Hace pocos días, decenas de los principales periódicos del Continente reprodujeron su columna "Tres escenarios para Venezuela". Sólo había que leer el primer párrafo para darse cuenta de lo superficial de este "análisis":
"La admisión del presidente venezolano Hugo Chávez de que tendrá que `repensar su agenda` tras haber sido diagnosticado con una nueva ´lesión`, que podría ser cancerosa, plantea dudas sobre el futuro de su modelo narcisista-leninista. Muchos de los que pensábamos que Chávez terminaría ganando las elecciones del 7 de octubre (...), deberemos repensar nuestros pronósticos. Chávez aún puede ganar, pero ya no es algo tan seguro (...). De repente, Chávez parece vulnerable."
La verdad es que Chávez es vulnerable desde hace ratos, mucho antes de que se le detectara el cáncer. Sólo que Oppenheimer no se dio cuenta. Para Chávez como persona seguramente el cáncer es su principal problema, pero para Chávez presidente su principal problema es político. Surgió en algún momento entre el referéndum sobre la nueva Constitución que perdió en 2007, las elecciones de alcaldes y gobernadores en 2008 y las elecciones legislativas de 2010. En este lapso el chavismo no sólo perdió tres elecciones, sino pasó algo que cambió el mapa político venezolano: paulatinamente la oposición se convirtió en la fuerza que simbolizaba estabilidad y futuro, mientras que el chavismo comenzó a simbolizar para los venezolanos inestabilidad, caos, violencia, y estancamiento. Durante 10 años, el chavismo fue sinónimo de progreso y rumbo y la oposición sinónimo de reacción y pasado. En sólo 2 ó 3 años esta relación se invirtió y de repente el chavismo, con su corrupción, inflexibilidad, intolerancia, autoritarismo y violencia era el polo que generaba incertidumbre, y la nueva oposición representada por opositores rebeldes de repente convertidos en alcaldes, gobernadores, diputados y dirigentes nacionales, comenzó a generar certidumbre y esperanza.
De esta manera (y no por su enfermedad), el teniente coronel Hugo Chávez empezó a verse como representante del pasado a la par de los jóvenes dirigentes opositores como Henrique Capriles, Leopoldo López, Pablo Pérez y María Corina Machado. Lo que hizo vulnerable a Chávez no fue su salud, sino la desilusión de los venezolanos con su "revolución" y su "comandante líder".
Para Oppenheimer, el análisis se reduce al impacto de sus problemas de salud. Como no entiende el carácter de la crisis del chavismo, tampoco logra visualizar las posibles salidas. Necesariamente su diagnóstico es erróneo:
"Hay tres grandes escenarios de lo que puede ocurrir en Venezuela durante los próximos meses: Escenario 1: Nada cambia. Chávez reduce su ritmo de actividades, pero sigue en carrera para las elecciones presidenciales de octubre". Según Oppenheimer, en este escenario, lo más probable es que Chávez gane las elecciones.
"Escenario 2: Chávez designa a un sucesor. Su salud se deteriora y el presidente venezolano designa a un sustituto para que compita en las elecciones de octubre (...)".
Pero sin la presencia constante de Chávez en los medios, su sucesor podría perder las elecciones.
"Escenario 3: Una intervención militar, o 'el escenario egipcio'. Chávez queda incapacitado o muere durante los próximos meses, y los militares venezolanos toman el poder con la excusa de impedir una ola de violencia".
Pero estos tres escenarios no son los únicos, ni siquiera los más probables. Hay que tomar en cuenta otros:
4) Que el candidato unitario de la oposición, el gobernador de Miranda Henrique Capriles Radonski, le gana a Chávez (o su sustituto) en octubre del 2012, y que hay transición pacífica.
5) Que Chávez (o su sustituto) intenta un fraude electoral. En este caso, todo depende de la Fuerza Armada: Un fraude grande sólo funciona si hay capacidad y voluntad de reprimir las protestas que genera. En este sentido, este escenario tiene mucho en común con el siguiente:
6) El chavismo ve que está perdiendo e intenta un golpe de Estado, el cual puede fracasar o prosperar. Todo depende de la contundencia de la voluntad popular que se exprese en las elecciones en favor del cambio. Si la derrota es muy profunda, ni fraude con represión ni un golpe militar pueden asegurar la supervivencia del régimen chavista.
En estos dos escenarios sí hace gran diferencia si el proceso sigue bajo dirección de Hugo Chávez o no. Sin Chávez, es imposible que se consolide un golpe de Estado. Con Chávez, es posible a corto plazo.
Así que la cosa en Venezuela es mucho más compleja que la que pinta Oppenheimer, sobre todo para Hugo Chávez. Y el mayor problema de su régimen no es el cáncer.
(El Diario de Hoy)