viernes, 10 de enero de 2025

Carta a quienes quieren entender el dilema venezolano. De Paolo Luers (+captulo 30 del libro 'DOBLE CARA')

  

"El pueblo venezolano sigue atrapado en este dilema de la izquierda. Líderes de la izquierda  como Gustavo Petro, Lula, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum son los responsables de la continuación de la dictadura venezolana. Triste realidad."

El audio en la voz del autor: Venezuela.mp3


Publicado en 
MAS!  y EL DIARIO DE HOY, sábado 9 enero 2025

Amigos en Venezuela y toda América Latina:

¡Qué sorpresa: Maduro se queda en el poder. Algunos tuvieron la esperanza que por arte de magia -es decir por, insurrección popular- se iba a evitar que Nicolás Maduro se juramente presidente por 6 años más, luego de haber perdido las elecciones del 28 de julio pasado. Se había anunciado que el presidente electo legítimo, Edmundo González, quien ganó las elecciones con el doble de votos que Maduro, iba a regresar del exilio y el pueblo bravo de Venezuela lo iba a juramentar este 10 de enero.

 

Esto no pasó.  Para ser realista, no hay condiciones que la oposición democrática, aunque es mayoritaria, logre esto en un país militarizado con un aparato de represión bien consolidado como Venezuela.

 

No había condiciones para una transición democrática, porque la oposición, que había logrado un admirable grado de madurez y organización en el proceso electoral, fue traicionada por la comunidad internacional. A pesar de todas las promesas de no permitir que Maduro se robe las elecciones luego de haberlas perdido, a pesar de las declaraciones de protestas, los países de América Latina dejaron solo a la oposición democrática y su presidente electo legítimo Edmundo González. 


Los que hubieran podido cambiar la suerte de Venezuela son los vecinos directos, Colombia y Brasil, ambos con gobiernos que se llaman de izquierda. Junto con otro gobierno disque de izquierda, el de México, juraron no permitir que Maduro se juramente sin haber mostrado las actas electorales que lo comprobaran. Nunca las mostró, mientras que Edmundo sí mostró, con cifras y actas, que ganó con abrumadora mayoría. Pero los dirigentes de Brasil, Colombia y México se ahuevaron. Al fin aceptaron tácitamente la nueva presidencia de Maduro, mandando representantes a su juramentación. 

 

Si las dos potencias vecinas a Venezuela, Brasil y Colombia, no tuvieron el valor de intervenir, ¿cómo esperarlo del resto de América Latina? El único país gobernado por la izquierda, que mantuvo su posición de principios democráticos, es Chile. ¿Pero cómo iba Chile, situado al otro extremo del subcontinente, salvar a Venezuela, si los vecinos directos, a pesar de sus discursos, no hicieron nada?  

 

Otro país, que se mantuvo radicalmente opuesto a la maniobra de Maduro, fue Argentina. Pero en Argentina gobierna Javier Milei – y lo que haga en favor a la transición democrática en Venezuela, caería en el esquema -por cierto falso en este caso- de derecha contra izquierda. La responsabilidad política y moral de garantizar una transición democrática en Venezuela cae sobre la izquierda, por su propio bien: La izquierda está llamada a mostrar que no esta dispuesta a seguir tolerando que gobiernos como los de Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua o los Castro en Cuba sigan contaminando a la izquierda.

 

Por esto es necesario de decirlo con claridad: Los gobiernos de izquierda en Colombia, en Brasil, en México y también en España han traicionado a Venezuela – y con esto, traicionado a la izquierda. 

 

Siendo las cosas así, han obligado a los líderes del movimiento democrático venezolano a volver a cometer el mismo error por segunda vez: agarrarse en su desesperación de los palos de la derecha, de Javier Milei, de Donald Trump, del PP y del Vox en España. Con esto, el conflicto entre democracia y autoritarismo en Venezuela se desliza nuevamente -y falsamente- al clásico conflicto derecha-izquierda, y como tal no tiene solución.

 

Edmundo González, en su gira latinoamericana, hubiera tenido que ir a Chile, Colombia y México, en vez de dejarse abrazar en Buenos Aires por Javier Milei. Estando en España, en vez de aceptar el abrazo de la derecha, hubiera tenido que desafiar a los socialistas a cumplir sus promesas. 

 

La estrategia de tratar de salvarse agarrándose del palo de la derecha, ya fracasó cuando el primer gobierno de Trump apadrinó el gobierno paralelo de Juan Guaidó en 2019. Pensaron que Trump iba a poner en práctica su radical discurso contra la dictadura de Maduro, y comenzaron incluso a jugar con la esperanza de una intervención militar de Estados Unidos. Pero Trump, por muy anticomunista que sea, no es un abogado de la democracia. Y una intervención de Estados Unidos no puede ser la salvación de los venezolanos. La única intervención -política, comercial o incluso militar- en Venezuela, que sería legítima, es una intervención de las democracias latinoamericanas, liderada por una alianza de izquierda democrática continental dispuesta a romper, de una pez por todas, con su condescendencia con dictaduras de izquierda. 

 

El problema es que una alianza de este tipo, de carácter izquierda democrática, no existe. Con excepción de Boric en Chile, los líderes de la izquierda latinoamericana, no están dispuestos a asumir la responsabilidad de resolver los problemas de los pueblos de Cuba, Nicaragua y Venezuela – que son problemas de la izquierda, que solo una izquierda renovada podría resolver, no la derecha, mucho menos la derecha reaccionaria y autoritaria. 




El pueblo venezolano sigue atrapado en este dilema de la izquierda. Líderes de la izquierda  como Gustavo Petro, Lula, Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum son los responsables de la continuación de la dictadura venezolana. Triste realidad.

 

Saludos a los valientes demócratas en Venezuela,





* * *
El libro Doble Cara está disponible en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. También lo pueden pedir amazon.com, o desde México en amazon.com.mx y desde Alemania en amazon.de

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.








Cuando salí de Morazán, a finales de 1986, ya tuve en mi cabeza el concepto del documental que quería hacer en Occidente. Quería hacer algo sobre el concepto del ‘poder de doble cara’, que estábamos discutiendo durante meses en Morazán, y que tiene que ver con la decisión estratégica del ERP de volver a la guerra de guerrillas. Se decidió incluso disolver la famosa BRAZ, la Brigada Rafael Arce Zablah, y formar cientos de unidades guerrilleras pequeñas y móviles, dedicadas al trabajo político, y a rehacer los contactos con organizaciones campesinas, cooperativistas, sindicatos, estudiantiles, comunales.

Hubo mucha discusión sobre esto, porque no fue fácil para todos los combatientes de entender este viraje estratégico. Durante 5 años se había trabajado en transformar a la fuerza miliciana local en guerrilla y luego en unidades profesionales de ejército —y ahora vinieron órdenes que les parecía a muchos como un paso atrás. Yo estaba convencido que era lo contrario: no quedarse atrincherados en las zonas bajo nuestro control, sino salir y llenar todo el país, sobre todo las retaguardias del enemigo, con actividad guerrillera y trabajo político.

La principal retaguardia de nuestro adversario es occidente. Entonces, se me metió en la cabeza que deberíamos hacer una película para mostrar como funcionaba esta nueva estrategia en occidente. Nació la idea de hacer la película Doble Cara. Presenté esta idea a Luisa y luego a Joaquín, y en general les pareció la idea. Sobre todo el plan de filmar desde los dos lados, con varios equipos que se moverían clandestinamente con la guerrilla, y otros que se moverían legalmente en la capital, con el ejército, con organizaciones sociales. A ellos, las propuestas audaces siempre les llaman la atención. Sin embargo, Joaquín dijo que como organización no podían financiar un proyecto tan ambicioso. “Bueno,” le dije, “me va a tocar ir a Estados Unidos, creo que con las anteriores películas nos hemos ganado mucho respeto entre los cineastas e intelectuales de Estados Unidos. Podrían ayudarnos.”

Okay. Yo lo que te puedo arreglar es la coordinación con nuestra fuerza en occidente. Sería con Cirilo. A él le gustan esas locuras...”

 

Unos meses después, a principios de 1987 llego a New York. En Managua hemos negociado un acuerdo con las FPL de unir esfuerzos para el trabajo de cine, y en particular para este proyecto. Ellos incluso se comprometieron a formar su propio equipo de filmación, con una compañera llamada Victoria, y de meterlo a la zona Norte de Santa Ana. También se comprometieron a apoyarme con sus contactos en Estados Unidos. 

En New York, me recibe Carolina, una compañera mexicana, representante del ERP en Estados Unidos y en el Colectivo Unitario del Frente. Ya la había conocido en 1980, cuando pasé por México para llegar a Centroamérica, y luego en 1984, en mi primer viaje a Estados Unidos. Me recibe en su apartamentito en el sótano del precioso townhouse de Michael Ratner en el Greenwich Village. Michael Ratner es un prominente abogado de derechos humanos, muy comprometido con Centroamérica. Pasamos largas noches discutiendo, con Carolina, Michael y su esposa Karen Ranucci, el proyecto Doble Cara, y cómo se puede apoyar desde Estados Unidos. Karen es documentalista de Downtown TV, y a través de ella salen los primeros contactos con cineastas que nos pueden ayudar. Lo que necesitamos es: dinero, equipos, y unos 9 voluntarios dispuestos de integrar los tres equipos de filmación que necesitamos para ir a El Salvador y filmar parte del proyecto. Nada más.


Michael Ratner y Karen Ranucci

Me ayudan los compas del ERP en New York, quienes han creado El Salvador Media Project para difundir en Estados Unidos los documentales que hemos producido. Se comienzan a poner en función del proyecto Doble Cara, y junto con los colectivos de documentalistas Downtown TV y Third World Newsreel se hacen cargo de reclutar a los voluntarios. Lo que no podemos resolver con nuestros contactos en New York es el problema del pisto para toda la producción. Necesito conseguir unos 100 mil dólares... Y todo el mundo me dice que este pisto está en Los Angeles, más bien en Hollywood. Los documentalistas de New York son igual de pobres que nosotros.

Discutimos el problema con el equipo unitario en Washington. Cuando les digo que voy para Los Angeles, los compas de las FPL me dicen: Hay dos personas que de ninguna manera puedes contactar, porque son muy problemáticos. Uno es Mario Velázquez, hijo del Diablo Velázquez, general retirado del ejército salvadoreño. Mario dirige una organización llamada Medical Aid for El Salvador. El otro es Bill Zimmerman, un exitoso publicista y organizador de campañas, quien es el presidente de Medical Aid. Los compas de las FPL me dicen: “No los contactes, nosotros hemos cortado todas las relaciones con ellos, porque nos han robado el control de la fundación...”

 

Una semana después estoy sentado en la oficina de Medical Aid, en Wilshire Boulevard en Los Angeles, enfrente de Mario Velázquez y Bill Zimmerman. Inicio de una larga y muy productiva amistad. Como me imaginaba desde que los compas de las FPL me hablaron peste de ellos, tienen un solo defecto: tienen criterio independiente y crítico y se niegan a dejarse imponer la disciplina de una militancia. Son personas que hay que convencer, y parece que la idea aventurera de filmar un documental desde diferentes ángulos les encanta. Me doy cuenta que estoy con dos hombres que realmente dominan el arte del fund raising político. Están bien conectados con personajes de Hollywood, y dispuestos a abrirme las puertas. Lo que yo les ofrezco, sin que estemos discutiéndolo mucho, es mantenerlos vinculados con la dirigencia del FMLN, luego de que las FPL los han declarado personas non gratas. Esto luego causaría discusiones algo ásperas hasta en la Comandancia General, pero no es mi problema...


Bill Zimmerman y Mario Velázquez,
presidente y director de Medical Aid for El Salvador

En la oficina de Medical Aid, donde Mario me ofrece un escritorio y un teléfono, fax, copiadora y máquina de café, me encuentro con personajes como David Evans, veterano de Vietnam que luego de perder ambas piernas se ha convertido en técnico de prótesis. Inmediatamente comenzamos a hacer planes. Dentro de poco lo recibiré en San Salvador y lo conectaré con mi amigo Walter Schütz de Medico International. Juntos David, Walter y Mario organizarían múltiples proyectos para atender a nuestros lisiados y para reforzar y equipar a las brigadas médicas en las zonas de conflicto. Otra ejecutiva de Medical Aid es Jody Williams; y un octogenario llamado Duncan Keird, que llega dos veces a la semana para ayudar en lo que sea. Es uno de los pocos miembros todavía vivos de la Brigada Lincoln, que fue a combatir en España para defender la República. Lleno de historias sobre la guerra civil, el heroísmo de los combatientes, pero también sobre “la plaga de los comisarios políticos comunistas...” 


Jody Williams, que posterior, en 1997, recibió el Premio Nobel de la Paz por su iniciativa mundial contra las minas; Keir Duncan (en España, foto del Archivo de los
 Abraham Lincoln Brigade Archives); David Evans, poniendo prótesis a un combatiente lisiado en El Salvador
  

El otro contacto en Los Angeles que me dieron en New York cambió aún más el destino de mi proyecto... y de mi vida. En NY me presentaron a Paula Heredia, editora de cine salvadoreña. Cuando le conté a qué iba a Los Angeles, me dijo: “Tenés que ver a mi amiga Elia Arce. Es tica, estudia cine en UCLA. Conoce a muchos cineastas. Te va a ayudar bastante. Y además, ahí está mi hermana Daniela...”

Elia inmediatamente adopta el proyecto Doble Cara... y a mí. Como no tengo adónde quedarme, me invita a dormir en el sofá de su casa. La que comparte con su compañero, quien es fundador de una compañía de teatro formado por homeless, miembros de la tribu de los desamparados, drogadictos, alcohólicos y locos de Los Angeles. No hay manera de no enamorarme de Elia, de su risa desenfrenada y su creatividad. Pero cuando un mes después regreso de Los Angeles a New York, la mujer que me roba el sueño no será ella., sino Daniela. 

 

Entre Mario, Bill y Elia, arman reuniones con gente de Hollywood: actores, directores, productores. A muchas de estas reuniones voy junto con Carlos Figueroa, El Chino, un joven migrante santaneco que de cipote había ido a manifestaciones de las Ligas Populares, antes de que su familia lo sacara a California. Un cipote buso, calle, entusiasta. Lo que realmente quiere es regresar al país y combatir. En vez de eso, le propongo ir a New York para hacerse cargo del ES Media Project.


El Chino, Carlos Figueroa

Mario me ha hecho un contacto que parece un trofeo: Me va a recibir Oliver Stone, el director de Platoon, mi película de guerra favorita. Lastimosamente también hizo El Salvador, una película fatal sobre el inicio de nuestro conflicto. Voy con El Chino. En el camino me vuelve a recordar lo que había dicho Mario: “Si vos le comenzás a discutir a Stone, se enoja. Si le discutís su película sobre El Salvador, te va a mandar a la mierda. Y yo también...”

Nos recibe en un cuarto medio oscuro, diciendo de antemano que no tiene tiempo, que solamente nos recibe porque se lo pidieron Bill Zimmerman y Ed Asner. Le explico el proyecto de Doble Cara. Es obvio que no le interesa, que ni siquiera hace el intento de entenderlo. “Escúchame bien,” me dice, “antes de hacer una película, uno trabaja duro, reúne el dinero y la capacidad, y no anda mendigando y pidiendo pisto a la gente.” Y comienza a contarme toda su carrera, todo lo que tuvo que hacer antes de que le dejaran dirigir películas. Yo callado, no vine a buscar discusión. Hasta que me pregunta, directamente; “¿Qué te pareció mi película El Salvador?” En ese momento ya estaba demasiado furioso por la prepotencia de este tipo, y me valió la advertencia de Mario. 

“Ya que me preguntas: Una mierda.”

“What? What the fuck did you say?” 

“Una película mierda. A piece of shit...”

Sin dejarme interrumpir, le explico lo ridículo de la escena donde aparece la guerrilla montada en caballos, como si fuera la columna de Pancho Villa; la imagen distorsionada que dibujó de Roberto D’Aubuisson, como si fuera un loco sediento de sangre, cuando fue todo lo contrario: un soldado disciplinado, usando la violencia calculadamente por razones políticas, un hombre regular metido en guerra sucia.

Nadie habla así a Oliver Stone. Y si lo hace, lo echa de su casa. Lo que de hecho hace, no sin echarme otro sermón sobre cuánto le ha costado su carrera, y que hoy le vienen a pedir dinero, en vez de ganárselo... Una semana después nos pasa otro desastre con otra estrella de Hollywood, Richard Gere. Antes de llegar al punto de pedirle dinero, nos interrumpe y comienza a hablarnos del Tíbet. Casi le hago un cheque para apoyar al Dalai Lama... Obviamente no nos dio nada. Ni siquiera nos escuchó.

Mario no me manda al carajo. Se muere del chiste. Me hace contar esta historia con Oliver Stone una y otra vez, lo comparte con sus amigos. De repente, soy el héroe que puso a Stone en su lugar. 


Richard Geere y Olover Stone

Otros protagonistas de Hollywood nos ayudan espontáneamente. Elia me presenta a su mentor y padrino; Haskoll Wexler, célebre director de cámara. También director de la película Walker, que se rodó en Nicaragua y en la cual Elia participó como su asistente. Aguantamos el desayuno vegetariano de puras semillas y tés verdes, al cual nos invita a mí y al Chino en su apartamento en Santa Mónica, pero salimos con un cheque de 5 mil dólares para Doble Cara, y con su apoyo para contactar a otras estrellas. Por ejemplo, Toni Bill, director y productor, quien nos presta su famoso restaurante en Venice para un evento de fund raising, que en una noche nos da 50 mil dólares. Voy a la casa de Christopher Reeve, el Superman confinado a una silla de ruedas. Me da otro cheque de 5 mil, antes de hacerme algunas preguntas. Me desea suerte. No todos los célebres son tan arrogantes como Oliver Stone... 


Haskol Wexler, Christopher Reeve, Tony Bill

En un mes, sobrepasamos nuestra meta de 100 mil dólares, además de recibir algunos equipos donados, y lo más valioso: Elia y otros dos se apuntan para los viajes de filmación a El Salvador. Doble Cara va...

 

Cuando regreso a Nueva York, la que me robó en sueño no es Elia. Es Daniela. Bailarina, un volcán de energía, un cuerpo en permanente movimiento, la creatividad andando. Pasamos juntos en varias ocasiones, incluyendo una gira teatral que Elia y Daniela hacen a San Francisco, y un terremoto que pasamos juntos en su casa en Glendale. Pero es hasta el último día que nos sentamos a platicar, en un coffeeshop judío llamado Canters en Fairfax. Sirven los mejores bagels de Los Angeles. Platicamos y platicamos, nos contamos mutuamente nuestras vidas, hasta que es hora de ir al aeropuerto en la madrugada. Cuando me subo al avión, estoy claro que tengo un problema. Luego de años, donde el amor nunca logró ocupar su lugar en una vida marcada por la guerra y por los permanentes viajes entre San Salvador, Morazán, Managua, México, Morazán, de repente estoy enamorado. Pero, ¿cómo voy a actuar sobre este amor, si ella tiene un novio y yo regreso a la incertidumbre de El Salvador y su guerra? No sé cómo lidiar con esto.


Elia Arce

 

Voy para México, Managua, San Salvador y al campamento de Cirilo en el río Lempa, para organizar los otros componentes del proyecto. Cuando regreso a New York para comprar los últimos equipos y coordinar con los voluntarios que van al primer viaje, me vuelvo a encontrar con Daniela. Se mudó a New York para estudiar producción de video y cine. Todo cae en su lugar de una forma natural, como si alguien hubiera escrito el guion: Daniela comienza un taller de edición de video con Third World Newsreel, y asumirá la edición de Doble Cara. El día antes que me toca salir de New York y comenzar con las primeras filmaciones ‘clandestinas’ con la fuerza guerrillera de Cirilo, nos dejamos de paja y Daniela y yo y nos convertimos en amantes. Nunca he pronunciado una frase más idiota como esta: “No sé qué va a pasar, Daniela, porque yo mañana me voy de regreso a la guerra, así que yo te puedo decir que te amo, pero ¿qué compromiso puedo asumir en esta incertidumbre? Siempre vamos a terminar editando esta película juntos, pero yo no puedo esperar que me esperés como pareja...” 

Me da la única respuesta posible: “Idiota.”


Daniela Heredia

Una semana después estoy en el campamento Las Pavas en la curva del Lempa entre Chalatenango y Santa Ana. Comienza la producción de Doble Cara. Cirilo está listo. Sus combatientes están listos. Entienden el concepto y están dispuestos a ponerse en función de este reto. Javier y Victoria, nuestros dos camarógrafos, están listos. Y yo, si una vez en mi vida he estado listo para un trabajo, lo estoy ahora.



Siguiente entrega, martes 14 enero 2025

Capítulo 31: Doble Cara 2 / Viaje en pickup (1987)