viernes, 9 de diciembre de 2011

Héctor Silva

Héctor Silva

¿Qué tipo de presidente hubiera sido Héctor Silva? Miles de veces me hice esta pregunta. Ante la disyuntiva que nos plantearon los dos partidos grandes en las elecciones del 2004: Schafik Handal o Tony Saca, yo me apunté a trabajar en la campaña de Héctor Silva. No tanto para que ganara, porque esto obviamente era imposible, sino para que nazca una tercera fuerza, una izquierda democrática.

Héctor fue un excelente alcalde capitalino. Encabezó exitosamente una coalición del Frente con el CDU y grupos ciudadanos independientes. Tan bueno que estuvo al punto de erigirse como candidato presidencial del FMLN para el 1999. Esta era la oportunidad del Frente de convertirse en una fuerza de izquierda moderna, plural, capaz de gobernar y reformar al país.

Pero lo que muchos vimos como oportunidad histórica, Schafik y los demás líderes ortodoxos dentro del FMLN lo vieron como peligro. Literalmente me dijo Schafik en 1998: “Prefiero perder las elecciones y mantener el carácter revolucionario del partido, antes de permitir que ganemos con Silva y nos convirtamos en un partido socialdemócrata.”

Quien sabe si Héctor Silva hubiera ganado en el 1999. Si hubiera peleado en serio la candidatura, nadie se la hubiera podido quitar. Pero Héctor no fue hecho para el pleito, siempre ha sido un hombre de la concertación, del equilibrio, del entendimiento. Sabía que si él insistía en su candidatura y si apostara consecuentemente al espirito de renovación que en estos años prevalecía dentro del FMLN, podía imponerse, pero al costo de la división del Frente y tal vez incluso de enfrentamientos violentos.

Se retiró de la candidatura y luego del partido. Historia que se repitió 5 años después con Oscar Ortíz, quien ganó las primarias, pero aceptó la decisión del partido de falsificar el resultado y declarar candidato presidencial a Schafik Handal. Con la diferencia que Héctor se apartó del partido y Oscar se quedó esperando su turno.

En el 2004 muchos vieron agotada la capacidad de ARENA de conducir el país en su camino a construir la democracia y el progreso. Los cinco años de gobierno de Saca confirmaron esta tesis. También vieron agotado el esfuerzo del FMLN de construir una mayoría alrededor de su modelo de socialismo autoritario. En este sentido parecía lógica la candidatura de Héctor Silva del 2004 y el esfuerzo de crear una nueva fuerza política capaz de romper la polarización.

Sin embargo, este esfuerzo fracasó. No solo el intento de ganar la presidencia, sino también el esfuerzo de crear una nueva fuerza política. Cayó en vano, porque Héctor y sus aliados nunca se decidieron a definir con claridad el carácter de esta nueva fuerza. Apuntaban de manera vaga a un difuso “centro político”, y nunca se atrevieron a decir: esta es la socialdemocracia disputando al FMLN el liderazgo en la izquierda.

Nuevamente, meterse en un enfrentamiento de este tipo no estaba en Héctor Silva, el hombre de los puentes y del diálogo.

Cuando en el 2009 Héctor Silva se sumó a la campaña de Mauricio Funes, yo lo critiqué fuertemente. No pudo entender -y lo dije en público - que luego de toda su historia con el FMLN llamara a votar por la bandera rojiblanca. Héctor me explicó que le daba el beneficio de la duda a Mauricio Funes: “Si este hombre realmente quiere desde el poder presidencial transformar la izquierda en una fuerza reformista y democrática, yo le voy a apoyar...”

Yo le dije: “Vos deberías saber que el FMLN nunca se iba a dejar transformar desde afuera, y tampoco por personajes que ellos consideran ‘tontos útiles’ y ‘compañeros de viaje’. Además, en este gobierno los únicos que realmente creen en una izquierda democrática, sos vos y un par de gatos que ahora son útiles darle credibilidad a la campaña... A Mauricio Funes no le interesa por nada este concepto.”

Lastimosamente, tuve razón. Héctor Silva se incorporó al  gabinete de Funes, como tal vez su mejor administrador público, pero no lo dejaron avanzar ni un milímetro a la realización de su ideal: romper la polarización creando una fuerte izquierda democrática.

Entonces, ¿qué tipo de presidente hubiera sido Héctor Silva si hubiera peleado en el 1098-99, hubiera tomado por asalto la candidatura de la izquierda y tal vez ganado? No se si hubiera sido mejor presidente que Francisco Flores, quien ganó en 1999. Pero seguramente, si Héctor se hubiera convertido en presidente en el 1999, la izquierda se hubiera transformado. Tal vez se hubiera dividido en una fuerza ortodoxa y otra reformista y socialdemócrata. Tal vez Silva hubiera fracasado, pero con dignidad, dejando huellas positivas. Estoy casi seguro que nos hubiéramos incluso evitado la recaída en el populismo y cinismo que marcan las presidencias de Tony Saca y Mauricio Funes.

¿Qué tipo de presidente hubiera sido Héctor Silva? ¿Un presidente como el alcalde Silva? Nunca lo vamos a saber. Héctor nos dejó, uno de los pocos hombres de la política salvadoreña que han logrado despertarnos confianza, esperanza y respeto, incluso en sus derrotas.

(El Diario de Hoy)