sábado, 15 de mayo de 2021

Ganaron una batalla, pero no la guerra. De Paolo Luers

A veces las imágenes hablan mas de un gobierno que las palabras

Publicado en EL DIARIO DE HOY/Observador Político, domingo 16 mayo 2021

Nayib Bukele dice que el país ganó gobernabilidad con el control total que tiene ahora sobre la Asamblea Legislativa. Tiene razón. Con esta mayoría, el gobierno puede obtener cualquier legislación que necesita para implementar su plan de gobierno, para enfrentar la crisis sanitaria del Covid19, para recuperar la economía y para salir de la crisis fiscal.

Pero esto de la mayor gobernabilidad no es tan simple. La limitante es que no existe plan de gobierno, ni estrategias claras para enfrentar la epidemia, ni para recuperar la economía.


Con la remoción de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General, Bukele considera que ha superado lo que llama “el bloqueo sistemático” - y que otros actores de la sociedad llamamos “sistema de pesos y contrapesos”.


Es obvio que con una Asamblea, una Corte Suprema y una Fiscalía dóciles será más fácil y máágil gobernar, tomar decisiones, implementar políticas públicas y movilizar fondos. Eso suena positivo a algunos que creen en el concepto de la ‘dictadura benévola’, que pone orden al país. Pero no hay ningún indicio de que el gobierno Bukele esté enfocando las decisiones y las políticas públicas en la solución estructural de los problemas del país: falta de empleo, pobreza extrema y masiva, informalidad, falta de educación capaz de preparar para una sociedad (y economía) de conocimiento, extrema vulnerabilidad de muchas comunidades, sostenibilidad ecológica. 

Si las políticas públicas no pasan de un esquema clientelista y asistencial, pueden ser máágiles, pero no más efectivas. Además dependerían siempre de la liquidez necesaria para seguir tapando los problemas con dádivas. En tiempos de crisis fiscal, alto endeudamiento, y la creciente tensión con la comunidad internacional, esto no está garantizado.


Es cierto que la nueva correlación de fuerzas y el control casi total de todas las instituciones del Estado da estabilidad al gobierno, pero es una estabilidad parcial y a corto plazo. Estabilidad del gobierno no significa estabilidad para la sociedad y la economía. Una estabilidad más integral incluye factores como seguridad jurídica, confianza de inversores, buena relación con los gobiernos de Estados Unidos y Europa y con los organismos financieros internacionales;  y una armonía social, que solamente es alcanzable y sostenible con diálogos y acuerdos amplios. 


En El Salvador todos estos factores necesarios están siendo negativamente impactadas por la manera como el gobierno hace uso de su mayoría legislativa y de su control de las instituciones. A partir de la decisión inconstitucional de desmantelar la Sala de lo Constitucional y sustituir al Fiscal General, el gobierno ha perdido credibilidad con la comunidad internacional, incluyendo las organizaciones multinacionales de financiamiento. Abiertamente ha confirmado que no está dispuesto de dialogar o concertar, ni con la oposición política, ni tampoco con las gremiales y organizaciones del sector privado y de la sociedad civil. 


Habrá a corto plazo, mayor estabilidad y gobernabilidad, posiblemente con ciertos resultados en cuanto a la superación de la epidemia y el regreso a una vida normal en lo económica, productivo, social y educativo. Tal vez también en la ejecución de algunas pocas obras de infraestructura.


Sin embargo, a mediano plazo, resultará imposible evitar el surgimiento de tensiones sociales. Gradualmente se volverá difícil y a partir de cierto punto imposible tapar estas tensiones con medidas de asistencialismo. No sólo porque no son financiables a largo plazo, sino por una mecanismo que cualquier clientelismo populista pone en función: provoca expectativas que al rato no se conforman con la pura subsistencia, sino desembocan en la aspiración de progreso y bienestar.


El gobierno no tendrá la liquidez de elevar a otros niveles el asistencialismo. Tampoco logrará crear empleos, viviendas, mejores pensiones, mucho menos podrá arradicar la corrupción. Entonces, a mediano plazo indudablemente aparecerán factores de tensión social y desencanto. El bonus que a corte plazo gana el gobierno en materia de estabilidad, se pierde a mediano plazo, y comenzará nacer una nueva oposición, a la cual ya no la puede deslegitimar con su trilladas frases de “los mismos de siempre” y “devuelvan lo robado”.



 

Cuando este se dé, el gobierno va a tener que recurrir a formas de represión y persecución que ahora no tiene necesidad de usar. Pero el gobierno Bukele se ha preparado sistemáticamente para este escenario. Tiene preparados los instrumentos para la represión: control político de la policía, la Fuerza Armada y la Fiscalía. Impunidad para estos instrumentos, porque ya no habrá un sistema judicial independiente al quien acudir para denunciar abusos de poder. Ojo: Nadie consigue armas de este calibre, si no está dispuesto a usarlas cuando sea necesario.


El fiscal general impuesto Rodolfo Delgado, flanqueado por los jefes policiales


 

Vendrá en los próximos años una fase de inestabilidad política y social, por las expectativas defraudadas, por la insostenibilidad de un asistencialismo profundo y sistémico, y por tensiones sociales que ahora están mediatizadas todavía por la ilusión de un nuevo comienzo sin corrupción y con más justicia social. El problema principal del gobierno de Nuevas Ideas es que no tiene planes ni intenciones serias para construir justicia social mediante políticas y servicios públicos eficientes. Tampoco ni tiene voluntad de erradicar la corrupción. No hay nada más desestabilizador para un régimen asistencialista que promesas y expectativas no cumplidas, que llevan a una desilusión masiva.


En este escenario de crisis, que es difícil imaginarse que no se configurará antes de las elecciones del 2024, serán decisivos dos factores. Primero, si la oposición habrá logrado recuperarse y desarrollado liderazgos, propuestas y formas de comunicación nuevas. Segundo, si el empresariado habrá logrado preservar su autonomía y capacidad de acción. En tercer factor coadyuvante sería que la comunidad internacional mantendrá la presión sobre el gobierno y un diálogo constructivo con la sociedad civil, el sector privado y los partidos de oposición. 

Si se dan estos tres factores, no hay ninguna razón de asumir que en el 2024 no existirá una real oportunidad de rectificar el rumbo del país. 



viernes, 14 de mayo de 2021

Carta sobre buenas series: “Ozark”, universo de malos buenos y buenos malos, locos cuerdos y cuerdos locos. De Paolo Luers




Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 15 mayo 2021


Las mejores series son las que uno desearía que sean interminables. Porque uno se enamoró de los protagonistas, del lugar, del ambiente que crea con sus escenarios o la magia de la luz…

Una de las series que lo secuestran a uno es “Ozark”. Tiene 44 episodios. Voy por el 33 y me deprime sólo pensar que terminará. Cada noche estoy entre ver un capítulo a la vez, para que no se termine, y la ansiedad de ver el siguiente.

¿Qué es lo que hace “Ozark” tan adictivo?

Tiene un excelente elenco, donde destacan Jason Bateman y Laura Linney como la pareja Marty y Wendy Byrde, quienes para evitar que un cartel de narcos los mate a ellos y sus hijos se comprometen a construirles una mega lavadora de pisto en un lago en Missouri. Pero la verdadera revelación es Julia Garner, una actriz de 27 años del Bronx de New York, que de manera magistral nos crea el personaje de Ruth Langmore, hija de una familia de red necks dedicada a crímenes de poca monta – pero que de la mano de los Byrde se vuelve al mismo tiempo más honorable y una criminal más profesional…

Con esta aparente contradicción ya estamos en el corazón del tema, del cual “Ozark” saca su trama, su drama, su humor y su capacidad de sorprendernos y hacernos reflexionar. Esta serie no es la clásica historia de “buenos” versus “malos”. Aquí (casi) todos son malos, en el sentido que son malos los que se dedican a delinquir: la pareja que lava millones para los narcos, sus hijos cómplices, un sindicalista mafioso retirado que varias veces les salva la vida; los agentes encubiertos del FBI y el sheriff; el predicador y los senadores estatales corruptos; los narcos mexicanos y su abogada chele; los hombres rudos de la mafia de Kansas; los familiares de Ruth y ella misma; una pareja asesina de granjeros que cultiva amapola para producir heroína…

Sin embargo, en el “mundo Ozark” no todos los criminales son malos. O más bien, dentro del universo de criminales hay una lucha permanente entre lo bueno y lo malo, lo ético y lo incorrecto. De este lucha, de la relatividad de las categorías bueno-malo o criminal honorable vive la trama de “Ozark”.

La joven Ruth, por más que se vuelve partícipe importante de la mega operación de lavado de dinero (con bares, una morgue, dos casinos y un hotel), va desarrollando una ética muy propia pero profunda, que la pone en contradicción con toda su familia acostumbrada a robar a todos parejo. Llega a matar a sus dos tíos para evitar que ellos asesinen a su patrón Marty Byrde.

Los Byrde, en cada episodio, se vuelven criminales más profesionales y útiles para los narcos, pero nunca se convierten en malos a los cuales uno puede odiar. Por el contrario. Los únicos que realmente son malos-malos, casi inhumanos, son los agentes del FBI, la granjera que asesina a su esposo asesino, el capo del cartel y sus matones. Hasta Helen, la abogada del cartel al cargo de supervisar la lavandería de Ozark, una mujer super fría y calculadora, de repente revela emociones y conflictos morales…

No sé si haga buena propaganda a esta serie con estas reflexiones sobre la relatividad de lo malo y criminal en el “cosmos Ozark”, donde algunos malos resultan buenos, sin dejar de delinquir; y algunos buenos resultan los más crueles o fariseos. No es que “Ozark” defienda lo criminal, sino que muestra que lo bueno y lo malo habitan juntos. Poca gente es sólo mala o sólo buena.

El lago Ozark

“Ozark” es un universo habitado de malos buenos, buenos malos y locos cuerdos. Recomiendo esta serie de corazón y también de mente racional. Además está muy bien hecha, fotografiada, musicalizada y superbuenamente actuada. Ozark es un universo de personas en la que todos cometen errores y delitos, pero no todos son malos. O son malos que de todos modos terminamos amando.

No es fácil filmar una serie sobre moral sin moralizar…

Disfruten la serie. Saludos, 















miércoles, 12 de mayo de 2021

Carta a los empresarios: ¿Olvidaron la fábula del sapo y el alacrán? De Paolo Luers


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 13 mayo 2021

Todos conocemos la naturaleza de Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas. Aplica picadas fatales, aunque signifique que nos vamos a hundir todos. Es su naturaleza, no puede de otra manera. No es racional. Tampoco es racional que los sapos accedan a darle “ray” al alacrán para pasar el río, conociendo el ADN de este animal.

Hay empresarios que piensan que para pasar el río de la crisis, hay que aceptar que el gobierno se les monte encima – aun conociendo el ADN de este animal. Luego del 9 de febrero 2020 y su versión actualizada, el 1 de mayo 2021, no puede haber duda sobre el carácter del alacrán. Y ya anunció: “No nos vamos a detener”.

Sin embargo, así como el alacrán no puede pasar el río solo, Bukele solo no puede pasar la crisis económica, fiscal y social que tiene enfrente. Pide “ray” a los “buenos empresarios”.

Es cierto que los empresarios, sobre todo los buenos y responsables, también quieren superar la crisis económica y social causada no sólo por la epidemia, sino también por la improvisación, ineficiencia, corrupción y los abusos del gobierno. Pero esto no significa que se tengan que echar al lomo al alacrán para que consolide su poder. Aunque será difícil, los empresarios tienen que mantener su independencia y adquirir la creatividad y sabiduría para sacar al país de la crisis sin hacer pactos que consoliden el control y el esquema de corrupción.

Nadie en su justa razón espera que los empresarios agarren las banderas políticas que los partidos ya no logran levantar. Nadie espera de ellos que encabecen la lucha política. Sólo esperamos que no sirvan de soporte al gobierno y que no hagan pactos oscuros y mercantiles.

El control que ejercen sobre el gobierno, con todo y Fuerza Armada y PNC, y ahora también sobre la Asamblea, la Corte Suprema y la Fiscalía General, hace imposible que el país se recupere económicamente, porque genera entre los empresarios e inversionistas la terrible incertidumbre: ¿Cuándo nos va a picar el alacrán?

El control que ejercen funcionarios con trayectorias tan cuestionables como Mauricio Arriaza, Gustavo Villatoro, Rodolfo Delgado y Peter Dumas sobre el aparato de seguridad hace imposible que crezca la confianza en la seguridad jurídica y en la lucha contra el crimen organizado. Ahí el problema es mucho más grave que la simple inexperiencia e ineficiencia. Se trata de conflictos de intereses que impiden la articulación de una estrategia coherente del Estado contra la delincuencia y sus causas.

El gobierno, con toda la ineficiencia, improvisación y corrupción sistémica que hay, va a fracasar. El alacrán se va a ahorcar, inevitablemente. Pero lo que sí puede ¡y debe! evitarse es que con el gobierno se hunda la economía y su sostén principal, el sector privado; por tanto, todo el país.

Para resumir: El alacrán no puede ir contra su naturaleza. Y el sapo peca de ingenuidad si permite que el alacrán se le monte encima.

El país va a entrar en otra dimensión de política y de gobernabilidad cuando estalle una crisis social, resultado de que el asistencialismo extremo llegue al punto de no sostenibilidad. En ese momento, el país necesitará de una empresa privada creíble y autónoma para ofrecer salidas económicas. Nicaragua es el triste ejemplo de un sector privado que, con sus pactos con la dictadura de Ortega, ha perdido toda la credibilidad para colaborar ahora con la solución democrática a la crisis social y política permanente. Los empresarios nicaragüenses han estado en parálisis o incluso en coma porque el alacrán los picó.

No dejemos que esto nos pase en El Salvador. Ustedes ahora no pueden arreglar el país, pero pueden evitar que el sector privado se hunda con el gobierno. No traten de pasar el río con el alacrán. Nunca llegarán a la ribera.

Saludos, 





lunes, 10 de mayo de 2021

Otra carta a Ricardo Zúñiga: Pintar la raya al niño travieso. De Paolo Luers

 


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 11 mayo 2021

Estimado emisario de Joe Biden:

Welcome back! Ha pasado un mes desde su primera visita, en la cual el presidente no lo quiso recibir. Pero si en aquel entonces la situación de la democracia salvadoreña era preocupante, en sólo un mes se ha vuelto crítica. Los peligros que en abril algunas de los voceros de la sociedad civil le advirtieron ahora se han materializado, de manera mucho más rápida y radical de lo que se imaginaron incluso los más pesimistas.

El 1 de mayo, de un solo golpe la nueva Asamblea, dominada por la gente de Bukele, terminó con los dos pilares de la independencia judicial: la Sala de lo Constitucional y la Fiscalía General. Con esto, los tres órganos del estado están bajo control de una persona.

Bueno, pero todo esto ya lo sabe usted. Entonces, ¿qué hacer?

Bukele está jugando un juego atrevido. Él sabe que sus acciones antidemocráticas no le gustan a la administración Biden, pero parte de que Estados Unidos no va a ir más allá de un regaño. Según Bukele, ustedes necesitan de su (supuesto) liderazgo en una región fraccionada, que para Estados Unidos es importante, pero incómoda. Bukele apuesta a que por esta razón ustedes no le van a retirarle el apoyo de facto. Es su tarea dejar claro que Bukele está equivocado y que su juego con Estados Unidos no le funcionará.

A los niños traviesos hay que pintarles la raya. Si no, van a seguir jodiendo, sintiéndose impunes.

Ya es un poco tarde, porque Bukele ya se pasó de todas las rayas que separan la gobernanza democrática del autoritarismo. Así como trata con desprecio a la oposición, los magistrados, las instituciones y la prensa libre, falta también el respeto a los embajadores. Urge que alguien golpee la mesa y le diga a Bukele que no podrá extorsionar a los Estados Unidos – ni con la carta china, y mucho menos con la carta migratoria. Y como usted es el enviado especial del presidente Biden, todos esperamos de usted este golpe a la mesa. Tenga seguro que de otra manera no entenderá, sino seguirá pensando que ustedes son débiles y fáciles de engañar y extorsionar.

El hombre les está tomando el pelo. Estados Unidos, desde la transición democrática de la posguerra salvadoreña, ha invertido sistemáticamente recursos en la consolidación democrática y profesional de 4 instituciones: la Fuerza Armada, la PNC, la Fiscalía General y el sistema Judicial. Nayib Bukele está buscando revertir todos los progresos que con colaboración de Estados Unidos se han logrado en estas 4 áreas tan esenciales para la democracia, la seguridad jurídica, la seguridad ciudadana y los derechos humanos. Es un ataque consciente y sistemático a la base de la cooperación entre El Salvador y Estados Unidos. Si a este ataque ustedes no responden con claridad y fuerza, el niño travieso nunca va a entrar en razón. Ustedes tienen una expresión genial para el comportamiento de niños y políticos populistas: “Pushing the limits.” Desafiar las reglas, chocar contra los límites para extender paulatinamente el espacio para salirse con la suya…

Es hora que ustedes rompan, de una vez por todas, este juego que les está haciendo Bukele. Es hora de exigirle a este presidente que respete la Carta Democrática, que deje de extorsionar a la comunidad internacional, en especial a Estados Unidos, así como está tratando de extorsionar a los empresarios del país.

Cierro esta carta con la misma frase, con la cual finalicé la primera que le envié cuando vino en abril pasado: “No pedimos que usted asuma el rol de oposición, que nos corresponde a nosotros. Sólo le pedimos claridad. Ante el gobierno y ante la sociedad civil”.

Bienvenido. Éxito en su gestión. 

Saludos, 







domingo, 9 de mayo de 2021

No sabe de historia ni quiere entenderla. De Paolo Luers

"Tiene toda la razón, presidente. El hecho de que una mayoría le aplauda no significa que sea buen gobernante."


Columna Observador Político. Publicada en EL DIARIO DE HOY, lunes 10 mayo 2021

I. “Los amigos se pueden equivocar. Y muchos amigos se pueden equivocar también. El hecho que 5 personas piensen lo mismo no significa que tengan la razón. En Alemania, decenas de millones de personas pensaban que estaba bien quemar a judíos en un horno. Es decir, mucha gente puede estar equivocada.” Bukele en su cadena nacional, 5 mayo 2021

La respuesta más obvia a este comentario, que Nayib Bukele dio a los embajadores convocados a Casa Presidencial, es la siguiente: Tiene toda la razón, presidente. El hecho de que una mayoría le aplauda no significa que sea buen gobernante.

Si Nayib Bukele tratara de conocer la historia para aprender de ella, no estaría cometiendo un error tan patético. Convocó a los embajadores para parar la ola de críticas que le están lloviendo de la comunidad internacional, de gobiernos, parlamentos, magistrados y columnistas de todo el mundo, y trata de contrarrestar las críticas con dos argumentos, que se anulan mutuamente: por una parte, dice que el apoyo popular mayoritario, manifestado en dos elecciones, lo faculta a erradicar la independencia judicial. Y por otra parte dice, ante la crítica unánime de gobiernos amigos, que el hecho de que estén coincidiendo no significa que tengan razón. Y cita como prueba la equivocación de millones de alemanes que respaldaron a Adolf Hitler y su política de exterminio de los judíos.

¿Cómo puedo pensar que este ejemplo da fuerza a su alegato de que su apoyo popular le faculta a violar la Constitución?

Si Bukele entendiera la historia, sabría que todos los dictadores que han cometido crímenes contra su propio pueblo y la humanidad lo han hecho desde un poder cimentado por masivo apoyo popular: Hitler, Stalin, Mussolini, Mao, Franco, Castro, Chávez. Todos han usado su poder y su apoyo popular para reprimir a la minoría opositora y para construir una institucionalidad estatal a la medida de su ansiedad de poder total.

La lección histórica que hay que aprender de todos estos ejemplos es contraria a la que Bukele saca para justificar el rompimiento del orden constitucional: El apoyo popular NO faculta al gobernante a cometer ilegalidades, sino que lo obliga a ejercer el poder que el pueblo le ha entregado con extrema responsabilidad, con respeto a las minorías, a la oposición política y sus derechos.

El juicio de la historia es unánime: Un dictador como Hitler es culpable de haber manipulado y al mismo tiempo defraudado el gran apoyo popular que le llevó al poder. Y los millones de ciudadanos y los cientos de miles de funcionarios, soldados, jueces, fiscales y policías que lo apoyaron, incluso cuando ya supieron de sus crímenes, se hicieron igualmente responsables.

II. “Por cierto, el escritor de este artículo fue ministro en la Junta Cívico Militar que dio el GOLPE DE ESTADO de 1979 en El Salvador. Obviamente ahí sí, la acción NO ERA CONSTITUCIONAL, pero se hizo y se aceptó. Triste cómo en el ocaso de su vida terminó vendido al gran capital”. Tuit de Bukele, 8 mayo 2021, hablando del Dr. Rubén Zamora.

Ni siquiera la historia reciente de su propio país ha entendido este gobernante, quien anunció con trompetas y tambores que su misión es “cambiar la historia del país”.

No sabe distinguir entre un golpe de Estado contra un régimen militar, que con su represión masiva estaba empujando al país hacía una guerra civil, y un golpe contra la Constitución y la independencia de los órganos de justicia, perpetrado desde la Presidencia, con el apoyo de las cúpulas de la Fuerza Armada y la Policía.

Uno puede (y debe) criticar los resultados pobres de la Junta, que se instaló con el golpe del 15 de octubre 1979, y muchos historiadores lo han hecho. Pero no cuestionan la legitimidad de golpe, hasta monseñor Romero dio respaldo moral a la Junta que resultó de la sublevación de los militares jóvenes. La Junta fracasó porque no estaba dispuesta a enfrentar con éxito a los militares que continuaron con la represión, porque no desmanteló las estructuras de mando y ejecución de la represión y porque no logró ganarse el apoyo del movimiento popular con un plan convincente de reformas. Rubén Zamora, a quien ataca Bukele en su tuit, es de los pocos que sacaron las conclusiones correctas y renunciaron a un gobierno que apostaba a una solución militar a los conflictos sociales.

Bukele se equivoca: personas como Rubén Zamora, Héctor Dada, Salvador Samayoa, los padres jesuitas de la UCA y el cardenal Rosa Chávez se han ganado por sus actuaciones éticas en los convulsivos años de los 70 y 80 el derecho de ahora de levantar la voz para criticar el intento de retroceder en el proceso democrático del país. Y el hecho de que lo estén haciendo a la par de personas de diferente trayectoria ideológica les da más legitimidad y fuerza. Pero esto sólo lo entenderá quien hace el esfuerzo de entender la historia.