jueves, 12 de enero de 2012

Carta a Daniel Ortega


Carta a Daniel Ortega

Estimado comandante-presidente:

Te felicito: Saliste con la tuya. Aunque la Constitución no lo permita, te mandaste a reelegir como presidente de Nicaragua. Y de una sola vez te recetaste una mayoría legislativa suficiente grande para poder reescribir esta maldita Constitución que insiste en un montón de reglas y contrapesos democráticos...

Te felicito, porque realmente lograste humillar a tus adversarios: hasta los grandes empresarios de tu país al fin se vieron obligados a rendirte pleitesía a la hora de tu entronización. Igual la corona española...

Hasta nuestro presidente Funes, quien hubiera preferido no dejarse ver a la par de tus amigos Hugo Chávez de Venezuela y Mahmud Ahmadinejad de Irán, al fin viajó a Managua para (en sus propias palabras) “rendir un homenaje público al presidente Ortega”. Junto con varios prominentes miembros de su gabinete, quienes a la vez son dirigentes del partido FMLN, hermano gemelo de tu partido FSLN.

Los únicos ausentes en esta macabra fiesta fueron los directamente afectados y ofendidos: Costa Rica, por el pleito fronterizo que armaste con este tu país vecino, y el pueblo de Nicaragua. Managua este día estaba militarmente cercado y cerrado para el público, sólo militantes del partido e invitados podían acercarse a la Plaza de la Revolución...

Me imagino que los presidentes centroamericanos que te rindieron homenaje, muy a pesar de la inconstitucionalidad de tu reelección y el fraude consumado, justificarán su gesto dócil hablando de preservar la unidad centroamericana y que las relaciones son entre Estados, no entre personas. Bueno, nadie estaba esperando que rompieran relaciones con Nicaragua, como todos hicieron con Honduras cuando allí hubo ruptura institucional. Pero tampoco tuvieran que validar una reelección inconstitucional y a homenajear al responsable de esta ruptura institucional.

Me hubiera gustado que los únicos presidentes en la foto de tu entronización hubieran sido personajes como Chávez y Ahmadinejad. No me diste esta satisfacción. Hay que reconocer: no sos un simple dictador, sino alguien que sabe encubrir con cierta legitimidad la usurpación del poder, aunque sea a puro chantaje, como en el caso de los empresarios nicas y los presidentes de los países vecinos.

Hay que quitares el sombreo cuando uno ve a un timador con esta capacidad,

Paolo Lüers
(Más!, El Diario de Hoy)