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Carta a los participantes de la concentración “Paz En El Salvador”
Estimados amigos:
tal vez no se han dado cuenta, pero este domingo en la Plaza de las Américas ustedes lograron algo importante: se rompió el silencio de la juventud. Salieron a la calle cientos de jóvenes diciendo: Ya no aceptamos ser víctimas.
Para no ser víctima, hay que dejar de comportarse como víctima. Para conquistar el derecho de vivir sin miedo, hay que organizarse, indignarse en público, encachimbarse, tomar acción.
Tal vez están frustrados porque esta primera vez no llegaron miles de jóvenes a la convocatoria “Paz en El Salvador - ¿Seré yo el siguiente?” – pero ustedes dieron el primer paso: romper la resignación.
Tal vez están frustrados por que los medios de comunicación no les hicieron eco. Entonces, la próxima vez hay que gritar más fuerte. Tal vez, en vez de ir a un parque, hay que poner a la gente enfrente de la fiscalía o del ‘castillo’ de la PNC...
Espero que nunca más vuelvan a callarse, que nunca recaigan en la resignación ante el crecimiento de las pandillas y ante la impotencia del Estado. Ambos se pueden combatir: la inoperancia de la las autoridades con la presión ciudadana. Y las pandillas quitándose lo que ellas necesitan para sentirse fuertes: el miedo, la pasividad, el silencio...
Aunque a veces no parece: la gran mayoría de la juventud salvadoreña no es cómplice de la violencia. La mayoría no son maleantes, sino va todos los días a estudiar y trabajar. Pero en silencio. Esta mayoría no se ha expresado. Ha aceptado su rol de víctimas, porque la experiencia colectiva es: “Yo no puedo cambiar las cosas. Si la policía, el ejército, el Estado no pueden contra las pandillas, mejor me quedo callado.”
Ustedes están rompiendo con esta resignación. Hoy son pocos, pero muchos los escuchan. Mañana serán más y también en Soyapango y Sonsonate. Son miles de jóvenes que comparten su indignación y la rabia.
Cada joven que se anima a dar la cara contra la violencia le quita un poco de poder a las pandillas - y le aumenta la presión al gobierno, a los fiscales y a los jueces a que actúen.
Claro que es difícil. Puede ser incluso peligroso. Pero lo más peligroso es no hacer nada y dejar que crezca el cáncer. Ustedes han mostrado el valor, la creatividad y el liderazgo para iniciar un movimiento ciudadano capaz de despertar el gigante que es la mayoría silenciosa. No se dejen frustrar porque ahora son pocos que dan la cara.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!, El Diario de Hoy)