lunes, 7 de marzo de 2011

SEXTA COLUMNA: DR. GUILLERMO MANUEL UNGO, IN MEMORIAM.

Cuando un ser humano muere, lo que nos queda a sus congéneres es el recuerdo, y en la medida en que la trayectoria de aquella persona haya sido significativa para los demás, así será la memoria que de ella tengamos.

A veinte años de su muerte y a cerca de veinticuatro años de haber conversado con él por última vez, deseo manifestar en principio que por mi parte, el Dr. Ungo será recordado, cuándo y dónde corresponda, con respeto y reconocimiento.

La semblanza que presento a continuación está hecha desde la perspectiva de un compañero de Partido, desde el interior de la organización misma, en la que tuvimos el privilegio de compartir acciones, pero también de discutir, debatir, confrontar (en la correcta acepción del término) y acordar propuestas para impulsarlas como conjunto, como Partido.

Espero en esta memoria, no faltar a la verdad.

I.- La figura política fallecida en 1991.

Tengo entendido que al momento de su muerte, el Dr. Guillermo Manuel Ungo Revelo fungía como Secretario General del Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de El Salvador, y que en ese entonces el MNR formaba parte de la coalición de partidos llamada Convergencia Democrática, entidad participante en el ámbito electoral salvadoreño. Lo anterior significa que estuvo al frente de su partido por más de veinte años.

En el transcurso de esos años el Dr. Ungo fue, además, candidato a la Vice Presidencia de la República por la Unión Nacional Opositora (UNO), Delegado ante el Foro Popular (FP), Directivo de la Internacional Socialista para América Latina (IS-AL), Miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno de la República de El Salvador (JRG), Directivo de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), Presidente del Frente Democrático Revolucionario (FDR), Miembro de la Comisión Político Diplomática (CPD) de la Alianza FDR/FMLN, entre otros.

En esas titularidades se destacó por sus funciones como promotor de iniciativas políticas, participante en la redacción de numerosos documentos partidarios y unitarios, conductor de equipos de trabajo, gobernante, ponente en diversos foros nacionales e internacionales, concurrente ante eventos de diversa naturaleza, vocero de estructuras unitarias y partidarias ante medios de prensa nacionales y extranjeros y, principalmente, como interlocutor legítimo y calificado ante gobernantes y dirigentes de muchos países a escala mundial.

Es probable que entre todas aquellas responsabilidades, hayan sido, primero, su participación como Miembro elegido por el Foro Popular (una amplia concertación de fuerzas sociales y políticas), en la Junta de Gobierno que intentó democratizar el país a raíz del Golpe de Estado que jóvenes militares impulsaron en octubre de 1979; y segundo, su nombramiento de Presidente del FDR como derivación del asesinato del Ing. Enrique Álvarez Córdova perpetrado por un escuadrón de la muerte en noviembre de 1980, las dos tareas más delicadas que le tocó asumir. En ambos casos, el Dr. Ungo demostró su entereza moral y ciudadana para resistir las presiones y amenazas que recibía de diversos lados, y salir adelante con dignidad y claridad de propósitos.

Esa era la talla de la personalidad que ahora recordamos; la de un individuo con una gran vocación política.

En la antigua Grecia se entendía al ser humano como un zoom politikom, como animal político, inmerso y partícipe en la Política por su propia naturaleza. Pues bien, al interior del MNR de la década de los setenta y los ochenta, un grupo de compañeros le admirábamos ese tipo de actitud, su capacidad para captar el momento político, para comprender lo complejo de los contextos sociales y las relaciones de poder, y su sentido de anticipación con respecto de los procesos políticos.

El anticomunismo como política e ideología predominante en El Salvador durante muchos años del siglo anterior, mediante el cual eran tildados de comunistas por igual, los liberales demócratas, los demócrata cristianos, socialdemócratas y socialistas, críticos de los gobiernos de turno militares o civiles; críticos de las estructuras de poder oligárquicas y del intervencionismo de los gobiernos estadounidenses, y que podía tener como consecuencia la pérdida de la vida en cualquier momento; dicho anticomunismo lo obligó junto con su familia a marchar al exilio, habiendo recibido demostraciones de solidaridad de varios gobiernos y partidos afines, particularmente del Gobierno de la República de Panamá, país donde se radicó. Ello le impidió asistir a las exequias de su madre en El Salvador, pues el gobierno militar demócrata cristiano no le garantizaba su integridad física.

II.- El universitario, el jurista, el académico de las ciencias políticas y sociales.

El joven Bachiller del Liceo Salvadoreño realizó estudios en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, habiéndose graduado como Doctor en dicha especialidad. También hizo estudios técnicos en el área de las Artes Gráficas en una Universidad de los Estados Unidos de América; de ahí su dominio del idioma Inglés.

Durante su estadía en la Universidad de El Salvador, en su calidad de estudiante formó parte de Acción Católica Universitaria Salvadoreña (ACUS), y como jurista se le vio formando parte del equipo de Secretarios de la Rectoría de la Universidad, que entonces era encabezada por el Dr. Fabio Castillo Figueroa. Fue autorizado como Abogado y Notario por la Corte Suprema de Justicia de la República de El Salvador, habiendo ejercido su profesión en un prestigioso Bufete de Abogados, y también se incorporó como Docente en la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador.

Lo anterior es una evidencia del grado de compromiso que asumió, pues bien podría haberse quedado en el ejercicio pleno de su profesión, sin mayores complicaciones, en la comodidad de su propio despacho; sin embargo, prefirió el servicio público en la Universidad y posteriormente en el seno de la ciudadanía salvadoreña.

Como a finales de los sesenta existían únicamente dos universidades en nuestro país, el Dr. Ungo fue proclive a la aproximación que se fue dando paulatinamente entre la Universidad de El Salvador y la Universidad Centroamericana de El Salvador, José Simeón Cañas.

En ese mismo período y a principios de los setenta del siglo anterior, la Universidad se sumergió en una intensa actividad política interna y movilización estudiantil, que condujo a la demanda de renuncia de sus cargos en contra de varios Decanos. Solidario con el Decano de la Facultad de Derecho, renunció a su cátedra junto con un buen número de profesores. La Universidad fue desestabilizada de tal manera que la intervención militar de junio de 1972 la encontró profundamente dividida y no pudo reaccionar ante el cierre de sus instalaciones que se prolongó por mucho tiempo. Este fue un golpe estratégico en contra del pensamiento y el desarrollo de la ciencia y la técnica en nuestro país.

En tales circunstancias, el Dr. Ungo se incorporó a la UCA, en la cual tuvo el cargo de Director de Investigaciones. En esta Universidad colaboró estrechamente con varios Rectores y Directores en el desarrollo académico y científico, especialmente en las áreas de la filosofía, la sociología y la ciencia política.

No era extraño escucharle discutir las hipótesis o tesis de reconocidos politólogos o sociólogos de América Latina, los Estados Unidos de América o Europa, así como el estado del debate sobre la transición a tal o cual sistema económico, político o social, la relación entre lo jurídico y lo político, el rol del Estado, las clases sociales o las formas de gobierno. Los autores que tenían más presencia en aquellos momentos eran objeto de su atención e interés académico, y gustaba confrontar sobre sus proposiciones con los demás profesores de los Estares “C” y “A” de aquella prestigiosa Universidad.

A pesar de su entrañable amistad con la mayoría de los Directores de la UCA, criticaba, constructivamente, el exceso de confianza que aquellas autoridades jesuitas y no jesuitas depositaban “en el poder del verbo” para transformar las condiciones de nuestra sociedad. Su experiencia le indicaba que eso era importante, pero que hacía falta algo más para intervenir con eficacia en semejante realidad de opresión y exclusión.

Tenía una sólida cultura general, fruto de la lectura de las principales obras de reconocidos escritores. Era dado a la apreciación del teatro, el cine, la música y la danza, entre otras. Gustaba de la pintura y estaba al tanto de otras manifestaciones culturales relativas a las formas de vida de diversas sociedades del pasado y el presente, y por ello sus análisis o simples conversaciones eran casi siempre matizados con alguna referencia cultural.

III.- El practicante de las ideas y corrientes políticas e ideológicas.

Si bien es cierto que su Partido, el MNR, fue fundado bajo inspiración liberal demócrata, con influencia de las corrientes políticas latinoamericanistas predominantes en nuestro continente antes y después de mediados del siglo XX (el nacionalismo revolucionario), las cuales reivindicaban y privilegiaban los intereses nacionales por sobre los intereses extranjeros y los de las oligarquías locales aliadas; bajo su dirección, se produjo al interior del Partido una intensa discusión de varios años de duración, tendiente a definir mejor su identidad política.

Sin abandonar aquella rica herencia histórica, que proclamaba el rechazo al intento de convertirnos en nuevas colonias de potencias extranjeras y negarnos nuestros derechos fundamentales como sociedades, el Partido procuró hacer acopio de nuevas ideas, recibiendo en su seno a un importante grupo de personas que provenían de la Federación Socialista Democrática (FSD) de la Universidad de El Salvador de los años sesenta.

Antes de ello es justo consignar que el Dr. Ungo provenía de las filas de una organización estudiantil cristiana católica romana, que muchos de sus compañeros habían optado por la democracia cristiana como ideología y que su padre también era fundador de la democracia cristiana en El Salvador. Esas influencias y una Facultad de Derecho de corte marcadamente liberal, habrían de repercutir en una mentalidad que tendía a defender principios tales como la libertad, el pluralismo, la igualdad y la fraternidad como sustentos de la democracia y adversos a toda clase de dictadura.

Acostumbrado a la discusión y manejando la lógica, la sociología y la política con magistralidad y un tanto de paciencia con nosotros, el Dr. Ungo supo conducir la discusión en los organismos de dirección partidaria, de tal manera que el MNR fue avanzando del nacionalismo revolucionario a la democracia revolucionaria, es decir, hacia la democracia social, incluso hasta el socialismo democrático, pero no más allá.

Todo ello le implicó muchas horas de estudio y la consulta de diversos autores, así como el intercambio con sus alumnos en la cátedra, en muchos seminarios y talleres con sus compañeros de partido, y con dirigentes partidarios y científicos sociales de América y Europa.

IV.- El político, el dirigente partidario.

El Dr. Guillermo Manuel Ungo Revelo, fue durante más de veinte años, Secretario General del Movimiento Nacional Revolucionario, M. N. R., de El Salvador. Compartimos con él la pertenencia a ese partido político, desde 1972 hasta 1987 aproximadamente. Durante ese lapso formamos parte de muchas Comisiones de trabajo, del Comité Ejecutivo Nacional y de la Comisión Política del Partido. Compartimos asimismo, la Representación partidaria en el exterior, cuando las condiciones nos relegaron al exilio por más de diez años.

Durante todo ese tiempo, se pueden advertir varios momentos que contaron con su valiosa participación: 1) el trabajo en la Unión Nacional Opositora (UNO) hasta el fraude electoral y la imposición de 1977; 2) la conformación del Foro Popular en 1978; 3) la Junta de Gobierno de octubre de 1979; 4) la integración de las organizaciones democráticas con las revolucionarias a lo largo de 1980; 5) la irrupción de la guerra civil en 1981 y la gestión de la solidaridad internacional a partir de ese momento; 6) la propuesta de Gobierno de Amplia Participación en la primera mitad de los años 80; 7) la política de diálogo negociación, y 8) la solución negociada a la guerra civil en nuestro país.

Podemos afirmar que en todo momento el Dr. Ungo hizo gala de realismo político, cuestionando sobre el cómo y el porqué de cada iniciativa o propuesta, en el afán de hacer bien las cosas y consciente de sus posibilidades y sus límites. Bajo tales criterios se manejaron las relaciones con el PDC y la UDN al principio, así como con las demás organizaciones que vendrían a continuación.

Elaboró bastante la idea de la “democracia restringida y excluyente” que caracterizó los gobiernos militares surgidos del fraude y la imposición, y sostenidos por el poder oligárquico, el intervencionismo estadounidense y los principales medios de comunicación del país.

Era consciente que, ante tales adversarios, se necesitaba unir fuerzas, utilizar todos los recursos intelectuales, organizativos y materiales para restaurar la democracia y avanzar hacia el progreso social. Por ello mantuvo consecuentemente la idea de llevar a cabo las reformas posibles al sistema imperante tales como: la reforma agraria, la educativa, y la tributaria, primordialmente, y por ello trabajó conjuntamente con el Partido.

Durante el breve período de la Junta Revolucionaria de Gobierno, delegó parte de sus funciones, pero acomodó su tiempo en Casa Presidencial para mantenerse al tanto de los análisis y percepciones partidarios sobre el contra golpe de los altos mandos que estaba en marcha.

Cuando la Junta de Gobierno del 79 fue anulada y la guerra civil fue inevitable, se mantuvo fiel a los principios antes mencionados, tratando de obtener un apoyo de características plurales, de amplia solidaridad, también de gobiernos de la esfera capitalista y de entidades sociales de tales países.

Todo ello permitió que en intensas discusiones e intercambios de ideas en el seno de la Dirección del FDR, con la Comandancia General del FMLN y al interior de la Comisión Político Diplomática, se fuera elaborando una política de diálogo y negociación. Esta fue la antesala de las conversaciones de Paz de La Palma y Ayagualo durante el gobierno del PDC y sus aliados. En La Palma le tocó presidir la delegación del FDR/FMLN y proyectar una adecuada imagen nacional e internacional.

En el ámbito internacional, el reconocimiento que implicó la Declaración Franco Mexicana (FMLN/FDR fuerza beligerante en un conflicto armado interno), le significó mayores responsabilidades, pues su condición de ex Miembro de la Junta de Gobierno de El Salvador le permitía acceder a mayores niveles de autoridad, pero también recibir mayores presiones políticas.

V.- El ser humano.

El Dr. Ungo que recordamos también tenía sus aristas como todo ser humano. Teniendo tantos amigos como tuvo, a principios de los años setenta nos pidió, a un grupo de jóvenes recién graduados universitarios, que nos dirigiéramos a él por el nombre más familiar de Memo. Probablemente estaba enterado que cuando nos referíamos a él lo llamábamos Memo Ungo. Conscientes de cierta diferencia generacional, de su grado académico y de su estatus de Secretario General, las tres cosas juntas, seguimos tratándolo de Doctor, aunque al principio le molestara un poco.

También discrepábamos con él cuando insistía en relativizar todas las cosas, hablando permanentemente en forma dubitativa de “si y no” o bien actuando como “abogado del diablo”, poniéndose aparentemente a favor del adversario. A fin de cuentas sabíamos que lo que pretendía era romper con el simplismo o “bajar la temperatura”, e incluso hacer notar el exceso de confianza que a veces poníamos en alguna posición “de izquierda”.

Amigo de las bromas y los chistes tendía a elaborar paralelismos entre la política y el erotismo, por ejemplo, del maridaje de la democracia cristiana con el ejército, lo que le significó el calificativo de líder de la “izquierda erótica”. No se le escapaban ni los más serios Comandantes del FMLN o gobernantes de algunos países, socialistas o capitalistas. No le simpatizaba el exceso de formalidad y tenía un gran sentido del humor, incluso del humor negro. Podía reír con facilidad al resultarle divertida alguna situación, así le afectara a él mismo, cualidad de personas muy seguras de sí mismas.

Su tendencia a privilegiar lo intelectual, en cierto modo, lo hacía recurrir a pequeños grupos a los que llamaba “petit” comité. Quizá por ello el MNR fue, en aquellos tiempos, un partido de cuadros, de intelectuales, profesionales, técnicos, empleados, estudiantes y obreros calificados, y nunca un partido de masas.

VI.- El ejemplo para el futuro de nuestro país.

El Dr. Ungo murió cuando todavía le quedaba mucho por hacer, mucho por aportar. Sin pretender que fuese insustituible, sí podemos afirmar que su ausencia se ha advertido en la estructuración de diversos procesos, mecanismos y organismos tendientes a desarrollar el contenido democrático de los Acuerdos de Paz. Con el tiempo y en la práctica, varios de tales acuerdos se han desvirtuado o se ha tergiversado su significado. Sus dotes parlamentarías habrían sido muy útiles durante los veinte años transcurridos desde su muerte.

En sus últimos esfuerzos trató de poner a prueba el esquema electoral de partidos y su representatividad. Ahora que se habla de reforma electoral y que tanto obstáculo se ha puesto y se sigue poniendo, sin demeritar los actuales esfuerzos, sus conocimientos, su experiencia y capacidad argumentativa se hacen necesarios. También en lo concerniente a un auténtico partido de ideología Socialdemócrata hace falta un dirigente de su estatura moral y política, reconocido nacional e internacionalmente, legitimado en la práctica, fiel a los Principios de Libertad, Justicia y Solidaridad que caracterizan a este tipo de institutos políticos.

Para finalizar, el Dr. Ungo trató de ser consecuente con lo que pensaba, con lo que decía y con lo que proponía. Prefería postergar algunas decisiones antes que dar un salto al vacío si no estaba suficientemente convencido de algo. Por ello recurrió a cuanta consulta tuvo a su alcance, dentro o fuera del MNR, en función de hacer avanzar los procesos que condujeran a hacer de la política nacional algo decente.

En síntesis, puede decirse que constituye un ejemplo de trayectoria democrática.

Por la vigencia de los principios y objetivos por los cuales luchó, por sus características de demócrata a toda prueba, por su indiscutible capacidad de trabajo y visión política, le tendremos en mente, con aprecio, mientras vivamos.

Esperamos que así sea.