sábado, 19 de septiembre de 2020

De vagabundo trotamundos a guerrillero. Columna Transversal de Paolo Luers

 

Con Lucas en Joateca. Nos escapamos sin permiso del campamento para
comprar cigarros y comer. Foto: Paolo Luers


Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 20 septiembre 2020


Al fin el “gringo loco” no resultó tan loco. Cuando lo conocí en el campamento guerrillero de La Guacamaya en Morazán, en 1981, Lucas me contó que estaba anotando en un diario todo lo que le pasó para luego escribir “la gran novela americana” de un aventurero que luego de viajar por todo el mundo, llegó a El Salvador y decidió abandonar su vida de vagabundo hippie y hacerse guerrillero. 

Él todos los días pasaba horas sentado en una roca o debajo de un palo escribiendo en su cuaderno. Yo siempre he sido un gran amigo de la literatura de aventureros, de Jack London a Jack Kerouac, pero en este ambiente de guerra me importaba más mi sobrevivencia. Me pareció una locura tener ahí en medio de un frente guerrillero a alguien que anotaba todo lo que veía, todo lo que se hablaba, todo lo que se rumoraba. ¿Y si estos cuadernos caen en manos del ejército? Por una razón extraña, Lucas tenía permiso de escribir, también de mandar extensas cartas a su familia, y los compas le ayudaron a sacarlas del frente para despacharlas desde San Miguel o San Salvador.

 

En una de mis largas pláticas con Lucas, compartiendo cigarros y café, le dije: “Por lo menos no pongas nada escrito sobre mi, cabrón. Yo no existo. Yo voy y vengo entre la zona guerrillera y la capital. Por un descuido tuyo me pueden matar.”

 

Y cumplió. Ahora que leí el libro que Héctor Tobar, un periodista y escritor guatemalteco-gringo, escribió en base de las cartas y los diarios de Lucas, me doy cuenta que Lucas cumplió. Ni una palabra que me hubiera podido delatar. No existía. Y mi otro descubrimiento: Qué suerte que Lucas, aunque rompiendo los protocolos de seguridad,  pudiera escribir estas cartas y estos diarios; qué suerte que no se perdieran en ninguna batalla, ninguna guinda, ningún captura de uno de los compas correos que llevaban papeles de Morazán a la capital; qué bueno que al fin llegaran a manos de un escritor como Tobar; qué bueno que así se convirtieran en la novela llamada “The Last Great Road Bum” (“El Último Gran Vagabundo Trotamundos”), que Lucas había sado toda su vida.

 

Lo que Héctor Tobar hizo es algo sumamente difícil: Escribir una novela, construyendo un personaje de ficción y sus aventuras, lo más cercano posible a lo que el personaje real dejó escrito, pero sin limitarse a sus testimonios. Salió un híbrido bien logrado entre ficción y documentación. Es más: Salió al fin la novela americana, en la tradición del BeatnikJack Kerouac, pero también Ernest Hemingway, que Joe Sanderson (alias Lucas) siempre tenía en mente en su paso por el mundo, y luego por la guerra salvadoreña, llenando obsesivamente cuaderno tras cuaderno. 

 

Lucas cayó en abril del 1982, en un combate contra tropas del batallón Atlacatl en el cantón Poza Honda. Joe Sanderson de Urbana/Illinois nunca tuvo oportunidad de escribir su novela - y leyendo sus escritos, que Tobar usó para tejer su novela, no creo que hubiera podido cumplir su sueño. Era un gran aventurero, y al final un excelente combatiente, pero no el gran escritor que soñaba ser. Sin embargo, su libro salió, a manos de otro quien supo detectar en el caos de las narraciones y reflexiones que llenaban las cartas y los cuadernos de Lucas la materia prima para una gran novela. Y “The Last Great Road Bum,” es una grana novela. Lucas resultó no ser novelista, pera la figura de una novela. 

 

Cortesía de la familia Sanderson y del LA Times

La manera como Tobar teje la historia de Joe Sanderson entre ficci
ón y documentación me ha tocado profundamente. No sólo porque fui amigo de Lucas, compartiendo con él días durísimos, días alegres y locuras; no sólo porque muchos hechos contados en los capítulos sobre El Salvador son parte de mi propia historia. Es más: Este libro interviene en un problema mío no resuelto: ¿Cómo terminar el libro que comencé a escribir sobre mis 12 años en la guerra salvadoreña? ¿Cómo lidiar con las traiciones que me juega mi memoria, que es tan subjetiva y tan parcial? Recuerdo algunos hechos como si fue ayer, pero de repente me topo con meses de mi vida en blanco. No quiere escribir la historia de la guerra, basada en investigaciones y documentaciones y entrevistas, sino narrar lo que yo viví, cómo lo viv
í. Mi guerra. No puedo, como hace Héctor Tobar, recurrir a la ficción donde no me alcanza la memoria. ¿O puedo, y sólo no me atrevo o no sé como hacerlo? Leyendo este libro, me siento obligado a repensar mi método de escribir. Esto es molesto y arriesgado, pero también una gran oportunidad. Gracias, Lucas. Gracias, Héctor Tobar. 

 

Héctor Tobar: The Last Great Road Bum. Macmillan, 2020





viernes, 18 de septiembre de 2020

Carta a los alcaldes: Abran nuestros parques. De Paolo Luers

 


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 19 septiembre 2020

Estimados alcaldes:
Están abiertos los bares y las discotecas, pero están cerrados los parques. Es una de tantas situaciones absurdas en el manejo de la epidemia en El Salvador. En todo el mundo las autoridades sanitarias advierten que discotecas pueden ser focos de contagio. Y en todo el mundo recomiendan actividades al aire libre – y no en ambientes cerrados y con aire acondicionado. Pero aquí parece el mundo al revés.

 

Además, luego de meses de encierro, todos -niños, adultos, viejitos- tenemos ansiedad de ver lo verde, de respirar aire fresco, de caminar. Es una necesidad física y psicológica. Pero los parques están cerrados. Nadie puede caminar en el Parque Cuscatlán, en el Maquilishuat, en el Satélite. Nadie puede agarrar sus hijos para caminar, correr o bicicletear en El Espino. 

 

No sé si ustedes tienen los parques cerrados por órdenes del Ministerio de Salud, o si lo decidieron en sus alcaldías. De todos modos, no pienso que el gobierno les puede imponer este tipo de medidas. Los parques son municipales, y es su responsabilidad de ponerlos a la disposición de los ciudadanos y sus necesidades. Los parques son nuestros y queremos recuperarlos. Hablo que los parques grandes, pero también de los parquecitos vecinales que hay en muchas partes. Estos tienen una gran importancia para las familias con niños.

 

Igual está cerrada la ciclovía dominical en la Constitución. Con buena regulación se podría perfectamente abrir sin ningún riesgo de contagio.

 

¿Qué justificación técnica puede haber para mantener cerrados los parques desde marzo? ¿Qué riesgo real de contaminación existe para la población caminando en un parque, en comparación con todas las otros actividades comerciales y sociales que ya retomamos? Ninguno. Lo único que tendrían que hacer es regular las visitas, prohibiendo ciertas actividades colectivas. Muchos de los parques de todos modos tienen vigilancia del CAM. 

 

En televisión o en Internet veo imágenes de italianos, alemanes, franceses y españoles gozando de sus parques – también de excursiones a lagos, montañas y ríos. Aquí no está prohibido ir al mar o la montaña, pero toda la propaganda estatal, en vez de decir a la gente adónde pueden ir y cómo pueden evitar riesgos de contagio, todavía está enfocada en meterle miedo a la gente para que se quede en casas.

 

Ya no vamos a aceptar encerrarnos en casa. Ya necesitamos y merecemos diversión, esparcimiento, naturaleza. Y exigimos a nuestros alcaldes a facilitarlos. Yo quiero ir con mi nieta a caminar en El Espino, o con mi chucho en el parque de la Centroamérica. Yo quiero ir a comer pupusas en el Parque Satélite. Quiero sentarme en una banca en el Parque Cuscatlán y leer, o simplemente ver pasar a la gente. Conozco madres jóvenes que van con sus niños a los centros comerciales para caminar, ya que no lo pueden hacer en los parques. Es absurdo. 

 

Así que, alcaldes de San Salvador, Antiguo Cuscatlán, Santa Tecla, Mejicanos, Soyapango, no nos sigan robando los pocos parques que tenemos. Pónganlos bonitos, con flores y bancas limpias y vigilancia, denles vida. Abran nuestros parques.

 

Saludos,





miércoles, 16 de septiembre de 2020

Tres cartas guerrilleras. De Paolo Luers

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 17 septiembre 2020


Hoy voy a publicar algunas cartitas al estilo del “Correo de Wagner” en la prensa sensacionalista y amarillista alemana (BILD). Son muy monotemáticas, polémicas, no se molestan en contar ningún hecho, ni mucho menos ensayar argumentos. Son asuntos de impacto. Yo he optado por otro formato, pero a veces me dan ganas de experimentar con estas cartas guerrilleras…

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Carta a Gaby:

Qué sorpresa verla nuevamente a la par de su esposo el presidente, celebrando el 15 de septiembre junto al gabinete…. y los milicos. Lástima que se le haya apagado aquella sonrisa con la cual se ganó la simpatía de muchos electores. Bueno, a veces cuesta hacerle cara buena a la mala compañía.

Teníamos meses de no verla, y no sabemos por qué Nayib decidió traerla de vuelta. Ojalá se quede unos días para darse cuenta que el país ha empeorado, y no sólo por el virus de COVID-19, sino principalmente por el virus de odio que emana de Casa Presidencial.

Bueno, esto lo conoce mejor que yo. 

Adiós, Gaby, la vemos en el spot de navidad.


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Carta al coronel Montano:

No quiero que usted sea el coronel que no tiene quien le escriba. Lo jodieron. Por el asesinato de los jesuitas de hace 31 años le zamparon 133 años de cárcel. Y para más joder, le sumaron 4 meses más. Y para acabarlo, otros 5 días. Como si 133 años no fueran suficientes para un señor de 70 años…

Como usted no mostró ninguna lástima por las víctimas, tampoco tengo que tenerle lástima.  Sin embargo, su condena y la certeza que va a morir en una cárcel española no me causan ninguna satisfacción. Por lo contrario, con el ‘éxito’ de haberlo exhibido y condenado, vamos a ver una fila interminable de militares y guerrilleros acusados de lo que hicieron durante la guerra. Para establecer una verdad que todas ya la conocemos por 30 años. Usted, coronel, es el símbolo de la incapacidad nuestra de cerrar un capítulo luego de aprender la lección.

Aproveche para leer. Tal vez se le ilumine la mente y se le calienta el corazón y termine entendiendo por qué lo condenaron.

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Carta a los candidatos jóvenes:

Esto va a los jóvenes que para defender la democracia y enfrentar el tonto populismo decidieron lanzarse al ruedo político. No a los enganchados por Bukele.

Les digo una sola cosa: ¡Tómense la Asamblea! Es su tiempo. Para hacerlo, comiencen entre ustedes, candidatos de derecha e izquierda, conservadores y progresistas, pero todo demócratas, una nueva forma de diálogo. 

Hablen fuerte, para que hasta en Morazán y Chalate los escuchen.

Suerte,







lunes, 14 de septiembre de 2020

Carta al embajador Johnson: ¿No le da pena esta amistad embarazosa?. De Paolo Luers (Extra: La nota completa de Mary O'Grady en WSJ sobre Bukele)


Publicado en MAS! y EL DAIRIO DE HOY, MARTES 15 septiembre 2020


Mr. Ambassador:

¿Ha leído la nota de Mary Anastasia O’Grady en el Wall Street Journal, donde advierte que Bukele es un aliado que a Estados Unidos no le conviene tener? Me imagino que la leyó, y con mucha atención. La pregunta real es: ¿Y no le dio pena? Porque usted es el que administra esta amistad embarazosa.

Todos los hechos que O’Grady cita para sustentar su advertencia a la Casa Blanca sobre Nayib Bukele, usted los conoce aún mejor que ella. A la Embajada no se le escapa nada de lo que pasa en el escenario político salvadoreño. El problema reside en el análisis y en la hipocresía con la cual actúan. 

Usted sabe que fue grave lo que Bukele hizo el 9 de febrero, cuando ordenó a la Fuerza Armada tomarse la Asamblea para que él pudiera entrar donde nadie lo había invitado y ocupar la silla del presidente del Parlamento. Lo sabe muy bien, porque usted incluso intervino para evitar lo peor. Dicen que es por su intervención que en el último momento Bukele cambió el plan, y que en vez de una ocupación militar permanente hizo una toma simbólica para mostrar quien manda. Simbólica, pero con todo el peso simbólico de las armas…

Usted sabe también que las revelaciones de El Faro sobre las negociaciones que el gobierno Bukele mantuvo durante más de un año con la MS-13 son a) ciertas, b) graves, y c) claramente contradictorias con las políticas oficiales de Estados Unidos. Usted sabe que la reducción de los homicidios se debe a entendimientos del gobierno Bukele con las pandillas, y no al Plan de Control Territorial, que Estados Unidos ha apoyado con dinero, asesoría y un respaldo político tan decidido. ¿Qué es lo que usted permanentemente ha informado a Washington sobre los supuestos logros del Plan de Control Territorial? Ahora que en Washington también han leído la investigación de El Faro (y luego el artículo de O’Grady), ¿qué correcciones va a hacer a sus informes sobre un plan ficticio? 

¿Cómo va a explicar al Departamento del Estado y a sus otros jefes en el Consejo de Seguridad Nacional que las políticas de Seguridad que la administración Trump ha apoyado tan decididamente han sido un fraude? ¿O ya informó sobre esto meses atrás, lo que significaría que el gobierno Trump supo que las políticas de seguridad salvadoreñas que apoyaba eran fraudulentas? 

Son preguntas retóricas porque solo un tonto inocente podría creer que tendrán respuestas. Pero hay que hacerlas. El hecho que una columnista conservadora tan respetada como Mary Anastasia O’Grady puso el dedo sobre estos puntos en el Wall Street Journal (del cual es miembro del Consejo Editorial) debe haber caído como bomba en los pasillos de la administración Trump. 

Otro punto delicado que tocó O’Grady es la hostilidad sistemática del gobierno Bukele contra los medios de comunicación y sus periodistas siempre que cuestionan sus políticas, investigan la corrupción y los abusos de poder, y revelan secretos gubernamentales como las negociaciones de altos funcionarios con pandilleros y el pacto electoral que se vislumbra detrás de estos contactos.

Es obvio que al presidente Trump no le va a incomodar el hecho que su ahijado Bukele actúe hostil contra la prensa. Por lo contrario. Pero el hecho de que en un periódico conservador una columnista como O’Grady hable de esto, da validez a las denuncias, que hasta ahora han hecho sólo algunos congresistas, en la mayoría demócratas, y organizaciones de Derechos Humanos.

Por más que usted se sienta respaldado por la Casa Blanca, usted será el chivo expiatorio (o como ustedes dicen, el fall guy) por el fracaso de la política estadounidense, que apostó a un aliado que a la larga resulta impresentable. Su cara, siempre sonriente, a la par de Bukele, será el símbolo de este embarazoso fracaso.

Sincerely,

Ve la columna de Mary Anastasia O'Grady abajo




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By Mary Anastasia O’Grady
Sept. 13, 2020 4:27 pm ET
The Wall Street Journal/Opinion


President Trump made a deal with Central American governments and Mexico to end the 2018-19 migration crisis by requiring asylum seekers from Central America to register in a transit country before seeking U.S. entry.
Since then, the administration has taken a “problem solved” attitude toward Central America. In fact there are still plenty of regional worries that Mr. Trump ought to take seriously.
Exhibit A is El Salvador President Nayib Bukele, who has been widely praised as a good friend of the U.S. but may not be so hot after all.
The 39-year-old Mr. Bukele was raised, politically speaking, by the left-wing FMLN party, formed by Salvadoran guerrillas after the civil war. He was elected FMLN mayor of the city of Nuevo Cuscatlán in 2012 and FMLN mayor of the capital, San Salvador, in 2015. But he ran for president in 2019 on a third-party ticket, defeating both traditional parties: the FMLN and the center-right Arena party. Today he heads the New Ideas party.

Mr. Bukele claims he no longer hold the ideological beliefs of the FMLN of his youth. But he has retained the instincts that made him a young star in the party.
In his first year in office he has shown himself to be an ambitious populist with an authoritarian streak. In February he stunned the nation when he marched into the Salvadoran Congress with armed soldiers and sat in the speaker’s chair in an effort to intimidate lawmakers who were not rubber-stamping his proposals.
Mr. Bukele justifies his disregard for limits to his power because his tough-on-crime policies have made him popular. Yet if El Salvador is to remain free, popularity can’t be an excuse for consolidating power.
There are now real questions about the methods he has used to reduce El Salvador’s high homicide rate. A Sept. 3 investigative report by the online newspaper El Faro alleges that the number of murders in the country was brought down through a negotiation between gangs and the government. Previous governments have cut similar deals.
Using government records and sources, El Faro says it found that in exchange for better prison conditions, gang leaders agreed to cool the violence and use their influence to support Bukele candidates in the February 2021 legislative and municipal elections.
Mr. Bukele has denied the El Faro allegations on social media. His supporters dismiss the story because of the paper’s reputation for favoring the left, and Mr. Bukele’s official position that he has broken with the FMLN.
Yet his disregard for the powers of competing institutions is troubling. In April, after the Supreme Court ruled that he could not detain violators of his Covid-19 stay-home orders and confiscate their property, he ordered police to defy the court.
Because he has challenged more than one of the high court’s rulings against his Covid-19 lockdown policies, Salvadorans on the left and the right have worried out loud that he aspires to rule as a dictator. In response he declared on Aug. 10 that if he were a dictator, he “would have shot them all. . . . You save a thousand lives in exchange for five.” Those words sent a chill through a nation that struggles to protect its young and frail democracy.
The rule of law is equally shaky in neighboring Guatemala under President Alejandro Giammattei, who took office in January. Rampant corruption has defined the Guatemalan judiciary for decades. As the executive he cannot single-handedly clean the judiciary’s house. But he could propose and champion necessary reforms through Congress that would make justice timely, transparent and truly accessible. Without judicial certainty, the economic growth Guatemala needs to defeat misery won’t happen.
The case of the Russian migrant Bitkov family captures the dysfunction of the country’s legal system. The United Nations’ International Commission against Impunity in Guatemala worked with Guatemalan prosecutors and judges to convict the family for using false documents. But those documents were issued by Guatemalan authorities and the Bitkovs are migrants.
In 2018 a Guatemalan high court upheld a 2017 injunction by a lower court that said the none of the family members were criminally liable for the false documents. This ruling is consistent with international and domestic law.
Once exonerated in 2017 the Bitkovs should have been freed. But mysteriously a lower court judge and prosecutors have been allowed to keep the case alive. Igor’s wife, Irina, and the couple’s daughter, who was a minor when the false documents were issued, still face the possibility of long prison terms.
Guatemala and El Salvador are lauded by the Trump administration because of their cooperation on immigration, Venezuela policy and other Washington priorities. But Central American poverty and violence grow out of institutional weaknesses. By overlooking the lack of political will to adhere to the rule of law, the administration invites future humanitarian disasters.