A sus 87 años Pompeyo Márquez, referencia política de la democracia venezolana, clama por un acuerdo nacional. A lo largo de una vida que se remonta a las postrimerías del gomecismo y pasa por la lucha contra la dictadura, el período guerrillero, la etapa de confrontación democrática y su oposición frontal al régimen chavista, Pompeyo sostiene que sólo la unidad que vaya más allá del proceso electoral y defina una estrategia a largo plazo podrá lograr transformaciones radicales en el plano político.
-¿Cree que vivimos una situación preconflictiva con la devaluación de la moneda y sus secuelas, el cierre de RCTV, el colapso eléctrico,la falta de agua, el estado de violencia e inseguridad? ¿Estamos ante una conjunción espontánea de factores negativos o existe un plan del Gobierno para provocar un clima de polarización que le conviene en momentos electorales?
-Marchamos hacia un proceso electoral que tiene aterrado al Gobierno ante la posibilidad de perder la mayoría en la Asamblea Nacional. Al mismo tiempo se está desarrollando una crisis global que se manifiesta en los ámbitos político, institucional, militar, ético y económico. Toda esa palabrería de Chávez sobre la pobreza se remite a una masa cautiva mantenida a base de misiones y de la cultura de la dádiva, que no tiene nada que ver con la justicia social, uno de cuyos principios fundamentales es la universalidad. "Yo te ayudo si te pones una camisa roja". Eso es clientelismo político aquí y en cualquier parte del mundo. La crisis de valores se manifiesta en una corrupción que está carcomiendo al régimen luego del fracaso rotundo por parte de un gobierno inepto a la hora de administrar al país.
-¿La ineptitud no parece algo premeditado, pero la corrupción sí?
-En una situación así planteada, con el odio como motor de un régimen que excluye a más de la mitad del país por su presunta condición de "apátrida" y los medios son cerrados (caso RCTV), es obvio que estamos en un proceso en reversa. Retrocedemos y la población vive en el estrés y la zozobra provocada por la violencia y la inseguridad. En medio de todo eso hay una realidad política innegable. Chávez es minoría. El rechazo al totalitarismo, al estilo cubano que pretende imponer, presenta un desacuerdo de más de 80% de la población. Las estatizaciones son rechazadas en un porcentaje similar y las empresas de Guayana están colapsadas. De manera que el tiempo de Chávez se adelgaza. Tuvo su oportunidad y la perdió por los bandazos que da.
-Del bolivarianismo al socialismo y de éste al marxismo. ¿No hay una cierta coherencia en esa "evolución"?
-Él comenzó con El oráculo del guerrero, luego se pasó para Ceresole y su tesis de Presidente-pueblo-ejército. Vino después la Tercera Vía de Tony Blair, ahora se declara marxista y manda a estudiar el libro de Lenin El Estado y la revolución, sin darse cuenta de que más de 70 años de pensamiento en la URSS colapsaron. Pero a él le gusta ese término de "período de transición", que, es obvio, reclama una dictadura para vencer la resistencia de las clases desalojadas del poder opuestas a la revolución. Pero aquí no hay ninguna revolución, sino una involución en la calidad de vida de los venezolanos. Crisis eléctrica, falta de agua, colapso de la salud, problemas en la educación y en la seguridad, para no hablar del aparato productivo, totalmente colapsado. Pero no se da cuenta de que con todo esto no está agrediendo a un sector determinado sino a la sociedad toda que ya está reaccionando porque se siente asfixiada. Y por eso acude a la represión y a hechos deleznables como el cierre de RCTV. Pero imponerle un cambio de vida a la mayoría es una aberración que crea conflictividad. El 76% dice que Chávez tiene los años contados: hasta 2012.
-¿Qué pasa en el inte- rregno?
-2010 será un año de alta conflictividad, cuando se va a decidir el futuro inmediato del país. Y estas no son frases de ocasión, porque cualquiera sabe que las elecciones del 26 de septiembre van a marcar un rumbo.
-¿De qué manera?
-Si gana la mayoría, como todo parece indicar, ¿qué va a hacer Chávez? Y en ese sentido, ¿se está preparando la disidencia para hacer respetar esos resultados y no ocurra lo que le hicieron a Antonio Ledezma, Pérez Vivas, Salas Feo y a Capriles Radonski? En el chavismo hay un serio debate y ahora Rigoberto Lanz dice que la Constitución de 1999 es de derecha, cuando se trata de una Constitución democrática que es violada todos los días y ante una legislación espuria, elaborada por una Asamblea que es una oficina de Miraflores.
-Una vez que se declara marxista , lo cual niega la democracia y estando en desventaja según las encuestas, ¿no estaría Chávez dispuesto a evitar las elecciones?
-Esos son los escenarios que debemos tener en cuenta. Los cambios de la circunscripción electoral no los hace porque se siente fuerte, sino todo lo contrario. No estamos ante el Chávez sobrado de 2000. Este es un Chávez aterrado, acorralado, donde el principio de Peter se lo comió porque su ineptitud, ignorancia e incapacidad se ponen de manifiesto cada vez que trata de resolver un problema.
-Frente a eso, ¿qué tendría que hacer la oposición?
-Todo esto plantea la necesidad de hacerle una propuesta abierta al país. Se requiere una unidad que no sea sólo para ganar las elecciones, sino que se establezca un mecanismo que prevea cómo va a desarrollarse una estrategia luego de la elección de la nueva Asamblea. O que se prepare ante cualquier maniobra que Chávez intente aplicar. En 1952 obtuvimos una victoria clamorosa ante la dictadura, en un proceso donde jugaron papel protagónico Jóvito Villalba, Mario Briceño Iragorry y Rafael Caldera. El 2 de diciembre Pérez Jiménez dio el golpe de Estado que sumió al país en penumbra y eso ocurrió porque no había unidad ni plan para hacer respetar los resultados electorales y neutralizar la reacción de Pérez Jiménez.
-¿Crees que se puede repetir esa situación?
-Las cosas no se repiten mecánicamente. Hay variantes en este momento. Chávez conserva todavía cierto nivel de popularidad. Pero hago la mención porque luego, en 1957, tomamos la Constitución perezjimenista y pedimos el cumplimiento del mandato sobre elecciones. Pero actuamos unidos y uno de los candidatos que teníamos in péctore era Caldera. Entonces Pérez Jiménez reaccionó y apeló al plebiscito, pero nosotros pasamos a la abstención. Luego los resultados demostraron que había perdido su base de apoyo popular. Fue así como el 1 de enero de 1958 vino la sublevación de Martín Parada y Hugo Trejo.
-En todo caso, el 23 de Enero, si bien tuvo un desenlace democrático, careció de un desarrollo democrático.
-Tuvo un desenlace democrático. Luego del alzamiento de Trejo y Parada cambió por completo el cuadro político y comenzó una lucha en todos los barrios de Caracas, una batalla casi campal, consecuencia también de lo ocurrido el año 57, cuando jugó un gran papel la pastoral de monseñor Arias, y la huelga estudiantil de 21 de noviembre y la actuación de las juntas patrióticas, que provocaron una ola de protesta con manifiestos de todos los sectores. Era la revolución de los papeles. Fue así como el 10 de enero Pérez Jiménez se vio obligado a cambiar el gabinete. Apenas salen Vallenilla Lanz y Pedro Estrada, le caímos a Pérez Jiménez como verdaderos caribes. A esas alturas las FAN estaban divididas, Pérez Jiménez carecía de apoyo popular y preparamos la huelga de hambre y la huelga general del 21 de enero.
-Si fue decisivo el pronunciamiento militar del 1 de enero para la caída de Pérez Jiménez, ¿lo será ahora?
-Requerimos una política de amplitud, de unidad. El país reclama un gran acuerdo nacional para derrotar políticamente a Chávez en 2012. Lo que pase de aquí a 2012 ya es otra cosa. Pero hay una meta, una ruta electoral, con un plan, no sólo para derrotar a Chávez sino para gobernar. Aquí hay que comenzar a hablar del poschavismo. Hay que imaginarse cómo sería el gobierno después de Chávez.
-¿Cómo te lo imaginas?
-Como un gobierno de amplitud, de la unidad más amplia, con un centro de dirección y una hoja de ruta. Ahí está la transición chilena, asumida por la ruta electoral que venció a Pinochet. Pero antes sus integrantes vivieron una verdadera agonía. Tuvieron que comerse un burro muerto sin eructar cuando vieron a Pinochet entrar al Congreso en su calidad de senador vitalicio. Pero lo lograron. Algo similar ocurrió en España, donde el posfranquismo se resolvió con un Rey y un Presidente socialista.
-Marchamos hacia un proceso electoral que tiene aterrado al Gobierno ante la posibilidad de perder la mayoría en la Asamblea Nacional. Al mismo tiempo se está desarrollando una crisis global que se manifiesta en los ámbitos político, institucional, militar, ético y económico. Toda esa palabrería de Chávez sobre la pobreza se remite a una masa cautiva mantenida a base de misiones y de la cultura de la dádiva, que no tiene nada que ver con la justicia social, uno de cuyos principios fundamentales es la universalidad. "Yo te ayudo si te pones una camisa roja". Eso es clientelismo político aquí y en cualquier parte del mundo. La crisis de valores se manifiesta en una corrupción que está carcomiendo al régimen luego del fracaso rotundo por parte de un gobierno inepto a la hora de administrar al país.
-¿La ineptitud no parece algo premeditado, pero la corrupción sí?
-En una situación así planteada, con el odio como motor de un régimen que excluye a más de la mitad del país por su presunta condición de "apátrida" y los medios son cerrados (caso RCTV), es obvio que estamos en un proceso en reversa. Retrocedemos y la población vive en el estrés y la zozobra provocada por la violencia y la inseguridad. En medio de todo eso hay una realidad política innegable. Chávez es minoría. El rechazo al totalitarismo, al estilo cubano que pretende imponer, presenta un desacuerdo de más de 80% de la población. Las estatizaciones son rechazadas en un porcentaje similar y las empresas de Guayana están colapsadas. De manera que el tiempo de Chávez se adelgaza. Tuvo su oportunidad y la perdió por los bandazos que da.
-Del bolivarianismo al socialismo y de éste al marxismo. ¿No hay una cierta coherencia en esa "evolución"?
-Él comenzó con El oráculo del guerrero, luego se pasó para Ceresole y su tesis de Presidente-pueblo-ejército. Vino después la Tercera Vía de Tony Blair, ahora se declara marxista y manda a estudiar el libro de Lenin El Estado y la revolución, sin darse cuenta de que más de 70 años de pensamiento en la URSS colapsaron. Pero a él le gusta ese término de "período de transición", que, es obvio, reclama una dictadura para vencer la resistencia de las clases desalojadas del poder opuestas a la revolución. Pero aquí no hay ninguna revolución, sino una involución en la calidad de vida de los venezolanos. Crisis eléctrica, falta de agua, colapso de la salud, problemas en la educación y en la seguridad, para no hablar del aparato productivo, totalmente colapsado. Pero no se da cuenta de que con todo esto no está agrediendo a un sector determinado sino a la sociedad toda que ya está reaccionando porque se siente asfixiada. Y por eso acude a la represión y a hechos deleznables como el cierre de RCTV. Pero imponerle un cambio de vida a la mayoría es una aberración que crea conflictividad. El 76% dice que Chávez tiene los años contados: hasta 2012.
-¿Qué pasa en el inte- rregno?
-2010 será un año de alta conflictividad, cuando se va a decidir el futuro inmediato del país. Y estas no son frases de ocasión, porque cualquiera sabe que las elecciones del 26 de septiembre van a marcar un rumbo.
-¿De qué manera?
-Si gana la mayoría, como todo parece indicar, ¿qué va a hacer Chávez? Y en ese sentido, ¿se está preparando la disidencia para hacer respetar esos resultados y no ocurra lo que le hicieron a Antonio Ledezma, Pérez Vivas, Salas Feo y a Capriles Radonski? En el chavismo hay un serio debate y ahora Rigoberto Lanz dice que la Constitución de 1999 es de derecha, cuando se trata de una Constitución democrática que es violada todos los días y ante una legislación espuria, elaborada por una Asamblea que es una oficina de Miraflores.
-Una vez que se declara marxista , lo cual niega la democracia y estando en desventaja según las encuestas, ¿no estaría Chávez dispuesto a evitar las elecciones?
-Esos son los escenarios que debemos tener en cuenta. Los cambios de la circunscripción electoral no los hace porque se siente fuerte, sino todo lo contrario. No estamos ante el Chávez sobrado de 2000. Este es un Chávez aterrado, acorralado, donde el principio de Peter se lo comió porque su ineptitud, ignorancia e incapacidad se ponen de manifiesto cada vez que trata de resolver un problema.
-Frente a eso, ¿qué tendría que hacer la oposición?
-Todo esto plantea la necesidad de hacerle una propuesta abierta al país. Se requiere una unidad que no sea sólo para ganar las elecciones, sino que se establezca un mecanismo que prevea cómo va a desarrollarse una estrategia luego de la elección de la nueva Asamblea. O que se prepare ante cualquier maniobra que Chávez intente aplicar. En 1952 obtuvimos una victoria clamorosa ante la dictadura, en un proceso donde jugaron papel protagónico Jóvito Villalba, Mario Briceño Iragorry y Rafael Caldera. El 2 de diciembre Pérez Jiménez dio el golpe de Estado que sumió al país en penumbra y eso ocurrió porque no había unidad ni plan para hacer respetar los resultados electorales y neutralizar la reacción de Pérez Jiménez.
-¿Crees que se puede repetir esa situación?
-Las cosas no se repiten mecánicamente. Hay variantes en este momento. Chávez conserva todavía cierto nivel de popularidad. Pero hago la mención porque luego, en 1957, tomamos la Constitución perezjimenista y pedimos el cumplimiento del mandato sobre elecciones. Pero actuamos unidos y uno de los candidatos que teníamos in péctore era Caldera. Entonces Pérez Jiménez reaccionó y apeló al plebiscito, pero nosotros pasamos a la abstención. Luego los resultados demostraron que había perdido su base de apoyo popular. Fue así como el 1 de enero de 1958 vino la sublevación de Martín Parada y Hugo Trejo.
-En todo caso, el 23 de Enero, si bien tuvo un desenlace democrático, careció de un desarrollo democrático.
-Tuvo un desenlace democrático. Luego del alzamiento de Trejo y Parada cambió por completo el cuadro político y comenzó una lucha en todos los barrios de Caracas, una batalla casi campal, consecuencia también de lo ocurrido el año 57, cuando jugó un gran papel la pastoral de monseñor Arias, y la huelga estudiantil de 21 de noviembre y la actuación de las juntas patrióticas, que provocaron una ola de protesta con manifiestos de todos los sectores. Era la revolución de los papeles. Fue así como el 10 de enero Pérez Jiménez se vio obligado a cambiar el gabinete. Apenas salen Vallenilla Lanz y Pedro Estrada, le caímos a Pérez Jiménez como verdaderos caribes. A esas alturas las FAN estaban divididas, Pérez Jiménez carecía de apoyo popular y preparamos la huelga de hambre y la huelga general del 21 de enero.
-Si fue decisivo el pronunciamiento militar del 1 de enero para la caída de Pérez Jiménez, ¿lo será ahora?
-Requerimos una política de amplitud, de unidad. El país reclama un gran acuerdo nacional para derrotar políticamente a Chávez en 2012. Lo que pase de aquí a 2012 ya es otra cosa. Pero hay una meta, una ruta electoral, con un plan, no sólo para derrotar a Chávez sino para gobernar. Aquí hay que comenzar a hablar del poschavismo. Hay que imaginarse cómo sería el gobierno después de Chávez.
-¿Cómo te lo imaginas?
-Como un gobierno de amplitud, de la unidad más amplia, con un centro de dirección y una hoja de ruta. Ahí está la transición chilena, asumida por la ruta electoral que venció a Pinochet. Pero antes sus integrantes vivieron una verdadera agonía. Tuvieron que comerse un burro muerto sin eructar cuando vieron a Pinochet entrar al Congreso en su calidad de senador vitalicio. Pero lo lograron. Algo similar ocurrió en España, donde el posfranquismo se resolvió con un Rey y un Presidente socialista.
(El Universal/Venezuela)