miércoles, 11 de mayo de 2022

LA CRISIS QUE VIENE - Y CÓMO TE AFECTARÁ. Columna Transversal de Paolo Luers

Publicado en EL DIARIO DE HOY, JUEVES 12 MAYO 2022


Todo el mundo habla de la crisis fiscal, que va a golpear a El Salvador. Literalmente todo el mundo: los grandes bancos y fondos de inversión de Nueva York y Londres, las agencias internacionales de clasificación de riesgo, los periódicos especializados en economía y finanzas, los analistas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial...

Pero esta discusión de expertos va sobre tasas de intereses, valores de bonos, cálculos de riesgos, corralitos e impagos – no sobre la economía real, cotidiana, popular, la que afecta la vida de todos nosotros.


Crisis fiscal significa crisis financiera. El fin de la fiesta. Con el tren de gastos que tiene el gobierno; con su negativa de negociar con el Fondo Monetario un programa de ajuste y austeridad; con su racha de aumentos de la deuda internacional; con su locura de armar pleitos con todos los que podrían ayudar a nuestro país con asistencia y préstamos, en algún momento se va a quedar sin liquidez, sin dinero. Lo que viene se llama impago, es decir: incapacidad de pagar. Si esto pasa a una empresa, se llama bancarrota; si le pasa a una familia, es la ruina: ya el dinero no alcanza para la comida, las medicinas, el alquiler, el transporte. Si le pasa a un gobierno, se llama impago. 


Cuando un país cae en impago, pide ayuda al Fondo Monetario Internacional, cuya misión es asistir a países en esta situación crítica. Pero cuando El Salvador caiga en impago, las instancias internacionales no van a ayudarnos, porque el gobierno de Bukele, con sus berrinches y aventuras (como la del Bitcoin) ha rechazado sus consejos y advertencias, los ha insultado, les ha mentido. Bukele ha violado las reglas y esto tiene consecuencias.

El que cae en impago es el gobierno, no la economía nacional. No es el sistema bancario, no son las empresas – por lo menos no al principio. Es el gobierno que no tendrá suficiente dinero para pagar sus obligaciones. 


Gradualmente, esto ya está pasando: el gobierno ya debe $1800 millones a sus proveedores, lo que pone en peligro de bancarrota a muchas empresas y de desempleo a miles de trabajadores. El gobierno ya está pagando de manera irregular las pensiones a veteranos, lisiados de guerra y ancianos.


¿Cuáles serán los impactos inmediatos para la población de un impago del gobierno?


Imagínense que de repente el gobierno dice a los maestros, policías, médicos, soldados y otros empleados públicos que no tiene cómo pagarles sus salarios; o a los militares retirados que ya no puede pagarles a tiempo sus pensiones.


Imagínense que el gobierno de Nuevas Ideas de repente ya no tenga nada que repartir, regalar, subsidiar y sobornar. Si un régimen clientelista, que en vez de desarrollar políticas públicas, que a mediano y largo plazo resuelven la pobreza y el desempleo, únicamente  pone parches (pero mediáticamente efectivos), repartiendo dinero, alimentos y otras dádivas, de repente ya no tiene nada que regalar, el país entra en una crisis social peligrosa. ¿Y si ya no tiene dinero para hacerlo, qué pasa con los pobres, los desempleados, los ancianos?


Imagínense que la inflación sigue y los precios se vuelven impagables para la mayoría de la gente, y que al mismo tiempo sube el desempleo y se reducen o quitan los subsidios al agua y la luz. El impacto a la economía familiar sería fatal, no sólo para los pobres, también para la clase media. 


¿Y cuáles serían las consecuencias para las empresas, sobre todo las micro, pequeñas y medianas (que ofrecen la mayoría de los empleos)? Si no les pagan sus productos y servicios que dan al Estado; si el gobierno ya no tiene dinero para pagarles subsidios a las empresas de transporte y agricultura; si los préstamos bancarios se vuelven impagables por los intereses, ¿qué pasará? El impago del gobierno, si no se resuelve rápido (y no se resolverá, porque Bukele se ha peleado con todos que nos podrían ayudar), se convierte en bancarrota de empresas, en desempleo masivo, en una crisis de alimentación para los sectores más pobres, en la ruina de las finanzas familiares. En hambre.


Pero como estamos gobernados por una mega-agencia de publicidad y marketing político, siempre habrá algunos megaproyectos para apantallar. Van a seguir gastando en un segundo aeropuerto internacional, que un país tan pequeño como el nuestro no necesita. Van a seguir invirtiendo millones en mantener viva la fantasía ya fracasada de salvar al país con Bitcoin. Van a mantener su aparato multimillonario de propagando, porque lo necesitan para tapar los problemas reales del país. Van a seguir invirtiendo en el aparato de seguridad, porque es su seguro de vida.


¿Y cuando estalle una crisis social y produzca protestas masivas y violencia? Entonces vamos a ver para qué Bukele ha apostado desde el principio al control total de una PNC, militarizada, de un ejército duplicado, de una fiscalía y una justicia depuradas y alineadas. Ahora que tiene amplio apoyo popular y la crisis todavía no ha estallado, no necesita usar la  represión masiva, sólo la usa contra las pandillas y los jóvenes que conviven en las comunidades con ellas – y contra algunos periodistas y disidentes políticos, de manera puntual. Pero tienen todos los instrumentos de represión en sus manos para el momento que  la crisis produzca descontento social.


La oposición y la sociedad civil tienen que prepararse para este momento.