sábado, 7 de agosto de 2021

Carta de sábado: NOVIEMBRE 1989. De Paolo Luers

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, sábado 7 agosto 2021

Estimados lectores:

Con libros me pasa igual que con películas: Si están en boca de todos, no me acerco. Es una maña mía, a lo mejor de mucha arrogancia.

 

Así que cuando en 2016 salió la novela “Noviembre” del autor salvadoreño Jorge Galán, coincidiendo con toda la bulla sobre el intento de la Audiencia Nacional de España de enjuiciar a los autores intelectuales de la masacre de los jesuitas, ni siquiera la compré. La leí hasta ahora que un amigo me llamó la atención, y me la acabé en dos noches. Ahora entiendo porqué todos hablaron de Galán y “Noviembre”. Es un libro muy bueno. Un libro muy atrevido, porque lo escribió como novela. Los libros de investigación sobre el caso ya estaban escritos (de Teresa Whitfield: “Pagando el Precio”; y de mi buena amiga Martha Doggett: “Una muerte anunciada”). Viene Jorge Galán y dice: Hay mucho más que contar que hechos históricos y jurídicos. Hay un drama humano, dilemas éticos, personalidades complejas. Materia prima para una novela..


Quien esperaba un libro escrito con el dedo índice moral o ideológico, se lleva una sorpresa. Tal vez pasé años sin abrir este libro porque tenía esa sospecha. Ya no aguanto que en un libro me sermoneen. Jorge Galán no lo hace. Demuestra que es un buen narrador. Un contador de historias. Por supuesto que los discursos que predominaron el conflicto político y armado están presentes en esta novela. No podía ser de otra manera. Pero nunca son sermones del autor. Con mucha delicadeza deja a sus protagonistas hablar de los desafíos éticos de esta guerra, de las posiciones ideológicas enfrentadas (sobre el imperialismo, sobre el conservadurismo en la Iglesia; sobre la represión, sobre la lucha armada, sobre el peligro comunista...). Los protagonistas tienen sus principios e ideologías. Si no las tuvieran, no fueran auténticos personajes de los años 70 y 80. Me imagino que Jorge Galán, el escritor educado en la UCA, también las tiene, pero nos hace el favor de no manifestarlas directamente. Gracias, Jorge...

No hay nada en esta narración que nos agarre de sorpresa, ninguna revelación espectacular. Demasiado ya sabíamos durante años sobre Rutilio Grande, Oscar Arnulfo Romero, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes y Chema Tojeira que son los personajes de esta novela – el último como segundo (o tal vez principal) narrador, los otros como figuras que la trágica muerte ha convertido en leyenda. El principal logro literario de Jorge Galán es que a estos personajes legendarios los puso en un plano humano, con sus contradicciones, miedos y errores.

 

La novela no deja ninguna duda de quiénes tenían la responsabilidad de la masacre de los Jesuitas. Pero en fin, esto ya lo sabíamos. Nadie nunca tuvo ninguna duda que fueron los miembros del Alto Mando militar quienes dieron las órdenes. Hubiera sido ridículo tejer una trama policíaca de “¿Quién fue?” alrededor de este caso. Jorge Galán no convierte este hecho histórico de la culpabilidad en una revelación, sino pone en el centro de su novela los métodos que emplearon los responsables (y sus padrinos norteamericanos) de encubrir su culpa.

 

Ignacio Ellacuría
Lo único realmente sorprendente de la novela es que pone a Alfredo Cristiani a acusar a sus propios militares de haber asesinado a Ignacio Ellacuría y a los demás. En el contexto de las situación histórica de este noviembre 1989 --con la ofensiva guerrillera, pero también con el anuncio de Cristiani de buscar una salida negociada a la guerra-- esto parece lógico. No sorprende y es totalmente creíble que el ex presidente asegura que no tuvo conocimiento del plan militar para cometer esta masacre. Es más, todos los elementos anteriormente narrados por Galán ya dejaron manifiesto que el operativo militar tenía un sólo objetivo: eliminar a Ellacuría, por su rol fundamental de mediador en el proceso de paz, y por su decisión de apoyar a Cristiani a cumplir su promesa de paz. Los demás víctimas estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado y tuvieron que ser asesinados para encubrir el hecho central: la eliminación de Ignacio Ellacuría.

 

Es interesante que Jorge Galán no menciona, ni con una sola palabra, el dilema de la amnistía – tan discutida tan controversialmente en el país por ya 30 años. Luego de leer el libro, tiendo a pensar que el autor, igual que yo, no ve que la amnistía fue un obstáculo para saber qué pasó y para identificar y condenar a nivel moral al responsable: el militarismo. Los coroneles no fueron condenados, pero el militarismo no sólo fue condenado, sino fue erradicado de la realidad nacional de la postguerra. Que ahora viene de vuelta en otra forma, es otro cinco.


Recomiendo la lectura de “Noviembre” y felicito a Jorge Galán.

Saludos,




miércoles, 4 de agosto de 2021

Carta a Rodolfo Delgado: Mejor renuncie antes de que negocien su cabeza. De Paolo Luers

La fotografía de un golpe de Estado



Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 5 agosto 2021

Señor fiscal general de facto:

Ahora resulta que aparte de ser inconstitucional la forma como Bukele y sus 64 marionetas en la Asamblea le instalaron en la oficina del fiscal general, escogieron a alguien insostenible en el cargo, por su pasado trabajo en el consorcio ALBA, el cual es sujeto a investigaciones de la fiscalía. 

A todas luces, usted no puede desempeñar el cargo que ahora usurpa. Aparte del “pecado de nacimiento”, o sea el acto inconstitucional de su nombramiento por parte de la Asamblea Legislativa, usted tiene un conflicto de interés insuperable. Uno no puede pasar de la oficina de jurídico de una empresa que está siendo investigada por lavado de dinero a escala mayor, al despacho del fiscal general cuyo mandato constitucional es “defender los intereses del Estado y de la Sociedad; promover de oficio o a petición de parte la acción de la justicia en defensa de la legalidad; y dirigir la investigación del delito.” Imposible. Ni hace falta mencionar el pequeño antecedente de violencia familiar.

Tal vez no le preocupa tanto qué sería mejor para el país. Pero también para usted mismo lo mejor sería que renuncie, antes de que usen ese su talón de Aquiles, o sea su punto débil, para removerlo, dentro de las negociaciones con Estados Unidos. Con tantos flancos que el gobierno ha abierto con la administración Biden, algo le tienen que dar – y lo primero será una movida para reparar el pecado cometido el 1 de mayo de elegir a un fiscal sin el debido proceso que manda la Constitución. 

Acuérdese que usted ha sido “elegido” sólo para completar el mandato de Raul Melara – y este termina en diciembre de este año. Es muy poco probable que lo reelijan, porque sólo tensaría más las ya complicadas relaciones con Estados Unidos. Su problema es que quedando en el cargo hasta que termine su mandato, a pesar del evidente conflicto de intereses, significa acumular más delitos. ¿O cree que los que le llevaron a su actual oficina le van a proteger una vez que está afuera? No puede ser tan ingenuo.

No tenga duda que en Washington ya lo tienen en la mira, lo más probable es que saldrá en la ‘lista Engel” que están preparando. Vea lo que está pasando con su homóloga en Guatemala. El enviado especial de Joe Biden (y de paso subsecretario de Estado) Ricardo Zúniga acaba de decir que el gobierno de Estados Unidos “ya no tiene la confianza” en la fiscal general María Consuelo Porras. ¿Acaso cree que tiene confianza en la fiscalía dirigida por usted? En Guatemala se volaron “sólo” al fiscal encargado de investigar la corrupción, aquí se volaron al mero titular y lo sustituyeron por alguien con las patas hinchadas...

Así que si quiere quedar sentado en su oficina esperando hasta que negocien su cabeza, bienvenido. Los Bukele algo le tienen que dar a Washington, alguna muestra de buena voluntad, y esta muestra será su cargo.


Felices vacaciones le desea 



lunes, 2 de agosto de 2021

Carta a las organizaciones cívicas: ¡Bien hecho!. De Paolo Luers


 

Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 3 agosto 2021

Estimados amigos:

Fueron invitados a una reunión en Casa Presidencial. Tuvieron el valor de asistir. Dijeron lo que había que decirle a un presidente no acostumbrado a escuchar. Y esta misma noche informaron a la nación de lo hablado. Bien hecho.

Digo valor, porque había que ir a la cueva de los leones de la desinformación y de la propaganda del odio. Les fue mal a los empresarios que fueron a CAPRES y hasta peor a los embajadores: cayeron en una emboscada mediática.

Sabiendo todo esto, ustedes decidieron asistir, hablar, escuchar e informar. Por primera vez, el presidente mago de las comunicaciones no ganó una batalla mediática. Bien hecho, amigos.

No sólo les tocó enfrentar al oficialismo arrogante, sino al mismo tiempo a los ‘puristas’ en el lado opositor o crítico al gobierno que vieron con desconfianza que ustedes se sentaran en una mesa con el presidente. Pero este desafío también lo manejaron muy bien. Ustedes no son políticos o dirigentes partidarios que necesitan asegurarse la aprobación de todos. Ustedes actuaron como lo que son: organizaciones cívicas acostumbradas a actuar contra corriente, comprometidas con causas bien definidas, como derechos Humanos, transparencia, justicia independiente, derechos constitucionales… No necesitan aplausos ni pedirle permiso a nadie.

Por supuesto que ustedes no tenían ningún mandato para negociar con el presidente, pero tampoco tuvieron esa intención. De todos modos, los principios que ustedes defienden no son negociables. Por supuesto que en esta reunión no iban a resolver los problemas de la falta de independencia judicial, de la transparencia gubernamental y del clima político y social envenenado por las campañas de odio, revanchismo y venganza.

Para resolver estos problemas se requiere cambiar la tendencia en la opinión pública, la cual hoy mayoritariamente consiente la erosión de la democracia y del Estado de Derecho a cambio de promesas populistas. El hecho de que los líderes cívicos, que durante años y frente a diferentes gobiernos han defendido con valentía la democracia y sus necesarias instituciones, vayan a Casa Presidencial para confrontar al mandatario por sus abusos de poder y violaciones de la Constitución abona a este cambio en la opinión pública.

El principio que la democracia necesita es diálogo y hay que defenderlo incluso o sobre todo cuando el gobernante lo desprecia y apuesta a la división e imposición. Ustedes, ante la mirada de una sociedad que tenía las más diversas expectativas y preocupaciones ante esta invitación a Casa Presidencial, aceptaron el reto y dieron cátedra de disposición y capacidad de diálogo, de transparencia, y de responsabilidad cívica.

Los ‘puristas’ van a seguir pataleando en Twitter, pero no podrán dividir las organizaciones civiles, ni vetar su esfuerzo por usar el diálogo para arrinconar, poner en evidencia y mostrar que el gobierno ya no controla la narrativa sobre lo que pasa en el país. Si el presidente va a cumplir su compromiso expresado de respetar la libertad de prensa y de las organizaciones cívicas de criticar el corte autoritario de gobernar, está en duda. Ya veremos. Igual que su compromiso de dar seguimiento a este diálogo con sus críticos. Posiblemente se correrá, demostrando que no aguanta el diálogo.

El éxito del diálogo en este tipo de situaciones de desequilibrio de poder no se mide en las acciones que va a tomar o dejar de tomar el gobierno. Se mide en el impacto que logra en la sociedad y en la opinión pública. Esta batalla obviamente no está ganada, pero por primera vez tampoco la ha ganado el aparato millonario de propaganda del gobierno. Bien hecho.



Un consejo: no se metan en una discusión estéril sobre si ustedes son o no oposición. Depende de cómo definimos el concepto oposición. Claro que ustedes no son oposición partidaria que busca llegar al poder. Pero igual es claro que ejercen oposición contra el autoritarismo y el desmontaje de nuestra democracia. Y que trabajan para que en el futuro tengamos gobiernos que junto a la sociedad civil reconstruyan y fortalezcan la democracia. En este sentido, con orgullo somos oposición quienes desde las organizaciones cívicas o los medios de comunicación nos enfrentamos al autoritarismo.

Saludos,