martes, 9 de marzo de 2010

Pactos

En la última fase de la contienda electoral, los estrategas de la campaña de Mauricio Funes tomaron una decisión que posiblemente les aseguró la victoria: mostrar caras de un posible gabinete de Funes.

Y eran caras que a los electores de clase media urbana les daban la confianza que votando por Funes no estaban votando por un gobierno del FMLN, sino por una izquierda moderna, democrática, plural. Apareció a la par de Funes la cara de Héctor Silva, la víctima emblemática de la depuración que el FMLN había hecho de la tendencia reformista en sus filas. Apareció el doctor Héctor Dada, dirigente socialcristiano de reconocida trayectoria anti-autoritaria. Aparecieron intelectuales como Roberto Turcios, quienes tienen años de distancia crítica de la ortodoxia y de las prácticas anti-democráticas del FMLN. Junto con el economista Alex Segovia, un ex-asesor del gobierno de Duarte, y los empresarios del grupo Cáceres, estas caras se presentaron como ‘los hombres de Funes’ que iban a gobernar. Ningún dirigente ni comandante del FMLN apareció en estas fotos...

Al mismo tiempo, los estrategas de la campaña de Rodrigo Ávila impidieron celosamente que su candidato hiciera algo parecido. No permitieron que Ávila hiciera caso a los consejos de muchos de sus amigos y presentara, en esta última fase de la batalla electoral, su equipo de gobierno, con caras muy diferentes a los personeros que controlaban al partido y Casa Presidencial. Pero estos personeros también controlaron la campaña y no permitieron que Rodrigo Ávila se rodeara de un equipo de gobierno que no sean ellos mismos.

Así que en la recta final de la campaña presidencial se presentaron dos candidatos que enfrentaron el mismo problema principal: la sombra de sus partidos. Ambos enfrentaron el mismo doble reto: la gente tenía serias dudas de su capacidad personal de gobernar; y al mismo tiempo tenía miedo que se iba a imponer el continuismo - en un caso el continuismo de la administración Saca; en el otro caso el continuismo de la ortodoxia del FMLN. La gente no quería ni ortodoxia ni continuismo, ni de la derecha ni de la izquierda.

Las dos campañas, en la recta final, enfrentaron de manera muy diferente estos retos: Funes se presentó con personalidades con credenciales de independencia frente al FMLN; y Ávila se presentó básicamente cercado y controlado por los personeros claves de la era Saca en ARENA y en el gobierno.

Ganó el más audaz. Ganó el que logró que lo percibieran como el candidato con más independencia de su partido.

Sin embargo, gobernar es otra cosa. ¿Qué papel juegan en el gobierno Funes las personas de la izquierda que son independientes del FMLN y de sus padrinos en Cuba y Venezuela?
Son instrumentales para administrar, junto con los empresarios amigos de Funes, la parte del ejecutivo que no fue entregado al FMLN. Se concentraron, sobre todo, en las secretarías (Técnica, Asuntos Estratégicos, Cultura, Comunicación...) de la Presidencia, en Economía y en el FISDL. Algunos ya fracasaron rotundamente: Todo el montón de intelectuales de izquierda independiente que entró con Breni Cuenca a la Secretaría de Cultura, ya perdieron la ilusión que desde el poder y respaldado por la autoridad del presidente iban a crear un proyecto fuerte de izquierda democrática, creativa, plural - o cambiando al FMLN o creando una nueva fuerza izquierda que compita con los ortodoxos y chavistas. El presidente ya los expulsó del poder, dejando claro que su proyecto nada tiene que ver con cambiarle de polaridad a la izquierda salvadoreña.

Otro importante proyecto frustrado de la izquierda democrática es el de la transparencia. Funes creó una subsecretaría para el tema, nombró como titular a uno de estos personajes de la izquierda independiente, quien además fue uno de los protagonistas de la amplia iniciativa de ciudadanos e instituciones que presionaron por una Ley de Transparencia... y enterró el proyecto. Nada de Ley de Transparencia, nada de erradicar el uso de los fondos discrecionales de Casa Presidencial, nada de cambio de la Ley de Presupuesto que permite pasar fondos de los ministerios a Casa Presidencial...

El hecho que el sub-secretario de Transparencia no haya sido despedido, como lo fue la secretaria de Cultura, es debido a que aún no se ha negado a acatar ordenes del presidente.
¿Y los demás representantes de ‘la otra izquierda’? En Economía, haciendo lo posible para mantener un mínimo nivel de estabilidad y confianza en lo macro-económico. En el FISDL y en la sub-secretaría de reforma territorial, haciendo lo imposible para crear contrapesos a la manera como el Frente está traduciendo su presencia en el gobierno en estructuras de control territorial y ventaja electoral.

Frente al FMLN, que sí tiene estrategia a mediano y largo plazo y que sí tiene organización territorial capaz de acumular y de absorber esfuerzos e inversiones realizadas desde el poder del ejecutivo, estos personajes de la otra izquierda operan en defensiva. Están en total desventaja: No tienen plan, porque no han entrado al gobierno como grupo, sino cada uno por su lado. Entrando así, han roto sus canales de concertación con el resto del espectro político, incluyendo con sus tradicionales socios en el resto de la centro-izquierda y el centro. El único aliado que tenían, el presidente, los ha abandonado en su proyecto político de usar el poder para crear una izquierda diferente. El presidente, al sellar su pacto con el FMLN, se dio cuanta que acababa de empeñar este proyecto. Le queda el plan B, un proyecto conjunto con sus amigos empresarios de usar los cinco años en el poder para acumular poder económico...

Para esto tiene que mantener a flote su gobierno. Para esto necesita que lo sigan apoyando los idealistas de la otra izquierda, que le ayudaron a ganar las elecciones y a llenar parte de su gabinete. El pacto con el FMLN no le permite a Funes gobernar bien. Pero el pacto con personajes de la izquierda democrática por lo menos le permite seguir escondiendo la incapacidad de este gobierno de enfrentar los retos de seguridad y de crecimiento económico. Si además logra vender a la empresa privada la idea de una alianza de gobernabilidad paralela al pacto que tiene con el FMLN, Funes puede pensar que podrá pasar los cinco años flotando: sin resolver, pero sin hundirse.

Pero un gobierno que no resuelve, tal vez no cae, pero sí hunde el país. Problemas no resueltos se acumulan y profundizan. Todos sus aliados -los de hecho de la izquierda democrática que ya están comprometidos con Funes, y los potenciales aliados en sectores de derecha y del sector empresarial, deberían revisar bien su estrategia. Para esto es indispensable que vuelvan a dialogar entre ellos.

Juntos posiblemente podrían obligar al presidente a definir claramente su relación con el FMLN: O rompe el pacto - o de una vez por todo se define como parte de la estrategia del FMLN de tomar el poder total en el 2014.

En ambos casos, la actual oposición y el sector privado podrían negociar con el gobierno la gobernabilidad. En caso de reafirmarse el pacto Funes-FMLN, habría que buscar un pacto mínimo para evitar que el país y su economía colapsen. La derecha y la empresa privada aportando a la gobernabilidad desde la oposición. Oposición y gobernabilidad no son excluyentes.

En el caso poco probable de una ruptura entre Funes y el FMLN, sería un pacto de formar un gobierno de transición con apoyo del sector privado, de la izquierda democrática y de las derechas.

Lo que no se puede aceptar al presidente es un sistema de pactos paralelos: con el FMLN contra la derecha, y con los empresarios contra los peligros que implica el pacto con el FMLN. Y con la ‘otra izquierda’ contra FMLN y ARENA...

Esta política de los pactos compartimentados llevará al país a la verdadera ingobernabilidad.

(El Diario de Hoy)