sábado, 4 de mayo de 2019

Carta sobre Venezuela: Todos conspirando con todos

Esto de Venezuela parece un campeonato mundial de conspiración política, militar y de inteligencia. Imagínense las escenas en aquella casa donde Leopoldo López guardaba arresto domiciliario, vigilada las 24 horas por agentes del temible Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN): entran generales del SEBIN y del ejército, a veces juntos, a veces por separado y se sientan con el líder opositor para instrumentalizarlo dentro de su plan de dar un auto-golpe. Quieren deshacerse de Nicolás Maduro, quien ya está quemado internamente e internacionalmente, pero necesitan que el nuevo régimen sea percibido como gobierno de transición y legítimo que cuenta incluso con el apoyo de líderes opositores.

Juan Guaidó y Leopoldo López en frente de la base aérea La Carlota en Caracas, 
en la madrugada del 30 de abril
Y por su parte, Leopoldo, quien me consta que no es ningún sencillo, tratando de instrumentalizar a los generales para que generen las fisuras que la oposición necesita dentro de las fuerzas armadas, para luego usar la movilización popular para hacer caer el debilitado edificio del régimen chavista…
Los generales venezolanos reportando a sus referentes cubanos, que controlan cada movimiento del SEBIN y de las fuerzas armadas —y los cubanos negociando con los agentes rusos, que llegaron hace pocas semanas para hacerse cargo de la operación de rescate— no de Maduro, sino del régimen. Porque ojo: Los cubanos y los rusos andan juntos en Caracas, pero no necesariamente tienen los mismos intereses…

En otro escenario, Moscú intercambiando mensajes con Washington. Ambos descaradamente lanzando campañas públicas de desinformación sobre la situación real en las calles de Venezuela, pero al mismo tiempo tratando de evitar que la situación se salga de control. Para Washington se trata de convencer a los chavistas que están dispuestos a mandar sus marines si algo le pasa a Juan Guaidó, al mismo tiempo que aseguran a los rusos que de ninguna manera van a intervenir militarmente.

Nada de esto lo vimos en televisión. Sólo vimos lo que pasó el 30 de abril en las calles de Venezuela: la sorpresiva aparición de Leopoldo López a la par de Guaidó, pero también flanqueado de miembros bien armados del SEBIN, de la Guardia Nacional y del Ejército. Los dos líderes más emblemáticos del país, encabezando una manifestación opositora, pero sin lograr detonar un levantamiento popular masivo que obligue a las tropas militares a tomar posición.

¿Qué pasó? Dicen que los planes (hechos para el 1 de mayo, tanto de un auto golpe para deshacerse de Maduro como el de Leopoldo y Guaidó de usar este autogolpe para de una sola vez hacer caer al régimen) se frustraron, porque otros efectivos del SEBIN, a lo mejor por orden de los cubanos, planificaron detener a Guaidó en la mañana del 30 de abril —lo que obligó a los conspiradores (de ambos lados) a adelantar sus acciones. La idea era que la concentración popular masiva del 1 de mayo coincidiera con la aparición de Leopoldo y con la operación del autogolpe militar. Esto se frustró —y ni los opositores ni los conspiradores militares consiguieron su objetivo. Maduro, aunque visiblemente asustado y debilitado, se mantiene en el Palacio de Miraflores…

La otra razón del fracaso es que la actuación de Estados Unidos carece de credibilidad. Nadie les cree la amenaza de intervención militar, ni los rusos, ni los cubanos, ni los chavistas, solamente los sectores más retrógrados dentro de la oposición venezolana. ¿Y cómo iba a ser diferente, si la Operación Venezuela de Washington está a cargo de un fanático veterano de la Guerra Fría como Elliot Abrams, quien depende de dos tigres de papel como John Bolton y Donald Trump?

Todo esto parece una novela mal lograda, escrita en partes por mentes bastante brillantes (como Leopoldo López y algunos generales jóvenes de inteligencia venezolana), pero en otras partes por trogloditas como Elliot Abrams y algunos adeptos de la anti-política dentro de la oposición venezolana. Para nosotros puede ser una novela de suspenso divertida, para los venezolanos sigue siendo una pesadilla.

Saludos,