El día que empezó el diluvio actual fui a Santa Ana a dar una charla en la Universidad Católica. Tema: Libertad política. Me encanta hablar a ustedes, la generación posguerra que ya no está enraizada en los vicios y dogmas del enfrentamiento entre capitalismo y socialismo. Me fascina su capacidad crítica, su escepticismo, su resistencia a las ideologías. Al fin una generación que no se deja engañar.
Les dicen que son una generación ‘light’, ‘consumista’ e ‘indiferente’, sólo porque ya no son presa tan fácil para los vendedores de sueños y porque no se dejan arrastrar a movimientos anti-esto y anti-lo otro.
No se dejen confundir. Sigan escépticos. Esta generación, si se moviliza, ya no es para botar el sistema, sino para exigir que las instituciones funcionen y la Constitución se cumpla. ¡Que privilegio pertenecer a una generación que, en vez de buscar utopías, exige el imperio de la ley, la vigencia de la Constitución, el perfeccionamiento del sistema!
Les hago una propuesta concreta: Organicen foros en todas las universidades. Exijan que los que pretenden ser diputados, se expongan a sus preguntas, sus críticas y sus exigencias. Olvídense de las banderas: sometan a cada candidato al examen de un debate abierto y concreto.
Expresen con claridad que su generación ya no va a votar ni por banderas, ni por quien tenga la mejor propaganda en televisión. Que ustedes solamente van a votar por quien se enfrenta al debate y pase el examen.
Los candidatos que no acepten su invitación – ¡no voten por ellos! Los candidatos que aceptan, pero no los convencen – ¡no voten por ellos! Solo voten por los que saben enfrentarse con transparencia, inteligencia y sensibilidad a su preguntas y propuestas.
Los partidos no han querido hacer una reforma electoral consecuente que dé al ciudadano el poder de escoger los candidatos. Han dejado a medias esta reforma: Les dan el derecho de votar por el candidato de su preferencia, pero sigue prevaleciendo el voto por la bandera.
Es muy fácil: ¡niéguense a votar por bandera! No voten por nadie que no los convence.
No importa si tienen preferencia para la izquierda o la derecha, voten por una persona con nombre, apellido y cara. Y luego oblíguenle que les rinda cuentas.
Saludos, Paolo Lüers
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