miércoles, 30 de enero de 2008

Columna transversal: Sobre periodismo

Lástima que no estuve cuando la ronda de periodistas que los jueves debatimos con Nacho en el canal 33 trató el tema de los medios de comunicación y la libertad de expresión. No estuve, porque me encuentro en Caracas, Venezuela, en misión de reportero.

Me hubiera encantado pelear con Nacho, Lafitte, Carlos Dada y Chico Valencia sobre el papel que jugamos los periodistas, sobre las limitaciones y los retos que nos plantean, en el ejercicio de nuestro oficio, tanto las empresas mediáticas como las burocracias partidarias y estatales.

Tengo experiencias muy variadas y desde diferentes perspectivas sobre el tema. Participé cuatro veces en procesos de construcción de medios que se proponían romper las limitaciones que al periodismo y la libertad de expresión suelen imponer los intereses económicos de los medios comerciales y los intereses políticos de los dueños.

El primer intento, la fundación del periódico Die Tageszeitung en Berlin, fue exitoso. Igual que en los casos de Liberation, en Paris, El País, en Madrid, y La Jornada, en México, logramos establecer una empresa periodística en manos de miles de accionistas quienes invirtieron no para ganar dinero sino para asegurarle el máximo grado de independencia al proyecto periodístico. 30 años después, el Tageszeitung sigue existiendo, sigue siendo progresista e irreverente frente a los poderes políticos y económicos…y sigue siendo pobre. Pero sigue siendo independiente.

El segundo intento en que tuvo la suerte de poder participar -la construcción de una radio insurgente en plena guerra, Radio Venceremos- fue un inmenso éxito... durante la guerra. Pero la Venceremos fracasó en la transición a la paz, igual que su hermana gemela Radio Farabundo Martí. E igual que cualquier otro intento posterior del partido FMLN de levantar un medio de comunicación. Vea CoLatino, vea Radio Maya, vea los intentos de crear revistas. Todos fracasaron, porque no lograron profesionalidad. Y no pudieron lograr profesionalidad porque la profesionalidad periodística, por definición, es imposible sin independencia, o sea bajo tutelaje de un partido.

Con esta lección bien aprendida, varios periodistas que durante la guerra habíamos participado en medios insurgentes, salimos de nuestras respectivas militancias y fundamos Primera Plana. Mi tercer experimento con la construcción de un medio independiente. Fracasó, porque no logramos reproducir el esquema exitoso de una empresa periodística en manos de sus periodistas y sostenida por una gran cantidad de pequeños inversionistas. Fracasó como empresa, pero hizo escuela y rompió moldes como experimento periodístico. Primera Plana cerró, pero dejó plantado el reto de la modernización, la profesionalidad y la ética de la profesión.

En el cuarto intento ya no participé en la fundación, pero sí, aunque de manera más periférica, en la construcción de un medio independiente: El Faro. Este periódico digital, así como el Tageszeitung alemán, mantiene su independencia de intereses económicos y políticos-partidarios, pero a un gran costo: la permanente pobreza, la imposibilidad de crecer. El Faro, como varios medios alternativos, no puede realmente competir con los medios comerciales. Pero puede complementarlos, corregirlos, obligarlos a trabajar mejor. Cosa que el CoLatino no puede, por su amarre fatal a un partido y la poco calidad periodística resultante.

Los medios que no dependen de poderes económicos o políticos establecidos, casi por definición están condenados a quedar chiquitos. Chiquitos pero poderosos por el grado de independencia y calidad. Pero económicamente débiles, con poca capacidad de inversión, con circulación limitada, con salarios bajos que limitan la contratación o la retención del talento editorial. La única excepción es El País. Y en este caso habría que estudiar si este periódico sumamente exitoso y poderoso económica y políticamente no ha perdido la independencia del aparato editorial del aparato comercial. No sé. Quisiera seguir creyendo que existe un periódico que sea independiente y rico.

Pero los que no trabajan y publican en medios como los aquí descritos, sino en medios donde la labor periodística suele encontrar limitaciones o incluso perversiones cuando chocan con los intereses empresariales, comerciales y políticos de sus familias dueñas o consorcios accionistas, tampoco están condenados a hacer mal periodismo. Tienen más limitaciones, más obstáculos, hay cosas que no pueden hacer. Pero si trabajan profesionalmente y si saben aprovechar bien la necesidad de cualquier medio de mantener espacios plurales y abiertas al enfoque profesional y crítico, pueden hacer grandes y valiosos aportes al periodismo. Cantidad de periodistas en todos los medios comerciales lo están haciéndo.

Pero igualmente es cierto que periodistas con menos nivel de profesionalidad y ética, periodistas más oportunistas, tienen en los medios comerciales –y en los que dependen de partidos o del Estado- grandes espacios de hacer mal periodismo. A menos que las empresas comerciales lleguen a tener direcciones editoriales con mucho poder frente a las gerencias financieras; direcciones que no toleran mediocridad, sumisión y oportunismo. Cosa que realmente existe en algunos países con gran desarrollo periodístico (vea publicaciones como el New York Times, Le Monde, Der Spiegel...), pero que tampoco es imposible en países como El Salvador. Cecilia Gallardo, cuando dirigió la Prensa, dio a sus redactores bastante espacio e independencia editorial, a cambio de exigirles calidad. Y quien quita que un experimento de este tipo puede tomar fuerza en cualquiera de nuestros medios. Hay una verdad: los medios que garantizan a su aparato editorial mayor independencia, suelen ser más exitosos. Económicamente, periodísticamente, y por ende, políticamente. Es cuestión de credibilidad. Y vale más que la fidelidad ideológica.

Decir que cualquier medio, sólo porque sus propietarios sean parte de la élite económica del país, es incapaz de mantener pluralidad y profesionalidad en la cobertura, sobre todo de procesos electorales, es una falacia. A los medios hay que criticarlos por sus hechos y omisiones, no por sus accionistas. A los periodistas hay que criticarlos cuando no aprovechan y defienden los espacios existentes, no por la posición social y política de sus jefes.

El hecho que los medios tengan líneas editoriales, es legítimo. Que sus líneas editoriales obliguen a los periodistas a manipular y filtrar la información, esto sí es criticable.

Que en un periódico de derecha escriban gente de derecha opiniones y análisis de derecha, es legítimo. El problema comienza, cuando no existen otras opiniones. Y cuando periodistas que no son de derecha se sienten obligados a opinar de derecha. Y el problema se vuelve serio, cuando los periodistas se ven obligados o tentados a mentir, a manipular o a omitir hechos, para quedar bien con la posición política de sus jefes o de los dueños del medio o de los amigos y clientes de los dueños.

Hablo de derecha porque aquí no hay medios de izquierda. Pero obviamente no es un problema de derecha o izquierda, sino un problema de oportunismo o profesionalidad.

Si en el debate con Nacho me hubieran preguntado si los medios están maltratando al candidato del FMLN, hubiera dicho: Hasta ahora no lo veo, en general ha tenido un trato bastante generoso y gentil. Llegó tarde a la entrevista con Nacho – y en vez de quitarle 10 minutos (lo que hubiera sido justo), le dio una hora más. En la Prensa Gráfica le dieron un espacio hasta sospechosamente grande para presentar su candidatura. En los debates de los jueves Nacho incorporó a Chico Valencia para asegurar que siempre haya quien defienda a Funes...

Pero si yo fuera Mauricio Funes -y conociendo el medio como él-, me prepararía no sólo para pegar fuerte, sino también para aguantar golpes fuertes. De todos modos, en política electoral no hay mala cobertura. Toda cobertura es positiva. Y a veces, la cobertura mal intencionada sirve más al candidato que la cobertura sumisa sirve al contendiente.

martes, 29 de enero de 2008

Diesel de Venezuela ¿por qué no?

El Diesel de Venezuela, ha generado nuevamente escándalo político. La verdad es que no entiendo el porqué, los usuarios tienen la opción de tener diesel $0.30 más barato. Lo cual está bien, podría estar mejor. El resto de compañías han tenido que bajar un poco los precios por la absurda diferencia de precios, así que eso nos ayuda y mejora nuestra situación financiera. Y todo hecho dentro de las leyes del mercado y el liberalismo. Hay ahora un producto barato que está haciendo que los precios bajen. Entonces ¿por qué es que las compañías petroleras comienzan a hablar de regulación de precios, de intervención del estado?, si cuando solo eran ellas, el mercado debía regular.

Ciertamente el petróleo Venezolano (el diesel), tiene un fuerte componente político por que el precio al que lo venden tiene que estar subsidiado, o por lo menos no debe de haber una ganancia tan grande como la de las petroleras comerciales que operan en El Salvador (Shell, Esso y Texaco). Esto es un favor político a los amigos de Hugo Chávez, que tienen meses, hasta años, de estar diciendo que el siguiente mes venía la gasolina barata, al fin lo lograron. No es de extrañar que la mayoría del diesel venezolano se venda en Soyapango. Pero, ¿por qué solo el petróleo venezolano es político?, ¿por qué solo los amigos de Chávez son políticos?, ¿por qué es una distorsión del mercado cuando el precio es hacia la baja?, será porque está afectando los intereses del gran capital y en este caso ni siquiera la argollita nacional.

El resto del petróleo que consumimos viene de Arabia Saudí, Irán, Irak, Libia, etc. Ninguno de estos son un ejemplo de democracia, ni de libertades, así que cual es la diferencia con Chávez, ¿que este no es la opción de las grandes compañías?, ¿que es anti-sistema y anti-Estados Unidos?, bueno, no me parece tan mal y no me parece justificación suficiente para impedir que nos de diesel barato. No me parece justificación para que las grandes petroleras sigan obteniendo grandes ganancias.

Este diesel, habría que preguntarse si es de igual calidad que el que normalmente compramos en El Salvador, debería de estar auditado, así como la misma auditoria debería de pasar a las compañías distribuidores tradicionales. Deberíamos tener cuentas claras y transparencia. También hay que considerar si esta operación la podrán seguir manteniendo, ya que durante meses, y casi años, han estado ofreciendo petróleo venezolano barato y es hasta ahora que traen diesel, para sus amigos buceros, y solo para Soyapango y alrededores. ¿Podrán mantenerlo?

Esto último nos lleva realmente al asunto más importante de todos, no es un poco contradictorio que en vez de tratar de fomentar la inversión en combustibles alternativos, sigamos subsidiando nuestra dependencia al petróleo. Y es que si de verdad esto fuera una política de izquierda real, no solo de camisas rojas, la inversión no sería falsa, escasa y de subsidio a un virus que nos afecta, sino sería radical, distinta y provocadora, como los combustibles alternativos, ahí si estamos hablando de una propuesta radical de izquierda, profunda y revolucionaria, no parchecitos populistas. Y es que no me importan de donde venga el petróleo, el de Venezuela por lo menos es barato, pero no podemos seguir con nuestra absurda dependencia, que parece más fuerte que la adicción al cigarro, comienza a llegar la hora de tomar mediadas reales y no para ayudar a nuestro amigos buceros, ni para ganar votos, ni para tener grandes ganancias, sino para ayudar a solventar los problemas del país.

En estos momentos se encuentra ya en funcionamiento la planta de biodiesel de la empresa SunEnergyCorp, deberíamos voltear esta empresa, y no al petróleo barato. Ciertamente una sola planta probablemente no sea la solución, pero es un comienzo en la dirección correcta. Un efecto positivo de los altos precios del combustibles, es la racionalización del consumo, muchos me argumentas que esta curva no existe, que los combustibles siempre se van a seguir consumiendo y en grandes cantidades a pasear del precio que puedan tener, pero esto tiene que tener un limite, si no fueron los tres dólares, serán cuatro, o serán cinco por galón los que harán tener una exigencia mayor por la racionalización del consumo. Y si en vez de tener un impuesto de $0.10 para financiar buses inservibles, contaminantes y asesinos, tenemos un impuesto de $1.00 para tener un sistema de transporte público funcional, e inversión en fuentes de combustibles alternativos, ahí estaré de acuerdo y comenzaremos a caminar en la dirección correcta.

Mientras tanto, las compañías petroleras, que se asustan por seis distribuidores con diesel de Venezuela, que se sigan asustando hasta que nos presenten números reales y creíbles. Cuando veamos que realmente sus márgenes de ganancia son muy estrechos y realmente no pueden competir, entonces será la hora de tomar medidas, cuando sean sinceros. Mientras tanto, se pueden seguir asustados.