viernes, 12 de julio de 2024

Carta a los lectores: ¿Cómo escoger batallas que valen la pena? De Paolo Luers

 

"Otra cosa es con los que realmente ostentan el poder. Batallar con ellos es necesario. Exhibirlos como el emperador que resulta desnudo y hacer que la gente se ría de ellos – vale la pena. Es necesario. Prometo que en estos casos no habrá autocensura. Prudencia sí, pero autocensura, no. Evadir el enfrentamiento con ellos y sus políticas tóxicas sería la muerte del periodismo."

El audio: BATALLAS.mp3

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 13 julio 2024 

Hay que aprender escoger las batallas que valen la pena. Recientemente unos amigos, a quienes consulté sobre una de mis cartas antes de publicarla, me recordaron de esta necesidad de saber escoger las batallas. Bueno, yo hago esto desde que, hace 20 años, comencé mi carrera como columnista político. Antes de escribir mi primera columna en El Faro, en el 2004, me hice las preguntas ineludibles: ¿Con quiénes vale la pena armar una batalla? ¿Con quiénes es necesario? ¿Con quiénes sería un capricho? 


Escogí mi primera batalla: con Mauricio Funes, mucho antes de su transformación de periodista en político. Inauguré mi Columna Transversal en El Faro con dos polémicas con Funes sobre su manejo manipulativo de las encuestas. Resultó un pleito que duraría años – todos los años de su ascenso al poder hasta su caída. Me valió la amenaza del presidente electo Funes de expulsarme del país, aplicando a un periodista la prohibición para extranjeros de meterse en política nacional. No sabía Funes que para la fecha de su toma de poder yo ya era ciudadano salvadoreño.


Escribiendo en El Faro, armé una batalla que me metió en un enfrentamiento público con el director del medio y terminó con mi salida de El Faro. ¿Fue una batalla que valió la pena? ¿Fue necesaria? No sabré decir si era necesaria para el periodismo o para el país. Lo dudo. Pero fue necesaria para mi identidad como periodista. Pagué un alto costo, porque creía en el proyecto del Faro...

 

Cuando Fabrizio Altamirano me invitó a continuar mi Columna Transversal en El Diario de Hoy, me vi ante una pregunta difícil: ¿Cómo marcar mi territorio como columnista independiente, crítico y de izquierda en un medio conservador? Escogí a Tony Saca. Mis columnas críticas sobre él me valieron una invitación del presidente para decirnos en la cara todo lo que había que decir. Lo hicimos con una botella de Whisky en su finca en los Planes, luego de que mandara a sus lugartenientes a dejarnos solos. 


Cuando inicié mis cartas, una de ellas, una crítica fuerte al FMLN, no le gustó a Schafik. Apareció en La Ventana para preguntarme: “¿Qué diablos te pasa, muchacho?” Terminamos teniendo una noche amena con copas y seguimos siendo amigos. ¿Era necesario criticar a mis ex compañeros? ¿Valió la pena? Me arrepiento de no haberlo hecho con más rigor y persistencia. Me hubiera sentido un fraude al no hacerlo.


Aún hoy en día no tengo una receta infalible para escoger mis batallas. Me sigo haciendo las mismas preguntas: ¿Vale la pena tocar este tema o esta persona? En última instancia, sigo mi intuición, con el riesgo de equivocarme. Y me equivoqué. A algunas personas me tocó pedirles disculpa por críticas que no tenían razón. Varias de ellas se convirtieron en amigos. 


Hace una semana escribí una carta a un personaje despreciable de estos que para quedar bien con el poder de turno tiran excremento a quiénes identifican como opositores. Fue una carta sarcástica - y tengo que confesar que me divertí al redactarla. Pero me quedó la duda de siempre: ¿Vale la pena esta batalla? Consulté con dos amigos, y ambos me dijeron: No vale la pena. Es un personaje mediocre, nadie le hace caso. Y me dieron este consejo: Escoge mejor tus batallas, Paolo. Uno me dijo: Quien se mete a pelear con cerdos, termina salpicado de mierda... Tenían razón. Retiré la carta. Pero otra vez me quedó una duda de estas que te molesta, a pesar de  todos los argumentos racionales: ¿Al no publicar esta carta, habré roto con mi regla de oro que nadie está encima de la ley y nadie está encima de la crítica? ¿Fue autocensura mi decisión de no publicar la carta?


Fue autocensura. La triste realidad es que sin autocensura no se puede ejercer el periodismo en este país, bajo este régimen. Cualquiera te puede demandar y ya no hay justicia independiente que proteja al periodista y a su medio. Pregunten a Héctor Silva. Por esto es tan importante saber escoger las batallas. No vale la pena meterse con personajes como los Araujo, los Sanabria, los Vaquiz. A ellos se puede tirar en flechazo en Twitter – y olvidarse de ellos. 


Pero otra cosa es con los que realmente ostentan el poder. Batallar con ellos es necesario. Exhibirlos como el emperador que resulta desnudo y hacer que la gente se ría de ellos – vale la pena. Es necesario. Prometo que en estos casos no habrá autocensura. Prudencia sí, pero autocensura, no. Evadir el enfrentamiento con ellos y sus políticas tóxicas sería la muerte del periodismo.


Esto es un compromiso, estimados lectores. Nada mejor que un buen pleito. 

Saludos, 




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miércoles, 10 de julio de 2024

Carta a los empleados públicos: Viene el corte a tierra arrasada. De Paolo Luers

 

"Y los sindicatos de los maestros, que siempre han ido adelante en las luchas sociales, ¿qué harán? Si ahora no enfrentan al gobierno de facto, en el futuro ya no tendrán la fuerza ni la autoridad de levantar la cabeza. Y esto es cierto para todos los sindicatos del sector público."

El audio: recortes.mp3

 Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 11 julio 2024
 
   

Amigos: 

El enfermo es el gobierno, pero recetan la medicina amarga a ustedes. Y no es medicina, es veneno. 

 

El presupuesto de la nación para el 2024 incluye $2,460 millones para ‘remuneraciones permanentes’. Son los salarios de todos los empleados fijos del Ejecutivo, desde el inquilino de Casa Presidencial hasta la señora que limpia el despacho de un funcionario, pasando por los profesores, médicos, trabajadores de salud, soldados, policías... 


De este total de $2,460 millones, han recortado el 10%, unos $245 millones. Esto significa que están por eliminar el 10% de los empleos fijos en el gobierno. 20 mil de las 200 mil plazas serán eliminadas. 20 mil salvadoreños que pierden su trabajo. Y no serán los altos funcionarios y asesores, sino los de a pie, como siempre. Los más afectados serán los maestros, porque el recorte más radical se está haciendo en Educación: $163.8 millones. Corresponde a por lo menos 10 mil maestros eliminados. El área más abandonada en los 5 años del régimen Bukele, se desangrará aun más... 



¿Se recuerdan de las imágenes del Javier Milei, cuando en su campaña electoral salió desfilando por Buenos Aires sobre la cama de un pickup con una gran motosierra, diciendo que con ella va a hacer los recortes a ‘ministerios inútiles’ como de Educación, Cultura, Inclusión Social etc.? Ya antes lo llamaban ‘El Loco’, ahora ‘El Loco de la Motosierra’. Ganó las elecciones y cumplió sus amenazas: según el periódico El País, Milei tiró a la calle a 25 mil empleados públicos y dijo: “Esto es solamente el inicio.”


Nuestro presidente de facto no fue en su campaña tan directo como su amigo ‘El Loco’. No es su estilo. Además Bukele, que ni sabe cómo agarrar una pala, cuando le toca poner primeras piedras a sus proyectos que nunca termina, no se atrevería de levantar encima de su cabeza una motosierra, a lo mejor se cortaría un brazo. Él es más fino en sus modales, pero en la práctica actúa igual de radical, con el mismo desprecio para los pobres. Igual que Milei hace sus recortes donde más duele, no solo a los miles que pierden su trabajo, sino al pueblo que recibe aun peores servicios: peor educación, peor salud, peor oportunidad de conseguir una vivienda digna, peores pensiones. 

 

Si Milei es ‘El Loco de la Motosierra’, Bukele es el hombre cool, que nunca se despeina cuando de cortar cabezas se trata. 

 

Como en la República Bukeliana toda la información sobre los manejos financieros del gobierno está bajo candado –bajo ‘reserva’ lo llaman finamente-, no hay manera de saber qué harán con los $245 millones recortados en personal. Efectúan traslados de fondos asignados por el presupuesto sin pasar por aprobación de la Asamblea. No porque quieran evadir el control del parlamento -que no existe-, sino para evadir su responsabilidad de informar públicamente sobre sus gastos. 

 

Ustedes, los empleados públicos, que voluntariamente o obligados han ido a las marchas de Nuevas Ideas, han servido al partido oficial en su campaña electoral y en las mesas de votación, y que incluso han financiado la campaña, ahora son de los primeros que reciben la medicina amarga que anunció Bukele, vestido de Napoleón Bonaparte de pacotilla, desde el balcón del Palacio Nacional, poco antes de hacerles jurar que no se van a quejar jamás de las medidas del líder elegido por Dios y el pueblo. 

 

Vaya, aunque cumplan su juramento de nunca quejarse, aún cuando los manden al carajo, el pueblo sí se va a quejar. Las madres, que necesitan que sus hijos reciban una educación digna, sí se quejarán cuando sus escuelas no sólo se queden sin reperaciones, sin agua potable, sin alimentación, sino también sin maestros.

 

Y los sindicatos de los maestros, que siempre han ido adelante en las luchas sociales, ¿qué harán? Si ahora no enfrentan al gobierno de facto, en el futuro ya no tendrán la fuerza ni la autoridad de levantar la cabeza. Y esto es cierto para todos los sindicatos del sector público.

Saludos, 




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lunes, 8 de julio de 2024

Carta a Kylian Mbappé y Nico Williams: Ustedes representan lo mejor de Europa. De Paolo Luers

 

"Le Pen y sus seguidores fanáticos no entienden que los hijos de migrantes de los barrios, que ellos consideran de escoria, no solo han recuperado el fútbol francés, sino el domingo han salvado la República.". 

El audio: Kylian-Mbappe-y-Nico-Williams.mp3

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 9 julio 2024    

Estimados amigos:

El día que esta carta salga publicada, el martes 9 de julio 2024, ustedes dos jugarán la semifinal de la Eurocopa, representando a sus países, Francia y España. Serán celebrados como el orgullo de sus respectivos países. Y otros -lastimosamente muchos- los insultarán, porque no tienen el mismo color de piel de otras estrellas de sus selecciones, como por ejemplo Antoine Griezmann o Dani Olmo.


La mujer que quiso ganar las elecciones francesas del domingo pasado, Marine Le Pen, la líder del partido ultraderechista y racista ‘Rassemblement National’, quisiera limpiar el futbol francés de jugadores como tú, Kylian, que para ellos no son franceses. Ella, como millones de sus seguidores, no entiende que ustedes no representan en el deporte de su país a otra rasa, sino otra clase: la clase de los marginados que viven en los suburbios de Paris y Marsella. La clase, en la cual los jóvenes tienen una motivación diez veces más fuerte de convertirse en jugadores profesionales que los demás franceses, porque el deporte es uno de los pocos caminos para salir de la miseria.  

 

Le Pen y sus seguidores fanáticos no entienden que los hijos de migrantes de los barrios, que ellos consideran de escoria, no solo han recuperado el fútbol francés, sino el domingo han salvado la República. Los héroes de estas masas marginadas, contigo, Kylian, adelante, han llamado a los barrios pobres a detener con su voto masivo el avances de la RN de Le Pen – y han sido escuchados. En Francia, los que salvaron la República y su tradición democrática fueron los obreros, los desempleados, los marginados - y entre ellos los migrantes y sus descendentes. Y ellos no actuaron como rasa, actuaron como patriotas franceses. Los “negritos”, que salieron a votar para proteger la República, no lo hicieron representando una rasa, sino representando su clase social, junto con sus hermanos de clase “blancos” – igual que los “negritos”, que llevaron a la selección francesa al campeonato Mundial y ahora a semifinales de la Eurocopa.


El fútbol siempre ha sido el deporte de los pobres. En los países industrializados de Europa, que a la vez son las potencias futboleras del continente, como Francia, Alemania, Inglaterra y Holanda, los grupos más bajos en la cadena social siempre han sido los inmigrantes – y el fútbol de estas naciones siempre se ha nutrido de ellos. En Alemania fueron primero los polacos, que vinieron en masa a trabajar en las minas de carbón. La mitad de los futbolistas alemanes del siglo pasado tuvieron nombres de origen polaco. Luego llegaron los trabajadores del sur de Europa, primero los españoles e italianos, para trabajar en la industria automotriz, luego los serbios, croatas y turcos. Se quedaron, sus hijos nacieron alemanes, y el fútbol alemán los incorporó. Son tan alemanes Antonio Rüdiger e İlkay Gündoğan que el más rubio de los alemanes. 

 

El 26% de la población alemana proviene de familias “con historial migratorio”, como es el término oficial. Parecidos deben ser los porcentajes en otros países. Francia, Bélgica e Inglaterra tienen millones de ciudadanos que son testigos de su pasado como imperios coloniales. Las sociedades del corazón de Europa ya son multiculturales y multirraciales. Es irreversible. Hay quienes resienten esto – y de esta xenofobia se nutren los partidos de ultraderecha, que ahora están agarrando fuerza en toda Europa.

 

El fútbol, donde vemos luchando por sus respectivos países a ustedes dos y docenas de otros “morenitos” a la par de los ‘blanquitos” Griezmann, Harry Kane, Dani Olmo y Toni Kroos, es el antídoto más poderoso contra estos movimientos reaccionarios con tendencia fascista. Sobre esto escribió Cristian Villalta una consagrada columna en 2018, comentando el Mundial en Rusia. Se llamaba “La Vida” y termina con la frase que en estos días, viendo la Eurocopa, me volvió a la mente: “El fútbol no es como la vida; el fútbol es la vida.” Y esto es cierto, sobre todo, en las clases marginadas. 

 

Gracias por todo lo que nos están dando, en el deporte y, cuando es preciso, en la defensa de la democracia, o sea de los valores europeos.

Saludos, 





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