sábado, 21 de mayo de 2016

Columna transversal: Cuatro de los ocho logros de la paz están en peligro

En una charla con jóvenes universitarios, me preguntaron cuáles eran los logros más importantes de los Acuerdos de Paz - las conquistas por las cuales valió hacer la guerra y  terminarla negociando.

Les nombré 8 logros:
1. La desmilitarización de la sociedad salvadoreña. Con una Fuerza Armada que ya no se mete en política ni viola los Derechos Humanos.
2. La creación de una policía de carácter civil.
3. Una Procuraduría de DDHH que vigila al Estado.
4. Una justicia que no se presta a persecuciones políticas.
5. Garantía absoluta de la libertad de expresión.
6. Un acuerdo nacional amplio y profundo de erradicar toda forma de violencia política, tanto para llegar al poder, como para defenderlo.
7. Garantía de elecciones libres y justas.
8. El pluralismo político con la plena incorporación de la izquierda al sistema político.

Los primeros cuatro de estos logros principales hoy están en peligro y en diferentes estados de erosión. La mitad – un balance preocupante.

La desmilitarización ha sido el corazón de la nueva República fundada por los Acuerdos de Paz. Y el más grande de sus éxitos. La Fuerza Armada se ha mantenido, de manera impecable, al margen de la política. Esto, por suerte, no está en peligro y no hay erosión. Pero por la políticas implementadas por el actual gobierno, la Fuerza Armada nuevamente se ve involucrada en violaciones de Derechos Humanos, por el excesivo rol que el gobierno le ha asignado en Seguridad Pública, en particular en su “enfrentamiento frontal” contra las pandillas. Este rol ya no ex transitorio y excepcional, como manda la Constitución, sino permanente, regular y masivo. Esto es un problema muy serio para la Fuerza Armada, porque tiene miles de efectivos en el terreno, actuando en la guerra contra las pandillas, pero tiene cero control de la planificación, de la elaboración de los lineamientos y de la conducción de sus acciones. Todo esto está concentrado en la PNC y el ministerio de Seguridad dirigido por un policía.

Con esto llegamos al otro pilar de la democratización del país que hoy, mucho más que la Fuerza Armada, enfrenta una seria y profunda erosión de sus valores y principios fundadoras: la PNC. El real problema de militarización que enfrenta hoy el país no reside en el excesivo uso de la Fuerza Armada en misiones de Seguridad, sino en la militarización de la misma policía. Con los resultados que todos conocemos, pero que pocos quieren enfrentar o denunciar: violaciones masivas de Derechos Humanos por parte de una policía cuyos operativos ya no se concentran en la localización y detención de delincuentes, sino en el objetivo de comprometerlos en enfrentamientos de carácter militar y eliminarlos. A esta militarización de la PNC y de sus modo operando se suman las ejecuciones extralegales, cometidos por policías o por comandos de “limpieza social” con apoyo y encubrimiento de la policía.

Ante esta situación, la Procuraduría de Derechos Humanos, otro de los logros de los Acuerdos de Paz, debería permanente e insistentemente investigar y denunciar los abusos policiales o militares. Lastimosamente, la Procuraduría, desde que la izquierda asumió el gobierno en 2009, ha dejado de ejercer con rigurosidad e independencia su mandato central: vigilar al Estado en cuanto a Derechos Humanos.

El cuarto de los logros principales del proceso de paz igualmente está en peligro de erosión y perversión. Renace el viejo fantasma: Nuevamente, la justicia está siendo usada para persecución política. Los casos de CEL-ENEL y del ex presidente Flores se han manejado con intenciones y métodos políticos, creando pre-condenas mediáticas que impiden juicios penales justos. En el actual “caso tregua”, lamentablemente el nuevo fiscal general usa el mismo método: fabricar una acusación eminentemente política, dirigida contra una política pública oficial del gobierno anterior, pero sin poderlas calificar como delitos - para aterrizar en imputaciones de delitos concretos de menor escala y con pruebas muy débiles o inexistentes. Esto da para una impactante acusación mediática y política, y para una muy débil acusación penal.

Por suerte, en el sistema de justicia hay contrapesos comprometidos con una justicia no politizada y con juicios justos. La batalla no está perdida, ni para los políticamente perseguidos, ni para la democracia. Pero los peligros persisten.

La buena noticia es que los últimos 4 logros democráticos de mi lista permaneces sólidos, por una simple razón: han sido asimilados a profundidad por toda la ciudadanía – tan así que nadie puede atentar contra ellos sin pagar un altísimo costo político y electoral. La libertad de expresión es sacrosanta en El Salvador, igual que la libertad del voto. cualquier tipo de violencia política enfrenta un rechazo social inmediato. El pluralismo -incluyendo la alternancia en el ejercicio del poder- son pasos irreversibles. Estos 4 logros hay que defender y fortalecerlos con todo el poder de la ciudadanía, porque solo así tendremos la fuerza para reparar el daño ya causado a los primeros 4 logros de la paz y de la democracia. Para decirlo de otra manera: Sin hacer uso valiente de la libertad de expresión, no lograremos enfrentar el nuevo militarismo.
(El Diario de Hoy)