miércoles, 1 de enero de 2025

¿Qué podemos esperar del 2025? Lo bueno, lo malo y lo feo. De Paolo Luers (+ capítulo 26 del libro 'DOBLE CARA)


Lo incierto: Nadie sabe si de esta situación de convulsiones sociales -y a pesar de la represión- van a surgir los gérmenes de una nueva oposición, con nuevos liderazgos enraizados en los movimientos sociales. 

El audio en la voz del autor: 2025.mp3


Publicado en MAS!  y EL DIARIO DE HOY,JUEVES 2 enero 2025


Luego de una semana de vacaciones muy relajadas, estoy de regreso. Aquí la primera carta del año nuevo. El tema: ¿Qué podemos esperar en el 2025?

Empecemos con lo feo:

  • Donald Trump asumirá la presidencia el 20 de enero. Con más poder, más agresivo,  irracional y peligroso que en su primer mandato. Esta vez tiene un pacto con los multibillonarios de Wall Street y los multibillonarios techno brothers. Se van a repartir el poder y las ganancias.
  • En una situación, en la cual se ha roto el orden mundial, Trump no trabajará para recuperarlo. Más bien, formará con Rusia y China un trio fatal que sacrificará las reglas de la convivencia en el altar de interés unilateral. Un darwinismo tripartito. America First de Trump compitiendo con las ambiciones de Putin de reconstruir la Gran Rusia y con el plan de China Popular de convertirse en la megapotencia del mundo. Rusia tratando de anexar Ucrania, China tratando de anexar Taiwán y Trump soñando con hacerse de Groenlandia, someter a Canadá y México a su voluntad y recuperar el control del Canal de Panamá.
  • Trump obligará a Ucrania a ceder la cuarta parte de su territorio a Rusia.
  • En El Salvador, Nayib Bukele revelará pronto con qué consorcios internacionales de minería ha puesto en marcha la nueva Ley de Minería, que derogó la prohibición de la minería metálica y concede al Estado el derecho de explotar el oro, junto con socios privados elegidos a dedo sin licitación. Así como la ley se hizo sin previos estudios medioambientales, se hará la apertura de las minas. Los contratos con las compañías mineras serán declarados información reservada.
  • El régimen de excepción se va a aplicar masivamente a todas la expresiones de descontento social. Su política de reajuste fiscal a costa de los sectores populares obligará al gobierno a ejercer la represión, ya no de manera puntual, como en el pasado, sino de manera masiva.

Lo malo:

  • Trump va a proceder con deportaciones masivas de inmigrantes que él llama ‘ilegales’. Aunque El Salvador no está preparado, tendrá que absorber a decenas de miles de familias deportadas que van a necesitar viviendas, jobs, escuelas y hospitales que no existen. Al mismo tiempo, la cantidad de remesas se va a reducir drásticamente.
  • Esto pasará en una situación, en la cual el desempleo y la pobreza en El Salvador van a seguir incrementándose y el Estado tendrá menos recursos para programas sociales.
  • La misma crisis va a golpear a Guatemala, Honduras y Nicaragua. Una región desde ya inestable sufrirá fuertes tensiones sociales.
  • Con Trump en la Casa Blanca, Marco Rubio en el State Department y otro miembro de la mafia de Florida, Pam Bondi, en el Departamento de Justicia, Bukele ya no tendrá presión desde Washington ni reclamos sobre corrupción y violaciones de derechos humanos. Esto se va a reflejar en más corrupción y más represión en el año 2025.

¿Y lo bueno?

  • Lo único bueno que puedo prever para el 2025 es que partes de los sectores que apoyaron a Nayib Bukele de manera incondicional comenzarán a cuestionar sus políticas en la medida que los afecten. La amenaza de la minería, los despidos masivos en el sector público y el descontento con los servicios de educación, salud y vivienda del gobierno obligarán a opositores a organizarse y a quienes votaron por Bukele y Nuevas Ideas a repensar sus posiciones.
  • El periodismo independiente en El Salvador tendrá otro año de desafíos difíciles, pero también la posibilidad de conectar con públicos más amplios.

Lo incierto:

  • Nadie sabe si de esta situación de convulsiones sociales -y a pesar de la represión- van a surgir los gérmenes de una nueva oposición, con nuevos liderazgos enraizados en los movimientos sociales. 

Disculpen que no les puedo ofrecer una expectativa más positiva para el nuevo año. Les deseo que nada de esto les quite la capacidad de ser felices y de soñar con un mejor futuro.

En este sentido, les deseo un Feliz Año Nuevo,



* * *
El libro Doble Cara ahora está agotado en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. Pero será disponible antes de navidad. También lo pueden pedir Amazon.com, o desde México en amazon.com.mx

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.


En el invierno de 1986, en una de las frecuentes invasiones de la Fuerza Armada a los territorios guerrilleros de Morazán, evacuamos el campamento de la comandancia del ERP y de Radio Venceremos cerca de Perquín. Mientras las unidades de la Brigada Rafael Arce Zablah buscan el combate con los batallones especiales y las unidades helitransportadas, nosotros vamos a una de nuestras famosas guindas: hacerse invisibles, burlar el cerco tendido por las tropas del gobierno, montar la radio en otro lugar, y transmitir. Nuestra función no es combatir, sino evadir el combate y seguir transmitiendo. Y la función del Chele German es sacarnos lo más rápido a zonas seguras. En el mejor de los casos, sin topar con el enemigo. Si fuera necesario, German y su pequeña escuadra de combatientes se encargarían de romper el cerco y abrir una brecha para que nosotros pasemos.




Esta vez la guinda nos lleva bordeando el pueblo de Torola, y de ahí nos adentramos a una montaña cerca de la frontera de Honduras. Toda esta zona está saturada de tropas del ejército, que paulatinamente andan estrechando el cerco. Nosotros pensamos que ya hemos salido del cerco, y que solamente tendríamos que alejarnos lo más lejos posible, esa misma noche, para llegar a tierras seguras. Pero de repente nos topamos con otras tropas, el ejército nos ha tendido otro cerco adicional más amplio. Para no chocar, nos refugiamos en el cañón profundo de una quebrada. La orden: silencio absoluto. Porque si nos detectan, nos tienen en una trampa mortal: sólo cerrarían las dos únicas salidas del cañón y dejarían caer granadas desde arriba, y adiós comandancia del ERP, adiós Venceremos, y adiós Paolo...

Comenzamos a bajar en la absoluta oscuridad. Lámparas apagadas. Las rocas se vuelven más lisas con cada bota que las pisa. Adelante de mi camina uno de los logísticos que lleva sobre su lomo uno de los grandes peroles de nuestra cocina. Arriba se escuchan las voces de los soldados. No son voces de mando, están platicando —no nos han detectado. De repente, a media bajada, me deslizo en una piedra, pierdo el equilibro, me caigo y pego con el fusil al perol, como si fuera mazo de campana. Suena un campanazo que siento que se escucha hasta Gotera.

Toda la columna se para. Siluetas congeladas. Otra vez, silencio total. Todos me están viendo como para decir: “Nos mataste, cabrón...” Quiero desaparecer, antes de que se desate el desmadre. Espero disparos, explosiones, granadas. Pero nada. 

German, moviéndose como si fuera culebra, regresa de la cabeza de la columna hasta la cola, donde estamos los de la radio. Da instrucciones mudas al oído de cada uno. A mí me susurra: "Dame tu mochila y tu fusil. Avanza lentamente. Quedito..."

Llegamos al fondo del cañón. Cada uno se busca una roca para sentarse. La espera. Tiempo muerto eterno. Más adelante, German susurra con Joaquín y los otros del mando. Otra vez viene donde nosotros: “Estamos rodeados, pero no saben que estamos aquí. No podemos amanecer aquí, nos detectan. Vamos a sacar al jefe. Ustedes quedan pendientes. ¿Entendido? Entendí perfectamente. Para sacar a Joaquín iban a romper fuego, agarrarlos por sorpresa, y salir. ¿Pero cómo saldríamos nosotros? Quién sabe. A lo mejor no saldríamos. 


'Atilio'

Nadie tiene ninguna duda de que la decisión es correcta. Hay que sacar al jefe. Hay que tener claras las prioridades. Si tratamos de salir todos de un solo, no habría garantía de poder sacar a Joaquín. Bueno, hasta aquí llegué, pienso. Al fin, esta guerra sí es conmigo. 

German y su gente, rodeando a Joaquín, comienzan a avanzar hacia la otra salida del cañón. Los perdemos de vista. No podemos hablar. Nos comunicamos con gestos y miradas. Despidiéndonos. Dándonos ánimo uno al otro. 

Al rato va a romperse el fuego y armarse el combate. Pero nosotros no vamos a combatir. Los soldados no tendrán que entrar al cañón y enfrentarnos, sólo regarnos con granadas y ráfagas desde arriba.

Maravilla se acerca y me dice al oído: “Enano, la pasamos de maravilla en esta guerra, ¿verdad?” 

“Fantástico, aunque no me gusta mucho el final de la película.”

No hay final. En vez de disparos y bombazos, de repente hubo truenos, relámpagos y una tormenta, y uno de estos diluvios que en aquellas montañas se saben armar de un segundo al otro. Y bajo esta tormenta, que hace que los soldados busquen cobertura en un bosque cercano, salimos uno tras otro del cañón de la quebrada, del cerco enemigo y de la zona de peligro. Me caigo tres veces más en esta marcha, pero no importa, ya que nadie escucha nada bajo esta tempestad. Dicen las malas lenguas que esta noche Joaquín decide que mejor me saquen del frente, antes de que los mate a todos.


La siguiente entrega, sábado 4 enero 2025:
Capítulo 27: De Morazán a Guazapa (1986)