jueves, 19 de junio de 2008

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO SALVADOREÑO DE LOS AÑOS 60

A Héctor Francisco Oquelí Colindres (Derecho) y Enrique Barrera Escobar (Humanidades), In Memóriam.

1. HECHOS HISTÓRICOS RELEVANTES DE AQUEL PERÍODO.

Para quienes terminamos la educación secundaria, específicamente el Bachillerato, durante la primera mitad de la década de los años 60 (1961 y 1962), e hicimos nuestros estudios universitarios en la Universidad de El Salvador (UES) durante la segunda mitad de los 60, resultó muy formativo en diversos aspectos, particularmente en lo político, lo cultural, y lo académico, haber vivido aquella etapa de nuestra historia y conocido de cerca algunos de los principales antecedentes de la guerra civil, que maduró durante los años 70 y se desarrolló durante la década de los 80.

Desde la perspectiva del movimiento estudiantil es preciso comenzar mencionando el Proceso de Reforma Universitaria. Efectivamente, como consecuencia del Movimiento de Reforma Universitaria iniciado alrededor de 1920, en Córdoba, Argentina, las Universidades de América Latina y entre ellas la UES, comenzaron a plantearse la necesidad de establecer un nuevo tipo de relación entre autoridades, profesores y estudiantes, con el propósito de darle una connotación diferente al proceso de enseñanza-aprendizaje, a la investigación y a la extensión universitaria. De este movimiento surgió el concepto de Autonomía Universitaria mediante el cual se pretendía definir una nueva relación Estado- Universidad.

En el caso salvadoreño, una vez superada la dictadura del Gral. Maximiliano Hernández Martínez y los frágiles gobiernos posteriores, cobró fuerza en la UES el movimiento reformista que se modeló en el respectivo cuerpo normativo; sin embargo, el concepto de autonomía siguió discutiéndose para extenderlo desde lo académico, hacia lo económico y lo administrativo. El Salvador contaba en ese entonces con la Constitución Política de 1950 que reconocía la propiedad privada en función social, y le correspondió al Dr. Romeo Fortín Magaña dirigir la UES en aquel momento.

Al ejercer hacia 1964 la Rectoría de la UES el Dr. (Medicina) Fabio Castillo Figueroa, su equipo de Dirección y el nuevo Consejo Superior Universitario, el proceso de reforma tomó un gran impulso. Durante esta Rectoría y las subsiguientes: 1968 a cargo del Dr. (Jurisprudencia y Ciencias Sociales) Ángel Góchez Marín, concluida por el Dr. (Jurisprudencia y Ciencias Sociales) José María Méndez, y 1972 a cargo del Dr. (Economía) Rafael Menjívar, se realizaron importantes innovaciones académicas, administrativas y físicas.

Ciertamente, para contribuir con la sociedad mediante ciudadanas y ciudadanos más y mejor educados, como solía decir el Señor Rector Dr. Castillo, había que desarrollar la planta física de la Ciudad Universitaria, integrar el campus de San Salvador y abrir los Centros Universitarios de Oriente y Occidente; crear las Áreas Comunes y los Departamentos de Química, Biología, Física y Matemáticas, con instalaciones adecuadas; estructurar la Planificación Universitaria, renovar los métodos docentes, preparar más y mejores profesoras y profesores e instructores; contratar profesores e investigadores extranjeros, incrementar el número de estudiantes admitidos a la UES y sus Facultades año con año; fortalecer el Departamento de Bienestar Estudiantil y establecer el Programa de Becas y Residencias Estudiantiles de la Universidad, entre otros.

También se intentaron convenios e intercambios docentes y científicos con universidades del campo socialista, concretamente con la Universidad de Lomonosov, Moscú. Por este motivo hacia 1965 hubo intentos de revertir el proceso de reforma universitaria, principalmente en la Facultad e Ingeniería y Arquitectura, los cuales fracasaron.

En tal contexto la representatividad del movimiento estudiantil en las estructuras de la UES era un factor decisivo. Por ello, con base en la Ley Orgánica y en el Reglamento de la Universidad de El Salvador, los estudiantes estuvieron significativamente representados, tanto en la Asamblea General Universitaria y el Consejo Superior Universitario, como en las Juntas Directivas de Facultad o Centro Universitario. En otras palabras, la institucionalidad del movimiento estudiantil era necesaria para asegurar la legitimidad de tales representaciones. De esa manera, estudiantes, profesores y autoridades compartían el gobierno universitario en un marco de legalidad incuestionable.

La legalidad e institucionalidad de la UES hicieron posible que asumiera la responsabilidad de supervisar las normas y procedimientos académicos de la única Universidad privada existente entonces: la Universidad Centroamericana de El Salvador José Simeón Cañas (UCA).

También en este período surge el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE) con el apoyo de la Universidad de Harvard, que después de un intento por establecerlo en la UES en condiciones inconvenientes para ésta, se radicó en Nicaragua. Estaba en pleno auge el Mercado Común Centroamericano (MCCA) como una parte del proyecto de integración centroamericana.

Para poner en contexto lo anterior es necesario comentar brevemente que en el transcurso de 1960, una Junta Revolucionaria de Gobierno integrada por prominentes figuras universitarias (Castillo, Fortín Magaña, Falla Cáceres) y militares de alta graduación (Castillo, Yánez Urías), encabezó el gobierno de facto que sustituyó al Cnel. José María Lemus, en un intento por rescatar las reformas políticas, económicas y sociales que habían sido promovidas por la denominada Revolución de 1948, encabezada por el entonces Mayor Oscar Osorio, implementadas poco después por el Partido Revolucionario de Unificación Democrática (PRUD). A los pocos meses de instalada esa Junta, nuevamente se impuso el anticomunismo como recurso ideológico y político y la Junta fue derrocada, siendo sustituida por el Directorio Cívico Militar. Esta vuelta atrás fue un elemento más en el proceso de acumulación de causas que estuvo a la base del conflicto armado interno que se profundizó veinte años después. Recuérdese que en enero de 1960 había triunfado la Revolución Cubana. Posteriormente, a pesar de la existencia de varios partidos de pensamiento demócrata cristiano, reformista, socialdemócrata, etc. sobrevino la elección de un solo partido y comenzó en 1962 el largo período de cuatro gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN) que, en complicidad con altos mandos de la Fuerza Armada, ambos instrumentos de la oligarquía dominante, tuvo como principales estrategias políticas el fraude electoral, la imposición de gobernantes nacionales y locales, la corrupción y la represión de cualquier ente opositor.

No obstante lo anterior, es preciso decir que al interior del mismo PCN y sus gobiernos militares hubo varios intentos reformistas, los cuales fueron eliminados cuanta vez surgieron. De esa manera cayeron gabinetes económicos enteros, directivos de la Asamblea Legislativa y otros altos funcionarios, quienes fueron a buscar espacio reforzando la organización de nuevos o renovados partidos políticos de carácter democrático. Muchos de ellos provenían de las aulas de la Universidad de El Salvador.

En las elecciones presidenciales de 1967, el Partido Acción Renovadora (PAR) presentó un programa de gobierno bajo el lema: “A 5 grandes problemas, 5 grandes soluciones”. De su diagnóstico surgía la idea de llevar a cabo la reforma agraria, la reforma urbana, la reforma educativa, la reforma tributaria y la reforma del comercio exterior, principalmente del café. No debe olvidarse que el dominio real lo tenía la denominada oligarquía cafetalera. El candidato presidencial del PAR fue el Dr. Castillo Figueroa y el del PCN, el Cnel. Fidel Sánchez Hernández, quien se hizo fraudulenta e impositivamente de la Presidencia de la República.

Este fue el año de la denominada Primavera de Praga, así llamada porque el gobierno de Checoslovaquia presidido por Alexander Dubcek se liberalizaba y rebelaba ante el omnímodo poder de la Unión Soviética y su influencia en todo el denominado campo socialista. Este ejercicio de renovación en el poder establecido dentro del comunismo fue aplastado en 1968 con la invasión del ejército soviético, ante lo que algunas expresiones del movimiento estudiantil universitario salvadoreño, así como las autoridades universitarias antes mencionadas, se pronunciaron en contra de tal intervención a pesar de los señalamientos en contra del Partido Comunista Salvadoreño.

Como consecuencia de los esfuerzos por democratizar el país, aglutinando cuadros surgidos de la universidad, los partidos Demócrata Cristiano (PDC), Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y Unión Democrática Nacionalista (UDN), lograron algunas posiciones en la Asamblea Legislativa y en importantes Alcaldías del país, sobre todo el PDC en San Salvador, convirtiéndose en voceros de intereses mayoritarios de la sociedad.

En aquél contexto de cierre de espacios democráticos se incrementó la actividad de las organizaciones de importantes sectores sociales. Teniendo como marco de referencia el Régimen Económico Social de la Constitución Política vigente para entonces, los obreros de la industria manufacturera y fabril, y los trabajadores de los servicios promovieron la correcta aplicación de la legislación laboral, el respeto a la jornada de 8 horas diarias, el derecho al salario mínimo y a la contratación colectiva entre otras demandas. Algo muy importante fue lo relacionado con los derechos al trabajo, la seguridad social y la vivienda digna, que habían sido reconocidos por el gobierno reformista previo, que incluso, había creado instituciones dedicadas a ello.

De igual forma, los jornaleros del campo y los pequeños campesinos demandaron tierra para trabajar y mejores condiciones laborales y de vida en las grandes propiedades agrarias donde no las había. Por su parte los maestros de educación parvularia, primaria y secundaria, formados en las Escuelas Normales de Maestros Alberto Masferrer y de Maestras España, así como la Escuela Normal Superior, tradicionalmente sometidos e instrumentalizados por los gobiernos militares, también demandaron adecuadas condiciones salariales y de trabajo, así como una mejor educación para el pueblo. Alzaron la bandera de la Dignificación del Magisterio Nacional, lo que les significó represión de las autoridades de turno, por una parte, pero un abrumador apoyo de otra parte. Los métodos de lucha por excelencia de estos sectores fueron la huelga y la movilización popular.

La Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños 21 de Junio (ANDES), lideró dos exitosas y multitudinarias huelgas en 1968 y 1971. En ambas recibió el decidido respaldo de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS), de las demás Sociedades de Estudiantes de Facultad, y de otras asociaciones estudiantiles sectoriales.

La imposibilidad de avanzar hacia el desarrollo político, económico y social por métodos pacíficos y cívicos, así como las disputas ideológicas al interior de los países socialistas, sus partidos gobernantes y los movimientos periféricos, condujo a determinados grupos a pensar en la vía de las armas para conquistar el poder político. En el plano teórico se plantearon diversos modos de entender la aplicación del marxismo leninismo a la situación de los países de América Latina, especialmente en el período de consolidación de la Revolución Cubana. Los partidos comunistas tradicionales fueron perdiendo el monopolio de las ideas revolucionarias, ante lo que reaccionaron con la descalificación y los señalamientos personales, que no teóricos, en contra de sus nuevos adversarios ideológicos. También en 1968 moría en las profundidades bolivianas Ernesto Guevara, tratando de aplicar la denominada Teoría del Foco Guerrillero, sin captar el apoyo debido. Eran tiempos de mucha lectura, estudios, debates y práctica política. La academia asistió a esta discusión en prácticamente todo el mundo.

Dentro del gran escenario de la Guerra Fría, en el que se daba la disputa chino soviética, el emplazamiento de los cubanos ante el resto del campo socialista frente al bloqueo norteamericano y el auge del Movimiento de Países No Alineados, también se dio la producción intelectual de sociólogos, politólogos, filósofos, economistas, psicólogos, antropólogos, etc. (Marcuse, Poulantzas, Frömm, Baran, Sweezy, Mandel, Cardozo, Debray, Marini, Dos Santos, Gramsci, Chomsky, Lukacs, etc.), que enriquecía en términos de ideas la búsqueda por superar las miserias del capital monopólico y sus respectivas ataduras dictatoriales. De esta confrontación no se escapó nadie, puesto que en los planos religioso, educativo, militar, administrativo público, y productivo en general, se gestaron corrientes que diferían del pensamiento oficial. Efectivamente, dentro del cristianismo surgieron grupos de base de la Iglesia Católica Romana y de la Iglesias Bautista, Luterana, Episcopal y otras, planteando teologías liberadoras del ser humano en la tierra. Asimismo en el seno de las Fuerzas Armadas latinoamericanas se manifestaron corrientes doctrinarias nacionalistas, en el sentido antiimperialista del término. En el ámbito empresarial se oyeron algunas voces de apoyo a reformas como la agraria, al salario mínimo y a la libertad de expresión.

En El Salvador la disputa ideológica entre marxistas condujo a que prominentes miembros del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) se separaran de éste, incluido su Secretario General y miembros del Comité Político, quienes confluyeron con movimientos de jóvenes estudiantes universitarios, cooperativistas, predicadores cristianos, sacerdotes, pastores, obreros y pobladores marginales, que fundaron nuevas organizaciones y se organizaron para empuñar las armas y combatir al régimen establecido.

Entre 1970 y 1972 se produjo un quiebre importante en el papel político asumido por la Universidad y el estudiantado. La crisis del Mercado Común Centroamericano, provocada por las asimetrías mantenidas por las oligarquías locales, desembocó en la guerra entre El Salvador y Honduras en julio de 1969. Este fue un recurso de distracción que beneficiaba a los sectores dominantes de ambos países, incluidos sus ejércitos y cúpulas militares, mientras alejaba las presiones de cambio, alentando el espíritu pseudo nacionalista, chauvinista y bélico en los dos pueblos. Cuando el Gobierno salvadoreño del Cnel. Fidel Sánchez Hernández llamó a reforzar las filas del ejército nacional a todos los ciudadanos sin distingo de ideas o partido político, la dirección formal del estudiantado universitario salvadoreño de la AGEUS de ese tiempo, presionada por la dirección del PCS, incurrió en el error de responder públicamente de manera afirmativa a ese llamado. Este hecho provocó la salida de varios cuadros de la juventud comunista hacia otras organizaciones en ciernes y una gran confrontación en el seno de la comunidad universitaria, comunidad de autoridades, profesores y estudiantes. Un importante contingente de universitarias y universitarios se opuso vehementemente a la guerra fraticida y a hacerle el juego al gobierno y las clases dominantes.

Las disputas ideológicas que surgieron a continuación no fueron superadas sino hasta más o menos diez años después, cuando se unificaron las organizaciones armadas. Las posiciones más radicales hicieron de la Universidad su campo de batalla. En tales circunstancias la institucionalidad universitaria se puso en grave peligro ya que diversos grupos estudiantiles comenzaron a aplicar hacia el interior de la institución, los métodos que se suponía tendrían que estar empleando en su lucha contra el régimen. Las tomas de Departamentos, Facultades, Oficinas universitarias, el enjuiciamiento y posterior expulsión de profesores y autoridades universitarias, consideradas de manera apresurada e irreflexiva como anti estudiantiles, pro norteamericanas, o reaccionarias y contra revolucionarias, casi acaba con nuestra Alma Máter. Lo cierto es que ese desgaste, incrementado por la salida voluntaria de muchos profesores experimentados, hizo que el Rector Dr. Rafael Menjívar asumiera la eterna lucha por el Presupuesto Universitario en un escenario de debilidad interna, de mucho conflicto interno, lo que fue aprovechado por el gobierno del Cnel. Arturo Armando Molina, surgido del fraude electoral, para invadir los tres campus de la Universidad de El Salvador el 19 de julio de 1972.

No obstante lo anterior, en el plano político se había conquistado la representación proporcional en la Asamblea Legislativa y el PCN no volvió a ganar una elección en San Salvador y otras ciudades importantes. El PAR fue cancelado por el Consejo Central de Elecciones y tampoco se permitió la inscripción de su sucesor, el Partido Revolucionario. Ante la amenaza común del anti democrático gobierno del PCN, los partidos PDC, MNR y UDN, todos ellos dirigidos por cuadros formados en la Universidad de El Salvador, conformaron la Unión Nacional Opositora (UNO) y promovieron un coherente programa de reformas políticas, económicas y sociales. La UNO ganó las elecciones del año 72 pero no se le permitió gobernar, imponiendo al Cnel. Molina. De aquí en adelante se aceleró el proceso de acumulación de fuerzas para cambiar la situación por otras vías.

2. ORGANIZACIÓN DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL UNIVERSITARIO.

La Universidad de El Salvador fue fundada en 1841, poco tiempo después de proclamada la Independencia de Centroamérica. En su evolución fue estructurando cátedras, escuelas y facultades de diversas especialidades. A fines del siglo antepasado ya contaba con una Facultad de Ciencias, entre otras. Lo más probable es que los estudiantes de las escuelas y posteriores facultades se aglutinaran en sociedades para desarrollar sus actividades académicas y culturales. Dado que del seno de la UES salieron mujeres y hombres dedicados a la investigación y la docencia de las ciencias naturales, matemáticas, ciencias sociales y humanidades, de reconocido prestigio nacional e internacional, éstos sirvieron de paradigmas para que las nuevas generaciones estudiantiles les reconocieran en la nominación de sus agrupaciones. De esa manera conocimos la Sociedad de Estudiantes de Medicina Emilio Álvarez (SEMEA), la Sociedad de Estudiantes de Química Benjamín Orozco (SEQBO), y otras como la Juventud Odontológica Salvadoreña (JOS), Sociedad de Estudiantes de Ingeniería y Arquitectura Salvadoreños (SEIAS), y la Asociación de Estudiantes de Derecho (AED). Debe recordarse que la Universidad ocupó, hasta su incendio, un edificio en la Avenida Cuzcatlán, en el centro de San Salvador, al costado Norte del Palacio Nacional y al Poniente de Catedral y que su crecimiento le había obligado a dispersarse en varias edificaciones ubicadas en la Calle Arce, entre la 7a y 9ª Avenida Sur, y zona del Hospital Rosales. Además tuvo otras instalaciones en la Avenida España y en la Calle Rubén Darío.

En la primera mitad del siglo pasado se formó la AGEUS, y se registraron sus Estatutos en el Ministerio del Interior. La Asociación General comprendía a todas y todos los estudiantes de la UES, sin distinción de facultad o nivel de estudios. Sus órganos de gobierno fueron: el Consejo Ejecutivo formado por un representante elegido por los estudiantes de cada Facultad; el Congreso Estudiantil, formado por varios representantes propietarios y suplentes elegidos por los estudiantes de cada Facultad y un Tribunal de Honor, elegido en el Congreso, para impartir justicia entre los estudiantes. El Consejo Ejecutivo comprendía una Presidencia, una Vicepresidencia, y varias Secretarías, entre ellas las del Tesoro, de Actas, y de Relaciones Internacionales. La AGEUS se financiaba mediante un solo pago, igual y obligatorio, que todos los estudiantes hacían al inicio del año académico. Era la expresión del gremio de estudiantes universitarios de El Salvador. Las decisiones tomadas por el Consejo Ejecutivo eran respetadas, en lo concerniente, por todas las directivas estudiantiles de todas las facultades.

Ya en la Ciudad Universitaria y con las Facultades de Humanidades, Ciencias Económicas y Ciencias Agronómicas, es decir ocho facultades funcionando, se completó el cuadro de organizaciones estudiantiles con la Asociación de Estudiantes de Humanidades (AEH), la Sociedad de Estudiantes de Ciencias Económicas (SECE) y la Sociedad de Estudiantes de Ciencias Agronómicas (SECAS). Una variante importante la constituyó el estudiantado de Áreas Comunes que llegó a ser el más numeroso de la UES. Sin ser Facultad, se estructuró la Sociedad de Estudiantes de Áreas Comunes (SEAC), así como la Asociación de Estudiantes Universitarios Residentes Salvadoreños (AEURS), agrupación de estudiantes beneficiarios del programa de Residencias Estudiantiles que vivían en el campus de San Salvador.

Como se ha dicho antes, casi todos los residentes universitarios eran al mismo tiempo becarios de tiempo completo y formaban parte de un sistema de bienestar estudiantil que comprendía el derecho a recibir un estipendio mensual en efectivo basado en su rendimiento académico, el acceso a vivienda dentro de la UES, al servicio de comedor universitario, clínica médica, asistencia de trabajadores sociales, psicólogos y sociólogos, acceso a instalaciones deportivas, la práctica de deportes individuales y de grupo y actividades recreativas como Cine Club, Conferencias, Conciertos y Excursiones. Este contingente estudiantil organizado en AEURS, mantenía una especie de autogobierno ejercida por su Junta Directiva, integrada por estudiantes de distintos niveles académicos y carreras universitarias, y jugó un rol de primer orden en diversas luchas sociales en razón de su alto nivel de conciencia social. El origen social de estos cientos de estudiantes les identificaba – en general – con las demandas de las organizaciones representativas de maestros, obreros y campesinos. En las huelgas de ANDES 21 de Junio participaron organizando manifestaciones de apoyo, recolectando ayuda de todo tipo, llevando esparcimiento a los centros de concentración y distribuyendo material propagandístico a favor de tales organizaciones.

En el período comentado podría decirse que, en la UES y en diferentes organizaciones estudiantiles, se expresaban por lo menos cuatro corrientes ideológicas, tales fueron: la Liberal, la Demócrata Cristiana, la Socialdemócrata y la Marxista Leninista, algunas de ellas con sus variantes extremistas. Más allá de la democracia liberal se manifestaron agrupaciones de corte fascista, en la modalidad propia del franquismo español. Este fue el caso del movimiento denominado La Pirámide que existió en la Facultad de Derecho. También tuvo agrupaciones de corte Liberal Demócrata, como el Frente Estudiantil Democrático de Economía (FEDE). Podría haber sido el caso también de Acción Progresista de Estudiantes de Química y Farmacia (APEQ). El pensamiento demócrata cristiano, sustentado en la Doctrina Social de la Iglesia Católica Romana se manifestó en los Movimientos y Frentes Estudiantiles Social Cristianos (FESC) de casi todas las facultades que tuvo como antecedente a Acción Católica Universitaria Salvadoreña (ACUS). También existió el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC), de origen protestante. Más allá del pensamiento marxista leninista oficial existió la Organización Revolucionaria Estudiantil de la 4ª Internacional, mientras que la vertiente comunista se realizó a través de los Movimientos y Frentes Universitarios de Estudiantes Revolucionarios de todas las facultades (FREM, AEU, FURE, OEH, FURIA, etc.). El pensamiento socialdemócrata cristalizó a través de vertientes de izquierda democrática y socialista democrática, aglutinados en el Movimiento de Izquierda Democrática (MID), los Movimientos Demócrata Revolucionarios (MDR) y los Frentes Socialistas (FESAC), en casi todas las facultades.

Los frentes y movimientos estudiantiles más numerosos o representativos se agruparon en tres Federaciones a escala universitaria, cuyas denominaciones fueron: Federación Revolucionaria de Universitarios Socialcristianos (FRUSC), Federación de Estudiantes Universitarios Revolucionarios (FEUR) y Federación Socialista Democrática (FSD), éstas dos últimas aliadas en la elecciones de autoridades universitarias de nivel central y de facultad, teniendo como adversarios a los socialcristianos y a los liberales. En las líneas anteriores queda brevemente demostrado el alto grado de organización estudiantil, su pluralidad, su identidad ideológica y su representatividad universitaria.

Vale la pena mencionar que la AGEUS, conciente de su pluralidad, en el contexto de la Guerra Fría trató de mantener un espíritu de autodeterminación, no ingerencia, solidaridad indiscriminada y respeto por las ideas de los demás. Internacionalmente se mantuvo en contacto y afiliada tanto a la Conferencia Internacional de Estudiantes (CIE), con sede en Bruselas, Bélgica; como a la Unión Internacional de Estudiantes (UIE), con sede en Praga, Checoslovaquia, en cuyas conferencias o congresos participó activamente. Puede advertirse que se trataba de entidades estudiantiles internacionales influenciadas por occidente o por oriente, respectivamente.

También se vinculó fuertemente al Congreso Latinoamericano de Estudiantes (CLAE), en el ámbito regional, en el que se trató de denunciar y rechazar el intervencionismo de la política norteamericana de la época en nuestros países, mientras se apoyaba la autodeterminación de países como Cuba, Panamá, República Dominicana o Grenada, dando lugar a intensos debates en el seno de la comunidad estudiantil.

En mayo de 1968, el mundo entero fue testigo de la protesta estudiantil en contra del status quo en Europa, en Estados Unidos y en América Latina. Este movimiento estremeció las estructuras y el pensamiento predominante en sociedades e instituciones. Atenta a lo que ocurría en Mayo del 68 la AGEUS se solidarizó y aprendió de la creatividad y las acciones de los estudiantes franceses (Paris, Nanterre), alemanes (Berlín), estadounidenses (Berkeley, Duke), y de los mexicanos (México D. F.), todos ellos denigrados y hasta reprimidos a diferentes escalas.

3. LA PRESENCIA POLÍTICA EN LAS LUCHAS SOCIALES.

Entre 1960 y 1972 se llevaron a cabo varios intentos por impulsar reformas de carácter político, económico y social que se estrellaron, una y otra vez, contra la barrera que interpuso el círculo de poder dominante y los intelectuales a su servicio. Las iniciativas encaminadas a garantizar el desarrollo humano de las y los salvadoreños fueron desnaturalizadas, las instituciones estatales desviadas de sus fines sociales, y las propuestas que tocaban lo educativo, lo agrario, lo urbano, lo fiscal, lo sanitario, etc. fueron retorcidas por los gobernantes de turno y sus servidores. El PCN prostituyó las instituciones nacionales, usurpó los colores y los símbolos patrios con fines partidarios y corrompió a diversos mandos de la Fuerza Armada, todo ello por encargo de la oligarquía dominante.

En aquel entorno la AGEUS apoyó activa y decididamente las huelgas de los trabajadores de las industrias del acero, de bebidas y de panificación, así como de los conductores de autobuses del servicio urbano. Pero también promovió la discusión sobre la Ley de Bancos, mediante la que se pretendió, sin éxito, ampliar la oferta de servicios bancarios permitiendo el ingreso de bancos extranjeros. Un intento de abrir espacios para la discusión del tema agrario promovido por la Presidencia de la Asamblea Legislativa, terminó con la defenestración de ese Presidente y el encarcelamiento y tortura de por lo menos un sacerdote católico que apoyaba la organización de los campesinos pobres. Incluso algunas entidades surgidas bajo la égida de la Alianza para el Progreso, como la Unión Comunal Salvadoreña (UCS), impulsada por el gobierno de los Estados Unidos de América, bajo la presidencia del Sr. John F. Kennedy, fueron objeto de represión y de control político. Para ello, el gobierno salvadoreño patrocinó el aparecimiento de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), en contraposición a las organizaciones cooperativistas de campesinos.

La fundación de ANDES 21 de Junio durante la primera mitad de la década de los 60, fue determinante para el crecimiento del denominado movimiento popular. Efectivamente, se trataba de una asociación de carácter gremial para aglutinar a maestras y maestros de todo el país, que laboraban principalmente en centros educativos oficiales o públicos, pero también en centros particulares o privados. Se trataba de organizar a un numeroso grupo de personas, comparable al personal de sanidad (o salud), o al personal de la burocracia gubernamental; con un buen nivel de educación y con estrecha relación con padres y madres de familia y población en general. Muchos funcionarios públicos o empleados particulares, oficiales y tropa de la Fuerza Armada o de los denominados Cuerpos de Seguridad (Policía Nacional, Guardia Nacional, Policía de Hacienda) eran nietos, hijos, hermanos, sobrinos o parientes por afinidad de alguna maestra o algún maestro. Algunos oficiales habían sido maestros antes de ser militares y sabían que las peticiones de ANDES no estaban fuera de lugar. Para colmo El Gobierno del Cnel. Sánchez Hernández impuso, mediante su Ministro de Educación, Lic. Walter Béneke Medina, una Reforma Educativa que, so pretexto de modernizar y diversificar la educación para responder a las exigencias del desarrollo, suprimió varias instituciones como las escuelas normales, escuelas técnicas o artísticas, el conservatorio de música, la escuela de comercio, entre otras, convirtiéndolas en Bachilleratos especializados, alguno de los cuales no lograron desarrollarse o recomponerse.

Las luchas magisteriales lideradas por ANDES, atrajeron el respaldo de universitarios, obreros, empleados, campesinos y demás sectores, a lo que el gobierno respondió con la persecución y el asesinato de varios dirigentes sindicales, cuyos cadáveres aparecieron mutilados de sus manos izquierdas. Las asociaciones estudiantiles respaldaron las demandas de los profesores y participaron en sus movilizaciones diurnas y nocturnas, así como en las concentraciones realizadas en la plaza del Ministerio de Educación y Biblioteca Nacional, bautizada como Plaza de la Dignidad Magisterial Saúl Santiago Contreras, en honor a uno de aquellos dirigentes obreros asesinados.

Numerosos miembros de este gremio, en su carácter de ciudadanas y ciudadanos apoyaron al PDC, al MNR o a la UDN en las elecciones de 1968, 1970 y principalmente a la UNO en 1972, actuando como delegados en Juntas Receptoras de Votos y en Mesas de Votación, para controlar y denunciar los intentos de fraude. Otras y otros fueron más allá y aceptaron candidaturas en las planillas propuestas por los partidos de la UNO.

A lo largo de esos años, las condiciones fueron madurando para que las organizaciones obrero sindicales federadas, las asociaciones y sociedades de estudiantes, médicos, abogados, humanistas, arquitectos, ingenieros, empleados, agricultores y campesinos en general, sumaran sus esfuerzos en un solo movimiento popular que se volcó masivamente, tanto a las calles como a las urnas, sin que sus legítimas aspiraciones fueran respetadas. El movimiento estudiantil universitario integrado por diferentes tipos de ideas políticas, mantuvo siempre su unidad en relación con la defensa de la autonomía universitaria y con las reivindicaciones democráticas populares, cumpliendo el papel de articulador del conjunto de agrupaciones sociales. La sede de la AGEUS dentro de la Ciudad Universitaria era el punto de encuentro, discusión y coordinación, entre los representantes de las entidades antes mencionadas.

Como lo hemos sostenido en otras oportunidades, en El Salvador la democracia es considerada subversiva y las reformas adquieren un cariz revolucionario, en virtud de la conducta excluyente, concentradora en extremo de las clases dominantes. Su estrechez de miras en lo político les ha llevado a considerar como enemigo y comunista a todo elemento opositor o disidente de la versión o historia oficial.

A pesar de los avances y conquistas logradas por los actores sociales antes descritos, la represión gubernamental y la violación reiterada a la Constitución Política y a las Leyes de la República, desvirtuaron las formas de participación apegadas a la legalidad, por más legítimas que fueran sus intenciones. El asalto militar y de los cuerpos represivos a la Universidad de El Salvador en julio de 1972, la captura, encarcelamiento y posterior extrañamiento del país de sus autoridades y de algunos profesores, funcionarios y estudiantes, significó un golpe estratégico al futuro desarrollo democrático de El Salvador y precipitó las condiciones para el enfrentamiento armado.

Con el cierre de la UES se suspendió su normatividad e institucionalidad, se interrumpió la formación de profesores en el exterior con altos niveles de calificación, se propició la emigración de personal docente altamente calificado, se usurpó o destruyó buena parte de su patrimonio intelectual y científico, se saquearon sus instalaciones, oficinas y laboratorios, se afectó el normal proceso de educación y graduación de miles de futuros profesionales, se dejó en el desempleo a centenares de miembros del personal universitario, se coartó el importante rol de la UES en los asuntos de política pública (Hacia la Libertad por la Cultura) y se entregó en bandeja de plata la posibilidad de mercantilizar la educación superior universitaria, que es responsabilidad primordial del Estado y derecho de sus ciudadanos.

Solamente un pequeño número de Universidades privadas supieron contribuir llenando el vacío que dejaba nuestra Alma Máter, con un papel decoroso ante la sociedad salvadoreña; este fue el caso de la UCA y de otras dos o tres universidades que trataron de rescatar aquel importante papel de la Universidad en su Sociedad.

Queda pendiente aun el resurgimiento del movimiento estudiantil en la UES, un nuevo movimiento legítimo y legal, que haga realidad una vez más las palabras de su lema: “Estudio y Lucha”; que aporte a la construcción de la democracia como forma de gobierno apropiada en contra de cualquier clase de dictadura, que defienda su Universidad y promueva la Ciencia y la Cultura, que sea ejemplo para las y los jóvenes de otras instituciones universitarias, que refresque y anime a la población salvadoreña en la consecución de sus metas de desarrollo humano y progreso social, largamente diferidas.