Usted está haciendo campaña para que el Senado no confirme a Mari Carmen Aponte como embajadora en El Salvador.
La  razón: ella publicó en junio en un periódico salvadoreño una columna  titulada “por la eliminación de prejuicios donde quiera que existan”  sobre la decisión del presidente Obama de establecer en Estados Unidos  un ‘mes de orgullo’ de las personas gay. 
Usted  declaró que recibió cartas de organizaciones salvadoreñas denunciando a  la embajadora por usar su cargo para “promover un estilo de vida  homosexual.” 
¿Por esto va a luchar que retiren a Mari Carmen Aponte de la embajada en El Salvador, senador? 
Primero, hay un gran diferencia entre abogar por el respeto a las personas homosexuales y fomentar su estilo de vida.
Segundo, la señora no hizo otra cosa que representar la posición de su presidente. ¿No es esta la misión de una embajadora?
Tercero,  ¿no ha leido las otras cartas que el Senado recibió desde El Salvador:  por ejemplo, de los dirigentes empresariales, que solicitan la  confirmación de la embajadora, porque han encontrado en ella una  interlocutora valiosa y muy respetuosa de las posiciones de la empresa  privada en su lucha por una política fiscal responsable en vez de  aumentos de impuestos. 
Cuarto:  Tal vez le molesta que la embajadora ha logrado buenas relaciones con  el gobierno de Funes y el FMLN. ¿Y no es esto también la misión de una  embajadora? Se ha dado cuenta que Alfredo Cristiani, líder de la  oposición, ha acompañado a la embajadora a la audiencia en el Senado  para apoyarla.
Si  a usted no le gustan los homosexuales, es asunto suyo y de sus  votantes. Pero no vete a una buena amiga de nuestro país por una  pendejada, cuando ella está haciendo un buen trabajo aquí y se ha ganado  la confianza de todos los sectores, menos los que detestan la  tolerancia y la libertad de expresión.
Así que, por favor, dejen en paz a Mari Carmen Aponte, déjenla trabajar.
Saludos, Paolo Lüers
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