sábado, 25 de abril de 2009

Balance de poder

El poder ejecutivo está al punto de cambiar a manos del FMLN. ¿Es realmente extraño que en esta coyuntura de alteración de la correlación de fuerzas a los partidos no les salga tan fácil negociar la presidencia de la Asamblea, la presidencia de la Corte, cinco nuevos magistrados de la Corte, la composición de la Cámara Constitucional, el fiscal general, el procurador general de la República, el futuro de la Corte de Cuentas y del Tribunal Electoral?

Están en movimiento muchas piezas. Está en juego el balance del poder.

Todos estamos exigiendo a la Asamblea Legislativa que esta vez elija a un fiscal general independiente que no corresponda al interés particular de ningún partido.

Pero hay que tomar en cuenta que en el balance existente de los poderes la fiscalía es una pieza. Removerla del esquema de balances y contra-balances cambia la correlación de fuerzas. Crear una Fiscalía independiente altera la correlación.

Quiere decir: La derecha no va a aceptar a un fiscal general independiente sin que simultáneamente se discutan y redefinan los criterios para la elección de los magistrados, la composición de la Cámara Constitucional y la presidencia de la Corte Suprema.

Esperar que ARENA, que está entregando el ejecutivo, al mismo tiempo esté entregando a la izquierda la fiscalía, es ingenuo. Igual sería ingenuo esperar que ARENA, al tiempo que cede su control de la Fiscalía a favor de un fiscal general realmente independiente, no exija la aplicación del mismo criterio para la Corte.

Es muy común la crítica a los ‘combos’ que arman en la Asamblea para interrelacionar todas estas decisiones. Pero de hecho no son, no pueden ser, decisiones aisladas. Cada decisión, cada elección de los funcionarios de segundo grado, cada reforma a una de las instituciones clave, afecta el equilibrio de poder. Por lo tanto, requiere negociaciones complejas que incluyan las demás instituciones. Porque cada una de esas decisiones altera el equilibrio de poderes. Criticar esto como expresión de una partidocracia, no sirve para nada. Es ingenuo o es cortina de humo quejarse que en una democracia los cargos claves para el equilibrio de poderes sean sujeto a negociaciones entre los partidos. Lo que hay que exigir es que las negociaciones sean transparentes.

El FMLN exige que para la elección del fiscal general se aplique el criterio de la independencia partidaria – pero que a la Corte se elijan magistrados que correspondan a su interés partidario. ¡O todos en la cama o todos en el suelo, camaradas!

Esto no significa que no hay que emprender la tarea de despartidizar las instituciones. Claro que sí. Pero de verdad, bien negociado, tomando en cuenta los intereses y los miedos de todos.

Igual que hay que rechazar el intento de algunos de canjear la Fiscalía, para asegurar la impunidad propia, por el control de la Corte, hay que rechazar el intento de otros de neutralizar la fiscalía y al mismo tiempo aumentar la influencia propia en la Corte, en la directiva de la Asamblea y en el Tribunal Electoral.

Si el FMLN realmente quiere una Fiscalía independiente, quitando influencia indebida a ARENA, que digan claramente dónde van a ceder ellos. Sólo se puede tener Fiscalía independiente si al mismo tiempo todos los partidos renuncian a su ‘derecho acumulado’ de meter magistrados ‘de ellos’ en la Corte.

El FMLN tiene que entender que los demás partidos, sobre todo los de oposición, no están dispuestos a aceptar la consigna ‘winner takes all’ o ‘todo cambia’, pero a nuestro favor. La futura oposición no tiene porque cederle al futuro partido de gobierno el control de la presidencia de la Asamblea + mayor influencia partidaria en la Corte + el tercer magistrado en el Tribunal + mayor influencia o incluso control en la Procuraduría General de la República, al tiempo que se desmonte el control que históricamente han tenido los partidos de derecha sobre Fiscalía y Corte de Cuentas.

Para lograr esto, el FMLN tendría que haber ganado las elecciones de enero en grande, terminando con mayoría clara y facilitando alianzas que le aseguren mayoría calificada. Afortunadamente esto no fue el caso y seguimos en una democracia que mantiene equilibrios y contrapesos.

Y los equilibrios requieren negociaciones. Por más que algunos traten de tildar de ilegítimos las negociaciones, los vetos, los condicionamientos de ciertas decisiones a otras para mantener el equilibrio, seguirán siendo el mecanismo de calibrar los equilibrios.

(El Diario de Hoy, Observador)