Para evitar que sean ellos los que paguen el costo político del fracaso de la reforma, los partidos han tratan de confundir a los votantes. Dicen que esta vez será demasiado complicado el voto. Dicen que el calendario electoral ya está demasiado avanzado para corregir las ilegalidades del sistema electoral. Proponen que ya no se revuelvan las aguas con tanta reforma, y que mejor se queden vigentes las reglas tradicionales…, para no confundir más a los pobres votantes. Acusan a los que exigen corregir la inconstitucionalidad de "poner en peligro las elecciones". Vaya cinismo: Son los partidos, sobre todo el FMLN, que han impedido que las reformas se hagan a tiempo.
La buena noticia: Ya no es tan chiche confundir a la gente. Hay un despertar de conciencia ciudadana que los partidos no entienden. Tal vez aún no en la población en general, pero sí en sectores cada vez más amplios y exigentes. Y para suerte del país y mala suerte de las direcciones partidarias, son precisamente los sectores claves para ganar o perder elecciones: los independientes, los jóvenes profesionales, la clase media urbana.
Estos sectores además son multiplicadores de opinión pública, porque se pronuncian, haciendo uso de sus libertades y de los nuevos medios digitales de comunicación. Han detectado el talón de Aquiles en el esquema anti-reforma de la partidocracia. Ya existe el derecho del voto directo, del voto por una persona específica, que tiene un perfil personal: o es esclavo de la disciplina partidaria, o tiene criterio propio y sentido de independencia, o se esconde detrás de un programa partidario, o tiene ideas propias…
Gracias a la presión ciudadana y la independencia de la Sala de lo Constitucional, existe una opción diferente al tradicional voto por banderas y listas partidarias: el voto por persona.
Los defensores de la partidocracia en el partido oficial (FMLN-GANA-PCN) se han dedicado a limitar al máximo el alcance de esta opción nueva del voto por persona, porque no quieren que los ciudadanos les corrijan la plana, o sea sus listas de candidatos que quieren imponer. De esto se trata todo este pleito por la reforma electoral.
Si no es que la Sala de lo Constitucional intervenga con una nueva sentencia a último momento, los defensores de la partidocracia habrán logrado evitar que el voto por persona se convierta en el mecanismo único que defina quiénes de los cientos de candidatos entren a la Asamblea. Pero no han podido erradicar del todo esta nueva opción, este nuevo derecho del ciudadano al voto directo por una persona de su preferencia y confianza.
Este es el talón de Aquiles de la partidocracia. A la par de las campañas partidarias ya están naciendo docenas de campañas paralelas de grupos de ciudadanos que dicen: "¡No voten por bandera! ¡Votemos por una persona, por un candidato con nombre y apellido!"
No importa cómo al final quede la ley electoral; no importa cómo quede al final la sentencia de la Corte; no importa lo que diga el Tribunal Electoral, y muchos menos importa lo que le digan los partidos: Una mayoría votará por persona, no por la bandera del partido. La misma amplia alianza de organizaciones ciudadanas de derecha como de izquierda, gremios empresariales y sindicatos, universitarios y fundaciones (e incluso de los sectores más democráticos dentro de los partidos), que empujó la Ley de Transparencia, la reforma electoral y otras reformas para consolidar la institucionalidad democrática, va a encargarse de promover que la mayoría haga uso de su derecho al voto por persona.
Los ejes centrales de la campaña ciudadana son muy simples: Los candidatos que se esconden detrás de una bandera y no quieren dar la cara, van a perder. Los candidatos loros que sólo repiten el programa de su partido, serán castigados en las urnas. Y los partidos que insistan en pedir el voto por bandera, ¡que se jodan! Perderán votos incluso entre las bases tradicionales.
(El Diario de Hoy)