En todas las
elecciones presidenciales de la postguerra, muchos tuvieron la percepción que
estaba en juego todo: el carácter de la república, la democracia, la paz
social, la viabilidad económica.
Pero no era así.
Estos miedos alimentaban los discursos de campaña, pero nunca la base sobre la
cual funcionaba la política. Por esto en el 2009 pudo haber una transición del
poder sin sobresaltos, totalmente pacífica, y ampliamente aceptada por la
sociedad y toda la clase política.
Se estaban enfrentando
(y al final alternando en el poder) las dos fuerzas que juntos habían creado,
con los Acuerdos de Paz y las correspondientes reformas constitucionales, el
sistema democrático pluralista, con independencia de poderes y garantía de las
libertades. Aunque ARENA y Frente tuvieron (y siguen teniendo) diferentes
concepciones de cómo desarrollar este sistema, ambos en esencia estaban
comprometidos a defenderlo. Y no solo los dos partidos de la polaridad
política, sino toda la sociedad tuvo este consenso básico.
Este consenso se
ha roto con el surgimiento de una fuerza meramente populista. El populismo no
es nada nuevo en El Salvador, no lo inventó Nayib Bukele. Tanto la derecha y la
izquierda tuvieron sus delirios populistas, con sus presidentes Tony Saca y
Mauricio Funes. Lo nuevo es que ahora surgió una fuerza que en forma y fondo es
nada más que populista, sin ninguna limitación por parte de una definición
ideológica. Por esto resultó tan fácil fusionar Nuevas Ideas con GANA. Surgió
una fuerza anti-política que declara que quiere cambiar el sistema partidario –
y que busca modificar el sistema republicano de pesos y contrapesos. Bukele y
Ulloa hablan de transitar a una “Segunda República”, mediante una
Constituyente. Hablan de una gobernabilidad que no reside en mayorías
legislativas y acuerdos entre partidos, sino de en la relación entre “el líder”
y “su pueblo”.
La primera
interrogante para el 2019: ¿Prevalecerá el consenso de defender la República
fundada en los Acuerdos de Paz, con una polarización partidaria dentro del
mismo sistema político – o esta polarización será sustituida por una entre “el
sistema” y una fuerza anti-sistema?
Tendremos para
el 2019 dos escenarios: O asumirá el poder Carlos Calleja, con apoyo de ARENA,
PCN y PDC – o Nayib Bukele, con apoyo de Nuevas Ideas y GANA. Dibujemos estos
escenarios.
Un gobierno de
Calleja tendrá bastante posibilidades de crear mejoras en los principales
problemas de país, aunque esto dependerá del apoyo que encuentre en la sociedad
para los cambios necesarios y contra las resistencias incluso en sus propios
partidos.
Gobernabilidad sólida en la Asamblea
Legislativa para arrancar con las iniciativas legislativas necesarias (y
posiblemente no populares);
Un gobierno más eficiente y transparente;
Un gobierno que redefina las prioridades del Estado, abandonando la práctica
clientelista de los últimos tres gobiernos;
Un boom de inversión, debido a
inversiones retenidas en los últimos años y una mejor relación entre gobierno y
sector privado;
Menos peligro para la estabilidad
institucional, mas seguridad jurídica; más predictibilidad para los
inversionistas;
Voluntad de enfrentar el problema de
seguridad con inversión social sostenida y focalizada, en vez de apostar a una
guerra interminable contra las pandillas.
En cambio, con un
gobierno de Bukele enfrentaríamos el peligro que varios de los principales problemas
del país se agraven:
Tensa relación gobierno-sector privado;
Poca capacidad administrativa y de
ejecución;
Prioridad de gastos de carácter clientelista
y en proyectos de impacto mediático;
Incertidumbre sobre las políticas de
seguridad, ya que Bukele evade este tema.
Falta de gobernabilidad en el Legislativo,
con el peligro de resolver este vacío con medidas que atenten contra la separación
de poderes.
Para prevenir
los riesgos que plantea este segundo escenario del 2019, es fundamental que se
haga desde ya, aprovechando la correlación de fuerzas en la Asamblea, todo lo
posible para fortalecer la institucionalidad:
Tener una fiscalía general fuerte e
independiente;
No sabemos si la nueva Sala responde a
este criterio. Hay que presionar desde la ciudadanía;
Fortalecer la capacidad de incidencia de
la Sociedad Civil y sus articulaciones gremiales, sociales y académicas;
Avanzar decididamente en la renovación de
los partidos, en especial FMLN y ARENA, moviéndolos al centro,
democratizándolos, recuperando la confianza ciudadana;
Robustecer la libertad de expresión y la
independencia y la capacidad de incidencia de los medios de comunicación.
Todo esto es
esencial, gane quien gane. También Calleja necesitará una ciudadanía activa e
instituciones fuertes, para facilitar que realmente pueda formar un gobierno
que no corresponda a intereses particulares y partidarios.
Entonces, las
otras interrogantes para el 2019 son:
¿Logra el FMLN
parar su declive, posicionarse como una propuesta válida de izquierda,
deshacerse de sus tendencias populistas, y ejercer su rol de oposición y
correctivo ante el gobierno que salga electo?
¿Logra ARENA aprovechar los nuevos aires aportados por sus nuevas
figuras Carlos Calleja, Javier Simán y Carmen Aída Lazo para hacer
irreversible su renovación, independientemente si le toca gobernar o
ejercer la oposición y la defensa de la institucionalidad?
¿En qué tipo de fuerza se va a convertir la alianza que respalda a
Bukele? Todo indica que no va a perdurar, gane o pierda las elecciones
presidenciales. En ambos casos, habrá una competencia férrea entre GANA y
Nuevas Ideas sobre quién de los dos se convertirá en el 2021 en la
verdadera tercera fuerza en la Asamblea y en los gobiernos locales.
Este artículo es parte de la Edición Especial de fin de año de EL DIARIO DE HOY
Escuché los ‘audios presidenciales’ que
publicó la revista digital ‘Factum’. Lo que se presencia ahí, tiene
algo insuperablemente cómico. Algo tan cínico que raya en lo absurdo.
Algo tan absurdo que da risa.
Hay que ubicarse en el tiempo y en el contexto. La grabación refleja
una reunión celebrada el 11 de octubre del 2013. Los participantes son:
Mauricio Funes, entonces presidente de la República, acompañado por su
capo ‘Mecafé’; y Tony Saca, su antecesor en Casa Presidencial,
acompañado por su capo-primo Herbert y por su incondicional César Funes.
A esta altura del partido, Tony Saca ya se había robado decenas de
millones de dólares de fondos públicos. Cuanto realmente robó nunca lo
vamos a saber. Según la acusación del fiscal Douglas Meléndez, se quedó
con la totalidad de la partida reservada de CAPRES, unos 300 millones.
Pero como esto obviamente fue paja mediática y por tanto no lo pudo
comprobar, Meléndez aceptó un juicio abreviado, así que nunca se
estableció cuál fue la porción que de hecho se apropió Saca. Cuando los
presidentes se juntaron para tomar whisky y conspirar, buena parte de
este dinero ya estaba invertido: en sus empresas, en su mansión – y en
su partido GANA.
Por su parte Funes, con 4 años en CAPRES, posiblemente ya había
superado las cifras de Saca. Según Douglas Meléndez, cuando Funes
entregó el poder en junio del 2014, había malversado unos 350 millones, y
nadie sabe que porcentaje te quedó a él, a Vanda, a la Michy y a sus
hijos…
Entonces, aquel 11 de octubre del 2013 están sentados dos dones
tomando whisky. Ambos perfectamente sabían que el otro se había robado
una fortuna – pero de esto, entre caballeros, no se habla. Hablaron
sobre como joder a otro ex presidente, Paco Flores, y como convencer a
la ciudadanía que este su enemigo común se había quedado con 10 millones
de dólares que el gobierno de Taiwán había mandado con cheques a su
nombre. Obviamente, los ahí reunidos, ladrones todos, no se dieron paja
mutuamente hablando de ética, moral y corrupción, tampoco de los
víctimas del terremoto supuestamente defraudados por Flores. No, las
lágrimas de cocodrilo quedaron reservados para los discursos públicos de
Funes. Entre ladrones no se habla así, así que se concentraron en
discutir cómo involucrar a un periodista corrupto, a un fiscal
corrompible, a un fiscal general amigo y a un ministro de Seguridad
inescrupuloso (Ricardo Perdomo). Todo con un solo fin: joder a Paco
Flores – y por tanto a ARENA, faltando cinco meses a las elecciones.
Aunque no lo mencionaron, se trató de facilitar que don Tony podía
regresar al poder y seguir robando. Punto. Una cosa sumamente práctica,
que tiene que ver con sobornos, con amenazas, con tráfico de información
falsa – no con pendejadas nobles como justicia o verdad.
Ahí reside lo cómico de estas conversaciones, lo cínico y lo absurdo.
El triángulo conspirativo entre dos presidentes anteriormente
enfrentados ideológicamente, pero unidos en la corrupción y el odio a
Paco Flores; y el tercero, ausente pero siempre presente: el
todopoderoso Fiscal General Luis Martínez.
No era la única vez que se puso a funcionar este triángulo mafioso
para joder a un adversario. Igual los mismos tres conspiraron para
hundir a don Billy Sol y los otros acusados en el caso CEL-ENEL. Con el
mismo cinismo: todos los conspiradores sabían perfectamente quienes
habían convertido la CEL y a Geotérmica en hoyos negros de la
corrupción: primero Saca, luego Funes, usando los mimos operadores. Con
el caso CEL-ENEL querían matar dos pájaros con un tiro: desacreditar a
Billy Sol, Paco Flores y ARENA – y a la vez levantar una cortina de humo
para esconder su propia administración fraudulenta en la CEL.
Hoy Tony Saca y Luis Martínez conviven en Mariona. Tal vez todavía
andan discutiendo porqué no les funcionó su jugada contra don Billy.
Bueno, la segunda jugada sí les funcionó. No lograron condenar a Paco
Flores, pero sí matarlo. Tampoco Saca logró regresar a poder, pero por o
menos lograron que llegara Sánchez Cerén.
En
resumen, los ex presidentes nos obsequiaron una ópera bufa surrealista, y
el que debe estar riéndose a carcajadas es Paco Flores, apreciando
desde donde esté las piruetas que dio la vida a los tres señores que lo
querían joder…
Estimados ‘Jóvenes talentos’: Hoy conocí a uno de
ustedes: hijo del vigilante de mi pasaje; 17 años, viviendo en un
cantón en la cima de la Cordillera del Bálsamo; entrando al último año
de bachillerato y al tercer año del ‘Programa Academias Especiales
Sabatinas Experimentales’ de la Universidad Matías Delgado,
popularmente conocido como ‘Jóvenes Talentos’.
Me dejó impresionado por su autoestima, su determinación de superar obstáculos (tiene muchos…), su humor, su humildad…
Repito lo que escribí en una carta
recién publicada: ¿Quién dice que en este país no hay futuro? Este
bicho tiene futuro. Es el futuro. Va a romper, ya está rompiendo las
barreras que en su familia y en su cantón han impedido que los jóvenes,
aunque sean talentosos y ambiciosos, lleguen a trascender la
ignorancia, la mediocridad y la pobreza.
Ha tenido suerte que un profesor detectó sus talentos y lo convenció
para aplicar al programa de la Matías. Pero, ¿cuántos profesores de
nuestras escuelas rurales saben de la existencia de estos programas en
la Matías o en la Universidad de El Salvador, y de cómo acceder a ellos?
¿Cuántos profesores saben detectar a los talentos entre la masa de
adolescentes que tienen en frente? ¿Cuántos jóvenes tienen la suerte de
tener padres que apoyan la ambición de sus hijos a trascender la vida
de sus abuelos, tíos y padres? ¿Y cuántos jóvenes talentos caben en los
pocos programas diseñados para fomentarlos y levarlos a las carreras
académicas y profesionales adecuadas?
Una vez que los jóvenes talentos entran a estos programas, sean de
las universidades o de iniciativas como ‘Supérate’ y otros que
promueven empresas y ONGs, su camino al éxito académico y profesional
está abierto. Terminan becados en las universidades y entran con
ventajas al mercado laboral.
Sus historias de éxito todavía son la excepción. Esto es lo que hay que cambiar.
Recomiendo a quien salga electo de presidente a potenciar esta vía
aún extraordinaria para romper barreras de pobreza y marginación. Hay
que establecer estos programas para jóvenes talentos en todas las
universidades y todas las regiones. Hay que desplegar en todos los
institutos nacionales a profesores especializados en detectar y fomentar
talentos, y que sean los enlaces con los programas especiales en las
universidades y otras instituciones.
Costará dinero, pero poco. Y será buena inversión, con impactos
medibles. Con una razonable inversión, se podría multiplicar los casos,
ahora aún excepcionales, de jóvenes de zonas pobres que logren acceder a
estudios superiores y carreras profesionales hasta ahora reservadas
para pocos. Los efectos, tanto para la meta de inclusión social como
para el desarrollo tecnológico del país, serán visibles y medibles en
pocos años.
Animo a todos los jóvenes que sienten que tienen la capacidad
de romper las barreras que han mantenido a sus familias atrapadas en el
círculo vicioso de pobreza e ignorancia a buscar las instituciones que
les pueden abrir camino. Y a los profesores a empujarlos. Una vez que
ustedes superen los primeros obstáculos, ¿quién los va a detener?
Papa
Francisco: ¿Qué le cuesta decir que lo que Maduro
y Ortega están haciendo está mal y tiene que parar? ¡Usted es el Papa! Salvador
Sánchez Cerén: Aunque el Papa guarda silencio
sobre Nicaragua, no es razón para que lo emule usted que tanto debe al generoso
pueblo nica. ¿O piensa que fue el señor Ortega que nos dio comida, casa y hasta
armas durante la guerra? Con copia a Hugo Martínez… Carlos
Calleja: Para que ‘el mejor gobierno de la
historia’ sea más que una promesa, ¿cuándo nos presentará algunos hombres y
mujeres que gobernarán con usted? ¿Cuántos de estos serán ex ministros de
anteriores gobiernos de ARENA? Nayib
Bukele: Cuando habla de ‘los mismos de siempre’,
¿excluye a los operadores y propagandistas de Saca y Funes?
Guillermo
Gallegos, Herbert Saca, Walter Araujo, Félix Ulloa, Dagoberto, Porfirio Chica,
Peter Dumas, Ernesto Sanabria y Alejando Muyshondt: ¿Ustedes son ‘los otros de siempre’? Hugo Martínez: Díganos 10 decisiones concretas que
como presidente tomaría diferente a Funes y Sánchez Cerén. Esto te daría
fácilmente 200 mil votos de los que se les fueron en marzo del 2018. Roy
Campos: ¿Por qué no da la cara como el estratega
principal del ‘Team Nayib’ que es? ¿Le da pena que lo asocien con Bukele, o
teme que no es conveniente para el director de una encuestadora como Mitofsky? Nayib
Bukele: No le crea la paja a Roy Campos sobre el
voto joven que le va a garantizar la victoria. Ni sus propias encuestas lo
sustentan. Raul Melara: Si una de las principales críticas al
fiscal saliente fue el manejo mediático de sus casos, ¿cómo se le
ocurrió hacerse acompañar en su primera declaración ante los medios por
el hombre de comunicaciones de Douglas Meléndez? Mauricio
Funes: Tony Saca tiene la ventaja que desde
Mariona no puede interferir en la campaña electoral actual. ¿Por qué no se
solidariza con su amigo y se queda callado? De paso dejaría de complicarle la
vida a Hugo Martínez… Carlos Calleja: Fue valiente su discurso sobre
prevención versus represión, y guerra versus inversión social. Tenga el
valor de mantenerlo, sin titubeos y medias tintas, en el centro de su
campaña.
Acabo de regresar de un viaje relámpago a Europa. En una semana pasé
por siete aeropuertos, y cuatro veces por migración: dos veces en
Estados Unidos, donde las reglas básicas del servicio de migración son
la desconfianza y el mal humor; una vez en Amsterdam, y al final para
volver a entrar a mi propio país, El Salvador.
Los problemas que enfrentamos en los aeropuertos de Estado Unidos ya
todos los viajeros los conocemos. Es una cuestión de paciencia y
tragarse la rabia. Son inmensos ‘hubs’, donde se despachan diariamente
millones de viajeros, y nunca entendí por qué someten a los que solo
quieren transbordar para ir de paso a otros destinos y los someten al
mismo escrutinio que los que entran a Estados Unidos. Alimentados de
docenas de vuelos precedentes de todo el mundo, se forman colas
interminables que avanzan a paso de tortuga. Como no había nada que
hacer, y para no volverme loco, tomé los tiempos al trámite migratorio:
un promedio de 2 minutos, excepto para los muchos que son escoltados a
las oficinas para ser sometidos a saber qué interrogatorios.
En Amsterdam, donde uno entra a la Unión Europea, región marcada por
movimientos millonarios de refugiados, buscadores de asilo político, y
migrantes que buscan trabajo, solo hubo una cola de 10 metros, y el
promedio del trámite de control era de menos de un minuto. De bono
navideño uno recibe una sonrisa y un “Bienvenido a Amsterdam”.
En el aeropuerto de Comalapa llegué a la 1 de la mañana, y para mi
sorpresa me encontré con una cola igual de larga que en Houston y, en el
viaje de ida, en Atlanta. Pero como de los 18 mostradores de migración
solo estaban habilitados 5, y como aquí el promedio del tramite, por
razones inexplicables, es de 4 minutos, salí del aeropuerto hasta las 3
de la mañana. Y esto con suerte, porque fui de los primeros que había
salido del avión para alargar la cola formada por otros vuelos
anteriores. Si no, hubiera salido tal vez a las 4am…
Mientras uno avanza, centímetro por centímetro en esta cola, y
mientras a uno se le sube a cólera a niveles preocupantes para la salud
mental, uno se hace varias preguntas: ¿Qué diablos hacen que tarde 4
minutos para ver si uno tiene orden de captura o algún impedimento para
entrar al país? ¿Por qué no compran un software a los holandeses, en vez
de usar un sistema diseñado por la inteligencia cubana? ¿Y qué impide a
Migración prever, para cada hora del día y de la noche, el volumen de
viajeros y habilitar los mostradores que sean necesarios?
No somos un país peleando con hordas de inmigrantes que quieren
buscar su suerte en El Salvador. De hecho, durante las dos horas en la
cola de Comalapa a ningún viajero le fue negado la entrada, tampoco hubo
detenciones. ¿Cuál es el problema que a obliga a nuestras autoridades a
hacer sufrir de balde a los trasnochados viajeros y a los familiares
que afuera los están esperando, por cierto en un lugar inhóspito donde
nadie se puede sentar, donde no hay pantallas que avisan de la llegado o
las atrasos de los aviones?
Me acordé de mi último viaje en carro a Honduras. En El Amatillo, se
tardaron 2 horas para despachar a los viajeros que estaban saliendo de
El Salvador. Y en el otro lado, la “Migra” hondureña solo necesitaba 20
minutos para los trámites de entrada de la misma cola de personas y
vehículos. ¿Cómo no llegar a la conclusión que algo está mal con nuestro
“servicio” de migración?
De hecho, nuestra Migración no funciona con una filosofía de
servicio al ciudadano, sino con una de seguridad. No es casualidad que
aquí la “Migra” es parte del aparato de Seguridad, adscrita al
Ministerio de Seguridad, y conducida por una comisionada de la PNC. Y
las consecuencias no solo las sufrimos nosotros, sino igualmente los
turistas y los que llegan al país por negocios o inversiones. Esto es
una de las primeras cosas que habrá que cambiar el nuevo gobierno.
Saludos,
Posdata: Lo aquí escrito no va contra los agentes de migración,
igual de fatigados y frustrados que los viajeros, sino contra los
burócratas que tan mal administran este servicio.
Estimados candidatos:
La primera pregunta en el
debate presidencial en la UES fue sobre las pensiones, y lamentablemente
nadie la contestó bien. Tratando de contestar lo que es imposible
explicar en 2 minutos, fallaron. Lo correcto hubiera sido no intentar de
contestar la pregunta, sino usar sus 2 minutos para definir bien el problema.
Es tiempo que algún líder (o quien quiere serlo) diga al país: El
problema que tres cuartos de la población no tiene expectativa de
pensión no se puede solucionar perfeccionando el sistema existente de
pensiones. Este sistema (tanto el tradicional público-solidario, como el
nuevo privado) está basado en que los que están en empleo formal pagan
mensualmente sus aportes, igual que sus empleadores. Por definición, las
cotizaciones del 25% de la población nunca podrán financiar una pensión
digna para el restante 75%.
Aunque es correcto que urge hacer el sistema existente de pensiones
más inclusivo (ampliar la cobertura) y más efectivo (garantizar que los
ahorros se manejen de forma más rentable, para generar pensiones más
altas), esto no resuelve el problema de millones de salvadoreños que no
pueden esperar pensiones dignas: los que están fuera de la economía
formal; los que no llegan a los tiempos requeridos (sobre todo mujeres);
y los que ganan apenas salario mínimo y recibirán pensiones debajo del
mínimo necesario.
Cualquier solución de este problema grave no es asunto de la reforma
del sistema de pensiones basado en cotizaciones, sino de las políticas
sociales que los políticos estén dispuestos a proponer y los ciudadanos a
financiar – con sus impuestos.
No decir esto con claridad (y no invitar a la sociedad a discutir si
está dispuesta a asumir una solución financiada por impuestos) es una
falacia y una forma de engaño.
Me pregunto: ¿Por qué ningún candidato nos confronta con este
problema? ¿Por qué nadie ha detectado que muchos ciudadanos estamos
ansiosos a escuchar a políticos que nos obligan a enfrentar y discutir
las preguntas que la sociedad se tiene que hacer para progresar?
Por supuesto hay que hacer todas las reformas necesarias al sistema
provisional. Por supuesto hay que buscar formas de gradualmente ampliar
la cobertura del sistema y mejorar las pensiones que produce. Para esto,
tanto Hugo Martínez como Carlos Calleja han presentado propuestas que
parecen racionales y merecen discusión. Pero no deben seguir evadiendo
la discusión necesaria sobre una política social que en serio enfrente
el problema de la extrema pobreza de millones de viejos actuales y
futuros. Y no deben evadir el hecho que una solución de este problema
necesita financiamiento público.
Uruguay
legó a un acuerdo nacional de aumentar el IVA y dedicar los puntos
porcentuales adicionales exclusivamente a la creación de una pensión
mínima universal. Urge una discusión seria y honesta sobre cómo
financiar la solución en El Salvador – y este tema no debe estar ausente
en la campaña electoral. Nunca es tarde, señores candidatos.
Esta carrera presidencial es inusual, en muchos sentidos. Hay una
extraña mezcla entre estilos de campaña, no solo entre los diferentes
contendientes, sino también conviviendo dentro de cada campaña. Los
equipos de cada candidato brincan de las usuales promesas populistas a
descalificaciones al adversario, pero también presentan propuestas.
El problema es que el permanente ruido de los mutuos ataques y
contraataques, sobre todo entre los partidarios de Nayib Bukele y de
Carlos Calleja, opaca las propuestas. Así, aunque todos los candidatos
han presentado propuestas y varias de ellas valen la pena analizarlas
comparativamente, se genera la percepción general que hay un vacío de
contenidos y propuestas.
Carlos Calleja y Carmen Aída Lazo han pasado varias semanas usando
sus diarias visitas territoriales y sectoriales para presentar
propuestas concretas. También han organizado eventos de especiales
temáticas. Algunas de sus propuestas han sido convertidas en iniciativas
legislativas y presentadas a la Asamblea, en materia de transparencia,
austeridad e impuestos. El problema es que no solo en las redes
sociales, sino también en los medios e incluso en los análisis, se ha
enfocado más en la parte más juiciosa de la campaña: las acusaciones,
contraacusaciones, sospechas, descalificaciones.
Los candidatos de VAMOS han lanzado múltiples propuestas, algunas
algo confusas, pero otras bastante racionales, por ejemplo en materia de
prevención e inclusión social —pero como ellos no participan del show
de lucha grecorromana, nadie les para bola.
Hugo Martínez, aparte de pegar brincos, ha formulado propuestas, por
ejemplo en materia de educación y salud. Pero nadie se ha tomado la
molestia de analizarlas, me imagino por la sospecha general de que son
“lo mismo de siempre del Frente” —y por la percepción de que de todos
modos no va a ganar…
Bukele es el candidato que menos ha revelado qué piensa hacer como
presidente, aunque también formuló propuestas, algunas bastante
concretas, como el Aeropuerto Internacional de Oriente, que habría que
analizar para ver qué tipo de gobierno piensa armar y con qué
prioridades.
En esta situación, salieron varias columnas que se quejan de que “en
esta campaña nadie está haciendo propuestas”, y en especial de que nadie
habla del problema más urgente: la inseguridad, la delincuencia, las
pandillas. Ojo, colegas, esto no es cierto. O por lo menos, no como
afirmación generalizada.
Voy a poner un ejemplo: Mi amigo Cristian Villalta, uno de mis
columnistas favoritos, escribió: “Merecíamos una campaña para adultos. A
cambio hemos tenido una profunda discusión sobre los colores, un poco
de inglés sin barreras, misoginia cuando se puede, vulgaridades cuando
se debe y en general una comunicación que no respeta códigos. ¿Por qué
la resistencia de los candidatos a hablar de las pandillas, del plan de
seguridad, de la vulnerabilidad de nuestros cuerpos de seguridad?”.
Y en El Faro, Roberto Valencia inicia una entrevista diciendo: “Los
candidatos a la presidencia apenas han dicho nada sobre las maras
transcurrida ya más de la mitad de la campaña electoral en El Salvador,
como si se tratase de un fenómeno ajeno a la sociedad o sin incidencia”.
¡Qué rara esta percepción! ¿Un columnista tan sensible para los tonos
de lenguaje político como Villalta, o un experto en el tema pandillas
como Valencia, no se dieron cuenta de que Carlos Calleja, en medio del
sospechoso silencio sobre el tema pandillas, hizo una ponencia larga
sobre seguridad, que rompe con las concepciones hasta ahora adoptadas
por los gobiernos, tanto de ARENA como del FMLN? ¿O por qué otra razón
no reaccionaron?
Un candidato de ARENA dijo: “No podemos seguir con una guerra
interminable contra las pandillas” y diseñó un concepto de prevención
que consiste en “focalizar toda la inversión social de Estado en la
tarea de erradicar la marginación social” y en hacer posible la
reinserción de los sectores fuera de la ley en la sociedad. Esto
supuestamente debería haber provocado un debate. Al fin un candidato
tuvo el valor de formular una política de seguridad racional, sabiendo
que posiblemente no sea popular, ni en su propio partido —y nadie entró
en este debate, ni los demás candidatos (con excepción de Josué
Alvarado, quien hace de las políticas de inclusión el eje de su
programa), ni los expertos, ni los columnistas. Un candidato de derecha
se compromete a poner fin a la ideología de mano dura, a revertir la
militarización de la seguridad pública y dice que va a someter al
aparato de seguridad a un estricto control civil —y seguimos hablando de
pantones y quejarnos de que la campaña no tiene sustancia…
Aquí impera una percepción selectiva, basada en la sospecha de que
todos los candidatos, aunque hagan propuestas, incluso algunas audaces y
arriesgadas, no hablan en serio. Aplicar de antemano esta asunción de
culpabilidad, sin ni siquiera entrar en análisis, obviamente no abona a
la meta de que al fin los ciudadanos decidan su voto de manera racional.
(Desde Amsterdam) ¿Quién dice que este país no tiene futuro?
¿Quién dice que solo somos un país de llorones, por una parte, y violentos por la otra?
¿Quién dice que los jóvenes no tienen iniciativa?
Conozco una chica, nacida en familia pobre rural, que aparte de
viajar todos los días de Suchitoto a San Salvador para estudiar ya montó
su propio negocio, fabricando y vendiendo carteras con diseños que
podrían competir en Milano, Barcelona o New York. Acaba a ganar en su
universidad un concurso de emprendedurismo. El cheque lo va a invertir
en una maquina profesional de coser…
Conocí a una chava que regresó de Francia, donde se graduó en derecho
y sociología. Le ofrecieron trabajo en Europa, pero decidió regresar a
su país, para montar una ONG que trabaja con niños de la calle, les da
acceso a comida, educación y techo…
Vi crecer en Suchitoto a un bichito que enseñó a mi hijo el arte de
vender tamales. Se dedicaba a esto para apoyar a su mamá y sus hermanos
menores. Luego de salir del bachillerato, en vez de ir a la U, se
consiguió un chance en una productora de video, jalando cables, cargando
bultos, armando luces. Hoy es camarógrafo y editor, responsable de
muchas tomas que todos los días vemos en la campaña. No me gusta esta
campaña, pero me encanta que el bicho reconstruyó la casa de su mamá y
le paga a su hermano los estudios para convertirse en cocinero
profesional…
Conozco, también en Suchitoto, a un joven que, a pesar de que se
dedica a la agricultura, que sostiene a su familia, se considera actor
profesional. Saca orgullo y autoestima de ambas capacidades: la
agricultura y el teatro… No se parece al bicho que conocí hace 10 años,
cuando entró en el primer taller de teatro. Y es un actor excelente.
Pero se queda en su pueblo para formar otros.
Hace pocos días conocí a un músico quien, luego de terminar sus
estudios de guitarra en Cuba, en vez de aceptar ofertas para tocar en
orquestas, regresó a El Salvador y se dedica a formar maestros de música
para que ellos formen a jóvenes talentos en comunidades marginadas.
En unos días voy a ir a celebrar los 80 años de una señora que armó
en Suchitoto una institución que se dedica a apoyar a cientos de jóvenes
que quieren abrirse caminos como los que los arriba mencionados ya
están recorriendo.
Repito:
¿Quién dice que este país no tiene futuro?
¿Quién dice que solo somos un país de llorones, por una parte, y violentos por la otra?
¿Quién dice que los jóvenes no tienen iniciativa?
Las
potencialidades son infinitas. Solo hay que descubrirlas, quitarles los
obstáculos, y crear condiciones para que se desarrollen. Esto espero yo
del próximo gobierno.
(Desde Amsterdam) ¿Quién dice que este país no tiene futuro? ¿Quién dice que solo somos un país de llorones, por una parte, y violentos por la otra? ¿Quién dice que los jóvenes no tienen iniciativa?
Conozco una chica, nacida en familia pobre rural, que aparte de
viajar todos los días de Suchitoto a San Salvador para estudiar ya montó
su propio negocio, fabricando y vendiendo carteras con diseños que
podrían competir en Milano, Barcelona o New York. Acaba a ganar en su
universidad un concurso de emprendedurismo. El cheque lo va a invertir
en una maquina profesional de coser…
Conocí a una chava que regresó de Francia, donde se graduó en derecho
y sociología. Le ofrecieron trabajo en Europa, pero decidió regresar a
su país, para montar una ONG que trabaja con niños de la calle, les da
acceso a comida, educación y techo…
Vi crecer en Suchitoto a un bichito que enseñó a mi hijo el arte de
vender tamales. Se dedicaba a esto para apoyar a su mamá y sus hermanos
menores. Luego de salir del bachillerato, en vez de ir a la U, se
consiguió un chance en una productora de video, jalando cables, cargando
bultos, armando luces. Hoy es camarógrafo y editor, responsable de
muchas tomas que todos los días vemos en la campaña. No me gusta esta
campaña, pero me encanta que el bicho reconstruyó la casa de su mamá y
le paga a su hermano los estudios para convertirse en cocinero
profesional…
Conozco, también en Suchitoto, a un joven que, a pesar de que se
dedica a la agricultura, que sostiene a su familia, se considera actor
profesional. Saca orgullo y autoestima de ambas capacidades: la
agricultura y el teatro… No se parece al bicho que conocí hace 10 años,
cuando entró en el primer taller de teatro. Y es un actor excelente.
Pero se queda en su pueblo para formar otros.
Hace pocos días conocí a un músico quien, luego de terminar sus
estudios de guitarra en Cuba, en vez de aceptar ofertas para tocar en
orquestas, regresó a El Salvador y se dedica a formar maestros de música
para que ellos formen a jóvenes talentos en comunidades marginadas.
En unos días voy a ir a celebrar los 80 años de una señora que armó
en Suchitoto una institución que se dedica a apoyar a cientos de jóvenes
que quieren abrirse caminos como los que los arriba mencionados ya
están recorriendo.
Repito: ¿Quién dice que este país no tiene futuro? ¿Quién dice que solo somos un país de llorones, por una parte, y violentos por la otra? ¿Quién dice que los jóvenes no tienen iniciativa?
Las
potencialidades son infinitas. Solo hay que descubrirlas, quitarles los
obstáculos, y crear condiciones para que se desarrollen. Esto espero yo
del próximo gobierno.
El ascenso del nuevo populismo celeste va a costa del FMLN. Muchos
que durante toda la posguerra han votado por el Frente, hoy anuncian en
encuestas su intención de votar por Nayib Bukele.
¿A qué se debe este fenómeno? No es que estos votantes hayan dejado
de sentirse identificados con la izquierda. Pero se sienten frustrados
con el partido que representa a la izquierda.
Hablando con ex militantes de FMLN que ahora apuestan a Bukele, uno
recibe una respuesta simple: “Bukele y Nuevas Ideas representan la
‘nueva izquierda’, que va a corregir los errores del Frente. Se trata de
‘refundar’ la izquierda.” Ellos no tienen ninguna afinidad con GANA,
más bien detestan la cultura de corrupción y chanchullos que representa
este partido. El pacto de Bukele con GANA no lo ven como traición, sino
como movida táctica, que se va a corregir luego de las elecciones.
Tienen fe que Bukele y Nuevas Ideas son la solución a la crisis de la
izquierda, la cual muchos de ellos viven como crisis personal.
Digo “fe”, porque apostar a Bukele y Cía. para refundar la izquierda
solo puede ser un acto de fe. No está basado en una trayectoria de
izquierda de los líderes de Nuevas Ideas. Mucho menos de sus operadores
políticos y propagandísticos, que casi todos provienen de la derecha más
mafiosa.
Entiendo la frustración con el FMLN y sus actitudes conservadoras y oportunistas.
¿Pero en qué se transforma esta frustración? Lo lógico sería luchar
por la renovación del Frente, o por construir una nueva izquierda:
moderna, democrática, abierta al debate.
Pero pensar que un demagogo con actitudes de playboy hijo de papi
puede salvar la izquierda y convertirse en el heredero de tanta lucha y
tantos sacrificios, es absurdo y ofensivo. Este hombre nunca ha sido de
izquierda, se metió al Frente por oportunismo, y así salió. Obviamente
tiene la habilidad de apropiarse de consignas y banderas históricas de
la izquierda, pero esto no lo convierte en luchador social. También un
militar golpista y corrupto como Hugo Chávez tuvo esta habilidad – y ya
sabemos que el régimen que estableció no tiene nada de izquierda.
El primer requisito para alguien que proclama querer renovar la
izquierda, es vocación democrática. La segunda: tener una estrategia
para empoderar a la sociedad, sobre todo los sectores marginados. Cosa
que es excluyente con empoderase como líder que representa a las masas y
las convierte en instrumento para preservar su poder. Bukele no cumple
ninguno de estos dos requisitos. Construye un partido a la medida de su
líder. Se vanagloria que este partido es un movimiento sin cúpulas. Este
ha sido siempre el truco de los movimientos autoritarios, incluyendo
los fascistas al estilo de Mussolini, Perón y, otra vez, Hugo Chávez: No
quieren gobernar con instituciones, sino mediante la conexión directa
entre líder y movimiento. Terminan con un déspota que no rinde cuentas a
ninguna instancia, ni del partido ni de Estado, sino directamente “al
pueblo”, o sea a todos y a nadie.
Esto es lo contrario a izquierda, porque es contrario a los
principios de libertad, democracia y emancipación. Por esto no solo el
Frente se distanció (a fin) de Bukele, sino también se desmarcan de él
figuras históricas de la izquierda democrática como Rubén Zamora,
Salvador Samayoa, Roberto Rubio. Les da pena, igual que a mi, que un
oportunista y ególatra pueda tener éxito navegando con banderas
usurpadas de izquierda. Les inspira desconfianza, igual que a mi, que
Bukele y Ulloa despotrican contra el sistema pluralista construido por
los Acuerdos de Paz y hablan de una Constituyente para construir una
“Segunda República”. El país necesita estabilidad institucional, no
experimentos de anti-política que encubre nuevos autoritarismos.
Compañeros,
pónganse serios. Si quieren preservar la izquierda como fuerza
relevante, no abandonen al Frente en el momento que al fin comienza a
renovarse. Si ya no creen en esta renovación, voten por Calleja para que
medio levante el país y dedíquense a construir una nueva izquierda. Si
ambas opciones les parecen imposibles, registren su protesta votando por
Josué Alvarado, quien es un hombre correcto con gran compromiso social.
Pero no caigan en la trampa del nuevo populismo.
Estimados diputados: El domingo vimos al diputado
Jorge Schafik Handal en una entrevista tratando de explicar con qué
criterio están escogiendo al próximo Fiscal General. No lo supo
explicar. Handal es miembro de la subcomisión que hizo las entrevistas, y
también de la Comisión Política, que de la lista de 32 candidatos tiene
que escoger al ungido y proponerlo a la plenaria.
Los entrevistadores de FocosTV le
hicieron la pregunta de todas las formas imaginables y el diputado no
lo supo explicar. No es que no quiso. No supo. Si le hubieran aplicado
tortura de tercer grado, tampoco hubieran obtenido la respuesta. La
única conclusión posible es: no hay criterio. Por lo menos ningún
criterio más allá del interés que el próximo fiscal no los joda.
Y no es un problema del diputado
Handal. Con cualquier otro miembro de la Comisión Política de la
Asamblea (tal vez con excepción del diputado independiente Leonardo
Bonilla), la entrevista hubiera terminado igual. No hay criterios
establecidos para una decisión tan trascendental como nombrar al Fiscal
General, del cual dependerá, en gran parte, el futuro de nuestro Estado
de Derecho. Sin criterios establecidos, o por lo menos sin criterios
confesables, se decidirá de qué forma se va a luchar contra la
corrupción; de qué forma el Estado, persiguiendo cualquier tipo de
delitos, garantizará o afectará derechos constitucionales y humanos. En
esta decisión sobre el futuro fiscal también va implícito si vamos a ver
un juicio (pero uno como Dios y la ley mandan) contra Mauricio Funes…
Esta es la triste verdad: no hay
criterios. Tampoco hay una comisión capacitada a establecer y
aplicarlos. El diputado Handal no es la excepción. Es la regla. Nuestro
país y nuestro parlamento no disponen de un mecanismo adecuado para
elegir a los más idóneos como funcionarios guardianes del Estado de
Derecho, sean magistrados o fiscales. No disponen de una comisión
calificada, ni de los procedimientos rigurosos.
Esto no significa que no pueden
elegir a funcionarios correctos. Con suerte y cuando las correlaciones
de fuerzas lo permiten, pueden salir electos funcionarios capaces,
honorables e independientes. Pero no existe un proceso que lo garantiza.
Los diputados que los partidos mandan a las subcomisiones, no son los
más calificados para diseñar los perfiles adecuados y para examinar si
los candidatos los cumplen. No están ahí por su capacidad, sino por su
confiabilidad política-partidaria. Y la Comisión Política, que toma las
decisiones, la componen los jefes de fracción, no los expertos en
materia jurídica.
Luego de estas dos elecciones (de
magistrados y de fiscal), la Asamblea tiene el deber de diseñar otros
mecanismos para la selección de funcionarios claves. En las audiencias
que el Senado de Estados Unidos celebra para confirmar nombramientos de
funcionarios y magistrados, intervienen no solo los senadores, sino
expertos de alto nivel, con previas investigaciones incluso del FBI. Las
audiencias son rigurosas académicamente y son públicas, transmitidas
por televisión. Estas pruebas difícilmente las pasa un candidato
mediocre, corrupto o con antecedentes cuestionables. El ex fiscal Luis
Martínez pasó todos los filtros y casi fue reelecto. Por una razón
obvia: nuestros filtros no funcionan.
No se trata de copiar modelos, pero algo de estas prácticas, y
sobre todo de esta rigurosidad, debemos adoptar. Si no, a veces nuestro
Estado de Derecho va a funcionar, a veces no. No podemos seguir así.
Demasiado depende de buenos magistrados y fiscales.
Querida Carmen:
Todo el mundo está esperando que
dedique esta carta al desmadre que Nuevas Ideas armó con el asedio al
Tribunal Supremo Electoral. No voy a escribir esa carta. No es
necesaria. Es más que evidente que Bukele cometió un error y que lo
pagará caro. Producir de la nada un rumor, luego gritar “fraude” y
convocar a su gente a la calle, encabezada nada menos por el secretario
general del partido, para atacar una institución constitucional,
descalifica al candidato. Punto.
Voy a hablar de algo positivo que pasa en esta campaña. De Carmen Aída Lazo.
Te conocí en el momento crítico,
cuando de un día al otro apareciste en el teatro de guerra electoral. Te
vi asustada, insegura en este nuevo terreno que nada tiene en común con
tu vida académica, patinando, sin saber cómo actuar. Pero al mismo
tiempo te vi decidida de hacerle frente, a meterte de lleno para
aprender rápido, a asumir un rol activo, a ejercer la política sin
abandonar tus principios y tu independencia. Y a pagar el costo personal
y social. Cometiste errores. Yo te los señalé y nunca me lo tomaste
mal. Por lo contrario, me retaste a seguirte criticando. En algunos
casos, me hiciste caso. En otros no, y resulta que en estos casos
tuviste razón…
Algunos dirán: “Ahh, este ‘maitro’
está detrás de ella”. Falso: No soy asesor, ni me meto en la campaña.
Soy amigo. Los candidatos necesitan polos a tierra fuera del aparato de
la campaña. Necesitan amigos que los siguen tratando no como políticos,
tampoco como futuras figuras con poder, sino como amigos.
Ya me convencí: nadie te está
dirigiendo o manipulándote. No te dejas. Ni por un partido, ni por el
mismo Carlos Calleja, ni por aves de rapiña que se te acercan para estar
cerca del poder. Lo que hay detrás de la candidata es lo que se ve,
inteligencia, experiencia académica, apertura y enorme ambición de hacer
las cosas bien. s://twitter.com/carmenaidalazo/status/1071059155287465984
Cambié el pantone de mis lentes... ¿Voy a confundir a los electores? ¿Será fraude? 😱 pic.twitter.com/kJlHBlWbRu
Muchos han cuestionado por tu
decisión de relacionarte con ARENA y el PCN, a pesar de que no has
estado de acuerdo con muchas de sus actuaciones y políticas en el
pasado. Tu argumento es simple y me desarmó inmediatamente: “Desde la
academia he criticado la falta de apertura de los partidos hacia la
sociedad civil y hacia nuevos conceptos para solucionar los problemas
del país. De repente hay una crisis de partidos, se abre la puerta y me
invitan a entrar y asumir responsabilidad. Nada menos como
vicepresidente. Si me hubieran invitado a entrar a un partido, hubiera
dicho que no. Pero me invitaron a hacerme cargo de las políticas
sociales y económicas del futuro gobierno. ¿Cómo iba a decir no? ¿Cómo
iba a seguirles exigiendo y criticando?”
Con suficiente distancia de la
campaña pero suficiente cercanía personal he observado cómo has asumido
tu rol frente a los partidos, frente a Carlos Calleja, frente a tus
detractores y la sociedad en general. Ya no hay rastro de la mujer
asustada e insegura que conocí hace pocos meses. Ganaste confianza y
seguridad. Asumiste liderazgo. Construiste tu propio discurso. Respetas y
te ganas respeto.
¿Todo esto suena muy positivo? Sí,
porque es positivo. Tu irrupción a la política es lo mejor que nos pudo
pasar. La antítesis al político clásico que nos despierta tanta
desconfianza no son los profetas de la antipolítica, sino son personas
como Carlos y tú que asumen el reto de mejorar a política. Las nuevas
ideas que necesitan regir al próximo gobierno no vienen de estos
profetas, sino de la capacidad académica y humana de una mujer
profesional que se propone convertir a la persona humana en el eje
rector de la política pública, y que define la política social como el
eje central de la política económica. Si para señalar esta buena
sorpresa en nuestra política tengo que abandonar la comodidad de la
imparcialidad, con gusto asumo el costo.
Te quiero ver actuando desde Casa Presidencial, como correctivo permanente a las influencias sectoriales y partidarias.
Últimamente he tenido muchas conversaciones que van más a menos así: – ¿Crees que el FMLN debería tener otro gobierno más? No. El país no lo aguantaría. – De acuerdo. ¿Crees que Bukele es la alternativa? – No, Dios guarde, sería peor. – A ver, ¿por qué? –
Este hombre no es confiable. Demasiado egocéntrico. Un gobierno de él
sería impredecible. No tiene respeto por la institucionalidad. Está
rodeado de pícaros…
– De acuerdo. Entonces, ¿no votarías ni por el Frente ni por Bukele? –
No. La única razón de votar por Nuevas Ideas sería expresar el hartazgo
con la clase política y como ha gobernado. Pero la medicina sería peor
que la enfermedad. Además se ha aliado con GANA, que es la peor parte de
la clase política. ¡No way! – De acuerdo. ¿Y el Frente, con Hugo Martínez? ¿Crees que sería diferente a Funes y Sánchez Cerén? –
Hugo es un tipo razonable. Pero no puede contra los dinosaurios. Si yo
fuera de izquierda, votaría por él. Porque si colapsa el Frente, solo
beneficia a Bukele… – Entonces, si no eres de izquierda, ¿eres de derecha? –
A esta altura, ya no sé. No me gusta ARENA, por nada. Soy liberal, tal
vez progresista. Pero esta opción no existe entre los partidos… – De acuerdo. A mi tampoco nunca me ha gustado ARENA.
Pero la dupla Carlos Calleja/Carmen Aída Lazo no son los típicos
areneros. ¿Podrías votar por ellos? – Tal vez, pero no
para ARENA. Por…(Mayor D’Aubuisson, Paco Flores, Tony Saca, corrupción,
los conservadores anti-liberales que todavía tienen…) – Entonces, ¿estás seguro que un tercer gobierno del Frente sería un desastre? – Sí, ya fracasaron. Tienen que ir a laoposición. – ¿Y estás seguro que Bukele/Gana/Nuevas Ideas no esuna opción? – No. Les tengo miedo. A GANA igual que a Bukele. Y aun más a la gente que lo rodea. – ¿Crees que un gobierno de Calleja y Carmen Aída sería un desastre? – No sé. Tal vez no. Pero no me gusta ARENA. Si no estarían con ARENA, tal vez serían una opción. – Resumamos: El FMLN fracasó y de todos modos queda
afuera. De Bukele estás convencido que sería un desastre como
presidente. Y con Calleja no estás seguro qué esperar. ¿Correcto? – Correcto. Así es. – Entonces, corres el riesgo que gane Bukele. ¿No sería más lógico votar por quien te parece que significa menos riesgo? – No sé. No me gusta ARENA. – No es más racional verlo como un problema de riesgos, no solo de gustos? – No sé.
– ¿Y entonces? – Entonces, ¿qué? – Entonces, si la alternativa es Calleja o Bukele, ¿qué vas a hacer tu? – No sé. Está complicado. Tal vez no votaré… – No, hombre, no votar es votar por Bukele. Tienes que tomar una decisión.
. . .
Tengo este tipo de conversaciones casi todos
los días. Con amigos, con gente inteligente, crítica, escéptica, que no
son fáciles de engañar. Y voy a continuar argumentando.
Aunque
parezca iluso, quiero pensar que elegir a un presidente es un acto de
razón, no de gustos, resentimientos, hartazgos. También es un acto de
responsabilidad. Son los indecisos que definirán la elección.
Piénsenlo,amigos escépticos, críticos, progresistas y liberales.
Hace unos días salió publicado en DER SPIEGEL,
el más influyente magazín de noticias y política de Alemania, un
“reportaje” sobre la violencia y las pandillas en El Salvador.
Su juicio: El Salvador es un “país que ha perdido su moral”. Lo más
grave: Este juicio no aparece como conclusión, sustentado en hechos,
argumentos y análisis, sino como premisa, al principio del artículo.
Puse “reportaje” entre comillas, porque esta nota no cumple con los
requisitos de una investigación periodística. Extraño: Como estudiante,
luego como joven periodista vi al SPIEGEL como ejemplo del periodismo
investigativo.
¿Cómo un reportero, que llega por unos días a un país desconocido con
una historia y un presente complejo y se atreve a publicar semejante
juicio: un país sin moral? Según el periodista, su nota y sus
conclusiones se basan en información de “insiders”.
Estos son personas con información privilegiada, debido a su
involucramiento en el fenómeno a describir. Pero las únicas 2 fuentes de
la nota son un oficial de la PNC y un pandillero convertido en “testigo
criteriado”. Lo que es muy inusual: Fiscalía y PNC nunca antes han
exhibido a sus “criteriados” a la prensa. Para romper esta norma deben
haber tenido un especial interés en este “reportaje”. También para poner
a uno de sus policías estrella de la unidad anti extorsión a plena
disposición.
Así que los “insiders” y únicas fuentes del reportero fueron
proporcionados por las autoridades. No es el mejor ejemplo de ejercicio
de periodismo investigativo.
El “insider” policial llevó al periodista a Apopa. “Valle del Sol, es
uno de los barrios mas peligrosos en las afueras de San Salvador, que
es la ciudad más peligrosa del mundo”, nos cuenta el periodista, porque
así se lo contó el policía. El policía agrega: “Si aquí me topo con
miembros de la pandilla, ellos abrirán fuego.” Y se retiran… Falso.
Alguien debería haberle explicado al corresponsal viajero que lo
llevaron a la colonia menos peligrosa de Apopa. En Valle del Sol la
pandilla local suele hacer lo posible para evitar enfrentamientos con la
policía, resultado de su acuerdo con los liderazgos comunales de no
poner en peligro a los habitantes y la relativa paz social alcanzada en
esta colonia que hacer 6 años tuvo altos números de homicidios y
extorsiones, pero desde el 2012 los ha logrado bajar drásticamente. Por
esto a la PNC le gusta llevar a ahí a los reporteros, precisamente
porque saben que pueden exhibir la agresividad de sus patrullajes – pero
sin correr los riesgos que correrían en las colonias vecinas.
El reportero también trata de explicar el surgimiento de las
pandillas en El Salvador: “Juntos con ex guerrilleros y ex soldados,
unos 4 mil miembros deportados de ‘gangs’ de Estados Unidos formaron las
pandillas en El Salvador.”
Otra vez, más mito que verdad. Muy pocos de los fundadores de las
maras eran participantes de la guerra civil salvadoreña. Las maras son
un fenómenos de la generación siguiente, no marcados por la guerra, sino
por los errores políticos de la postguerra.
Y así sigue: Afirmaciones no fundamentadas sobre el involucramiento
de las pandillas en el narcotráfico; sobre “70 mil asesinos” que andan
sueltos en El Salvador. Siempre mitos que no resisten una investigación
seria. Mucho aporta el “criteriado” que la PNC le proporciona al
reportero para que pueda entrevistar a un pandillero de verdad. De esta
plática salen sus concusiones: “Se trata de violencia por la violencia”;
“La muerte es en Salvador como la comida diaria.”
¿Para qué sirve una investigación periodística que, basada en solo
dos fuentes (un policía y su agente encubierto, un ex pandillero con 60
asesinatos encima), llega a conclusiones como esta (que tenemos 70 mil
asesinos que ejercen la más cruel violencia solamente por deporte, y que
todos vivimos con una pata en el cementerio)? ¿No es nuestra
responsabilidad como reporteros explorar las causas; explicar el circulo
vicioso entre marginación, delincuencia y represión; describir las
cadenas de venganza?
No somos un país que ha perdido la moral, ni tampoco todos
vivimos al borde de ser asesinados. Somos un país que lucha por superar
la violencia, empezando por entender y atender sus raíces. Bienvenido el periodismo que nos ayude.
Saludos,
Como
el artículo aquí citado no es accesible a quienes no tienen una
suscripción a DER SPIEGEL, lo reproducimos aquí en el original alemán.
El Salvador: Insiderreport über den Bandenkrieg “Wir prüfen, wie jemand getötet werden soll”
Mit
entsetzlicher Brutalität kämpfen Banden wie MS 13 oder Barrio 18 Sureños
um Drogen und Macht auf den Straßen von El Salvador. Hier berichten
Insider, welche Regeln dort herrschen. Von Fritz Schaap
und Christian Werner (Fotos)
Um über die vielen Menschen hinwegzukommen, die
sterben, deren Leichen vermodern, unentdeckt, in Brunnen, in
Massengräbern, verscharrt unter Feldern, sammelt er. Er sammelt
Schlümpfe, Modellschiffe, Spielzeughelikopter, Dinosaurierfiguren,
Münzen.
Je mehr Tote Johnny Flores sieht, desto mehr muss er
anhäufen, in seinem garagengroßen Haus in den Ausläufern San Salvadors,
der Hauptstadt El Salvadors.
Der 51-Jährige läuft in Unterwäsche
zwischen den Stapeln und Anrichten voller Nippes umher. Ein gedrungener
Mann, kräftig, das Haar schütter. Die Wände sind tapeziert mit Urkunden
von religiösen Seminaren, Schulungen und Auszeichnungen, die alle seinen
Namen tragen, als müsse er sich täglich daran erinnern, wer er ist,
damit er nicht zerfällt in diesem Land, das seine Moral verloren hat.
Er nimmt eine Bibel vom Bett. Schlägt sie auf.
Neues Testament, Brief des Paulus an die Römer, achtes Kapitel. Darüber
wird er heute reden, denkt er sich. Über die Rettung der Glaubenden.
Dann holt er seine Beretta 92 unter dem Kopfkissen hervor, legt die
Pistole neben das gebügelte Hemd und zieht eine schwarze Hose an. Er
lächelt. Sein Silberzahn funkelt.
Sonntage sind gute Tage für Johnny Flores, der sonst eine Spezialeinheit der Polizei leitet. Sonntags ist Johnny Flores Pastor.
Er
greift Bibel und Beretta und fährt zu seiner evangelikalen Kirche.
Sonntags, bei seiner Gemeinde, bei seinem Gott, hat Johnny Flores Ruhe.
Niemand werde ihn hier töten, nicht in der Kirche, glaubt er. Dann
steigt er hinauf auf die kleine Bühne, vor die Gemeinde.
“Denn das
Gesetz des Geistes, der lebendig macht in Christus Jesus, hat dich frei
gemacht von dem Gesetz der Sünde und des Todes”, zitiert er am Ende der
Predigt aus dem Paulus-Brief.
Das Gesetz der Sünde und des Todes
aber ist das mit der größten Gültigkeit auf den Straßen des Landes an
der zentralamerikanischen Pazifikküste. Gerade einmal 6,4 Millionen
Menschen leben hier, aber trotzdem werden jedes Jahr Tausende ermordet.
3952 waren es voriges Jahr offiziell. Bis Ende September dieses Jahres
2560. Das sind 9,4 Morde jeden Tag. Im vergangenen Jahr wurden zudem
1850 Vergewaltigungen angezeigt, nicht angezeigt werden viel mehr. In
einem Land, so groß wie Hessen. Deshalb riskieren Tausende die Flucht
nach Norden, in Richtung USA. 70 000 Gangmitglieder gibt es Schätzungen zufolge in El Salvador, die
für den Großteil der Gewaltverbrechen verantwortlich sind. Organisiert
sind sie in drei großen Gangs, den sogenannten Maras: MS 13, Barrio 18
Sureños und Barrio 18 Revolucionarios. 70 000 Mörder. Denn wer einer
Gang beitreten will, muss töten. Der Tod ist in El Salvador, so sagen
sie hier, wie das tägliche Essen, wie das Schlafengehen. So wie man
sagt: Morgen werde ich meine Familie sehen, so denkt man hier: Morgen
könnte ich sterben.
Am nächsten Mittag, nur 25 Autominuten von seiner
Gemeinde entfernt, auf vom Regen der vergangenen Nacht noch immer
rutschigen Wegen, stürmt Johnny Flores, gefolgt von fünf schwer
bewaffneten Polizisten, ins Viertel Valle del Sol. Schweiß rinnt ihm von
der Stirn, über die Wangen das Kinn hinunter, und tropft auf den
Asphalt. Es ist zu ruhig.
Angst überkommt ihn, Angst wie eine
leichte Übelkeit der Seele. Er atmet ruhig, wie ein Psychiater ihm das
empfohlen hat. Die Wege sind leer, hinter den Gittern der Fenster
schauen vereinzelt Frauen hervor. Regungslos. Valle del Sol ist eines
der gefährlichsten Viertel in der Umgebung San Salvadors, einer der
gefährlichsten Städte der Welt. “Wenn ich hier eine Gruppe
Gangmitglieder treffe, dann schießen sie”, sagt Flores. Er bleibt kurz
stehen, zieht die Beretta aus dem Holster.
Sergeant Johnny Flores
führt die Anti-Schutzgeld-Einheit in Apopa, nördlich der Hauptstadt San
Salvador. Seit 1986 ist er Polizist, als die Nationalpolizei noch der
Armee unterstand und im Bürgerkrieg hauptsächlich für den Häuserkampf
eingesetzt wurde. 1994 gründete er eine Ermittlungseinheit der neuen
Nationalen Zivilpolizei. Zwei Jahre nach Ende des Bürgerkriegs, der
zwölf Jahre gedauert und 75 000 Menschenleben gekostet hatte.
Darunter Männer, die zuvor in US-Städten gelebt
hatten, in denen Gangs die armen Viertel beherrschten. Die sich
zusammengeschlossen hatten, um sich zu verteidigen. In Los Angeles
hatten sie zwei Gruppen gebildet und sich die Namen gegeben, die die
Salvadorianer heute ihrer Angst geben: Barrio 18 und Mara Salvatrucha
13.
Zusammen mit Ex-Guerilleros und Ex-Soldaten formten ungefähr
4000 abgeschobene Bandenmitglieder in El Salvador ihre eigenen Gangs,
die Maras, nach dem Vorbild der Gangs von Los Angeles. Sie rekrutierten
junge Männer, oft noch Kinder, und führten ihren in den USA begonnenen
Krieg gegeneinander fort. Weiteten ihn aus gegen den Staat, gegen die
Bürger. Diesen Staat versucht Flores zusammenzuhalten.
Flores, der auf Rat seines Psychiaters Boote, Flugzeuge und Autos aus
Holzstäben baut, um sich selbst zusammenzuhalten, der Pastor geworden
ist, um weiter Polizist sein zu können, und deswegen denkt, dass diese
Gesellschaft nach Jahrzehnten der Gewalt so tief verletzt sei, dass es
weit mehr brauche, um sie zu heilen, als Menschenhand zu tun vermag.
Flores
läuft ein paar Treppen hinunter. Die Häuser sind einstöckig, rohe,
übermalte Klinker, Wellblechdächer, Bananen wachsen zwischen den
Häusern. Er sucht eine Gruppe junger Männer, die für
Schutzgelderpressungen im Viertel verantwortlich sind. Er läuft an das
Ende der Siedlung, dorthin, wo sie an eine Schlucht grenzt, in der ein
Zufluss des Acelhuate rauscht. Wie eine Hängebrücke verläuft ein Rohr
auf die gegenüberliegende Seite. “Hier sind sie geflüchtet”, sagt
Flores. Auf der anderen Seite sind schemenhaft zwei Männer zwischen den
Bäumen zu erkennen.
Neben dem Drogenverkauf sind
Schutzgelderpressungen die Haupteinnahmequelle der Gangs. Ob
Straßenhändler oder Unternehmer, jeder muss zahlen. Von fünf Dollar im
Monat bis zu 50 000 Dollar. Wer nicht zahlt, stirbt.
Brutalität ist kein exklusiv salvadorianisches
Problem. Im gesamten sogenannten Nördlichen Dreieck der Staaten El
Salvador, Honduras und Guatemala gibt es Tötungsraten, die an
Kriegsgebiete erinnern. Mexiko befindet sich de facto im Krieg gegen
seine Drogenkartelle, und die befinden sich im Krieg untereinander.
Doch
die Brutalität in El Salvador ist eine andere. Es geht hier nicht um
Millionen Dollar. Die Drogen, die aus Südamerika kommen, werden nicht
auf dem Landweg durch El Salvador in die USA gebracht. Es gibt hier
keine lokalen Kartelle. Es geht nicht um ein größeres Stück vom Kuchen.
Es geht um ein paar Krümel. Es geht um Gewalt um der Gewalt willen, um
ein paar Hundert Dollar Schutzgeld, um Häuserblocks, an deren Ecken man
Kokain und Meth verkaufen kann. Es geht um Macht, aber vor allem geht es
um Anerkennung. Und Anerkennung wird bei den Gangs von El Salvador in
Morden gemessen.
Flores bricht die Suche ab. Die Gang hier hat
seit Kurzem M16-Sturmgewehre. Es ist ihm zu riskant. Die Polizisten
fahren zurück nach Apopa. Das Leben auf den Straßen wirkt normal. Ganz
San Salvador wirkt normal: amerikanische Fast-Food-Ketten, Staus,
Märkte, Shoppingmalls. Es ist ein bizarres Merkmal dieses Bandenkriegs,
dass extreme Brutalität inmitten des normalen Alltags stattfindet. Natürlich sei es gut, sagt Flores im Auto, dass die Mordzahlen sinken, weil
seit 2016 Polizei und Militär wieder härter gegen die Gangs vorgehen.
Seit versucht wird, die Kommunikation mit den Bossen in den notorisch
überfüllten Gefängnissen zu kappen. 2016 waren es noch 5280 Morde. 1328
mehr als im vergangenen Jahr.
Immer wieder gibt es Absprachen
zwischen Politikern und Gangs, gerade vor Wahlen, wenn niedrige
Mordraten gebraucht werden. Im Februar wählt El Salvador einen neuen
Präsidenten.
“Aber es gibt so viele geheime Friedhöfe, Leichen,
die in Brunnen geworfen werden, die verschwinden”, sagt Flores. “Morde,
für die es keine Zeugen gibt, von denen wir nie erfahren.” Am Abend
sitzt Johnny Flores hinter seinem Schreibtisch im Revier in Apopa. Er
schaut die Nachrichten. Gestern gab es nur sechs Morde im ganzen Land.
Dann rollt ein Pick-up-Truck mit verdunkelten Scheiben auf das Gelände.
Der “Criteriado”, Flores’ Kronzeuge. El Sparky, wie der Mann sich
derzeit nennt. Ein Massenmörder, der 69 andere Mörder verrät und dessen
Aussagen zu 515 neuen Verfahren geführt haben. El Sparky, der süchtig
ist nach Töten, der die Sinnlosigkeit in all dem nicht zu sehen vermag,
weil die Gang, das Töten, für ihn das einzig Sinnvolle ist.
“Die
Criteriados verraten ihre Gang. Liefern uns alle aus, die sie kennen.
Legen uns die Hierarchien der einzelnen ‘Clicas’ dar, die Strukturen,
die Morde, die sie begangen haben, wo, mit welchen Waffen, wo die
Leichen liegen. Wenn sich das alles als wahr herausstellt, sind sie
frei”, sagt Flores, als er in den schwülen Abend hinaustritt. Am
Horizont türmen sich Gewitterwolken auf.
“El Sparky war ein
Anführer, ein ‘Palabrero’. Er kannte die Strukturen der gesamten Gang.”
Er ist, so ungern Flores das zugibt, einer seiner wichtigsten Männer.
Ein Mann, der mehr als hundert Menschen abgeschlachtet hat. Flores
schaut auf den Pick-up, aus dem ein bulliger, aufgedunsener Mann
aussteigt, die Arme und Schultern voller Tätowierungen.
El Sparky
und Johnny Flores gehen hinein. Johnny sieht müde aus. Manchmal greift
er reflexartig ans Holster. Wie um zu prüfen, ob die Beretta noch da
ist. Sie reden über die Männer im Valle del Sol.
Später sitzt El Sparky auf dem Hof und raucht. Die Augen klein, das Vokabular schwer vom Slang und vom Crack.
El Sparky war ein Palabrero der Barrio 18 Revolucionarios. Er hat sich hochgearbeitet, Mord um Mord. Er ist stolz darauf.
2003,
mit 15, tritt er der Gang bei. Er verkauft Snacks auf der Straße,
Wasser, Chips, kleine Dinge, mit denen er wenig Geld verdient. Aber er
verkauft diese Sachen ein paar Straßen entfernt vom Haus seiner Eltern –
im MS-13-Territorium. Gangmitglieder rauben ihn aus, schlagen ihn,
immer wieder. Sie versuchen, ihn umzubringen, weil dort, wo er herkommt,
die gegnerische Gang Barrio 18 herrscht. “Ich trat dann Barrio 18 bei,
damit ich mich rächen kann, damit ich die Jungs von MS-13 umbringen
kann”, sagt er. “Und damit die Leute Respekt vor mir haben.” An einem Donnerstag um drei Uhr nachmittags muss dann in einem vollen Bus
in San Salvador ein Junge sterben, damit El Sparky der Gang beitreten
kann. Das Opfer ist Mitglied der MS 13 und hat El Sparky ausgeraubt. Es
ist vielleicht so alt wie er.
Wenn El Sparkys Erzählung stimmt,
dann nimmt er nun ein Messer mit 15 Zentimeter langer Klinge und wartet
an einer Straßenecke. Er weiß, wo sein Opfer wohnt. Er wartet, bis der
Junge in einen Bus steigt. El Sparky geht hinterher. Dann zückt er das
Messer und sticht ihm in den Bauch. Sechsmal. Danach steigt er aus und
geht in das Haus des Ganganführers.
Vier Männer gehen mit ihm in
den Hof, sie schlagen ihn zusammen. Es ist der Initiationsritus. 18
Sekunden dauert er bei Barrio 18. 13 Sekunden bei MS 13. Manchmal stirbt
jemand dabei. Nach 18 Sekunden umarmen die Männer El Sparky. Er ist
jetzt einer von ihnen. “Ich fühlte mich großartig”, sagt er. Von Anfang
an war El Sparky ein “Sicario”, ein Auftragskiller: “Ich fing als Mörder
an, weil ich deswegen der Gang beigetreten war: Ich wollte töten.”
Töten,
sagt er, sei nicht schwer, wenn man es wirklich wolle. “Es wird zu
einer Sucht, wie Saufen. Wenn du trinkst und merkst, du magst es,
trinkst du weiter. Manche töten nicht gern, die probieren es aus, und
dann machen sie es nicht noch mal.” Die Art und Weise, wie getötet wird,
werde angepasst.
“Wir prüfen, wie jemand getötet werden soll.
Wenn es ernst ist, schlachten wir ihn ab. Ist es ein leichteres
Vergehen, jagen wir ihm eine Kugel in den Kopf.”
Wenn es ernst war, wie Sparky das nennt, entfernte
er lebenden Männern die Augen, schnitt ihnen Finger, Zunge und Ohren ab,
dann Arme und Beine, und wenn sie noch lebten, schnitt er ihnen den
Bauch auf. Wenn nicht, dann trotzdem.
Manchmal legte er
anschließend die Flasche hinein, die er bei der Arbeit geleert hatte,
manchmal schob er sie auch dem noch lebenden Opfer in eine
Körperöffnung. Dann verscharrte er die Leichen oder warf sie in Brunnen.
Oder er ließ sie liegen. Je nachdem, welche Nachricht damit überbracht
werden sollte.
So ist ein Wettbewerb entstanden. Die Gangs wollen
sich in Grausamkeit überbieten. Denn Grausamkeit sorgt für Respekt.
Häutungen, Frauen, denen in die Vagina geschossen wird, Zerstückelungen,
Vergewaltigungen während der Hinrichtung: Normalität hier. Manchmal
reißen sie ihren Opfern das Herz aus der Brust.
“Jede Gang”, sagt
El Sparky, “will ganz Salvador kontrollieren. Aber nur die Irresten mit
den dicksten Eiern werden sich durchsetzen.” Und hier, wo es wenig
Perspektiven gibt, werden dicke Eier zur Währung. Denn Geld machen nur
die wenigen Gangmitglieder, die in den Waffen- oder Drogenhandel
eingestiegen sind. Eine Gang ist eine Gruppe von Freunden, eine
Ersatzfamilie. Viele Gangmitglieder sind bitterarm. Es geht darum, den
anderen etwas zu beweisen.
“Man tritt bei, um seine Nachbarschaft
zu verteidigen. Man erwartet kein Geld. Wenn du nützlich bist, bekommst
du etwas vom Geld der Gang, wenn nicht …”, er formt die Hand zu einer
Pistole und lächelt. “Es heißt: entweder töten oder getötet werden. Als
Gangmitglied hast du nicht viele Optionen”, sagt er.
Es ist schwer
zu verstehen, was hier passiert. Man kann versuchen, den politischen
Kontext zu erklären. Die Zusammenbrüche der Militärregimes und der
Guerillaarmeen in Zentralamerika hinterließen Lagerhallen voller Waffen
sowie Soldaten, die keinen Sold mehr bekamen. Die entstehenden
Demokratien waren schwach, ihre Politiker korrupt. Die internationale
Gemeinschaft forcierte die Schaffung von freien Märkten, sie schaute auf
Wahlen, aber übersah, wie instabil die Rechtssysteme waren und dass die
Kluft zwischen Arm und Reich immer größer wurde. “Das alles würde nur aufhören, wenn alle Gangmitglieder umgebracht würden. Aber,
ehrlich gesagt, du kannst die Gangs nicht auslöschen”, sagt El Sparky.
“Du bringst heute drei oder vier um, aber morgen treten wieder zehn
bei.”
El Sparky weiß, dass es auch für ihn nie aufhören wird. Nach
einem Streit setzten seine eigenen Bosse vier Killer auf ihn an. Sie
lauerten ihm auf der Straße auf. El Sparky hatte sein amerikanisches
Sturmgewehr dabei. Mit vier Magazinen. Einen der Killer erschoss er,
dann floh er, tauchte unter. Schließlich ging er zur Polizei. Mehr aus
Rache als aus Hoffnung auf ein langes Leben. Er hätte zwar gern ein
friedliches Leben und einen Job. Aber er weiß auch, dass sie ihn
umbringen werden, bei der ersten Chance, die sie bekommen. Und er weiß
nicht genau, wie das funktioniert – ein friedliches Leben.
Niemand kann eine Gang lebend verlassen. Der
einzige Weg in eine Art Ruhestand ist, einer Kirche beizutreten und
derart überzeugend ein gläubiges Leben zu führen, dass die anderen
Gangmitglieder den Wandel ernst nehmen. Das geht manchmal gut, in
letzter Zeit aber immer seltener. “Viele Männer haben das als einfachen
Ausweg genutzt. Deswegen haben wir angefangen, sie umzubringen”, sagt El
Sparky. “Wenn du drin bist, dann heißt es: bis dass der Tod uns
scheidet!” Dann fahren zwei Polizisten ihren Kronzeugen El Sparky zurück
in ein gesichertes Versteck.
Es gibt viele wie El Sparky. Und das
Schlimmste ist: Sparky sticht noch nicht einmal heraus. Der Polizist
und Priester Flores weiß das. Es ist einer der Gründe, warum Flores Gott
braucht. Warum er mehr braucht als einen Psychiater. Weil es so viele
sind, weil es nie aufhört.
“Wir leben in einem irregulären Krieg”,
sagt Flores. Es ist eine neue Form des Krieges, noch nicht ganz
Bürgerkrieg, aber doch weit mehr als reguläre Gewalt. Die Grenzen
verwischen hier: Auch Polizisten formen mittlerweile Todesschwadronen.
Nach Dienstschluss ziehen sie durch Ganggebiete und töten. Damit werden
sie selbst zu so etwas wie einer Gang. Johnny Flores aber will das
Gesetz nicht aufgeben. “Die Kirche und mein anderes Ich, der Pastor, helfen mir, im Umgang
mit den Gangs auch die Menschen zu sehen, ihre Rechte. Die Menschen zu
sehen, die Familie haben und Fehler machen.” Johnny geht wieder hinein.
Leichter Regen trommelt auf das Wellblechdach. “Viele Polizisten tun das
nicht mehr.” Viele Polizisten, so sagen sie auf den Revieren der
Hauptstadt, verlassen das Land, weil ihre Familie bedroht wird, weil sie
selbst bedroht werden.
Johnny Flores zieht die Uniform aus und
legt sie in seinen Spind. Die Uniform lässt er immer im Revier. Die
Gangs in seinem Viertel wissen nicht, dass er Polizist ist. Nach
Dienstschluss trägt Flores wieder den Anzug des Pastors. Er spielt
Gitarre, wenige Straßen von seinem Haus entfernt auf dem Geburtstag
eines Mädchens. Ein paar Kinder sitzen einige Häuser weiter. Sogenannte
Antenas, Spitzel der Gangs.
Ein Mann kommt aus dem Haus, in dem
die Kinder feiern. Setzt sich. Schaut hinüber zu den Antenas. “Für die,
die nicht reich sind, sind die Gangs immer da”, sagt er. “Mit viel Glück
klopfen sie nie an deine Tür. Aber man muss immer mit ihnen rechnen.”
Die
Polizei mache ihren Job, sagt der Mann. Die Fahnder kämen, wenn sie
gerufen würden. “Sie brechen Türen auf, sie stürmen Häuser. Dann
verschwinden sie wieder. Aber wir müssen hierbleiben.” Die Antenas
schauen herüber, rauchen.
“Das ist das Problem”, sagt ein anderer
Mann, “denn Gangs verschwinden nicht. Sie sind Teil der Viertel. Sie
sind Söhne und Töchter von Frauen aus der Nachbarschaft. Die Gangs sind
Teile El Salvadors. Sie sind Teile der Straßen wie der Bordstein dort.”
Johnny Flores nickt.