sábado, 5 de mayo de 2012

Carta a los pandilleros

Estimados:
Me alegra que la “tregua” (o como quieran llamar el acuerdo que tomaron) sigue en pié y que por casi dos meses el país está ahorrando vidas.

Al principio mucha gente dijo: “¿Y porqué me tengo que alegrar porque los mareros dejen de matarse entre ellos? Que se acaben entre ellos...”

A esta altura la gente ya se dio cuenta que al suspenderse la guerra entre las pandillas rivales no sólo se ahorran vidas de mareros. En todas las guerras la mayor parte de los muertos la pone la población civil. Y los más afectados de este guerra loca entre ustedes fueron las comunidades, los jóvenes, los estudiantes, los niños...


Ahora, las comunidades viven con menos miedo, respiran un poco más. Empiezan a soñar con la paz: con una vida sin miedo, sin violencia. Y sin extorsiones.

Ustedes despertaron este sueño. Y ya se dieron cuenta ustedes que es un camino sin retorno: la gente, sus propias comunidades, sus propias familias, la sociedad entera ya no les permitirán retroceder en el camino de desarticular la violencia. Este proceso puede ser gradual, todo el mundo entiendo que no es de la noche a la mañana, pero no puede haber retroceso ni estancamiento. La gente no lo perdonaría.

En este sentido era lógico lo que anunciaron el otro día: su decisión de declarar las escuelas “zonas de paz”. Su decisión de no seguir atentando contra la vida de los niños y jóvenes y contra su derecho a la educación. Ustedes tienen una buena parte de las escuelas públicas paralizadas, tienen a los docentes y los alumnos atemorizados e incluso expulsados. Ahora son las mismas comunidades y barrios (que ustedes dicen “defender”) que les exigen que sea verdad lo de la paz en las escuelas...

Si ustedes demuestran en la práctica que de veras respetan las escuelas, la gente va a empezar a creer que en nuestro país la paz es posible y que ustedes no están engañando al pueblo con sus promesas y “treguas”.

Para avanzar hacía la paz, luego necesitamos ver otras “zonas de paz”: los parques, las calles, los buses del transporte público. Paso por paso, pero pasos firmes y confiables. Así se construye confianza y esperanza.

Primero necesitan construir confianza van en serio cuando hablan de querer convertirse “en parte de la solución al problema de la violencia”. En base de esta confianza construida  se les van a abrir puertas para insertarse a la sociedad, al trabajo, a la producción, a las empresas.

Todo depende de ustedes. Si cumplen, habrá muchos que vamos a luchar para abrirles puertas. Si no cumplen, van a estar muy solos.

Saludos, Paolo
(Más!/EDH)