domingo, 24 de mayo de 2020

Hermann Bruch, un conservador progresista. Columna Transversal de Paolo Luers


Publicado en EL DIARIO DE HOY, domingo 24 mayo 2020

En 1991, mucho antes de la firma de la Paz, varios de los integrantes del colectivo de cine y video del Sistema Radio Venceremos nos instalamos en San Salvador para montar una productora profesional de publicidad, especializada en video y animación. Estaba diseñada como productora comercial, pero también como recurso de la izquierda para su inserción en la vida política y el debate comunicacional de la postguerra y de la transición democrática.

Cuando comenzamos a vender nuestros servicios a las agencias de publicidad, el primero que nos abrió la puerta fue Hermann Bruch, quien dirigía una agencia llamada CREA. Donde otros observaron con desconfianza o indiferencia a los “bichos nuevos y extraños” en este negocio, Hermann nos recibió con sana curiosidad y mucho interés en la innovación técnica y creativa que ofrecimos. “Si vienen a hacer lo mismo que los demás, no van a llegar a ninguna parte”, dijo. “Si vienen a innovar, bienvenidos”. Y nos encargó una compleja producción de animación –cosa que en aquel entonces nadie ofrecía en El Salvador.

Mucho después, ya superadas las paranoias de los primera años de postguerra, Hermann me dijo, sentado en La Ventana, que nunca tuvo duda de que esta nueva productora estaba ligada a la insurgencia. “Entendí que de esto no se hablaba, pero también que ustedes necesitaban insertarse. Y me despertó aun más curiosidad…”.

Me llamaba mucho la atención que este hombre tan conservador, quien defendía al régimen de Pinochet en su segunda patria Chile, fuera tan abierto a la innovación en el campo creativo. Muchas de las discusiones con él, que se mantuvieron por décadas, se nutrieron de esta contradicción.

Cuando como gerente del semanario Primera Plana (que lanzamos en 1994 unos periodistas para crear el “medio de la transición”) me tocó buscar quién nos ayudara con el estudio de mercado y luego con la campaña de lanzamiento, no dudé en buscar a Hermann. Muchos de mis socios estaban escépticos, por la fama de derechista que tenía Bruch, pero con su manera franca y directa convenció a todos de que en él ganamos un aliado para nuestra lucha por crear un medio independiente y contra la corrupción. Hermann se inventó nuestro lema: “Este periódico se vende. Pero solo a sus lectores”. Bruch acompañó con mucha simpatía y asesoría gratis la corta vida de Primera Plana. Si hubiera habido en los círculos de derecha y empresariales más gente tan abierta como Bruch, tal vez el semanario no hubiera quebrado. Ahí descubrí la veta progresista en este hombre conservador. Él siempre dijo que era liberal, y yo siempre le dije: No, sos un fósil conservador. Pero sí tenía algunos principios libertarios –y los defendía con esta necedad que lo caracterizaba.

Bruch encontró su proyecto insigne en la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera, de la cual fue co-fundador, presidente y director financiero. Ahí lo vi feliz, realizado, un viejo con entusiasmo de joven. Esta misión de casar excelencia con libertad creativa, en un proyecto autogestionado por la industria publicitaria, pero académicamente autónomo, lo fascinaba desde el principio. Recuerdo la primera vez que me invitó a la Mónica Herrera, dándome un tour por todas las instalaciones, presentándome a maestros y alumnos. Pocas veces he visto a un hombre con tanto orgullo de su obra.



Cuando junto con los empresarios de la colonia fundamos la Asociación Escalón para promover la integración de las comunidades marginales al desarrollo de la zona, otra vez fui a buscar a Hermann para pedirle ayuda. Nos abrió las puertas de la Mónica Herrera para el diseño de la imagen de la asociación. Este aporte creativo de la Mónica Herrera fue un elemento adicional para el éxito del proyecto. Como comunicador, Hermann Bruch tenía un olfato infalible para los aportes que el trabajo creativo puede hacer al desarrollo social.

Cuando dos de los protagonistas del primer proyecto en el cual colaboramos con Hermann (la productora), Daniela Heredia y yo, fundamos en 1996 La Ventana como un lugar de encuentro que acogió a una amplia gama de pensamientos, Hermann Bruch fue uno de nuestros primeros parroquianos. En los 20 años de existencia de La Ventana, pocas veces hubo una semana que Hermann y Alma no aparecieron para cenar -y siempre para discutir política. Estas discusiones a veces eran muy controversiales -imagínense a dos personeros tan polémicos como Hermann y Paolo. Pero Hermann fue de los pocos con los cuales la disidencia nunca rompió el cariño, la amistad y el respeto, un fenómeno muy extraño en nuestra cultura.

Me va a tocar pelear y discutir con personajes con menos principios, más prejuicios y poca capacidad de discusión.