sábado, 10 de septiembre de 2011

Carta a los diputados

Estimados amigos:
 
Gracias por quitarme lo de la cárcel por estar jodiendo a funcionarios públicos en mis cartas. Ya que cambiaron el Código Penal y sustituyen cárcel por multa, mis cartas en Más! pueden llevar aún más picantillo. O más bien, para quedarme con la imagen que usa nuestro señor presidente, ahora este servidor de tragos las servirá aún más amargos.

De cualquier manera nunca le hice caso al peligro que alguien a quien criticaba me demandara para mandarme al bote. Confío que en este país creemos firmemente en el dicho “quien se enoja, pierde”, y que además hasta los políticos y los jueces tienen un sano sentido de humor…

De todos modos, vengo del periodismo de guerra, donde todos los días arriesgábamos nuestro pellejo. Siempre es bueno que hayan quitado esta amenaza a la libertad de expresión, y para todos parejos: periodistas, políticos, editores y ciudadanos. Cada milímetro más de libertad es ganancia.

Lo que no entiendo es cómo en la nueva versión del Código Penal que ustedes aprobaron se metió una sanción tan aberrante como la “inhabilitación de ejercer el periodismo”. El Estado no puede inhabilitar el ejercicio de una profesión como la nuestra, que gracias a Dios no es sujeto a licencias, permisos o regulación del Estado. El Estado puede retirar el permiso a un médico por mal praxis, a un motorista por temerario, a un auditor por estafa… Pero jamás a un periodista o escritor.

Por suerte no vivimos en un país donde los periodistas necesitan una licencia del Estado para escribir. Si no hay licencia, tampoco la pueden condicionar ni retirar. 

¿De dónde viene este concepto de “inhabilitación” de un derecho fundamental de la Constitución?
En muchos países (y aquí hace no tanto tiempo) los periodistas prefieren morirse o ir a la cárcel antes de desistir de su derecho de expresarse. Así lo prefiero yo. Todo menos ahuevarse y callarse. Está bien cambiar cárcel por multa. Pero no me vengan con cárcel por silencio.

Ya lo aprobaron. Como tantas leyes mal hechas. Tal vez el presidente vete esta parte. Por Dios, ¿en manos de quién pusieron la libertad de expresión?

Saludos enojados de Paolo Lüers
(Más!)