miércoles, 13 de julio de 2022

Carta al ministro de Hacienda: Ya cayó en impago. De Paolo Luers

Ustedes han dejado de desembolsar los presupuestos operativos a las escuelas, las delegaciones policiales, los centros de salud y hospitales. Sólo gastan en hospitales para maquillar, cuando sirva para las fotos y tenga rédito mediático, pero no para el mantenimiento regular y para los insumos y medicamentos que necesitan. Igual con las escuelas.


Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, jueves 14 julio 2022

Ciudadano Alejandro Zelaya:

¿Qué haría usted si el director del banco, donde tiene sus cuentas, saldría a cada rato en televisión diciendo que su banco no va a quebrar? Seguramente no dudaría en retirar sus fondos y ponerlos a otro banco.


Igual es sospechoso cuando un ministro de Hacienda repite y repite que “no va a haber impago”, que “el gobierno está solvente y va honrar sus obligaciones...” Sólo que, tratándose del gobierno, no tenemos la opción de cambiar de banco. Bueno, quien es inversionista, lo puede hacer – y lo hará, no tenga dudas, ministro.


Pero nosotros, los ciudadanos mortales, los trabajadores, empleados, pensionistas y pequeños, los medianos empresarios y comerciantes no tenemos esta opción, estamos atrapados con el gobierno y su ministro de Hacienda....


Usted jura que tendrá capacidad de honorar las obligaciones del Estado – y ataca de mentirosos a los expertos que lo ponen en duda. ¿Las obligaciones con quiénes? Siempre se refiere a los bancos o los fondos nacionales e internacionales a los cuales el país debe bonos, préstamos, Letes, Cetes (o cómo sea que los llamen)... y los respectivos intereses.

Tengo mis dudas, pero tal vez usted podrá hacer el milagro de pagarlos o renegociarlos o sustituirlos con nuevos préstamos. Tal vez lograría así evitar lo que en Wall Street y en los organismos internacionales llaman “default” o “impago”. Asumamos que así sea, aunque las agencias internacionales de calificación de riesgo auguran lo contrario. Pero, ¿cómo van a honrar las obligaciones que ya han dejado de honrar hace ratos: con los proveedores, con los veteranos de guerra, con los ancianos, con las escuelas, con otros servicios del Estado, con los municipios y sus comunidades?


Impago significa incapacidad de pagar. Quiebra, bancarrota, ruina en el campo civil – impago cuando es el gobierno. Entonces, pongámonos serios, ministro: Ya estamos en impago. Ya usted dejó de pagar lo que el Estado está obligado a pagar. 



Ustedes deben millones de dólares en concepto del FODES, y con esto tienen muchas alcaldías en impago: ellas tampoco pueden pagar a sus proveedores, ya no pueden garantizar la recolección de la basura, ya no pueden mantener proyectos sociales.


Ustedes han dejado de desembolsar los presupuestos operativos a las escuelas, las delegaciones policiales, los centros de salud y hospitales. Sólo gastan en hospitales para maquillar, cuando sirva para las fotos y tenga rédito mediático, pero no para el mantenimiento regular y para los insumos y medicamentos que necesitan. Igual con las escuelas.


Los delegaciones policiales se quejan que no les dan con qué comprar munición, papelería, alquiler del local, gasolina. 


A los vetarnos de guerra -e igual a los ancianos- no les pagan sus miserables pensiones.


Su gobierno debe $1,827 millones a sus proveedores. Muchos de ellos tienen más de un año de no poder cobrar y corren riesgo de quebrar. Por el impago del gobierno, no han podido pagar a sus empleados, y las familias de estos no han podido pagar las medicinas y la ropa para sus hijos, o el alquiler.


De este impago nadie habla, ciertamente no usted. Aunque ya se hace sentir el impacto serio sobre la economía de la gente. 


No teniendo para pagar todo, ¿a qunes les va a pagar y a quiénes no? ¿A los bancos o a los gobiernos locales, las escuelas y los hospitales?


Lo peor: No teniendo respuestas a estas preguntas, todavía ustedes están hablando de mega proyectos, que además de carísimos son innecesarios, como Bitcoin City y el Aeropuerto La Unión, fantasías megalómanas de un presidente.


Horrible dilema que tiene usted. Y lo peor es que no lo reconoce. Tal vez ni siquiera lo entiende. ¿O simplemente le es indiferente?

Atentamente,