martes, 3 de mayo de 2011

Carta a los cínicos

Estimados amigos:

Ya empiezan ustedes a salir en las redes sociales criticando a Obama por la muerte de Osama. Algunos con juegos de palabra que parecen inteligentes: “Obama sin Laden”; “Ya no existe Osama Bin Laden, y tal vez nunca haya existido...” ; “Los mismos periódicos que hoy dedicaron una portada entera a un beato mañana se la entregarán con jolgorio a una ejecución...”; “Nobel de paz mata a Osama”.

Nobel de paz y el operativo contra Osama. Parece contradicción, pero no lo es: Eliminar a uno de los peores enemigos de la paz puede ser un aporte a la paz. Lastimosamente, el mundo es así que no podemos dejar la paz sólo en manos de los pacifistas. Necesitamos a los Ghandi, pero también a los Mandela. Necesitamos tropas de paz, pero también tropas de guerra. Necesitamos curas que trabajen con pandilleros, pero también necesitamos fuerzas especiales de policía...

Si lo hubieran matado un par de horas antes, a lo mejor hubiéramos visto fotos de Osama bin Laden en las marchas del 1 de mayo, junto a los retratos de Gaddhafi que llevaron militantes del FMLN en las calles de San Salvador...

De paso sea dicho: a mi también me chocaron las imágenes de gente bailando de alegría enfrente de la Casa Blanca, festejando la muerte de un enemigo muerto. Estoy satisfecho que a este terrorista, que mandó a matar a miles en cientos de atentados contra civiles, lo pagaron con su propia moneda. Pero no voy a ir a bailar en frente de la embajada norteamericana.

Pero aun más me chocaron las imágenes de otra celebración. ¿O ya se olvidaron que en las calles de San Salvador hubo militantes festejando el atentado de Osama Bin Laden contra las torres gemelos en Nueva York? Incluyendo Salvador Sánchez Cerén, ahora vicepresidente de la República.

También hay gente festejando la muerte del general Emilio René Ponce, el jefe de la tristemente célebre Tandona. Durante la guerra con gusto hubiera participado en un operativo para eliminarlo. Hoy, en tiempos de paz, su muerte no puede alegrarme. Por nada. Aquí ya nadie tiene que morir por sus pecados durante la guerra, porque hicimos la paz y la hicimos en serio.

No sean tan cínicos criticando a los que festejan la muerte de Osama Bin Laden y al mismo tiempo sintiéndose feliz por la muerte de un general que cumplió los acuerdos de paz.

Paolo Lüers

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