sábado, 26 de septiembre de 2020

Seize the moment – tomen la iniciativa. Columna Transversal de Paolo Luers

Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 27 septiembre 2020

Los salvadoreños tuvieron múltiples razones de desencantarse con la política. Todas tuvieron que ver con la corrupción, la falta de transparencia y la insatisfacción de necesidades básicas de la población. Por esto surgió Nayib Bukele y llegó al poder. Pero luego de 15 meses existen aun más razones de desencanto. 

Sin embargo, la gente no necesariamente se desencanta con el gobierno. Se desencanta con la política. Un desencanto generalizado con la política, mientras no se vuelque contra el gobierno, es ganancia de los regímenes populistas. Es obvio que a esto apuestan los Bukele: Crean crisis tras crisis (social, política, institucional, económica, fiscal), y en vez de dar pasos para resolverlas, las profundizan - hasta que la gente ya no entienda lo que está pasando y ya no crean en la política. Los problemas nunca se resuelven, los conflictos se vuelven cada vez más profundos y a la vez confusos. Como resultado, la gente se refugia en resentimientos de anti-política, en vez de asumir posiciones de oposición. Si esto pasa, gana el gobierno. 

 

Es lo que quieren: Un pueblo sumido en desesperación, resentimientos y anti-política. Una oposición que habla sola. Un movimiento-partido-gobierno conectado con los resentimientos.

Pero no pasa así necesariamente. El gobierno, con esta estrategia de las crisis calculadas, corre un enorme riesgo. Si la oposición, en vez de paralizarse, logra comunicarse con los ciudadanos, antes de que estos se resignen; si una nueva generación entra a la política y logra introducir en ella racionalidad, empatía y ética; si surgen políticos, académicos, empresarios y ciudadanos que ofrecen soluciones viables a las crisis, las múltiples razones de desencanto comenzarán a trabajar contra el gobierno – y ya no contra la política. Entonces, los problemas no resueltos (sociales y económicos, de salud y educación, medio ambiente y vivienda, pensiones y empleo) dejarían de hacer crisis al sistema democrático, como ahora es el caso, sino al gobierno, como debe ser.

 

A 15 meses de haber asumido el poder los Bukele, se abre a la oposición y a la ciudadanía la oportunidad de salir de la letargia, levantar la cabeza, tomar la iniciativa y salir a la ofensiva. La gente ve amenazada su calidad de vida: sus empleos, sus pensiones, el futuro de sus hijos mediante la educación, sus libertades. Ven las amenazas más fuertes que hace 2 años, cuando muchos voltearon a ver a Bukele para buscar soluciones. Comienza, entonces, la batalla decisiva: ¿A quiénes la gente va a cobrar el costo por tanta crisis sin soluciones? ¿Al sistema democrático o al gobierno? 

 

Como en cualquier batalla, también en esta, la ofensiva es la mejor defensa. Ganará el que sepa aprovechar el momento y tomar la iniciativa con propuestas claras. Entre muchos, hemos avanzado bastante en la crítica sistemática al gobierno, su corrupción, su incapacidad, su irrespeto a la institucionalidad y la Constitución. Pero nadie ha avanzado en mostrar soluciones, esbozar las reformas necesarias, e identificar cómo financiarlas. 

 

La alternativa al plan nihilista de los grupos detrás de NI-GANA de destruir la democracia, la economía y la cohesión social del país para poder establecer un régimen autoritario, no puede ser simplemente la defensa de la democracia. Tiene que ser la defensa de los intereses básicos de la gente. 

 

Si la oposición muestra que, encima de sus diferencias ideológicas y partidarias, puede llegar a acuerdos que permitan hacer las reformas necesarias para resolver las necesidades básicas de la población, puede vencer a los que no apuestan a la búsqueda de acuerdos sino a la imposición. Hay que mostrar que el pluralismo político es más potente para resolver problemas que el caudillismo. ¿Cómo demostrarlo? Es simple: Comenzar, en medio de la campaña electoral, un debate entre los partidos democráticos, los antiguos y los nuevos, de derecha y de izquierda, conservadores o progresistas, sobre cómo resolver los problemas de educación, salud, empleo, pensiones y bienestar. Un debate de altura y sustancia. Un debate contundente a acuerdos, para luego unir todas las fuerzas para implementar las soluciones acordadas. Debatir democráticamente y dejar a Bukele con sus monólogos. 

 

Los partidos nuevos, así como los candidatos nuevos que en los partidos tradicionales comienzan a desplazar a los dinosaurios, tienen una gran oportunidad. Como dicen en inglés con más contundencia: Seize the moment! En español serían tres conceptos: Aprovechen el momento. Tomen la iniciativa. Vayan a la ofensiva. Hay un vacío que llenar. Hay una democracia que llenar de contenido social y ético. Hay una ciudadanía que exige soluciones. 




viernes, 25 de septiembre de 2020

Carta a los televidentes: Apaguen la tele. De Paolo Luers

 

Cadena Nacional con su excelencia, el presidente
de la República, Nayib Bukele

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 26 septiembre 2020

Estimados amigos:

Si no fuera periodista y columnista, ni loco me echaría las cadenas nacionales del presidente. Para mí, son gajes del oficio, y deberían pagarme extra por riesgos toxicológicos.

No es así para ustedes, los ciudadanos y televidentes. Siempre tienen la opción de apagar la tele, buscar una película en Netflix o leer un libro. 

Luego de la cadena del jueves, una amiga escribió en Facebook: “Hoy las cadenas nacionales hay que verlas de lado, para no vomitar…”, y otra gran amiga común le contestó“Este hombre te va a matar, agarrala al suave, mujer, no es más que otro político”.

Muy sabia esta respuesta. Bukele no es más que otro político. Lo dice una mujer que al principio lo vio con simpatía y esperanza. No sé si votó por él, pero poco después de las elecciones me la encontré en un bar de playa, y estaba esperanzada que el recién electo presidente iba a ser diferente. Lo vio como defensor de la verdad, y resulta que es un mentiroso compulsivo. Lo vio luchar contra la corrupción, y resulta que preside un gobierno de corruptos. “No es más que otro político”.

Cualquiera que haya visto la última cadena nacional de más de dos horas, pudo convencerse que este presidente, por más bravucón que se presente, por más ataques contra magistrados, diputados y periodistas que escupa, se encuentra a la defensiva. ¿Cómo no va a estar a la defensiva si no supo justificar que bajo sus órdenes la Fuerza Armada se negó a cumplir la disposición de un juez de abrir los archivos militares de la masacre de El Mozote?

¿Cómo no va a estar a la defensiva si para deslegitimar las revelaciones de sus negociaciones secretas con la MS13 no tuvo otro remedio que insultar a los periodistas que investigaron y publicaron las pruebas?

¿Cómo no estar a la defensiva si tuvo que reconocer que despidió al presidente del Banco Central de Reserva, porque el hombre actuaba como banquero y no como político? Bueno, el presidente del Banco Central por mandato constitucional tiene que actuar como banquero y no como político. Y esto implica que cuando tiene que dar un informe a la Asamblea, no debe mentir. Si uno contrasta las declaraciones congruentes y profesionales del expresidente del Banco Central sobre los fondos disponibles al gobierno con el cantinflesco manejo de números que hizo Bukele en la cadena, uno se da cuenta que en manos de este presidente las finanzas públicas están en grave peligro. 

Entonces, mi amiga tuvo razón: Este presidente es otro político que miente, que esconde información, que es incompetente y que esconde la corrupción. “No es más que otro político”.

Yo nunca lo percibí, pero el encanto que Bukele tuvo para muchísima gente (y que mantiene para muchos) fue que despertó la esperanza de que con él en Casa Presidencial el ejercicio del poder y de la política iba a ser menos sucio, menos corrupto y más transparente. Esta esperanza se está desvaneciendo con cada cadena nacional, con cada mentira, con cada ataque a la Sala de lo Constitucional o al Procurador de Derechos Humanos, con cada irrespeto al Parlamento, con cada paso más hacia un militarismo obsoleto.

Digo a mis amigas y a todos ustedes: No se torturen. ¿Por qué ver las cadenas nacionales si ya no le creen a Bukele?

Saludos, 





miércoles, 23 de septiembre de 2020

Carta a los funcionarios incapaces: Con ustedes comienza la corrupción. De Paolo Luers

 

Douglas Rodríguez y Francisco Zelaya,
presidente del BCR y ministro 
de Hacienda

Publicado en MAS! y EL DAIRIO DE HOY, jueves 24 septiembre 2020

Señores:

Un amigo muy sabio, letrado de leyes y con larga trayectoria de servicio público, cada vez que discutimos sobre el flagelo de la corrupción, dice: La corrupción comienza con nombrar a funcionarios incapaces, y con ellos aceptar una responsabilidad que no pueden cumplir.

Y otro amigo, igual de sabio, economista y también durante años servidor público, agrega: El daño que la corrupción hace al país no se mide solo en la cantidad de dinero robado al Estado, sino sobre todo en el costo ‘colateral’, es decir los miles de millones malgastados en un sistema ineficiente y no profesional, que se crea y mantiene para facilitar a unos pocos que puedan robar unos milloncitos. O sea, si es cierto que Tony Saca y Mauricio Funes robaron cada uno cientos de millones de dólares, su mal gobierno creado para encubrir estos robos nos costó múltiples del monto desviado.

¿Por qué traigo esto a colación ahora? Porque el Gobierno, luego de deshacerse del presidente del Banco Central de Reserva que se negó a mentir a la Asamblea, está nombrando como sucesor a alguien que no tiene la calificación que manda la ley para este cargo. La ley exige que el presidente del BCR tenga 10 años de experiencia en finanzas públicas y economía. El funcionario nombrado por el presidente Bukele se graduó como licenciado de contaduría pública en el 2010, y su récord se limita a cargos de asesor de Nayib Bukele en las alcaldías de Nuevo Cuscatlán y San Salvador. Luego, Bukele se lo llevó al gobierno central y le instaló como viceministro de ingresos en el Ministerio de Hacienda. En términos de la responsabilidad que significa presidir el Banco Central, es un novato. Adolece de experiencia, capacidad profesional e independencia de criterio.

Pero esto encaja perfectamente en la peculiar manera en la que Bukele suele nombrar a ministros y otros funcionarios claves: exige lealtad política y obediencia ciega al presidente, y considera que demasiado bagaje académico y profesional es más bien un estorbo en su gobierno.

Por eso también tuvo que salir Nelson Fuentes, uno de los pocos ‘ministros técnicos’, porque no estaba dispuesto a facilitar mecanismos de finanzas públicas hechas para desviar, malversar o robar fondos públicos. Fue sustituido por Alejandro Zelaya, un funcionario más leal al presidente y menos escrupuloso. La receta es dar a un profesional mediocre un cargo de alta responsabilidad, para el cual no está calificado, y tendrás un peón leal que no va a hacer estorbo con tonterías como principios de ética profesional.

El tercer funcionario clave para el manejo de finanzas es el Superintendente del Sistema Financiero. No extraña que Bukele haya colocado ahí otro fiel aliado político: Gustavo Villatoro. Tampoco en este caso pudo haber sido el récord académico, intelectual y profesional que recomendó a Villatoro a ser Superintendente, sino su trayectoria a la par de Tony Saca y luego de Nayib Bukele. Cuando Bukele lo promovió de director general de Aduanas a Superintendente del Sistema Financiero, Villatoro dijo que su misión era crear una mejor coordinación con el Ministerio de Hacienda. Pero la Superintendencia debe ser una entidad que actúa con independencia del Ejecutivo…

Incluso si asumimos que ninguno de los tres funcionarios mencionados comete actos de corrupción en el sentido de enriquecerse a costa del Estado, pueden convertirse en factores claves para crear un sistema de gestión gubernamental sin transparencia, sin rendición de cuentas. Un sistema que contamina la gestión pública, permitiendo que otros roben y que todos tengamos que asumir el costo colateral que significa una administración ineficiente con funcionarios incapaces que además se hacen del ojo pacho.

No es un fenómeno solo en el campo de las finanzas públicas, algo parecido está pasando en Salud, Obras Públicas, Agricultura, ANDA, CEPA y CEL: funcionarios incapaces que no van a mover un dedo para evitarnos los costos astronómicos de la corrupción. 

Irónicamente, es un gobierno que llegó al poder porque la gente estaba harta de la corrupción… 






lunes, 21 de septiembre de 2020

Carta al Estado Mayor: ¡Obedezcan! De Paolo Luers



Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 22 septiembre 2020


Estimados señores oficiales: 

Ustedes están supeditados al poder civil. El poder civil gubernamental está supeditado al poder judicial. Por tanto, ustedes como soldados están supeditados a las resoluciones judiciales. Las tienen que obedecer y cumplir. Punto. Fin de la discusión.

Yo expresé en varios artículos que nunca fui partidario de abolir la amnistía. Para mí, la amnistía fue un instrumento necesario para facilitar que los dos bandos de la guerra, luego de los Acuerdos de Paz, pudieran comenzar a trabajar juntos en la reconstrucción del país y en la implementación de su democratización.

Pero la Sala de lo Constitucional tomó otra decisión y declaró inconstitucional la amnistía general. Esta resolución, como cualquier otra, hay que cumplirla. En consecuencia, un juzgado en San Francisco Gotera abrió el caso de El Mozote contra miembros del Alto Mando militar y otros oficiales que dirigieron la Fuerza Armada y sus operaciones en el año 1981. El juez de Gotera, aplicando el Código Penal vigente en el 1981, ordenó la inspección de los archivos de la Fuerza Armada respecto a las operaciones militares del 1981 en Morazán. Esta inspección iba a iniciar este 21 de septiembre, en las instalaciones del Estado Mayor de la Fuerza Armada. Por órdenes superiores, el oficial al mando de la seguridad le negó al juez y su comitiva la entrada, a pesar de que la fecha y hora de la inspección fueron debidamente comunicados al Ministerio de Defensa.

Esto es un grave caso de incumplimiento de una resolución judicial. No sabemos quién ordenó este incumplimiento. Pero ustedes, como titulares del Estado Mayor, no tienen ni obligación ni derecho de obedecer una orden de incumplir una resolución judicial, aunque la orden sea del ministro de Defensa o del presidente de la República. 

En estos archivos no van a encontrar nada que no tenga casi 40 años de saberse, a menos que sean pruebas de la participación de asesores militares estadounidenses en la masacre de El Mozote y aldeas vecinas. Esto explicaría la resistencia de abrir los archivos, pero no justifica por nada el boicot al juicio penal en curso.

El juez Jorge Guzman de Gotera y el coronel Carlos Vanegas del Estado Mayor Conjunto

La verdad sobre la masacre de El Mozote es ampliamente conocida y reconocida por la documentación que hicimos desde Radio Venceremos y que fue confirmada por corresponsales del New York Times y del Washington Post que invitamos a la escena del crimen. Queda establecida, desde enero del 1982, que la masacre fue cometida por tropas del batallón Atlacatl bajo órdenes del teniente coronel Domingo Monterrosa. Este oficial, junto con buena parte de los oficiales involucrados en el operativo en El Mozote, pagó con su vida, cuando la guerrilla del ERP derribó su helicóptero en el municipio de Joateca, el 23 de octubre del 1984. Es por eso que, a mi criterio, en el caso de El Mozote ya se hizo justicia y ya se estableció la verdad, pase lo que pase en el juicio en Gotera. 

Pero esto no significa que no sea necesario que en este y en otros casos la Fuerza Armada abra sus archivos para ser examinados, sea por jueces o por investigadores académicos y periodísticos. 

La Fuerza Armada no debería esperar que jueces ordenen que se abran ciertos archivos, sino que debería tomar la iniciativa de abrir todos los archivos de la guerra, como aporte a la reconciliación nacional. El argumento que dar acceso a los archivos militares de la guerra del 1981 al 1992 pondría en peligro la seguridad nacional es tan absurdo que ningún soldado digno de su profesión debería usarlo. 

Obedezcan, como buenos soldados, a la ética profesional y a la justicia civil. Así, y sólo así, se darán a respetar.

Saludos,