viernes, 4 de septiembre de 2009

No imponer reelección

Lo peor que podría pasarle a Nicaragua en el futuro inmediato es ir a elecciones presidenciales en 2011, con reformas constitucionales impuestas por medio de la compra de votos legislativos, sin reconocer espacios a la oposición, y con los mismos árbitros electorales cuestionados en las elecciones de noviembre de 2008.

No es criterio del periodista. Es la visión del general retirado Humberto Ortega, en posibles escenarios no lejos de la realidad, que abarcan temas sensibles como la reelección presidencial, las reformas constitucionales buscadas a fondo por el gobierno del presidente Daniel Ortega, la destrozada credibilidad del Consejo Supremo Electoral y la necesidad de un pacto social amplio e incluyente.

Aunque Ortega no señala nombres ni se refiere a partidos o instituciones específicas, habla sobre las propuestas de reformas constitucionales que desde las oficinas estatales hacen asesores y colaboradores cercanos al partido de gobierno.

“Lo fundamental consiste en que como resultando de un análisis profundo, despolitizado, y de cara a fortalecer el proceso democrático, se llegue al consenso entre las partes acerca de la conveniencia o no de la reelección continua o de cualquier otra modalidad”, inicia su análisis ante la pregunta de cómo ve las propuestas de reelección continua.

No sólo legal, sino legítimo

“Una vez logrado este acuerdo político, entonces hay que articularlo debidamente con la Asamblea Nacional para darle vida legal, de acuerdo al marco constitucional que tendría que ser reformado si se acuerda equis modalidad para reelección. En este consenso entre las partes podría también aprobarse un referéndum sobre el particular, para darle legitimidad y no sólo ropaje de legalidad”, propone.

“Entonces, sólo así, se logra la debida legitimidad política para que tal paso fortalezca el rumbo democrático. Debe anotarse que la suma de votos aunque se argumente es legal y que representa el voto ciudadano, no asegura la legitimidad necesaria, dado que la situación política presente es distinta a la de 2007”, observa Ortega, ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas por 14 años y ex Ministro de Defensa.

“Quiero recalcar que no me opongo a que cualquier político, de cualquier partido o movimiento, desee ser candidato presidencial, y en el caso del dirigente político y presidente Daniel Ortega, tampoco me opongo a su pretensión en representación de su partido de ser reelecto para la presidencia”, observa, y acota de inmediato que hay quienes piensan que la alternancia en el poder es más sana y ese criterio él también lo apoya.

“Mi reflexión gira alrededor de que debe examinarse seriamente este asunto apelando al pasado, para que no se caiga en los daños que la reelección en otros momentos y circunstancias provocó.

La reelección por sí misma no es el problema, el problema reside en que la misma se utilice como un mecanismo sin consenso político nacional, que se alcanza más para apuntalar el poder que para fortalecer la libertad y la democracia”, expresa el hermano del presidente Ortega.

¡Cambiar a los árbitros!

Otro de los factores claves para que Nicaragua recupere la estabilidad política deteriorada profundamente por las acusaciones de fraude electoral en 2008, es que para los próximos procesos electorales que se acercan irremediablemente, se cambien a los actuales árbitros electorales.

“Producto de la percepción de la mayoría ciudadana, que califica muy negativamente la actuación del CSE en las elecciones municipales recientes, considero no viable que con los actuales magistrados del CSE se puedan montar las elecciones presidenciales futuras”, dice claramente Ortega.

“No estoy descalificando en lo personal a ninguno de sus integrantes, al contrario, creo que merecen el reconocimiento debido por los diferentes procesos electorales que han garantizado en años anteriores”.

“Pero estas elecciones municipales han restado la credibilidad en el CSE, y pienso que aferrarse a que continúen de árbitros no es lo prudente, y seguramente ninguno de sus integrantes se opondría a su retiro si la patria así lo requiere”, plantea el general retirado sobre la institución que aún preside el magistrado Roberto Rivas.

Ortega plantea, tal como lo recogen otros sectores de la sociedad civil, donantes y empresa privada, la implementación de un nuevo CSE, producto de un consenso político entre todas las partes políticas y sociales del país.

“Nos unimos o nos hundimos”

“De tal modo que sus integrantes tengan la credibilidad necesaria ante la ciudadanía votante, aún más urgente si se acuerda la reelección, ya que sin este prerrequisito creo sería muy difícil que se acuerde la reelección”, opina.

“El consenso patriótico que adquiera el liderazgo nacional político, económico, social y espiritual sobre la reelección y el CSE, es necesario y beneficioso para la estabilidad nacional, que nos permita fortalecer el rumbo de la economía, para vencer la pobreza en un sólido Estado de Derecho, fortaleciendo la libertad y la institucionalidad del país”.

“Y en este marco respeto a todos los candidatos presidenciales que se escojan por las diferentes fuerzas políticas, incluyendo al líder político y mi único familiar Ortega Saavedra viviente, mi hermano, Daniel”, dice pausado Humberto Ortega.

Entre la reelección, el árbitro electoral y la estabilidad política, el general Ortega plantea la idea de un gran pacto social, amplio e incluyente, que se discute y apruebe antes de ir a reformas o elecciones nacionales.

“En Nicaragua debemos, primero, integrarnos como ciudadanos, como familia, como comunidad, como pueblo, como nación, si realmente queremos ser parte activa y ejemplar de los complejos procesos de integración regional. Polarizados y en desconexión como en el presente está nuestra sociedad, es imposible integrarnos como nación”, señala el ex hombre de hierro en los 80.

En ese sentido, resaltó la importancia que tiene el nombramiento de nuevos magistrados judiciales, electorales y contralores, que está próxima, pues se trata de una oportunidad de las fuerzas políticas de escoger a las personas idóneas.

No obstante, hizo énfasis en la necesidad de que esa escogencia sea el producto de un acuerdo no sólo entre el Frente Sandinista, el Partido Liberal Constitucionalista y de los seguidores de Eduardo Montealegre, sino de todos aquellos que tienen algo que aportar al país desde la arena política, la económica y la social, y destacó la relevancia de no jugar a las zancadillas para tener los mejores resultados.

“Aquí no se trata de ser vivaracho, se trata de ser político con un sentido humano muy profundo de la tragedia que estamos viviendo como país, hay que actuar con un sentido ético de una enorme responsabilidad, y no simplemente de que soy más vivo y le di vuelta al otro (en las negociaciones y pactos), vayamos de ahora en adelante, no sigamos funcionando así, lo que hace falta es una confianza social en general”, recomienda el ex militar.

Por una verdadera reconciliación

“Solamente como hicimos para alcanzar la paz, cuando quienes nos matábamos nos sentamos a dialogar y a buscar entendimientos y acuerdos, podremos alcanzar la conexión para integrarnos como nación”.

“Y debemos buscar en el corazón del adversario lo bueno de cada quien, para acercarnos y dar respuesta a la inmensa mayoría del pueblo que exigen a sus líderes esta verdadera reconciliación”, dice Ortega, insistiendo a cada momento con el tema de la cohesión social.

“Sin cohesión social no podremos sobreponernos a las exigencias de la cruda realidad de la crisis económica mundial, acentuada en nuestro país, y mucho menos si continuamos siendo excluyentes y polarizados en el campo político en particular”.

¿Qué cree el general retirado que se debe hacer en el país en medio de un clima tenso y polarizado entre fuerzas históricamente antagónicas?
“Debemos afianzar una economía humanista social de mercado, que hace suya en primer lugar la libertad, la solidaridad, la justicia, la responsabilidad en el ejercicio del Poder y el Gobierno, y así seremos verdaderamente competitivos y modernos, más allá de la oferta y la demanda, para alcanzar los éxitos económicos y sociales que urge nuestro pueblo”, plantea.

Lo idóneo, según la visión de Ortega, sería que desde los medios y cada partido político se aporte en la fórmula para alcanzar el desarrollo, y hacerle un llamado no sólo al gobierno, sino a la clase política en general, a sus bases, a que ética y moralmente, y ante la ley, y por las libertades, que ellos obliguen a sus partidarios, y sancionen a su militancia y los lleven y los manden a la justicia y ante la Policía, si incluso están comprometiendo a ese partido en las calles con acciones que no son consecuentes con lo que este país necesita.

“Si aquí un partido, de cualquier color de su bandera, impulsa o tolera violencia, y no sanciona, que salgan unos cuatro o cinco a querer impedir lo que justamente y en el marco de la libertad tenemos derecho a hacer, salgo yo solo o con diez mil, entonces el primer llamado debe ser al compromiso cívico”, considera el ex hombre fuerte del Ejército.

A ello agrega que “la idea no triunfa imponiéndose con intolerancia, las ideas triunfan imponiéndose con paciencia y tolerancia”.

Considera que “mientras no negociemos con responsabilidad, y no le demos continuidad a los proyectos consensuados que buscan una mejoría en la existencia de las fuerzas, mientras un partido no crea en esos procesos y diga que hay que cambiar todos los esfuerzos que se han hecho en los otros gobiernos, es peligroso, porque es cambiar lo actuado; en todo caso, si se quiere hacer reformas, que se hagan reformas en función de mejorar ese marco, pero no tener temor a la reforma si se ha consensuado.

En ese entendido, lo que más daño nos está haciendo es la intolerancia y una enorme ausencia de vida democrática real más profunda en cada movimiento o partido político, que obliga a repartir el poder más que a buscar un equilibrio de poder, y un verdadero funcionamiento de la justicia más despartidizada”.

Las guerras y Herodoto

Antes de cerrar la entrevista, casi tres horas después de preguntas y respuestas, de reflexiones y de discusiones sobre los conceptos, el general retirado hace público su deseo de que alguna vez en el mundo desaparezcan los ejércitos, porque su razón de ser, en esencia, es la guerra, y de las guerras los que sufren son los pueblos y los que gana son los grandes vendedores de armas.

Ortega plantea que está consciente de que hay muchas personas a quienes no les gustará lo que ha dicho, a uno y a otro lado de las fuerzas políticas.

“Y pido a esas personas que comprendan. Yo no trato de ofender ni de herir a nadie, sino de llamar a la reflexión, ya no por nosotros los actores, sino por los jóvenes y los niños que nos siguen. No podemos condenarlos otra vez”, dice, y recurre a una frase del pensador griego Herodoto.

“A 30 años del 19 de julio del 79 y del Ejército de Nicaragua, apreciemos el inmenso valor de la paz alcanzada, recordando el pensamiento de Herodoto, 400 años antes de Cristo, que reflexiona en la diferencia entre la guerra y la paz, señalando que en la guerra los padres entierran a sus hijos, y en la paz los hijos entierran a sus padres”.

(El Nuevo Diario, Nicaragua)