jueves, 14 de junio de 2018

Carta a los amigos y enemigos de Vanda Pignato: Ni elevarla a heroína ni victimizarla

Tienen razón de cuestionar la orden de detención de Vanda Pignato. Ni siquiera la fiscalía la había solicitado, tomando en cuenta su estado de salud. Las bartolinas y los penales de El Salvador están repletos de personas bajo detención provisional esperando sus juicios, y muchas de ellas padecen de serios problemas de salud, que se agudizan por las pésimas condiciones de su detención. Este hecho no es razón para pedir a gritos que también la señora Pignato se pudra. Es una razón imperativa de exigir que en este país se revise la mala práctica de tomar la detención provisional como regla – y las medidas alternativas como excepción y privilegio.

La detención provisional no es un instrumento de castigo. No lo puede ser, porque la Constitución garantiza la presunción de inocencia de las personas mientras no estén vencidos en juicio. La detención provisional solo tiene dos propósitos: garantizar que el acusado no se fugue; y evitar que manipule u obstruya las investigaciones. Ambos propósitos se pueden cumplir con medidas alternativas a la encarcelación, y solo en casos excepcionales se justifica que un procesado pase detenido los meses (o a veces años) que esté esperando su juicio.

Pero en El Salvador es al revés, y esto es el problema de fondo. Hay miles de casos comparables al caso de Vanda Pignato. Estos miles, igual que la ex primera dama, tienen el derecho a no sufrir castigo antes de ser condenados, y por supuesto el derecho a salud y acceso a los tratamientos adecuados.

Si Vanda Pignato es culpable o no de los delitos que la fiscalía le imputa se determinará en el juicio. Mientras no esté condenada es razonable concederle libertad condicional o arresto domiciliario, igual que en muchos casos de los cuales nadie habla.

Nuestro comportamiento frente a estos casos tiene que ser independiente de nuestras simpatías políticas o personales con los afectados. Yo no tengo simpatía de ninguna clase con Vanda Pignato, para mi ha sido símbolo de la misma arrogancia y bolencia de poder de Mauricio Funes – pero menos aun tengo simpatía con los gritos que piden que se pudra.

Igualmente me chocan los que ahora se solidarizan con ella. Ya dije: tienen razón en exigir que se le trate dignamente y no con castigo anticipado. Pero no comprendo la hipocresía de los líderes del Frente que quieren convertir a Vanda Pignato en heroína encima del bien y del mal – y en víctima de tramas de venganza y persecución. La señora fue parte integral y no circunstancial del círculo de poder y derroche de su marido. Su prepotencia afectó incluso a muchos de los funcionarios públicos que ahora derraman lágrimas de cocodrilo por ella. Fue un error político del FMLN haberla mantenido en su segundo gobierno, así que fue error no haberse desmarcado a tiempo de Funes.

El hecho que hoy Vanda Pignato esté enfrentando investigaciones penales no se debe a tramas de venganza de la derecha, sino a su propio comportamiento. Tiene el deber de enfrentarlas – y el derecho de enfrentarlas en condiciones dignas, aunque estas condiciones dignas se están negando sistemáticamente a miles de acusados anónimos.


El caso de Vanda Pignato no es para crear una heroína y víctima, ni para derramar sobre ella solidaridad hipócrita. Es para revisar en serio nuestro sistema penal y las inhumanas condiciones de detención que convierten la detención provisional en un castigo inconstitucional.

Saludos,

(MAS! / El Diario de Hoy)