupo Elektra. Un peso pesado, que este 15 de septiembre ya ensayó con un mensaje de video el tradicional Grito de la Independencia, que cada año da el presidente de la República desde el balcón del Palacio Nacional. Salinas es un hombre bien conectado con Casa Presidencial de Bukele... 

 

Claro, los aliados del presidente salvadoreño Nayib Bukele no hablan del hecho de que se reeligió violando la Constitución y que luego mandó a reformarla para abrirse el camino a la reelección ilimitada. Lo que explotan es el problema no resuelto por Morena del poder territorial de los carteles y prometen solucionarlo a lo Bukele. Pero tampoco explican bien en qué consiste el modelo Bukele de Seguridad.

 

Los que propagan este modelo no explican que el logro más grande de Bukele, su combate a las pandillas, fue precedido por un pacto electoral con las pandillas. En 2015, cuando Bukele fue candidato a la alcaldía de la capital, todavía bajo la bandera del FMLN, heredó de este partido el acuerdo pactado con las pandillas, con el cual había ganado la elección presidencial de 2014. Bukele transformó este acuerdo transitorio y frágil en un pacto sólido que le ha durado7 (¡siete!) años, ayudándole a ganar tres elecciones: la d alcalde capitalino n 2015; la presidencial en el 2019;  y la elección legislativa del año 2021, que le dio la supermayoría necesaria para sustituir al fiscal general y a los magistrados de la Sala de lo Constitucional. Sólo cuando tuvo asegurado el control total de los órganos del Estado, sin instancias de control y sin oposición, rompió al pacto con las pandillas y les declaró la guerra en el 2022. 

 

Pero este capítulo supuestamente glorioso -la eliminación de las pandillas y la conquista de la seguridad en El Salvador- tampoco lo explican bien los aliados derechistas de Bukele en ambas Américas, ni Donald Trump, ni Marco Rubio, ni sus amigos en América Latina. No explican que el “modelo Bukele” no funcionaría si antes no se hubiera eliminado la independencia del sistema judicial y de la fiscalía general. Este modelo de Seguridad Pública tampoco hubiera funcionado sin que se hubiera aprobado, mes por mes, desde marzo de 2022 hasta la fecha, el Estado de Excepción, que suspende los derechos civiles y procesales de cualquier acusado. La pérdida del derecho de los ciudadanos a un debido proceso y al acceso a una defensa efectiva tiene como resultado que de los 90 mil detenidos bajo el régimen de excepción la tercera parte es absolutamente inocente. Esto, igual que la pérdida de la independencia judicial, no es “daño colateral” del modelo Bukele, es su esencia. Es la condición indispensable que tendría que cumplir un gobierno para aplicar la receta mágica de la política de Seguridad de Bukele. Cualquier gobernante que quiere acceder al poder propagando el “modelo Bukele”, tiene que estar dispuesto -y capaz- a romper con el orden constitucional, con el Estado de Derecho y con el respeto a los Derechos Humanos. Los ensayos de Trump de ver cómo se puede aplicar el “modelo Bukele” y militarizar la seguridad pública demuestran esta realidad: sólo lo podrá hacer a gran escala si logra romper con la independencia judicial en los Estados Unidos – y con las garantías constitucionales de autonomía de los estados y los gobiernos locales.

 

El “modelo Bukele” está hecho para dictaduras, no para democracias con separación de poderes y con jueces independientes. Para funcionar exitosamente, este modelo de Seguridad requiere que una sociedad esté dispuesta a renunciar a sus derechos fundamentales. El Salvador es el ejemplo de que esto puede funcionar con unas narrativas populistas que logran activar y manipular las frustraciones y aspiraciones de las masas, pero solamente si están acompañadas por una represión sistemática capaz de intimidar a la gente y perseguir sin piedad a la disidencia. La cantidad de presos políticos en El Salvador y de defensores de Derechos Humanos, políticos opositores, líderes sociales y periodistas exiliados ilustra esta realidad.

 

Antes de hacer caso al canto de sirenas, que promete seguridad y paz social a través del “modelo Bukele”, los pueblos de las Américas deben preguntar con qué precio oculto vienen estas promesas populistas.





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viernes, 12 de septiembre de 2025

Carta a la FESFUT: ¿Quieren a un Bukele como dirigente del fútbol? De Paolo Luers

 

"No vendan al fútbol. El deporte necesita dirigentes con principios claros, no sólo en cuanto al racismo, sino también en defensa de la autonomía."

En la voz del autor



Publicado en MAS!   El DIARIO DE HOY, jueves 11 septiembre 2025

Perder siempre es doloroso, en la vida y en el fútbol, que convoca a tanta gente a sus estadios y provoca muchas emociones. Y perder contra un país como Surinam, de menos de un millón de habitantes y sin trayectoria futbolera, es más que doloroso: es una humillación difícil de aguantar. 


Pero por más doloroso que sea perder un jugo de calificación al Mundial contra un adversario subestimado, no hay ninguna justificación para insultar con cantos racistas al equipo ganador. Cero tolerancia para el racismo dicta la ley del fútbol internacional. Por esto es correcto que la FIFA haya abierto un procedimiento disciplinario contra la FESFUT por los incidentes racistas durante el juego contra Surinam. La Comisión de Regulación, que dirige la FESFUT, ha sido consecuente con su obligación de garantizar que en los estadios de El Salvador ningún equipo visitante y ningún jugador sean objeto de insultos racistas. Su comunicado ha sido impecable: “La FESFUT rechaza terminantemente cualquier forma de racismo, discriminación homofóbica dentro y fuera de los estadios. Compartimos la política de cero tolerancia de la FIFA.” Un mensaje claro y contundente que no deja espacio para justificaciones.

 

No así las declaraciones de Yamil Bukele, el director de INDES en plena campaña por el cargo de presidente de la FESFUT. “Puedo decir que también hubo mucha provocación de parte de Surinam, no se pueden hacer los santos, poner una queja y esconder la mano, como dice el dicho, tira la piedra y esconde la mano. Hubo provocación, los videos lo demuestran, y la federación tendrá que hacer los descargos pertinentes ante cualquier señalamiento,” declaró Bukele en una entrevista con Canal 4, y agregó, hablando de los próximos encuentros de la clasificación: “Ojalá que las 30 mil personas que lleguen hagan sentir al rival que están en suelo salvadoreño y que nosotros apoyamos a nuestra Selección.”

 

Esto no es ni chicha ni limonada. Esto no es una posición clara de rechazo al racismo. Esto es el encargado gubernamental del deporte y candidato oficialista de dirigir la FESFUT, justificando que en nuestro estadio unos patanes racistas les han gritado “¡Son monos!” a los jugadores de Surinam. Si en este contexto Bukele le dice a la afición que hagan “sentir al rival que está en suelo salvadoreño”, es un mensaje claro a los equipos visitantes que las autoridades del gobierno están del lado de los patanes y racistas. El mensaje de Yamil Bukele, hermano y de facto ministro de Deporte de Nayib Bukele, es algo como: “¡Aquí mandamos nosotros, no la FIFA! Aquí se vale todo en apoyo a nuestro equipo.”

 

Los delegados. que van a elegir al próximo presidente de la Federación de Fútbol, tienen que decidir si quieren entregar las riendas del fútbol salvadoreño a alguien que tiene posiciones tan indefinidas sobre la ética deportiva; a alguien que justifica los ataques racistas contra jugadores de equipos que nos visitan; a alguien que va a provocar nuevos conflictos con la FIFA y sus reglas; a alguien que ni siquiera ha tenido la decencia de apartarse de su cargo gubernamental, sino sigue usando el INDES para hacer campaña en la federación – y quien si fuera electo eliminaría la autonomía del fútbol.

 

No creo que esto sea lo que quiere la comunidad del fútbol salvadoreño, los clubes, los jugadores, la afición. Bukele hace campaña prometiendo éxitos, insinuando que si él dirigiera la FESFUT, el fútbol gozará del pleno apoyo del gobierno.

No vendan al fútbol. El deporte necesita dirigentes con principios claros, no sólo en cuanto al racismo, sino también en defensa de la autonomía. 

Saludos,




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miércoles, 10 de septiembre de 2025

Un solo nudo: COSAVI, el helicóptero y la dirección de la PNC. Carta de Paolo Luers

 

"La única manera de deshacer este enredo, que compromete a la PNC, la Fuerza Armada, la Fiscalía, el Ministerio de Seguridad y las instituciones de supervisión financiera, sería estricta transparencia. Y es lo que menos existe en el país."

En la voz del autor



Publicado en MAS!   El DIARIO DE HOY, jueves 11 septiembre 2025

El pasado 8 de septiembre se cumplió un año del accidente del helicóptero militar que partió en horas de la noche del paso fronterizo El Amatillo en el norte de La Unión y en el cual murieron 9 personas. Hasta la fecha, ni la Fuerza Armada ni ninguna autoridad han entregado un informe que realmente explique las causas del accidente. La Fuerza Armada dijo a través de un comunicado que “entre los factores identificados destacan las malas condiciones climáticas, la lluvia y la nula visibilidad”. Las condiciones climáticas eran tan malas que en situaciones normales no se permitiría realizar vuelos nocturnos. Entonces, ¿quién ordenó a los pilotos realizar este vuelo? ¿Por qué razón? Tendría que haber sido una emergencia seria para volar en estas condiciones adversas. ¿Cuál emergencia?


Resulta que el misterio del helicóptero accidentado no se puede separar de las características de los pasajeros. Iba un hombre a quien recién había entregado la policía hondureña a la policía salvadoreña: Manuel Alberto Coto Barrientos, exgerente de la Cooperativa COSAVI, buscado por la desaparición de 35 millones de dólares. También iban el director general de la PNC, Mauricio Arriaza, dos subdirectores, Douglas Omar García Funes, “Carabinero”, y Rómulo Pompilio Romero Torres, aparte de dos agentes policiales, los dos pilotos y un comunicador gubernamental.


Inmediatamente uno se pregunta: ¿Por qué el director general y dos subdirectores de la PNC tuvieron que movilizarse personalmente a la frontera hondureña para recibir un prófugo de la justicia? Sabiendo en qué terminó el viaje, una vez que se comienza a hacer preguntas, ya no se puede evitar la siguiente, la más inquietante: ¿Quién ordenó a los tres máximos jefes de la policía subirse al helicóptero que iba a trasladar al detenido a la capital – a pesar de las condiciones adversas para un vuelo nocturno? ¿Cuál era la prisa? Oficiales de la PNC activos me dijeron que esta es la pregunta que todos se hacen dentro de la institución.

 

Al hecho de que a estas preguntas no hay respuesta, se suma la situación insólita de que a un año de la muerte de los tres jefes policiales, el gobierno no ha nombrado a nadie para completar la cúpula policial. Desde la muerte de Arriaza, la PNC está personalmente dirigida por el único hombre fuerte entre los ministros de Nayib Bukele: Gustavo Villatoro, el ministro de Seguridad.

 

Es una situación que en un gobierno normal, o sea uno que se rige por normas institucionales, hubiera obligado al gobierno a hacer extraordinarios esfuerzos para esclarecer no solo las causas del accidente, sino dar respuestas a todas lass preguntas inquietantes del contexto en que se da la muerte tanto de Manuel Coto como de la cúpula policial. 

 

Igual que ha pasado un año sin esclarecer el accidente, tampoco el caso COSAVI, con el cual todo comenzó. Ya no se puede separar los dos casos. 

 

Con Manuel Coto murió el hombre que hubiera podido esclarecer no sólo la desaparición de los 35 millones, sino también los orígenes de la crisis general de esta institución financiera: los cientos de millones otorgados como préstamos a alcaldías dirigidas por Nuevas Ideas y a personeros de este partido. Las víctimas de todo esto, los depositantes que en un 80%, luego de un año, no han recuperado ni un cinco de sus depósitos, exigen que el juicio del caso COSAVI esclarezca no sólo el defalco de los 35 millones, que es la punta visible del iceberg, sino toda la corrupción alrededor de COSAVI y su relación con Nuevas Ideas.

 

Ya que por culpa de la secretividad de la Fuerza Armada, con respecto al accidente, y de la Fiscalía, en el caso COSAVI, ya no se puede separar los dos asuntos, se ha hecho una sola melcocha, sin información confiable, pero provocando cualquier tipo de sospechas y confabulaciones. La única manera de deshacer este enredo, que compromete a la PNC, la Fuerza Armada, la Fiscalía, el Ministerio de Seguridad y las instituciones de supervisión financiera, sería estricta transparencia. Y es lo que menos existe en el país.

 

Yo no voy a participar en teorías de conspiración sobre la muerte del detenido y los jefes policiales. Sólo hago las preguntas pertinentes.

Saludos, 




* * *

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DECENCIA. Columna Transversal de Paolo Luers

 

"Algunos dirán que invocar el valor de la decencia es algo anticuado. Pero es un valor mil veces más necesario para el futuro que el de orden y disciplina."



Publicado en  El DIARIO DE HOY, jueves 11 septiembre 2025


Circula en las redes sociales un hashtag (lo correspondiente digital a una consigna gritada en una marcha) que suena muy inusual: #TenganDecencia. Normalmente las consignas y los hashtags son combativos: “Viva tal cosa; muerte a tal otra; libertad para...”. Pero esta consigna digital apela a la decencia, un valor pocas veces invocado en las luchas políticas.


¿De dónde surgió este sorprendentemente decente hashtag? “Tengan decencia” fueron las palabras que dijo la abogada, defensora de los Derechos Humanos e investigadora de corrupción gubernamental, Ruth Eleonora López, a los agentes policiales que la capturaron. Luego de irrumpir a las 11 de la noche en su casa, sin mostrar ninguna orden de allanamiento o detención, la sacaron a la calle con un pretexto – y ahí la esposaron, sin quererle permitir ni cambiarse de ropa. Fue en este contexto que Ruth les dijo la célebre frase: “Tengan decencia”.

 

Resulta que esta mujer, que hoy ya cumple 115 días en la cárcel, es de estas personas que en medio de muy serias batallas jurídicas y políticas nunca abandonó la decencia. En un país, en el cual reina la indecencia, la decencia es casi un delito. Exigir al gobierno, como lo hizo Ruth López por años, que investigue y sancione la corrupción, sobre todo la que florece en sus propias filas partidarias y en las instituciones gubernamentales, es una muestra de decencia. Igual lo es poner la cara por los injustamente detenidos e insistir en juicios justos. Pero para los indecentes que gobiernan el país, estas muestras de decencia son suficientes para que declaren a cualquier abogado, activista, opositor, investigador o periodista enemigo del Estado – y que usen la justicia para callarlos y destruirlos.

 

Una lucha cultural 

Me atrevo a decir que la lucha que hay en El Salvador, más allá de un enfrentamiento entre demócratas y autoritarios, en el fondo es entre decentes e indecentes. Como siempre, los indecentes tienen una gran ventaja: no tienen ningún escrúpulo de jugar chuco. Mienten, difaman, usan su poder para perseguir y los fondos públicos para desinformar, roban, mandan a reprimir y hasta torturar y matar. Los decentes suelen negarse a usar la violencia y la difamación. Quieren jugar limpio, apostando al argumento, a la razón, a la conciencia.

 

Algunos dirán que invocar el valor de la decencia es algo anticuado. Pero es un valor mil veces más necesario para el futuro que el de orden y disciplina. Aunque muchos lo creen —no solo dentro del oficialismo, sino incluso dentro de la oposición—, la decencia no es debilidad. No lo es, cuando la decencia no se queda en lo contemplativo, sino se vuelve combativa. Decencia y lucha no son excluyentes. Ruth dijo “tengan decencia”, de manera calmada, viéndolos a los ojos a sus captores, pero cuando la exhibieron en el juzgado gritó a todo pulmón frente a las cámaras de televisión denunciando la falta de debido proceso por parte de la policía y la fiscalía. Todos recordamos estas escenas: una mujer decente y combativa.

 

La frase de Ruth sigue resonando un mes después de su captura, justo porque un llamado a la decencia se vuelve categórico y urgente en una etapa en que la indecencia se ha convertido en doctrina del Estado”, escribió Ramiro Navas en este diario. Con cada día que Ruth López sigue encarcelada resuena aún más. La frase se ha vuelto lema de la campaña internacional por su libertad.

 

Un asunto de ética

Varias de las personas más decentes que tuvo el país, lamentablemente, han muerto: los empresarios y filántropos Bobby Murray y Ricardo Poma, el exrector de la UCA Chema Tojeira, el abogado y exvicepresidente Enrique Borgo Bustamante, el expresidente de FUSADES Toni Cabrales, la exdiputada Yanci Urbina – dejando un vacío de liderazgo ético muy grande y difícil de llenar.

 

Otros se encuentran encarcelados, precisamente por no ser indiferentes, sino decentes: la investigadora anticorrupción Ruth López, el constitucionalista Enrique Anaya, el abogado y medioambientalista Alejandro Henríquez, el pastor y cooperativista José Ángel Pérez. Son presos de conciencia, que el gobierno tuvo que callar por el pecado de exceso de decencia. Gente demasiado peligrosa – y además con liderazgo y autoridad moral. 

 

Otros —de derecha, de izquierda o simplemente de la sociedad civil activa— han salido del país. Otros se refugiaron en un exilio interno, no abandonando la decencia, pero sí la combatividad. Quedan como reserva moral para el momento en que habrá que reconstruir la democracia. 

 

La frase #TenganDecencia es un recordatorio a los instrumentos y cómplices de la dictadura que no sólo están violando mandatos legales sino también éticos – y que algún día tendrán que rendir cuentas – tal vez ante un juez, con seguridad ante su conciencia y sus comunidades. Por eso, cuando Ruth López les reclamó a sus captores, lo dijo con un agregado: “Tengan decencia, esto un día se va a acabar”.

 

Pero la frase #TenganDecencia también es un llamado a los opositores que luchan en defensa de la democracia. Tienen que ser combativos, pero no pueden recurrir a los mismos métodos sucios de sus adversarios. Tienen que aprender las modernas formas de la comunicación masiva, pero no incurrir en populismo, desinformación y difamación. Sus armas tienen que ser la razón, la verdad, el diálogo, la tolerancia y la construcción de consensos. Ante la indecencia hecha sistema por Trump, Michelle Obama dijo: “When they go low, we go high”, lo que se puede traducir así“Cuando se bajan a la cloaca, nosotros mantenemos nuestros principios”

 

“Go high” no significa callarse o no luchar con dureza y pegar duro, significa no abandonar la decencia. 

 

José Miguel Cruz escribió en las páginas de este diario: “Tener decencia significa sentir vergüenza ante las injusticias propias e indignación ante las ajenas.” A este tipo de decencia me refiero en esta columna.



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