martes, 21 de agosto de 2018

Carta a los medios de comunicación: Está en juego la credibilidad de nuestra profesión

Estimados colegas que dirigen los medios:
Recomiendo que lean con detención una columna titulada “Legado”, que el domingo pasado publicó el colega Cristian Villalta. Es dirigida a quienes podemos pensar que los únicos que han permitido el sistema Tony Saca de corrupción institucionalizada fueron sus cómplices directos. No es así, todos tenemos responsabilidad.

Villalta explica que el alcance de la corrupción solo pudo darse porque el sistema Saca no solo pervirtió al servicio público, sino también a varias industrias claves del país, o por lo menos buenas partes de ellas: la banca, la radiodifusión, la publicidad. Yo agregaría una cuarta: los medios de comunicación.

La muestra se llama Jorge Hernández. Y tal vez tenga otros nombres. Yo no me voy a meter en especular quiénes de nuestros colegas se hicieron cómplices dejándose sobornar y traicionar toda ética periodística. El único que ha sido confrontado con evidencia tan contundente que no le quedó otra cosa que confesar para tratar de salvarse es Jorge Hernández, un periodista y ejecutivo de mucha importancia en el mundo de los medios de comunicación. Tal vez fue el único que se hizo parte de la trama de lavado de dinero. Pero seguramente no el único que traicionó nuestra profesión recibiendo sobornos de Casa Presidencial. En algún momento saldrán ala luz sus nombres, no mediante chambres como ahora, sino con pruebas y -tal vez, ojala- confesiones.

Pero hay responsabilidades que van más allá de estas traiciones consumadas. Hay una responsabilidad de negligencia, de falta de rigor y valor, que hizo que los medios no hicimos todo en nuestro poder para descubrir y exponer a tiempo las tramas de la corrupción. Y esta complacencia se dio más durante la presidencia de Saca que durante la de Funes. Y no solo por cierta cercanía con el partido ARENA, bajo cuya bandera navegaba el sistema de abuso de poder de Saca, sino más bien porque Tony Saca, como persona, nunca nos provocó la misma repulsión que nos provocó la persona de Mauricio Funes. A pesar de divergencias políticas con su populismo y clientelismo, y a pesar de ciertas sospechas de corrupción, todos vimos a Tony, como la llamábamos con cierto cariño, como buena gente. Porque nunca lo vimos tratar con la pata a nadie, mucho menos a los periodistas. A diferencia de Mauricio Funes, Tony Saca es un tipo casi imposible de odiar.

Esta condescendencia ciertamente no ayudó a que como periodistas cumpliéramos a cabalidad nuestra tarea de escrutinio riguroso con el gobierno de Saca. Pero tampoco es el problema principal que hay que señalar autocríticamente.

El problema es que Tony Saca logró corromper los medios. Si periodistas de alta jerarquía recibieron sobornos, es un problema ético (y tal vez judicial) de ellos. Pero que algunas empresas mediáticas hayan permitido que estos pocos malos periodistas a cambio del dinero recibido por CAPRES hayan podido comprometer la línea editorial y la cobertura investigativa de sus medios, es otra cosa y requiere una análisis exhaustivo y autocrítico de nuestro gremio.

Con la información confusa que tenemos hasta ahora, no se puede acusar a nadie más que a Jorge Hernández. Pero esto no nos exima del imperativo de ejercer este análisis autocrítico. Está en juego nada menos que la credibilidad de nuestra profesión. 


Saludos,