miércoles, 18 de agosto de 2010

Respuesta de don Neto Rivas a Paolo Luers

Estimado Paolo,

Gracias por tu email con el que me enviaste la carta dirigida a mí, que también publicaste ayer en EDH, “Carta a mi Colega y Columnista Ernesto Rivas Gallont”.

Tu carta, Paolo, es una crítica a mi columna del domingo en LPG que también publique en mi blog Conversaciones con Netorivas y Amig@s, el mismo día.

Comienzas admitiendo que aunque otros lo hagan, tú no le das el beneficio de la duda a nadie, mucho menos al Presidente Funes.

Tu carta se vuelve innecesariamente ofensiva, cuando escribes: Pero hay un límite que no hay que sobrepasar entre cortesía e ingenuidad; entre esto del beneficio de la duda y lameculo

Eso, Paolo, aunque característico de tu personalidad, no es aceptable cuando te diriges a mí, con quien has guardado una cautelosa amistad provocada por nuestros respectivos blogs, que nos han llevado a participar en varios programas de entrevistas.

Pero eso, Paolo, no te da el derecho de referirte a mí como “lameculo”. Si hubieras seguido mis frecuentes referencias al gobierno de Mauricio Funes estoy seguro que me pedirías disculpas por tu atrevido desmán.

Pero vamos al tema del que trata tu carta y es a lo que yo escribí con respecto al viaje de Funes a Brasil, acompañado, entre otros, por un distinguido grupo de empresarios.

Dos de ellos, primero, Carlos Enrique Araujo, presidente de ANEP y el lunes Roberto Kriete, CEO de TACA, me dan la razón. Araujo, en una entrevista que le concedió en Sao Pablo, Brasil a Álvaro Cruz Rojas, editor jefe de DEM dijo textualmente, “La crisis empresarios-gobierno está superada”.

LPG en su edición de ayer cita a Roberto Kriete, diciendo “Funes se ha ganado la credibilidad”.

Estimado Paolo, ¿Tú sinceramente crees que esas dos claras manifestaciones de entendimiento entre el representante de la cúpula empresarial y el jefe ejecutivo de TACA, no son, en buena parte, una consecuencia de las pláticas en el viaje a Brasil?

Si lo niegas, Paolo, es porque estás ciego. Cegado por tu obstinación y tu aversión al gobierno de Funes que solo tú puedes explicar.

Perdona, Paolo que me refiera a mi experiencia personal, pero, en mi época, cuando serví de embajador de mi país en Washington, tuve la oportunidad de ser testigo de la magia que resulta de una conversación informal, entre un mandatario e interlocutores de distinto origen, en una suite, en el restaurante, en el bar de un hotel o a bordo de un avión, a pesar de antagonismos profundos que existían, por ejemplo entre el Presidente Duarte y el sector privado.

Debo admitir, Paolo, que la armonía que se logra en estos viajes, puede echarse al trasto por la actitud de una o ambas partes, una vez de regreso al país. Pero cuando tú escuchas o lees frases tan categóricas como las expresadas por Araujo y Krite, no puedes menos que admitir que algo positivo y duradero ocurrió en el viaje a Brasil.

Gracias por tomarte la molestia de escribirme, Paolo. Creo que perdiste lastimosamente tu tiempo.

Te reitero sentimientos de amistad.

Ernesto Rivas Gallont

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Estimado don Neto:
gracias por su respuesta, como siempre caballerosa. Déjeme decirle que no quise ofenderlo. Quise señalar que existe el peligro que conceder el beneficio de la duda frente al poder presidencial se puede convertir en actitud de “lameculo”.

Este peligro existe, y lo he observado recientemente, cuando varios medios cubrieron la visita a Brasil de una manera que me cuesta calificar de otra manera.

Su columna cayó en este contexto. Pero nunca quise decirle a usted esta palabra fea. Que por cierto la puse en sustitución de otra menos ofensiva (“sobaleva”), porque en una pequeña encuesta me di cuanta que nadie la entiende.

Expreso públicamente que nunca quise ofenderlo, no puse esta palabra fea para caracterizar a su persona. Lo que sí quise es polemizar contra sus argumentos expresados en su columna sobre el viaje a Brasil. Si es cierto que el contacto humano puede cambiar las relaciones, en este caso no tiene nada que ver, porque ni siquiera hubo tal contacto humano de los empresarios con el presidente. El presidente, en vez de reunirse con los empresarios invitados, celebró el día del padre con su suegro. Y la gran mayoría de sus invitados nunca cruzó palabra con él.

El viaje fue un gran éxito mediático, esto sí. Gracias a muchos periodistas de alto nivel, y un poco también, gracias a usted. Pero esto, yo coincido con usted, no da a nadie derecho de insultarlo. Si lo he hecho, le pido disculpas. Retiro la alabra fea, pero sostengo todo lo demás.

Con cariño, Paolo Lüers