jueves, 30 de diciembre de 2010

Carta a la ex-jefa del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer

Estimada Julia Evelyn Martínez:

No puedo decir que lamento que la hayan despedido. Para mi, usted representaba una pésima política.

Leí una columna de su amigo Álvaro Rivera Larios, quien compara su caso con el despido de Brenny Cuenca. Pero Brenny fue despedida como secretaria de Cultura, porque no era suficiente sumisa a las órdenes de la primera dama. En el caso suyo, tengo la sospecha que la cosa es al revés: Usted cumplió e incluso defendió las ideas mas insensatas de la primera dama, como la prohibición de los desfiles de cachiporras en las escuelas.

Usted fue el fiel instrumento de su jefa, hasta que cometieron el error de firmar un documento sobre el aborto que el presidente no había autorizado. En este momento le pasó lo que pasa a muchos fieles colaboradores: se convirtió en chivo expiatorio. El presidente no quería asumir el costo político, su esposa mucho - menos, así que le tocó a usted.

Me temo que su despido no resuelve nada. No habrá corrección de nada en las políticas erróneas del ISDEMU. Por la simple razón que allí sigue mandando la misma: la primera dama.

El ISDEMU, con o sin usted, va a seguir haciendo campañas que meten al Estado en la esfera privada de la gente. Cualquiera me puede decir, con toda razón, que los hombres deben asumir las tareas de la casa. Cualquiera, menos el Estado. El Estado crea condiciones favorables y seguridad jurídica a las mujeres, pero no sermonea, ni moraliza.

El ISDEMU va a seguir trabajando con la Secretaría de Cultura para promover ‘el cambio de la cultura’, porque esta es la idea de la primera dama que sigue siendo presidenta del ISDEMU, y ahora con más poderes y controles directos.

Es a nombre de este ‘cambio de cultura’ que la pareja presidencial se siente con el derecho de meterse en asuntos donde el Estado y sus instituciones nunca deberían tener derecho de intrometerse. Cualquiera tiene derecho de promover la ‘transformación cultural’ que quiera... menos el gobierno. En agosto de este año le escribí en una primera carta: “Si no paramos esto en seco, terminamos con una dictadura de los guardianes de lo ‘políticamente correcto’ “.

Ahora resulta que la pararon a usted, pero no la política autoritaria disfrazada de feminista. Pobrecita. Que mal le pagaron su fidelidad...

Paolo Lüers

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