viernes, 5 de agosto de 2022

Carta sobre una historia distante: Don Rúa, 1981. De Paolo Luers

 

La alegría de los bichos era abrumadora. Habían pasado encerrados en sus casas en los barrios donde reinaba el miedo. Este día se sentían libres. 

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 6 de agosto 2022

Estimados amigos:


Escribo esta carta no tanto para los viejos que vivimos los años ochenta, sino más bien para los jóvenes que de estos años sólo han escuchado hablar de la guerra, de la muerte, del miedo.

 

En medio de la guerra, también hubo alegría. A pesar de la muerte y la represión, hubo fiestas. Si no, ¿cómo hubiéramos aguantado?

 

Les voy a contar de las fiestas agostinas del 1981. Un grupo de periodistas, todos extranjeros, estábamos desayunando en el Camino Real, y una foto-reportera alemana dijo: “Estoy harta de tomar fotos de muertos. Quiero hacer fotos de la vida. ¿Por qué no vamos todos a las fiestas agostinas, tomamos fotos de la alegría de la gente – y las difundimos en el mundo, para que vean que no sólo es guerra lo que hay en El Salvador.”

 

Y fuimos. Primero al desfile del correo, en el centro. Tomamos fotos de las cachiporristas y de la banda del Inframen que desfilaban. Se reían cuando de repente tenían un pelotón de cámaras encima. Jóvenes que a lo mejor han aparecido también en las fotos que tomamos en las marchas estudiantiles. Pero este día, están sonrientes, vibrantes, bailando, tocando tambores, y las muchachas posando... Los niños y los abuelos en las aceras, saludando a las cachiporristas y, cuando nos ven, a las cámaras de los periodistas.

 

Este recorrido fue tan emocionante que el día siguiente fuimos a la feria por la iglesia Don Rúa. Somos como 8 fotógrafos. Nos dispersamos e improvisamos sesiones de fotografía con la gente, sobre todo con los bichos. Yo en estos días siempre anduve, aparte del equipo profesional, una cámara Polaroid de fotografía instantánea. Es el método más eficiente de romper el hielo cuando llegás a un lugar para cubrir algún evento, normalmente triste, de la guerra. Este día en la feria Don Rúa no había hielo a romper. La alegría de los bichos era abrumadora. Habían pasado encerrados en sus casas en los barrios donde reinaba el miedo. Este día se sentían libres. 

 

Siempre estuve rodeado por manadas de niños que querían salir en las fotos. Familias enteras posando. Luego observaron con asombro cómo de los papeles blancos que salieron de la cámara comenzaron a salir primero unas sombras, después colores, y al final sus caras. Tomé tantas fotos instantáneas que no tuve tiempo de hacer fotos ‘profesionales’. Me quedé sin nada en mis archivos, por que las instantáneas se las llevaron los niños o sus mamás. Y los pocos rollos que tomé en las fiestas agostinas del 1981 me las decomisó un sargento de la Guardia en un retén cuando días después fuimos a Usulután a cubrir la masacre en una hacienda. Todavía me imagino la cara de los agentes de la sección de inteligencia de la Guardia, cuando revelaron los rollos ‘subversivos’ y sólo les salieron caras alegres de niños...


 

El siguiente agosto, en 1982, no estuve en San Salvador, sino en Morazán. En el campamento en La Guacamaya no hubo fiesta, pero sí algo de nostalgia, entre los compas de San Salvador. Les conté del agosto pasado y alguien apareció con una bolsada de pan dulce. Otro sacó una guitarra, y de repente hubo un mini fiesta agostina, sin tragos, sin ruedas, sin elote loco, pero con mucha sonrisa.

 

Por suerte, la crueldad de la guerra nunca logró borrar del todo las sonrisas.

 

Saludos y felices fiestas agostinas, 









miércoles, 3 de agosto de 2022

Carta a los crédulos: No se compren esto de la paz. De Paolo Luers

 

"Un país es seguro cuando nadie tiene que tener miedo de ser asesinado, pero tampoco parado, cateado, arrestado y maltratado por la policía y por el ejército."

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves, 4 agosto 2022

Estimados amigos:

Muchas veces -demasiadas veces- tendemos a creer lo que queremos que sea cierto. Todos anhelamos seguridad. Todos deseamos paz. Así que cuando nos dicen: “Ahora sí garantizamos su seguridad, hoy sí existe la anhelada paz, somos el país más seguro de América Latina…”, hay una gran tentación de creerlo. Y si son el presidente de la República, el ministro de Defensa en un impecable uniforme blanco, el jefe de la policía, el presidente de la Asamblea Legislativa y el fiscal general que lo dicen en unísono, ¿quién no lo va a creer?

Yo. Yo no lo creo.

¿Cómo voy a creer que al fin el país está en paz, cuando día y noche tenemos a toda la policía y todo el ejército patrullando los barrios de las ciudades y los cantones de los pueblos? ¿Cómo voy a creerle al presidente que al fin alcanzamos la paz, cuando él y sus jefes militares y policiales todos los días hablan de la ‘guerra contra las pandillas’?

Yo no me siento seguro cuando al solo salir de mi casa veo hombres con fusiles de guerra. Y no siento la tranquilidad de la paz cuando todos los días reportan 500 jóvenes detenidos, tampoco cuando todos los días veo denuncias sobre capturas arbitrarias de jóvenes que tuvieron la mala suerte de cruzarse con unos uniformados que no habían logrado cumplir la cuota mínima diaria de arrestos.

Somos ahora el país con la tasa de encarcelamiento más alta del mundo: más de 1,000 por cada 100 mil habitantes. Esto es un récord mundial. El distante segundo es Estados Unidos con 650 por cada 100 mil habitantes. Y en El Salvador, cada día son 500 más. ¿Esta es la imagen de un país en paz? No. Es la imagen y son los números de un país en guerra contra los pobres y en guerra total contra los jóvenes de barrios pobres.

Un país es seguro cuando nadie tiene que tener miedo de ser asesinado, pero tampoco parado, cateado, arrestado y maltratado por la policía y por el ejército. Es cierto, muchos se sienten ahora más seguros en sus residenciales y en sus carros. Pero muchos otros se sienten más inseguros y no se atreven salir de noche, porque saben que cualquier patrulla los va a parar.

Un país seguro y en paz es uno donde todos se pueden sentir seguros en las calles, en sus barrios, en los parques, sin que miles de hombres armados estén patrullando y buscando a quién arrestar. Si alguna vez han caminado de noche en Madrid, o en Londres, o en Berlín, o en Roma, o en San José/Costa Rica, incluso fuera de las millas turísticas, en barrios de la gente común y corriente, saben la diferencia. No han visto a ningún soldado en la calle, jamás. Y si ven policías, son las parejas de los agentes panzones del barrio, que nunca llevan fusiles ni andan carros blindados. Van a pata y cualquier maleante, si lo hubiera, los podría asustar. Esto es seguridad. Esto es paz, no un régimen de excepción permanente que tiene a 20 mil soldados y 15 mil policías patrullando.

No se puede declarar al mismo tiempo un régimen de excepción, una guerra y la paz. Que nuestro presidente lo haga ya es preocupante. Pero más preocupante es que en nuestro país este tipo de absurdidades lo hacen al presidente aún más popular. En otros países, un presidente se haría al hazmerreir si declara “estamos en paz, porque estamos en guerra y además necesitamos mantener el régimen de excepción, aunque limite tus derechos”.

No sean tan crédulos, por favor. No se dejen engañar tan fácil.

Saludos y felices vacaciones de agosto, 






lunes, 1 de agosto de 2022

Carta a Chepe Zamora: Otra vez te quieren callar. De Paolo Luers

 

Te ha tocado pelear con tanto gobierno corrupto que hubo en Guatemala, o sea, con todos. 

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 2 de julio 2022 

Estimado José Rubén:


Cuando en 1995 estábamos batallando para fundar en El Salvador ‘Primera Plana’ (el periódico de la transición democrática, como lo concebimos), Horacio Castellanos Moya, Miguel Huezo Mixco y este servidor fuimos a Guatemala a verte – en ese momento ya estabas reconocido como el decano del periodismo independiente en Centroamérica. Queríamos aprovechar tu experiencia en la lucha por mantener vivo el perfil de tu diario ‘Siglo XXI’. Fuimos a pedirte consejos.


Cuando te explicamos lo que queríamos hacer -un periódico totalmente independiente e irreverente- nos diste el primer consejo: “¿Están preparados a terminar acosados, amenazados o incluso presos? Si no, mejor no se metan en la locura de hacer periodismo independiente en Centroamérica...”


Nos contaste de los frecuentes allanamientos nocturnos a tu casa durante la presidencia de Jorge Serrano Elías, más bien dicho en el transcurso de la permanente lucha entre este presidente y sus mafias, por una parte, y tú y ‘Siglo XXI’ por el otro. La batalla la ganaron tú y el periodismo independiente: Obligaron a Serrano a renunciar en 1993. Pero para tí fue una victoria pírrica: En 1996 tuviste que renunciar a la dirección de ‘Siglo XXI’ – demasiado independiente, demasiado crítico y luchador para los accionistas.


Luego fundaste ‘El Periódico’, que es el diario cuyas oficinas fueron ocupadas la semana pasada por la fiscalía y la policía, el mismo día que te arrestaron y bloquearon al periódico las cuentas. Todo esto, cortesía y venganza del presidente Alejandro Giammattei por las investigaciones de ‘El Periódico’ sobre la endémica corrupción en su gobierno y en la fiscalía. 


Entre los ataques que sufriste del presidente Jorge Serrano Elías y las que hoy estás enfrentando de Giammattei hay 30 años de persecuciones, amenazas y acosos. Te ha tocado pelear con tanto gobierno corrupto que hubo en Guatemala, o sea, con todos. 


Todo esto ha acumulado para tu persona un prestigio y una fuerza moral que en Centroamérica no ha tenido ningún periodista después de Pedro Joaquín Chamorro, el director de La Prensa, asesinado por esbirros del dictador Somoza, en enero del 1978. Tú  sigues siendo el decano del periodismo independiente en Centroamérica, su figura símbolo. Es por eso que tu arresto y el intento de Giammattei de cerrar ‘El Periódico’ ha despertado tanta solidaridad entre todos los periodistas, incluso más allá de nuestra región.


‘El Periódico’ tiene que vivir y seguir ejerciendo el periodismo crítico que todos los presidentes guatemaltecos han temido tanto. Si Giammattei logra callarlo, ya no habrá espacio para el periodismo libre en Guatemala. Por esto, la consigna #NoNosCallarán, que lanzó ‘El Periódico’, es el grito de todos nosotros, todos los periodistas en Centroamérica. Porque en Nicaragua, Honduras y El Salvador los medios independientes también enfrentan a gobernantes y fiscales intolerantes, acoso jurídico y amenazas a sus periodistas. 


Ya hay periodistas de Nicaragua, El Salvador y Guatemala que se han visto obligados a salir de sus países. El periódico nicaragüense ‘La Prensa’ está en peores condiciones que ‘El Periódico’ de Guatemala, enfrentando los mismos cargos inventados de lavado de dinero, que usan los gobiernos para callarlos. En El Salvador, ‘El Faro’ enfrenta las mismas acusaciones e investigaciones frívolas. Es tiempo de parar esta persecución. Si no, pronto ya no tendremos medios libres, críticos e independientes en nuestra región – una región que tan urgentemente necesita transparencia, por el alto grado de corrupción reinante. 


Paremos ya el intento de callarnos.

No te vamos a dejar solo, Chepe. Saludos de tu colega y amigo