Cuando escuchamos hablar de ‘pactos’ del gobierno con pandilleros, se nos paran los pelos. Cuando alguien, además, insinúa que hay pisto de por medio (o sea que el gobierno esté tratando de ‘comprar’ una tregua), se nos encienden todas las lámparas de emergencia.
Antes de que se nos desborde la indignación, detengámonos un rato para reflexionar: ¿Tenemos realmente suficiente información para juzgar? Hasta ahora tenemos sólo dos informaciones confirmadas: una, que hace dos semanas unos 30 líderes históricos de las dos pandillas fueron trasladados de la prisión de máxima seguridad a cárceles ‘normales’. Y dos, que en las últimas dos semanas la tasa de homicidios bajó casi a un tercio del nivel usual: En vez de 14 muertos diarios, de repente sólo hay unos 5. En dos semanas, unos 100 salvadoreños se salvaron de ser asesinados.
Todo lo demás es conjetura. Las autoridades no hablan claro. El Faro, apoyándose en ‘fuentes’ de inteligencia que saben filtrarle pistas que nadie puede comprobar, habla de pactos hechos y de pisto entregado. Los fariseos de todos los colores emanan indignación: ¿Cómo se atreven a pactar con delincuentes? Incluyendo políticos y analistas que normalmente no le creen a El Faro.
Nadie dice: Ojala que se mantenga esta tasa de homicidios...
Nadie pregunta si puede ser la verdad cuando el ministro David Munguía Payés categóricamente desmiente que se trata de un pacto entre gobierno y pandillas.
Todos asumen que si la tasa de homicidios bajó, tiene que haber algo oscuro detrás. Como no existen milagros, tiene que ser un pacto con el diablo...
Yo tampoco creo en milagros. Pero tampoco creo que la teoría de la conspiración sea la explicación del mundo. Deben existir otras verdades desconocidas...
¿Y por qué no dice la verdad el ministro?, preguntan todos. Pues, a veces hay asuntos que no permiten a un ministro de Seguridad de decir toda la verdad en el momento en que los periodistas la queremos descubrir y revelar.
En vez de llenar los periódicos y los talk-shows con sermones de indignación (por supuesto siempre políticamente correctos), ¿por qué no esperamos un rato? A ver cómo sigue la tasa de homicidios... A ver si la tendencia se mantiene o fue un accidente o un fenómeno artificial y no sostenible... A ver cómo se desarrolla la situación en las cárceles... A ver si realmente se fortalecen como centros de operación del crimen, como muchos temen que pasará con los traslados...
Y luego juzguemos. Y si fuera necesario, exijamos que vuelvan a encerrar a todos en Zacatraz – ¡y que boten la llave!
Paolo Lüers
(Más!/EDH)