miércoles, 27 de noviembre de 2024

Carta a los trabajadores de salud y educación: ¿Cómo defenderse bajo una dictadura? De Paolo Luers (+capítulo 15 del libro 'Doble Cara')

 

"Lo que enfrentan hoy en día los sindicatos es una dictadura pura y dura, que está mostrando sus dientes cada vez que encuentra resistencia. Una vez que todos hayamos entendido que esta es nuestra situación, hablemos de cómo la podemos enfrentar."

El audio en la voz del autor: HUELGA.mp3


    Publicado en MAS!  EL DIARIO DE HOY, jueves 14 noviembre 2024

“Veinte trabajadores del Ministerio de Salud subieron a un bus en Sonsonate para ir a protestar contra el recorte presupuestario a Salud para el año 2025. Nunca llegaron a la marcha: tres retenes policiales los detuvieron. Cuatro días después, todos los pasajeros del bus fueron despedidos. Un abogado del Minsal les notificó verbalmente que sus plazas habían sido suprimidas.” (El Faro, 22 noviembre 2024) 

 

Estimados amigos:

Cuando leí esta noticia, tomé conciencia de lo grave de la situación que estamos viviendo. Por más de 200 años, los obreros, primero de los países industrializados, luego del mundo, han contestado este tipo de ataques con huelgas. La solidaridad siempre ha sido el principio fundamental de los sindicatos. 


¿Por qué los médicos, las enfermeras y los maestros no han contestado con medidas de fuerza, con huelgas, los múltiples despidos que tienen razones políticas muy claras: debilitar y domesticar a los sindicatos? Todas las condiciones objetivas están dadas: Los trabajadores de educación y salud tiene larga trayectoria de organización y lucha; sus sindicatos son fuertes; el gobierno toma medidas en contra de los intereses de los trabajadores; están agotados los intentos de diálogo y negociación para resolver los problemas; y además de todo esto, las medidas del gobierno afectan gravemente a la población. Son las condiciones clásicas para hacer uso de la huelga.

 

Los dirigentes de los sindicatos han protestado, algunos han llamado a participar en la segunda marcha blanca, pero, a pesar de la total intransigencia del gobierno, los sindicatos no han hecho uso de su arma principal. Tanto los maestros como los trabajadores de salud, una vez se ponen de acuerdo los diferentes sindicatos, serían perfectamente capaces de paralizar el funcionamiento normal de las escuelas y de los hospitales. Y los médicos y enfermeras son capaces de hacer esto sin privar a la población de la atención mínima y de emergencia. 

La única explicación para el hecho que el gobierno puede salirse con la suya, imponer a los sistemas de salud y la educación recortes drásticos de presupuesto y además reprimir con despidos cualquier resistencia, es que en nuestro país ya reina un régimen de miedo que paraliza a todos, incluso a las organizaciones sindicales. Este tipo de miedo sólo reina en una dictadura. Este tipo de miedo cumple su propósito, cuando la gente está clara que ofrecer resistencia les puede costar no sólo su trabajo y sustento, sino la libertad. La amenaza latente del régimen permanente de excepción tiene efecto sobre cualquiera que piensa participar en una marcha, ni hablar una huelga. 

 

Que nadie entienda que digo esto para criticar a los trabajadores y sus sindicatos. Tienen toda la razón de estar cautos. No necesitamos héroes, mucho menos mártires. Quien soy yo para criticar a alguien por no exponerse a amenazas tan reales de un régimen que está dispuesto a todo para imponer su voluntad – y sus intereses.

 

La crítica va contra quienes administran este régimen de miedo - desde el responsable principal en Casa Presidencia, pasando por sus ministros, diputados y magistrados, hasta llegar a fiscales, jueces y oficiales de la PNC y de la Fuerza Armada, que son cómplices, unos por acción y otros por omisión. Cuando de Derechos Humanos se trata, la omisión de los funcionarios -o sea, no hacer lo que la Constitución les demanda- los vuelve tan culpables como los actores directos. 

 

Tiene que asentarse en nuestra conciencia que estamos viviendo en una dictadura, en la cual los sindicatos ya no pueden cumplir su razón de ser, que es defender con todas las medidas legales a los trabajadores. Si cada sindicalista sabe que cumplir su deber le puede costar su trabajo, su libertad e incluso su vida, estamos en dictadura. Punto.

 

Lo que enfrentan hoy en día los sindicatos es una dictadura pura y dura, que está mostrando sus dientes cada vez que encuentra resistencia. 

 

Una vez que todos hayamos entendido que esta es nuestra situación, hablemos de cómo la podemos enfrentar.


Saludos, 



* * *

El libro Doble Cara ahora está agotado en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. Pero será disponible en breve. También lo pueden pedir Amazon.com, o desde México en amazon.com.mx

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.






Capítulo 15: Tiempo de Audacia

(1983)


La producción de Carta de Morazán fue una aventura. No había guion. No había una planificación más allá de líneas muy generales (filmar combates; mostrar un salto de calidad en la preparación y organización militar de la guerrilla). No hubo comunicación entre el equipo de edición y los camarógrafos. Sin embargo, el material que filmaron Maravilla, El Seco Gustavo y Epigmenio nos permitió contar una historia.

Un año después, nos encontramos con un reto aún más complicado. Esta vez el problema principal no es la mezcla extraña de formatos técnicos, sino la mezcla de materiales del frente de Morazán con otros grabados por Epigmenio Ibarra, que trabaja para la agencia mexicana Notimex, pero al mismo tiempo colabora con nosotros. Ni nosotros en Morazán hemos filmado con alguna idea de un documental específico en mente, ni mucho menos Epigmenio. No existía ningún plan para el siguiente documental que ahora nos toca editar, nuevamente para participar en La Habana, en diciembre del 1983. Lo que hay es simplemente una enorme acumulación de material, de distintos autores, distintos lugares, distintos temas, distintos puntos de vista. Y la tarea es crear de este material disperso un documental que demuestre que la guerra había llegado a un enfrentamiento entre dos ejércitos profesionales —y a un empate, a pesar de la creciente intervención norteamericana. Yo conozco bien el material que hemos filmado en el frente, pero no tengo idea del archivo acumulado en México. 

Por suerte ya tenemos nuestro propio estudio de postproducción en México, con una isla profesional Sony de edición. La usamos para editar nuestros materiales, pero también para otros trabajos que nos permiten sostener la oficina. Entre Epigmenio, Guillermo y yo pasamos semanas revisando y clasificando los materiales y discutiendo diferentes posibilidades de armar el rompecabezas. Entre los tres hay roles determinados, que a veces chocan, a veces se complementan. Vemos el material de formas diferentes: Guillermo desde el punto de vista cinematográfico, Epigmenio desde el olfato del reportero, y yo desde la perspectiva política. “Estoy cansado de vos haciendo aquí el comisario político,” me grita en una de las discusiones Guillermo. Para mí, un insulto muy delicado, con todo lo que he leído de la experiencia amarga en la guerra civil española y el rol de los cuadros comunistas que asumieron el papel de comisarios políticos...



Guillermo Escalón

Epigmenio Ibarra

Desde la derecha: Paolo Luers,
Augusto Vásquez (fotógrafo),
Roque (Seguridad).
Gustavo Amaya (fotógrafo, videógrafo).
Morazán, 1983

Pero en general, nuestro triángulo funciona, es complementario, nos lleva a soluciones que son estéticamente logradas, noticiosamente impactantes y políticamente provocativas. Otra vez tengo ocasión de observar la manera creativa de como Guillermo logra montar escenas, que esta vez no son historias narradas, sino yuxtaposiciones de imágenes o movimientos que provocan reflexión. Nuevamente enfrentamos el problema con las instrucciones de la comandancia del ERP: quieren un producto analítico, aunque esto nos obligue sacrificar la calidad estética. Entre Guillermo y yo estamos reviviendo la complicidad que nos hizo editar Carta de Morazán de una forma diametralmente opuesta a lo que Joaquín Villalobos tenía en mente. “Esta vez te van a fregar, Paolo, porque vos sos el responsable político aquí. Lo que te salvó el pellejo el año pasado fue que ganamos el Gran Coral.” 

“Bueno, nos va a tocar ganarlo otra vez... Y gracias que ya no soy comisario.”

Poco a poco, el mosaico que anda armando Guillermo comienza a producir un lenguaje visual —y también un mensaje político, aunque éste nunca se articula. El mensaje se genera por la secuencia de imágenes. Me fascina esta manera de Guillermo de montar la película. Carta de Morazán fue muy distinta a La Decisión de Vencer, la película con la cual Guillermo había ganado el Gran Coral de La Habana en 1981. Y esta película de rompecabezas que estamos haciendo, es otro estilo totalmente diferente. Para mí, dos años de curso intensivo en el arte del cine documental, pero también en el arte de comunicación política. 


Tiempo de Audacia (screenshot): Entrenamiento de Fuerzas Especiales
del ERP, Morazán, 1983. Imágenes grabadas por Maravilla y Gustavo

Tiempo de Audacia (screenshot): La Guardia Nacional, 
San Salvador, 1983. Imágenes grabadas Epigmenio Ibarra

Los comandantes del ERP, Morazan 1983: de la izquierda:
Joaquín Villalobos (Atilio), Jorge Meléndez (Jonás), 
Luisa, Mariana y Chico Armijo.


Tiempo de Audacia (screenshot): El asesor gringo, 
1983. Imágenes grabadas Epigmenio Ibarra

Tiempo de Audacia (screenshot):
La Brigada Rafael Arce Zablah BRAZ, Morazán, 1983.
Imágenes grabadas por Maravilla y Gustavo


Luego de 3 semanas de trabajo de día y noche, la película está lista. Pero no tenemos título. Pasamos varias noches de ron y cerveza peloteando palabras. Al fin es entre Audacia y Tiempo de Audacia. Me gusta más Audacia, así en seco, pero al final el documental del Sistema Venceremos que va a participar en La Habana 1983 se llama Tiempo de Audacia. 

Ganamos nuevamente el Gran Coral por mejor documental. Por tercera vez. En el 1981, ganó La Decisión de Vencer, de Guillermo Escalón con el Colectivo Cero a la Izquierda. Un retrato amoroso del nacimiento de una zona liberada y una guerrilla campesina. Editado a un ritmo lento, reflexivo, con tomas y escenas largas. En 1982, Carta de Morazán lleva la guerra a la pantalla, y gana. La Decisión de Vencer era poesía, esta película es pura y dura prosa. Y ahora Tiempo de Audacia logra comunicar un manifiesto político analítico sin usar palabras. En gran parte, el éxito de nuestras películas en los festivales de La Habana tiene razones políticas. Pero los delegados de todo el mundo reconocen que con el equipo de cine de Radio Venceremos hemos logrado desarrollar nuevas formas del cine documental y político. 

Vamos con ganas a la fiesta de despedida en el Tropicana. Música, baile y ron. Estamos en una larga mesa todos los participantes salvadoreños. Con nosotros están los compas del Instituto Cinematográfico de El Salvador Revolucionario de las FPL, que también presentaron un nuevo documental. Y está el cineasta salvadoreño Jorge Dalton, quien vive en Cuba. Es uno de los hijos del poeta Roque Dalton. En la delegación nuestra van Sonia y Pilo, dos compañeros del COMIN en Managua, que es la oficina internacional de Radio Venceremos. Estamos celebrando, corre el ron. De repente, del otro extremo de la mesa escucho gritos. Pilo se ha levantado y grita a Jorge Dalton, quien está sentado enfrente: “Y sabés qué: ¡Tu tata fue un poeta mediocre, y tampoco tenía para líder político!” Jorge se levanta y se va, y los compas nuestros agarran a Pilo, lo sientan y lo calman. No tengo idea cómo comenzó esta discusión, pero lo que sí sé es que tendrá consecuencias. Insultar a Roque Dalton en La Habana es peor que un pedo en catedral. Y si lo hace un militante del ERP —la organización guerrillera que fusiló al poeta—, es doblemente grave. 


Roque Dalton, poeta. Nacido 1935, asesinado 1975

En la mañana siguiente nos manda a llamar Luisa, que había venido para el cierre del Festival, pero no estuvo en el Tropicana. Temprano en la mañana ya le ha llegado el fuerte reclamo del Departamento América. Yo solo me pregunto cómo es que el partido cubano se dio cuenta en la madrugada. Consideración tonta, porque en Cuba, el partido sabe todo. Lo más probable es que Jorge puso la denuncia. Luisa nos dice: “¿Y cómo es posible que ustedes dejan chupar a Pilo? ¿No saben que fue alcohólico y no puede tomar ni una gota?” —“No, no lo sabía. De saberlo, no lo hubiéramos llevado al Tropicana. Y por lo demás, yo no soy comisario que vigila el comportamiento y las palabras de los compas...” Se resolvió con una disculpa de Luisa a los cubanos, que tienen a Roque Dalton como un héroe, y una disculpa de Pilo a Jorge Dalton. Por razones obvias, nunca nació una amistad entre Jorge y este chele escéptico de todos los mitos revolucionarios.


El link para ver la película Tiempo de Audacia


Siguiente entrega, sábado 30 noviembre:

Capítulo 16: El Infiltrado (1984)