"Lo original, lo auténtico, que representa la historia y el alma del centro, ya no cabe, vienen negocios desalmados. Ya no verás a los dueños de las tiendas parados en la puertas saludándote o platicando con los ancianos sobre el tiempo... Nunca verás las caras de los dueños de los nuevos negocios, restaurantes, boutiques, que abren en el Centro."
El audio en la voz del autor: LA NUEVA ZONA ROSA.mp3
Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, MARTES 7 enero 2025
Estimados amigos:
¿Quién no conoce la cerrajería Cien Mil Llaves en Avenida España? Todos la conocemos. Todos hemos copiado llaves de casa o de carro en este local - o comprado tornillos o clavos. Me llamó la atención su fachada de tablero de ajedrez, con llaves empotradas en los azulejos blancos y negro – y entré, porque me fascinan las ferreterías tradicionales. Encontré a un vendedor leyendo un libro de poesía, e intercambiamos sobre literatura y sobre cómo reparar las malditas llaves electrónicas del los carros. ¡Sólo en el centro de San Salvador!
100 Mil Llaves ha sido por casi 50 años parte del tejido social y comercial del centro histórico. (Una palabra choteada por Carlos Marroquín, con su Dirección de Reconstrucción del Tejido Social, que es una Dirección de control social.) Mejor dicho: esta tienda-taller formaba parte de la esencia de su barrio.
Pero hoy el centro ya no es barrio, con su comunidad de negocios, habitantes, tienditas, talleres, compradores, prostitutas y vendedores. Hoy es la nueva zona rosa, una mezcla de barrio turístico y china town. Tiendas y talleres como Cien Mil Llaves ya no caben ahí. Hace pocos días leímos en El Diario de Hoy que la cerrajería y ferretería está cerrando, porque "piden muchos requisitos para poder quedarse aquí, entonces optaron por desalojar", según el encargado.
No es que los está echando el dueño del edificio. El edificio es de Cien Mil Llaves. Los que con sus requisitos, regulaciones y presiones arbitrarias obligan a cerrar este negocio tradicional es el Estado: la alcaldía, el gobierno, la nueva Autoridad del Centro Histórico, que administra la transformación del centro -y sus negocios- en la cara cool de la Nueva República Bukeliana.
Son cientos de negocios que han sido obligados a cerrar, en algunos casos, como la cuadra detrás del Palacio Nacional y la cuadra del Cine Libertad, con buldóceres, que arrasaron con todo. Lo hacen con presiones, sanciones, amenazas y extorsiones. El presidente quiere una nueva plaza, donde jamás existió una plaza, sino una variedad de pequeños negocios.
Lo original, lo auténtico, que representa la historia y el alma del centro, ya no cabe, vienen negocios desalmados. Ya no verás a los dueños de las tiendas parados en la puertas saludándote o platicando con los ancianos sobre el tiempo... Nunca verás las caras de los dueños de los nuevos negocios, restaurantes, boutiques, que abren en el centro. Son impersonales, no tienen alma. Se parecen a los negocios en los centros comerciales. Ya no tienen nada en común con lo que ha crecido y sobrevivido en el Centro por décadas.
Ya se han ido las ventas de libros usados, el estudio fotográfico de don Juan Batres, la escuela detrás del Cine Libertad, los carretones de sorbetes, y pronto cerrarán todos los talleres. Demasiado pobres son estos negocios y atraerán a pobres para comprar. Hoy hay que atraer a turistas, a empresarios y bitcoiners. Mas desalmado quedará el centro. Ir a la Dalia para jugar Billar era una inmersión en la mezcla de personajes que frecuentaban el centro histórico. Caracteres que no encontrabas en otro lugar. El que me llevó ahí fue Leonardo Heredia, y fue fascinante escucharlo chambrear con los personeros del Centro. Hoy que la Dalia se ha puesto de moda, ahí sólo encontrás a los publicistas del gobierno y otros señoritos.
Lo que no desaparece es la pobreza. Sólo la están empujando unas cuadras más al Oriente o al Sur del nuevo escaparate iluminado por LED. Están tratando de esconder la miseria, pero no hacen nada para erradicarla.
Lo que hacen con el centro es perfectamente congruente con el estilo de vida que proyectan los diputados y funcionarios del Bukelismo. Sólo hay que ver cómo se visten, maquillan, reconstruyen sus caras y posan los señoritos y las señoritas de la Asamblea cian – y ya entendés el ambiente en la nueva Zona Rosa que siguen llamando el Centro Histórico.
Claro, esto atrae hasta a los pobres, que el fin de semana se ponen su mejor ropa para desfilar junto con los juniors de la nueva clase pudiente, que está ganando la guerra por el poder, la influencia y el estatus en El Salvador.
Esta guerra siempre es también una guerra contra los pobres. Guerra de desplazamiento, guerra de lavado de cerebro, guerra de alienación, guerra para neutralizar el descontento social. Quitarles su hábitat, su ambiente, sus barrios y obligarlos a asumir los patrones de consumo y moda de los ricachones es una forma más de dominación.
La gente va a tener que reconstruir lo que era el Centro en sus propios barrios y pueblos, donde no llegan las luces LED, los gringos bitcoiners y los hijos de papi. Cuiden sus fiestas patronales, sus pachangas en los quioscos de las plazas, sus clubes de futbol, sus escuelitas, sus coros parroquiales, sus comités de barrio.
Saludos,
En México, encuentro un mensaje urgente de Jorge Fuentes, el director de cine cubano: “¿Vas a venir o no a la filmación de Cabinda? Te esperamos en Ciudad Sandino.” Jorge es uno de los cineastas fundadores de los Estudios Cinematográficos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (ECIFAR). Lo había conocido en los festivales de Cine de La Habana del 1982 y 1983, y él quedó muy interesado en el trabajo nuestro. Me había invitado a participar en el rodaje de la película Cabinda, sobre las tropas cubanas en Angola. Jorge es coronel y había estado en las batallas de Angola como documentalista y reportero militar. Me había contado de su obsesión de hacer una película de ficción sobre la batalla de Cabinda y la participación en ella de tropas cubanas. Cabinda es una ciudad y provincia de Angola, fronteriza con Zaire. Cuba estaba apoyando con sus fuerzas élites al ejército angolano, nacido del movimiento independentista MPLA, que había combatido y expulsado a las tropas portuguesas. Luego surgió una guerra civil entre el MPLA y varias facciones separatistas apoyadas por Zaire y Sudáfrica. En 1975, fuerzas de Zaire y mercenarios de Sudáfrica trataron de tomar control de la provincia Cabinda para separarla de Angola. En la Batalla de Cabinda, las fuerzas del MPLA y de Cuba defendieron exitosamente la ciudad sitiada.
Mientras yo estaba en Morazán, perdí la comunicación con Jorge Fuentes. Cuando llego a México, él ya ha comenzado con el rodaje de la película. Y me está esperando.
Jorge Fuentes, director de cine de los Estudios Cinematográficos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba ECIFAR |
Hago las gestiones para ir a Cuba lo más antes posible. Por nada en el mundo me voy a perder la oportunidad de participar, como observador o aprendiz, en esta película. Cuando llego al aeropuerto de La Habana, en migración me espera un sargento asignado al ECIFAR. Me dice: “Me manda el compañero Jorge Fuentes. Le voy a llevar a Ciudad Sandino en Pinar del Río, y durante su estadía voy a estar a su servicio.”
Afuera está el Jeep militar, y emprendemos viaje al extremo occidental de la isla.
Cuatro horas más tarde, llegamos a Ciudad Sandino. Mi sargento me lleva al Hotel donde está hospedado todo el equipo de producción. No hay nadie, están rodando en una montaña como a 10 kilómetros de la ciudad. En mi habitación encuentro, tendido sobre la cama, un uniforme de camuflaje. El sargento me dice: “Será mejor que se lo ponga, es nuestro uniforme de trabajo...” Me lo pongo, me veo en el espejo, y digo: “Todo el mundo va a pensar que soy asesor militar ruso.” El sargento se echa una carcajada y dice: “Es cierto, ellos también andan sin insignias de rango, pensando que así son anónimos...”
Paolo en el set de Cabinda, con el director de fotografía Jorge Rodríguez |
En el set, me recibe Jorge Fuentes y me presenta a todo el crew: “Él es Paolo, viene de El Salvador, de las montañas de Morazán. Hizo el documental Carta de Morazán, que todos ustedes conocen...” Resulta que nuestra película es material de enseñanza en los talleres de cine del ECIFAR. Jorge me nombra ‘asistente de dirección’. Le agradezco el gesto, pero digo que estoy aquí para observar y aprender. Al terminar la escena que están rodando, Jorge me lleva en su Jeep al lugar donde al día siguiente se va a poner en escena el avance de tanques de las fuerzas de Zaire. Es una planicie grande que al final se inclina hacia un valle. “Ahí van a parecer unos 20 tanques. Ya deberían estar ahí, vamos a verlos.” Cabal, llegamos al borde de la planicie y vemos abajo, parqueados en formación de combate, los enormes tanques. “Obviamente son tanques nuestros, de producción soviética. No tenemos el tipo de tanques que usaba el ejército de Zaire. Ni modo, vamos a fallar a la verdad histórica. No creo que alguien nos va a prestar sus tanques...”
En el Jeep, manejando al hotel, Jorge me cuenta que en la noche están esperando al general Ramón Espinosa, quien fue el comandante de las tropas cubanas en Cabinda. Hoy es el poderoso jefe de la zona militar oriente. Quiere presenciar la filmación del ataque de los tanques. “Para el compañero Espinosa, presenciar significa comandar, será interesante la filmación mañana. Llegaste a tiempo...”
En el hotel, ya nos está esperando el general. Jorge me presenta. Otra vez el cuento de Morazán, nuestras películas, etc. Espinosa es un hombre de unos 45 años, vestido con uniforme de campo, igual que todos nosotros. En la cena él y Jorge Fuentes intercambian memorias y anécdotas de su participación en Angola, los demás escuchan sin participar y se ríen en los momentos indicados. El aura de poder que emana este hombre es palpable para cualquiera. Me hace un montón de preguntas sobre la guerra en El Salvador, se nota que está informado de las noticias, pero que no tiene análisis de la situación de la guerrilla y del ejército. A saber qué la han contado los hombres que el PC de El Salvador ha mandado a entrenarse en Cuba... Piensa que Schafik es el estratega de la insurgencia. Trato de explicarle la nueva fase de la guerra y el plan de Villalobos de dar un viraje radical, regresando a la guerra de guerrillas. No le interesa mucho. ¿Y por qué habría que interesarle a un general cubano, que piensa en dimensiones totalmente distintas de enfrentamientos militares?
General Ramón Esponosa |
En la mañana desayunamos temprano y vamos a filmar el avance de los tanques. Cuando llegamos Jorge Fuentes, el general y yo, ya todo el set está montado, las cámaras están listas para filmar, las sombrillas extendidas para evitar los reflejos —y los explosivistas listos para hacer su magia. Jorge camina con ellos sobre la planicie y les da las últimas instrucciones sobre el timing de las explosiones que van a simular el nutrido fuego de artillería que sufrirán los tanques. Todo esto será coordinado por señas con banderitas de distintos colores que manejarán los asistentes de Jorge. Cuando todo está listo y Jorge está satisfecho, por radio dan la orden de avance de los tanques.
Antes de que aparezcan en el borde al otro extremo de la planicie, ya se escuchan los tanques. Un rugido que lentamente va creciendo. Aparecen en el horizonte, perfectamente sincronizadas, las torres de los tanques. La formación avanza lentamente, en una perfecta línea paralela. Hay 4 cámaras que desde diferentes ángulos cubren el avance. Fuentes levanta la mano, y su asistente su bandera roja. Es la señal para los explosivistas detrás de nosotros de activar los primeros explosivos, justo donde ahora se encuentran los tanques, pero solamente en un flanco, el derecho. Suenan las explosiones. Se levanta polvo y tierra, tres o cuatro de los tanques se detienen, dos han agarrado fuego y sus tripulantes abren la compuerta, se tiran al suelo y corren a un lado. “Perfecto,” dice Fuentes y me mira con cara de triunfo. “Esto es precisión militar.”
Del otro lado de una de las cámaras se escucha una voz imponente de mando: “¡Corten!” El general se ha levantado. Todos lo ven con la boca abierta. “¡Corten las cámaras y paren los malditos tanques! ¡Suspendan las explosiones!”, grita el general. Y como son soldados, y un general es un general, las cámaras se apagan, el radista ordena a los tanques que se detengan, y el asistente de Fuentes levanta unas banderas que indican a los explosivistas que dejen de activar sus bombazos. Silencio. Hasta que Fuentes se levanta, lentamente, camina hacia el general y le dice: “General, ¿qué hizo? Esta toma era perfecta...” No le grita, porque un coronel no le grita a un general, ni en la China, ni en Cuba, pero su tono es desafiante, se nota que está reprimiendo su furia.
El general Ramón Espinosa Martín, héroe de docenas de combates, sobre todo la de Cabinda, grita: “¿Nunca has visto una formación de tanques? Jamás avanzan uno pegado al otro, sino con suficiente distancia. Si no, cualquier fuego enemigo los hace mierda. ¿Cómo que toma perfecta?, es una burla, es una mentira, así no se vale...”
Fuentes le contesta: “General, con todo respeto, aquí no estamos en una guerra de verdad, sino en una película. En las películas todo es mentira. Si yo pongo los tanques a la distancia como se debe en la guerra real, no me caben más de dos en la pantalla. Pero yo necesito ver que están avanzando 20 tanquetas. Y sabe qué, en la guerra de verdad, usted manda y yo obedezco. Pero en mi set de filmación, el único que manda soy yo. El único que puede gritar ‘¡Corten cámara!’ soy yo, porque yo soy el maldito director...”
Escena del ataque de los tanques filmada el día siguiente. Los verdaderos artistas en esta producción son los explosivistas. |
Me imagino que nunca nadie le ha hablado así al general Espinosa. Se marcha a su Jeep, se monta, y desaparece. Jorge todavía está furioso. Claro, volver a poner los tanques detrás del horizonte y volver a poner los explosivos tardará horas. “Vamos a seguir mañana con los tanques. Ahora vamos al set de interiores para rodar lo que estaba programado para mañana, ¡apúrense!”
En la noche, en el hotel, Jorge y el general han hecho las paces. Se ríen del desmadre que armó Espinosa, de la cara que puso Fuentes cuando escuchó al general tomar control del set, y de la cara que puso el general cuando Fuentes le dijo que ahí mandaba él, y sólo él. Los demás del equipo de producción, militares todos, al rato se dan cuenta que pueden reírse también. Al final de la noche, ya en el cuarto del general Espinosa, con una botella de Havana Club, el hombre me dice: “Pensé mucho en lo que anoche me dijiste sobre la guerra de guerrillas. Creo que no te entendí bien. Explícame más, por favor.” Bueno, si un general de división me dice que por favor le explique, lo hago con gusto. Tenemos una larga discusión sobre el concepto del poder de doble cara, sobre las concentraciones de fuerzas que se vuelven vulnerables a la nueva tecnología y estrategia de los gringos, y sobre la necesidad de reconstruir la conexión diaria entre guerrilla y población. Vaya, hoy soy estratega político-militar, discutiendo con un general de división cubano. Y creo que lo entendió.