Publicado en EL DIARIO DE HOY, viernes 8 septiembre 2023
En México el tablero está listo para el juego de ajedrez, en el cual se ha convertido la contienda por la presidencia. Las figuras están en posición. O así parece...
Dos mujeres se van a enfrentar en el 2024 y una será la primera presidenta en la historia mexicana. El presidente AMLO, Andrés Manuel López Obrador, trató de repetir el viejo ritual de "la sucesión" heredado de la "dictadura perfecta" del PRI: el juego del "candidato tapado", compitiendo contra otros candidatos, cada uno pensando que puede ser él; el dedazo (en la actual versión de la tragicomedia con un dedo bien escondido, pero a la vez omnipresente) -y al final el destape. En el guion original del PRI, con el destape se termina la discusión, y el elegido no solo se convierte en el candidato del partido gobernante, sino de facto en el próximo presidente.
Bueno, resulta que esto último ya no funciona en México. Todo lo demás sí: AMLO tenía su candidata tapada, los demás -por lo menos el ex canciller Marcelo Ebrard- creyeron que era una competencia abierta, pero al fin era la elegida por AMLO: Claudia Sheinbaum, la ex jefa del gobierno de la Ciudad de México. Pero el siguiente acto del guion ya no funcionó: la discusión no terminó, ya que Marcelo Ebrard se negó a avalar lo que él llama una farsa, armó un berrinche, dijo que “no nos vamos a someter a esta señora” – y amenazó con renunciar al partido gobernante MORENA y buscar otras opciones. Con esto, ya se fregó el feliz final de la obra: La señora elegida se convierte en candidata oficialista, pero no automáticamente en presidenta. Habrá en las elecciones del 2024 una competencia real y abierta, no una simple sucesión arreglada.
Hoy los medios mexicanos y sus comentaristas dicen: “Siempre fue Claudia”. Pero en los meses que duró este espectáculo llamado "La Sucesión" todos hicieron caso al jueguito de apariencias. Quiere decir, le hicieron caso a AMLO, incluso los medios críticos y opositores, y también el supuestamente imparcial El País en su edición mexicana. Reportaron y comentaron cada movimiento en este juego, convirtiéndolo en la única narrativa. Hasta que vino otra mujer, la senadora Xóchitl Gálvez, y les botó el tablero a AMLO, a MORENA, y a la prensa. Sin consultar las dirigencias de los tres partidos opositoras coaligados en el Frente Amplio por México, se declaró candidata “de la gente, de los ciudadanos, independiente de los partidos” y les desarmó a estos partidos cualquier guion o plan o arreglo, que pudieron haber tenido – y ganó la competencia por la candidatura opositora.
El surgimiento de la figura de Xóchitl fue tan impactante que de repente perdió vigencia la narrativa de la sucesión de AMLO y el destape de la señora Sheinbaum. De repente México se dio cuenta de que habrá una competencia real y abierta por el poder en el siguiente sexenio.
¿Por qué es abierta? Porque el tablero no está completo. Hay piezas sueltas. No está decidido qué va a hacer al fin la tercera fuerza, el Movimiento Ciudadano MC, que gobierna en Jalisco y Nuevo León. En este partido hay un debate fuerte y controversial sobre unirse a la colación opositora o postular un tercer candidato a la presidencia. Y es el partido que siempre aparece como la opción de Marcelo Ebrard, en caso que realmente rompa con MORENA. Se podrían abrir posibilidades nuevas que cambiarían todo: Una sería que MC postule a Ebrard. Esto afectaría más a la oposición que a MORENA, ya que quitaría más votos a la oposición que a la señora Sheinbaum. Pero podría ser que la llegada de Ebrard inclinaría la balanza interna en MC hacia una alianza con Xóchitl Gálvez. MC tiene razones válidas de no querer incorporarse en una coalición con los partidos PAN, PRI y PRD, que son muy desgastados o incluso detestados. Pero con la candidatura de Xóchitl Gálvez, que insiste en que ella es la candidata de los ciudadanos, no de los partidos, esto cambia y podría abrir a MC una puerta para entrar en una coalición opositora de carácter ciudadano, sin perder su cara.
Esto es está, por ahora, totalmente en el aire. Un triángulo entre Xóchitl, Ebrard y el carismático alcalde de Monterrey de MC, Luis Donaldo Colosio, hijo de otro Luis Donaldo Colosio, quien fue asesinado para evitar que él reformara y democratizara el PRI, podría ser el game changer, el elemento que cambiaría el juego electoral mexicano. Pero requeriría una enorme madurez y una sólida y creativa capacidad concertadora por parte de estas tres figuras, que hasta la fecha no se ha manifestado.
Puede ser que el conflicto en MORENA se resuelve a la mexicana: con arreglos que lleven a que Ebrard rompa su promesa de “no someterse a la señora”. Pero también esto podría Xóchitl Gálvez explotar a su favor - siempre y cuando no deje de ser irreverente, audaz y rebelde, y se perfile como la candidata que enfrenta la cultura del chanchullo.