sábado, 13 de junio de 2020

Éxodo. Columna Transversal de Paolo Luers


Publicado en EL DIARIO DE HOY, 14 junio 2020


Siempre hemos tenido una migración masiva de gente que ya no aguantó la inseguridad, el desempleo o ambos males combinados. Está artificialmente suspendida por los efectos de la pandemia y las restricciones que todos los países han puesto a la libre circulación. Pero es obvio que después de los estragos sociales, que los meses de paralización de la economía causado, vamos a ver nuevas caravanas de desesperados buscando llegar a Estados Unidos.

Pero hoy no quiero hablar de esta migración clásica, que siempre se seguirá dando mientras existan la pobreza, el desempleo y la inseguridad en nuestra región. Hay otra migración, también clásica, pero que ahora se ha incrementado: la “fuga de cerebros”, y no principalmente por razones sociales o económicas, sino porque muchos de nuestras mentes más prometedoras han dejado de creer en el país.

Lo veo en mi propia familia y entre mis amigos más cercanos. De mis 4 hijos, 3 han ido al exterior, porque no han visto cómo perseguir aquí su sueño de alcanzar excelencia profesional, bienestar social y calidad de vida. Y no van a regresar. Solo en mi familia el país ha perdido, por siempre, a tres profesionales valiosos: una doctora, una arquitecta y un chef de cocina. ¿Y saben por qué no van a regresar? No solo por los mejores salarios, sino porque en los países donde trabajan hay demanda para lo que ellos ofrecen. Mi hijo se siente realizado en Alemania, porque en el hotel donde trabaja lo necesitan. Igual que mi hija, que es médico en España, y la otra que se ha vuelto experta en construcciones de adobe en Estados Unidos. Aunque sienten nostalgia por El Salvador, han perdido la expectativa que este país los necesita y los aprecia.

En el entorno de nuestros amigos más cercanos hay una familia que enteramente ha decidido empezar una nueva vida en Canadá, en vez de buscar recomponer su vida aquí. Sienten que en este país para ellos ya no hay nada que componer. Dos de ellos ya se fueron: el padre renunció a la PNC —y el país pierde uno de los mejores investigadores policiales. Pierde uno de los pocos oficiales fieles a los orígenes de una fuerza civil. Ya no ve que en la PNC actual hay espacio para él. Se fue y no va a regresar. Su hija menor, egresada de arquitectura, se fue a Canadá, para buscar entrar a la universidad y estudiar una maestría, pero ya con la decisión de no regresar, sino de satisfacer su sed de excelencia creativa en un país donde esta sed está siendo apreciada. La otra hija solo espera terminar su año social y graduarse de médico, para seguir a su hermana y su padre. La madre solo espera que logre vender las casas y terrenos productos de su trabajo incansable. Con esta familia, el país pierde a uno de sus mejores policías, a una arquitecta extremadamente creativa, a una doctora con vocación y a una comerciante que podría ser el modelo de lo que una mujer de orígenes humildes puede lograr trabajando con dedicación. El problema es que ella siente que este modelo ya no está siendo apreciado en nuestro país. Estoy seguro que esta familia va a prosperar a donde vaya, con solo haya recuperado su espíritu emprendedor.

El hijo de otros amigos cercanos, recién graduado de medicina, decidió inscribirse a unos cursos intensivos de alemán, en vez de buscar una plaza de residente. No ve perspectiva ninguna para él en El Salvador. Sabe que en Alemania ofrecen óptimas condiciones de inserción a jóvenes médicos, porque los necesitan. Se hará cirujano en Alemania y no regresará a su país.

Uno podría preguntarse qué es lo nuevo en estas historias. Siempre los jóvenes, y a veces los mejores, han ido a buscar suerte en otros países. Correcto. Pero ahora tiene otra calidad este éxodo. Hoy es una fuga de un país que ya no les promete ni exige nada. Hoy se van con la decisión de no retornar. Yo siempre he tratado de ir contra esta tendencia y de convencer a los jóvenes, empezando por mis hijos, que hay mucho que hacer aquí en El Salvador, y que vale la pena. Pero ya no trato de convencer a nadie de que no se vaya. En todos los casos que he descrito, los que han tomado la decisión de irse y no retornar lo hicieron por buenas razones. ¿Cómo voy a cuestionar a mi amigo que siga aguantando las presiones dentro de una PNC politizada y militarizada? ¿Cómo cuestionar que los jóvenes médicos o arquitectos que abandonen o reduzcan su ambición de excelencia académica y profesional?

Y encima de las buenas razones de cada uno hay razones generales que hay que entender, aunque duela. Son razones anímicas, pero ya no individuales sino colectivas, que nacen de la experiencia cultural, política y social de nuestra sociedad. Una de estas brillantes mentes, que han salido de nuestras facultades de Derecho, muy metida en el debate sobre los peligros que actualmente sufre nuestra institucionalidad democrática, me dijo: “¿Qué incentivo le da a los recién egresados de derecho cuando ven a los abogados más mediocres e incluso patanes actuando como secretarios o asesores de Casa Presidencial? Uno se pregunta, ¿hay que ser como Conan Castro o El Burro Castro para tener éxito en este país? En Capres deberían estar los mejores abogados…”

La misma pregunta se pueden hacer los jóvenes ingenieros viendo a los actuales jefes del MOP, de ANDA, de CEPA, de la CEL y de La Geo. Lo que perciben es un profundo menosprecio al estudio, a la excelencia académica y profesional, y no quieren ser parte de esta mediocridad. No quieren verse obligados a bajar su estándar ético y profesional para abrirse camino. No quieren verse obligados a buscar conexiones oscuras para conseguir plazas. Y no quieren plazas donde tienen que adaptarse a la corrupción y el nepotismo. Yo los entiendo y les deseo suerte en otras latitudes. Aunque el país pierde mucho.


viernes, 12 de junio de 2020

Carta a Leopoldo López: ¿Existe o no un pacto con Bukele? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 13 junio 2020


Estimado Leopoldo: 
Me da mucho gusto saludarte después de tantos años. Llegué 5 veces a Venezuela como corresponsal para El Diario de Hoy de El Salvador, hasta que en el 2012 me negaron la visa definitivamente. Y en cada viaje tuve el gusto de visitarte e intercambiar análisis políticos contigo. Aprendí mucho. Luego ya no te pude entrevistar, pero seguí escribiendo frecuentemente sobre Venezuela y también sobre tu lucha desde la cárcel.
Aquí en El Salvador hemos conocido que existe un grupo de venezolanos vinculados a tu partido, Voluntad Popular, unos ubicados en Casa Presidencial, asesorando a Nayib Bukele, otros trabajando en la campaña de su partido Nuevas Ideas. Dos de ellos, Lester Toledo y Miguel Sabal, han estado trabajando de cerca con Juan Guaidó. Otra integrante de ese grupo, Sara Hanna, parece haber trabajado de cerca contigo y tu esposa Lilian.
El papel de ellos está siendo fuertemente cuestionado en El Salvador, por su involucramiento en la manipulación de datos sobre la epidemia de COVID-19 y en el operativo de distribución de víveres en las comunidades pobres, que está siendo manejado de la manera más populista y sin transparencia. La opinión pública crítica al gobierno de Nayib Bukele ve con sorpresa e indignación que militantes de una organización antidictatorial venezolana estén trabajando aquí para un gobierno autoritario, antidemocrático y populista. Yo comparto plenamente esta indignación. Por eso te pregunto: ¿Está ese grupo de asesores trabajando en El Salvador con conocimiento y aval tuyo, de Juan Guaidó y Voluntad Popular? O sea, la interrogante es si existe un acuerdo político entre tú y Nayib Bukele, o entre Guaidó y Nayib Bukele, o entre el gobierno de Estados Unidos, Guaidó y Nayib Bukele. Sobre todo esto se especula aquí, y me duele…
Al ser así, sería muy grave y en plena contradicción con el prestigio de defensores de la institucionalidad democrática que tú, Guaidó y Voluntad Popular se han ganado en años de lucha.
Yo preferiría pensar que simplemente se trata de la triste realidad de unos exiliados políticos que necesitaban trabajo. Sin embargo, tu correligionario Lester Toledo, en su Facebook, se está deshaciendo en adulación para su nuevo jefe: “El cambio que se siente con la llegada del presidente Bukele, no tengan duda que se sentirá en algún momento cercano en Venezuela”.
Yo no sé qué te han contado de la situación en El Salvador y del proyecto político de Nayib Bukele. Déjame asegurarte que este proyecto es contrario a los anhelos de los venezolanos de tener un gobierno racional, democrático, transparente y eficiente.
Creo que hay una persona cercana a ti que te podría confirmar esto. Se trata de Juan Carlos Gutiérrez, abogado defensor tuyo, que vino a El Salvador como asesor jurídico de Nayib Bukele. Juan Carlos tuvo la prudencia y decencia de apartarse después de que Casa Presidencial tomara militarmente la Asamblea Legislativa del 9 de febrero, dejando de manifiesto el carácter autoritario de Bukele. (*1)
Lo que te pedimos quienes siempre hemos apoyado la lucha democrática en Venezuela es que nos aclares en qué condición estos militantes de tu partido están trabajando para un aprendiz de dictador en El Salvador. Lo más sano sería que tanto tú como Juan Guaidó declaren públicamente que no existe acuerdo político con Bukele. Como repito, cada uno tiene derecho de escoger para quién quiere trabajar, pero no es admisible crear la impresión de que la oposición democrática venezolana esté pactando con un gobierno al cual a nosotros nos toca enfrentar para defender la democracia. 
El Leopoldo López que yo conocí en Caracas me convenció, porque dentro de la oposición venezolana combatió las tendencias oportunistas y la corrupción. Por eso no me cabe en la cabeza la idea de que tengas un pacto político con Nayib Bukele.
Sigo admirando y apoyando tu valiente lucha contra la dictadura chavista, y espero que pronto dé los frutos deseados. Un saludo solidario.
(*1) En una primera edición de esta carta, publicada en print en El Diario de Hoy, se decía que Juan Carlos Gutiérrez renunció a su cargo de asesor jurídico en marzo 2020. Este dato se corrigió. Gutiérrez estuvo en Casa Presidencial hasta abril 2020.




miércoles, 10 de junio de 2020

Carta de la Sala al presidente: Por qué sus decretos son inconstitucionales. De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 11 junio 2020


Estimado ciudadano presidente:
Parece necesario explicarle algunos conceptos constitucionales básicos. Suponiendo que no va a leer nuestra última sentencia, que declara inconstitucional la manera como se han emitido decretos ejecutivos y legislativos en el contexto de la epidemia del COVID-19, y que tampoco sus asesores jurídicos sabrán explicársela, aprovechamos para presentarle los principales argumentos de dicha sentencia.
En la República manda lo establecido en la Constitución y las leyes, y no la discreción o arbitrariedad del gobernante.
Estado de Emergencia
De admitir que el Presidente pueda declarar el estado de emergencia por la sola razón de que la Asamblea Legislativa no esté materialmente reunida, se estaría aceptando que se habilite a sí mismo para realizar los cursos de acción que permite dicho estado (pág. 22).
El Presidente de la República no está habilitado para declarar un estado de emergencia por el solo hecho de que aquella (la Asamblea) no esté sesionando (pág. 21). Solo es admisible constitucionalmente cuando a la Asamblea Legislativa real y materialmente le resulte imposible reunirse (pág. 23).
El órgano ejecutivo no puede limitar sustancialmente derechos fundamentales mediante la vía del decreto ejecutivo (pág. 25).
Constituye fraude a la Constitución que, por medio de la emergencia, se afecten el núcleo esencial de los derechos fundamentales de los habitantes, pues ello no puede hacerse ni por la ley que regule la emergencia, muchos menos por los decretos ejecutivos que la desarrollen por vía de remisión (pág. 25).
La situación de emergencia no supone la inobservancia de las autoridades para cumplir con la eficacia del acceso a la información pública (pág. 26).
Es imprescindible que un estado o régimen de excepción no conduzca a la supresión de la democracia, el Estado de Derecho y la forma y sistema de gobierno republicano, porque se adopta con la finalidad de protegerlos, no de distorsionarlos ni destruirlos (pág. 30).
Libertad de expresión e información
Carece de sentido suspender la libertad de expresión o información durante una epidemia o pandemia, en tanto que en esas situaciones el acceso a la información y el flujo de datos objetivos y opiniones es deseable y beneficioso (pág. 31).
Los órganos estatales y sus funcionarios deben acomodar su actuación oficial y la que realizan a título personal de forma tal que no cree un ambiente o percepción pública de conflicto, pues el descrédito o desdén hacia uno de ellos produce efectos perniciosos para el Estado, la sociedad y la democracia (pág. 49).
El decreto 29
El Órgano Ejecutivo en el ramo de salud carece de competencia para emitir normativas con contenidos como el del Decreto Ejecutivo n° 29 (pág. 75).
La limitación, suspensión o pérdida de derechos fundamentales o de los servicios públicos que sean esenciales para su ejercicio es materia reservada al legislador (pág. 74).
Es preocupante para el estado de derecho y la democracia para el país, la insistencia en desconocer por parte del órgano ejecutivo las limitaciones que la Constitución les establece y que han sido señaladas por esta sala en diferentes resoluciones (pág. 76).
No se puede detener o retener a las personas por el mero incumplimiento de una cuarentena domiciliar. El Código de Salud no puede ser interpretado bajo ningún supuesto en clave de poder punitivo en manos del Estado (pág. 78).
Respecto del Decreto Ejecutivo n° 29 se declara su inconstitucionalidad, debido a que fue emitido por el Ministro de Salud, quien no tiene competencia para suspender los derechos fundamentales de las personas mediante la imposición de cuarentena domiciliar obligatoria sobre la base del Código de Salud (pág. 81).
Difiérense los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad del Decreto Ejecutivo número 29 por el plazo de 4 días. Existe una pandemia en el país, que debe ser afrontada responsablemente, pero en el marco del respeto a la Constitución, al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y la jurisprudencia constitucional (pág. 83).
Advertencia:
(Usted) queda inhabilitado para replicar los aspectos señalados como inconstitucionales en esta decisión, en las leyes, decretos o cualquier disposición futura sobre la materia (pág. 82).
***
Le saludan atentamente y sin resentimientos por los insultos recibidos, los magistrados de la Sala de lo Constitucional.
(Postdata: Todas las partes en cursivo son citas textuales de la sentencia. El resto es invento libre de Paolo Lüers)


lunes, 8 de junio de 2020

Carta a los que sueñan con regresar a la normalidad: La primavera salvadoreña. De Paolo Luers

Paris, junio 2020

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 9 junio 2020


En los países del norte (Estados Unidos, Canadá y Europa), la estación más bella del año es la primavera. Es cuando luego de un largo, frío y oscuro invierno comienzan a regresar los colores de las flores, los días de sol que invitan a salir a la calle, la libertad de caminar en parques y reunirse en cafés al aire libre. Es cuando la felicidad y las ganas de vivir y convivir sustituyen las depresiones y el pesimismo del invierno.
Este año, la real primavera vino tarde a los países de Europa y de América del Norte. Aunque el sol y el verde ya había regresado como todos los años en abril, el efecto de liberación de primavera solo pudo darse ahora, cuando un país tras otro levanta las restricciones impuestas para contener la epidemia del COVID-19. Es hasta ahora que realmente hay primavera. Porque primavera significa libertad…Hablé con amigos en Alemania, Italia, Francia, Nueva York y Costa Rica, y todo lo que me contaron son típicos relatos de primavera. Son relatos de optimismo luego de meses de encierro, incertidumbre y depresiones.
Mis amigos en Roma cuentan que luego de la pesadilla de la epidemia los italianos, liberados del encierro y del miedo, vuelven a ser el pueblo alegre y festivo de siempre. “Volver a caminar en las calles y plazas, volver a encontrar los amigos en los cafés, y volver a trabajar… es revivir”.
En Alemania, aparte de las escuelas, ya todo está comenzando a funcionar. Mi hijo me cuenta con orgullo que el hotel donde trabaja de chef ya volvió a llenarse de huéspedes y comensales, quienes gozan de la primavera en los Alpes. “Siento una buena vibra entre todos, el personal del hotel y los huéspedes todos felices de disfrutar la primavera”.
Cuando vi un vídeo de la vida desenfadada de París, con miles sentados en los cafés y bares al aire libre, no pude creer que esas escenas sean de los primeros días después de drástico confinamiento que vivieron los franceses desde marzo. Hablé a un amigo en París y me di cuenta que estaba sumamente emocionado y lleno de optimismo. “Pasamos el fin de semana celebrando el fin de la cuarentena. Fue tan impactante que hoy vuelvo a creer que nos vamos a levantar de esta tragedia”.
Nuestros amigos ticos comparten plenamente este optimismo. Han regresado a trabajar y también a hacer vida social. Las imágenes del centro de San José se parecen bastante a las de Roma y París, por la cantidad de gente en la calle. “Hemos recuperado la normalidad. Y en estos tiempos lo normal significa un triunfo que hay que celebrar”, dicen.
Nueva York, la ciudad más afectada en el mundo por la epidemia, inició este lunes 8 de junio su regreso gradual a la normalidad. Ahí todavía no han abierto los restaurantes, bares y cafés, pero se puso fin a la prohibición de salir de las casas, se abrieron los cientos de miles de tiendas y talleres, los buses y los trenes del subway volvieron a funcionar con normalidad, y las calles se llenaron con gente ansiosa de retomar sus labores. Un amigo en Nueva York me dice: “Para mí, el poder regresar al trabajo es la felicidad más grande. Y poder caminar las calles de Manhattan y sus parques es un extra, que de un día a otro cambia nuestras vidas”.
En El Salvador no conocemos las sensaciones de la primavera. Pero si conocemos la felicidad que sentimos cuando después de ocho días de lluvia nos caen los primeros rayos del sol. Si esta felicidad se combina con poder regresar al trabajo y volver a encontrar a nuestros amigos, generaría una esperanza y un entusiasmo que serán capaces de sacar al país del hoyo. Será nuestra primavera.
Saludos,