miércoles, 9 de abril de 2025

Carta al magisterio: Sólo la unidad les dará protección. De Paolo Luers (+capítulos 19 y 20 de DOBLE CARA/LIBRO II)

 

"Quisiera que funcionaran y serán accesibles mecanismos que permitan a todos a hablar en confianza: con su sindicato, con mis colegas en los periódicos y las radios, con la Procuraduría de Derechos Humanos, con los partidos políticos, con organizaciones de Derechos Humanos." 

En la voz del autor: Escuelas.mp3



Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, jueves 10 abril 2025


 

Estimados amigos:

“Alguien tiene que hablar”, me escribió la (ex)directora de una de las 70 escuelas cerradas por el Ministerio de Educación.


La mujer me contactó vía el servicio de Messenger en mi cuenta de Facebook. Dijo ser exdirectora de una escuela cerrada y quería hablar conmigo “para que escriba una carta sobre lo que está pasando con el cierre de escuelas.” No me quería dar el nombre y la ubicación de la escuela, ni el suyo. Insistió en el anonimato, tenía miedo, ya que había recibido amenazas. Le prometí no revelar ni su nombre ni el de su escuela. Finalmente me los dio y pude confirmar que de hecho ella era que dijo ser. Entonces, accedí a hablar con ella, en varias llamadas vía Messenger.

 

Su escuela estaba ubicada en un cantón rural. El ministerio dijo que no tenía suficiente alumnos y que había que distribuirlos a diferentes escuelas en lugares vecinos. Ella trató de negociar que alumnos y maestros sean trasladados juntos a una escuela y que habrá servicio de transporta. Ambas solicitudes fueran rechazadas. Ahora los alumnos tienen que caminar entre una a dos horas para sus nuevas escuelas y están divididos y separados, también de sus antiguos maestros. Según la fuente, la tasa de deserción escolar se duplicó.


“Esto hay que denunciarlo, es un atentado a la niñez”, dijo la muestra. 

 

Le pregunté: “¿Por qué ustedes no pueden hablar de esto? Si cerraron 70 escuelas, deben ser afectados cientos de maestros y cientos de padres de familia. Ustedes tienen sindicatos, los padres podrían hablar con sus alcaldes y diputados. ¿Por qué nadie habla, y cuando habla, solo en anonimato.”

“Por el miedo. Por las amenazas. ¿Acaso usted no sabe cómo es el ambiente en las comunidades?”

 

“¿Quién los amenaza?”

“El ministerio. La policía local. Todos hemos recibido llamadas anónimas. Antes nunca había patrullaje cerca de mi casa, hoy es frecuente...”

 

“¿Y los sindicatos del magisterio? La famosa ANDES?”

“Están divididos y agachados. Algunos son infiltrados por el gobierno. Yo hace años salí del sindicato.”

 

“El gobierno dice que unificando las escuelas permite mejor atención. ¿Por qué se opone a esta idea?”

“Yo estoy de acuerdo. Siempre lo hemos propuesto. Pero entonces hay que hacer dos cosas: Invertir en las escuelas donde se concentran a los alumnos y ofrecer un sistema de transporte escolar eficiente y gratuito. Sin estas dos cosas, es simplemente un abandono de la educación, sobre todo el área rural. Es injusto.”

 

“¿Cuál es su situación, adónde las trasladaron?”

“Me trasladaron a una escuela en la cabecera departamental. Antes vivía ahí y me mudé al cantón, porque estaba convencida que como directora tenía que ser parte de la comunidad. Hoy tengo que viajar lejos al trabajo. Pero mi situación no importa tanto, lo que importa es el daño que están haciendo a la niñez.” 

 

“¿Por qué no importa su situación?”

“Porque ya pronto me voy a jubilar. Lo que me preocupa son los alumnos y su futuro.” 

 

“¿Y dígame, porqué me buscó a mi para hablar?”

“Por sus cartas. No conozco a ningún periodista, no confío en extraños. Pero luego de leer por años sus cartas, usted me parece como alguien que conozco y puedo confiar.”

 

Para mi es un honor. Pero también lo siento como un gran peso. Quisiera que funcionaran y serán accesibles mecanismos que permitan a todos a hablar en confianza: con su sindicato, con mis colegas en los periódicos y las radios, con la Procuraduría de Derechos Humanos, con los partidos políticos, con organizaciones de Derechos Humanos. 

 

El problema es que cada uno se siente solo y amenazado. Si los diferentes sindicatos del magisterio se pusieran de acuerdo y se pronunciaran con una sola voz, con manifestaciones, y con  -¿por qué no?- huelgas, otra cosa sería. Tiene riesgos, claro. Pero callarse tiene más riesgos. 


Saludos a todos lo profesores, 



* * *

El libro Doble Cara está disponible en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. También lo pueden pedir amazon.com, o desde México en amazon.com.mx y desde Alemania en amazon.de

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.


Entro al Café de Don Pedro de la Roosevelt, en frente de Hotel Alameda, que ya está medio en ruinas. Ambos lugares de muchos recuerdos: el Café Don Pedro, porque ahí me pusieron las citas los compas del ERP cuando recién había llegado a San Salvador, durante la ofensiva ‘final’ que no resultó siendo el final de una insurrección, sino el inicio de una guerra civil de 12 años; y el hotel Alameda, por una cita clandestina que casi terminó mal.


 El Café Don Pedro. Foto: Cortesía página facebook Don Pedro

No entro al café, el emblemático punto de encuentro nocturno de los bohemios, las putas, los taxistas y los policías. No, este es un lugar demasiado público. Cruzo el parqueo y sube en el rancho, que han construido después de la guerra, las escaleras al segundo piso. No quiero que mi amigo Pedrito, el hijo y heredero del legendario don Pedro Dalmau, me vea. Al entrar al rancho me saluda la mesera: “Su amigo ya está arriba, solito como siempre. Ya pidió las dos sopas de gallina.” Siempre cuando me encuentro aquí con El Diplomático, tomamos sopa y un par de Coronas. Incluso esta es nuestra clave cuando nos convocamos: “¿Qué onditas, viejo, tomemos sopa?”, me aparece en WhatsApp —y ya sé que nos reuniremos el día siguiente, en el rancho del ‘Don Pedro’, a la misma hora de siempre. La mesera de la tarde siempre es la misma, ya nos conoce. No sé qué piensa ella de estos señores que siempre se sientan apartados de otros clientes. A mí me conoce como ‘el que escribe las cartas en el diario’, y a veces pienso que sabe perfectamente que estas reuniones se tratan de algo más que tomar sopa.


Nuestro lugar: el segundo piso del rancho de Don Pedro. Foto: Cortesía
de la página de facebook de Don Pedro.


Me tomo un buen trago de la Corona y pregunto: “¿Qué te traés, aparte de hambre?” 

“Mirá, tenemos que hablar en serio, porque no sé vos, pero yo estoy preocupado que todo se nos vaya a la mierda.” Bueno, yo también, pero no se lo voy a decir. Nuestra tarea es darles ánimo, no llorar en la jarra de cerveza. 

Con El Diplomático, no cuesta mucho darle ánimo. Es un tipo optimista, pocas veces le veo afligido. Ahora sí lo está, porque siente que ‘el proceso’ —así ha aprendido a llamar la tregua, influencia de Raúl —se les va de la mano, que los homicidios van otra vez en aumento. “Nosotros estamos ‘calmados’, así como acordamos, los de las otras pandillas también, parece. Pero ahora el enfrentamiento no es entre pandillas sino con la policía. Con la gente del Frente al mando —Landaverde y Cotto— andan buscando provocar enfrentamientos —y no para arrestar, sino de un solo para tirar balas y provocar bajas...”


Comisionados Mauricio Ramírez Landaverde, director general
de la PNC, y Howard Cotto, subdirector general.

Se refiere a los comisionados Howard Cotto y Mauricio Landaverde, que el nuevo gobierno del FMLN ha puesto al mando de la PNC. A Howard lo conozco, estuvo con la RN en la zona norte de Santa Ana, cuando yo anduve con Cirilo rodando la película Doble Cara. Era un bicho y buena onda. Cuando entró a la PNC y comenzó a escalar, siempre me pareció un oficial correcto, inteligente, progresista. Además conozco a toda su familia. Su hermana trabajó con nosotros en Primera Plana, el periódico que fundamos en 1994. Su madre es la dueña del k
índer donde metimos a Pablo, mi hijo. Pero ahora, y con Landaverde encima, quien es un militarista de izquierda, se ha hecho partícipe de la militarización de la PNC. Están adoptando formas militares de operar, buscando enfrentamientos —lo que, por supuesto, les da ventaja por su mejor entrenamiento y su armamento. Buscan causar bajas, en vez de arrestar. Estamos en noviembre del 2015 y ya tienen medio año en esta transformación de la PNC. El resultado: El número de muertos ha alcanzado cifras tan altas como nunca antes.

El Diplomático me explica el problema: “Nuestra gente no va a quedarse tranquila. Tampoco vamos a caer en la trampa y comenzar a enfrentarnos directamente a las Fuerzas Especiales de Landaverde. Lo que la mara va a hacer es atacar a los policías fuera de servicio, buscarlos en los barrios. Habrá muertos, y no sé adónde nos va a llevar esta escalada. A nada bueno...”

Se le ocurre que habrá que denunciar públicamente esta nueva política del gobierno. “Yo podría volver a dar algunas entrevistas para explicar bien esta mierda. Vamos a hacer un comunicado, ya te lo voy a mandar, pero esto no tiene igual impacto que hablar con la prensa internacional.”

Me pide arreglarle unas entrevistas. Ya lo hemos hecho antes. Siempre hay demanda. Siempre los corresponsales me buscan para hacer sus reportajes, entrevistas exclusivas a pandilleros incluidas. “¿Adónde lo hacemos?”, le pregunto. 

Piensa y dice: “No puede ser aquí, no podemos quemar este lugar. ¿Adónde tomaríamos sopa después, tan buena que la sirven aquí?” 

“Tengo un lugar perfecto. ¿Te recuerdas donde nos vimos una vez, en el jardín de aquel hotel?” 

“Puta, pero por ahí era como una vitrina, no jodás.” 

“Hay una cosa que aprendí en la guerra: El mejor escondite es a plena vista. ‘Hiding in plain sight’, como dicen los espías ingleses en las novelas. Funciona.”

“Me llaga, Viejo.” 


Rafa, El Diplomático. Toma de la película "La Vida Loca", filmada en 2007 por Cristian Poveda. Es la única foto que existe de Rafael - menos una para la cual él posó para un fotógrafo del New York Times, que saldrá en el capítulo 25: El Diplomático.

Realmente funciona. En el jardín del hotel, a la par de la piscina, somos unos clientes más.  Nadie se fija en nosotros, cuando estamos sentados a la par del pool y platican con un periodista chele y su fotógrafo negro. Y así es el aviso por WhatsApp: “Tengo ganas de comerme un steak, voy a invitar a un amigo francés,” y ya sabe el otro que vamos en dos días a ver al corresponsal de Le Monde en el rancho a la par del pool. Si la cita es en tres días,  es menú es pescado. El colega francés no puede creer que estásentado en esta oasis de relax con un jefe de las pandillas, tomando piña colada y entrevistando a uno de los jefes de una pandilla. Nosotros dos tomamos Corona, como siempre. Su fotógrafo ha alquilado un cuarto del hotel para una sesión de fotos. El enorme tatuaje en la espalda incluida. Esta foto no se hubiera podido tomar en el pool sin llamar la atención...

El Diplomático explica, en su manera precisa de hablar, el dilema de la sistemática escalada de violencia, que está provocando el gobierno —y reitera que ellos, los pandilleros, siguen buscando romper este círculo vicioso. Los franceses están impresionados y agradecidos.

 

Tres días más tarde nos citamos nuevamente para una sopa en el segundo piso del rancho del Don Pedro. La mesera me saluda con un guiño: “No ha llegado el muchacho.” ‘Muchachos’ o ‘bichos’ les dicen en los barrios a los mareros. Le pregunto dónde vive: “En Soya, ¡con orgullo!”, me dice. Hmmm, ella sabe. La regla de clandestinidad que aprendí hace 33 años, cuando llegué a El Salvador, decía otra cosa —pero yo confío en mis instintos, y me dicen que con ella no habrá problemas.

 



20.  La carta de Zacatraz


 

28 de agosto 2015. El periódico español El País titula: “El Salvador padece con 51 muertos sus 24 horas más letales,” y la nota comienza así: “El jueves 27 fue el día más mortífero en una década.” Y es cierto. Este jueves fue el día que se hizo evidente, hasta en Europa, que el proceso de reducción de violencia que iniciamos hace 3 años con el acuerdo de la tregua entre las pandillas, fracasó. Y estoy convencido que no por culpa de los pandilleros. Todo esto solo hubiera podido funcionar si el gobierno, la empresa privada y la opinión pública hubieren aportado lo suyo.




Lo irónico: Este mismo día luego de la matanza me reúno en el Don Pedro con El Diplomático y un chavo nuevo de la MS, de quien ni siquiera sé el nombre. Nada de sopa, nada de cerveza. Sólo un café, y a los 10 minutos ambos se retiran, por separado, en direcciones diferentes, y con un intervalo de minutos. Este tipo de encuentros son muy peligrosos en estos días, sobre todo para elles, pero también para mi y Raúl.

Me han convocado para darme un mensaje, que querían que yo transmitiera a la nación: “Ha fracasado el intento de reducir la violencia, pero no la tregua. Seguiremos cumpliendo el acuerdo de no agresión entre las 3 pandillas.” Yo les explico que no hay manera que yo difunda esto ahora que la gente está tan asustada y furiosa por la nueva ola de homicidios. “No jodan. Si quieren mandar este mensaje, tendría que ser en hechos. No pueden matar y decir que trabajan para la paz. Llámenme cuando estén listos para retomar el esfuerzo...” 

El de la MS me encara: “¿Y no has recibido la copia de la carta que mandaron al ministro de Seguridad desde Zacatraz, firmada por los meros meros de las tres pandillas? Nunca vimos ninguna respuesta, ni del gobierno, ni de su Consejo Nacional de Seguridad, ni de vos...”


Benito Lara

“Esperáte, el ministro Benito Lara ha contestado muy claro: No habrá diálogo, sigue la guerra contra las pandillas. Y se negó a hacer pública la carta. Yo he arriesgado mi pellejo publicando esta carta. ¿Qué más querés? Te repito: Hoy ya no es tiempo para más comunicados y cartas, se necesitan acciones contundentes. Si quieren ser escuchados, tienen que crear hechos.”

“¿Cómo cuáles?”

“Deben suspender unilateralmente los atentados contra policías y sus familias. Primero crear el hecho, luego hablar.”   

 

Un día de julio 2015, un hombre desconocido llegó a La Ventana y me entregó un sobre. “Te van a hablar para confirmar que las firmas son de verdad.” Y se fue, antes de que tuviera tiempo de abrir el sobre. Tuve la sensación fea que algo delicado, posiblemente peligroso, estaba pasando. Me senté en una mesa en el patio y abrí el sobre. Adentro había una carta escrita a mano que según los firmantes viene de Zacatraz, el penal de alta seguridad, al cual recientemente habían vuelto a transferir a todos los ranfleros de las pandillas para nuevamente someterlos a estricto aislamiento - y botar las llaves...

 

Consejo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana.

Señor Ministro de Justicia y Seguridad Pública.

Presente.

 

Nosotros los abajo firmantes, haciendo uso del derecho que la constitución nos confiere en el art. 18, a ustedes respetuosamente exponemos:

1) Que lamentamos profundamente la pérdida de preciosas vidas humanas debido al clima de extrema violencia que vive nuestro país actualmente y para lo cual parece no haber solución.

2) Como voceros nacionales de ambas pandillas siempre hemos manifestado que si somos parte del problema también somos parte de la solución y estamos firmemente seguros que la política del manodurismo y la represión solo han incrementado desproporcionalmente la violencia pandilleril.

3) Por lo antes expuesto: Hacemos un llamado a ustedes a darle la oportunidad a la nación salvadoreña a desarrollarse en un ambiente más pacífico y establecer mecanismos que pueden permitirnos (a ambos) establecer acuerdos para alcanzar la tan anhelada Paz a través del diálogo, quedando por sobre entendido que en ningún momento buscamos negociar con nadie ya que estamos claros de nuestra condición.

Asimismo reiteramos que una vez más nuestra disposición a aportar nuestro granito de arena, siempre y cuando las condiciones para un verdadero diálogo sean creadas.

No habiendo más que agregar al presente y pidiéndole a Dios que ilumine sus mentes y corazones respetuosamente nos suscribimos de ustedes.

 

Firman: Borromeo Enrique Henríquez, Andrés Roberto Barinas Jacobo, Rubén Arnoldo Toledo, Walter Geovani Salguero, Edgar Mauricio Rogel Vásquez, Carlos Alberto Rivas Barahona, Víctor Antonio García Cerón, Dionisio Arístides Umanzor.


La Carta de Zacatraz


La carta de Zacatraz, como la bautizó la prensa, luego de que yo la publicara, causó mucha sorpresa y controversia. Los siete firmantes estaban desde febrero del 2015 sometidos a un estricto régimen de aislamiento, tanto entre ellos mismos como con el mundo exterior. Pero habían logrado consensuar entre ellos una carta, firmarla todos —y hacerla llegar al ministro de Seguridad, Benito Lara y al Consejo Nacional de Seguridad que Ricardo Perdomo había armado con gente de iglesias, universidades, embajadores, etc., para generar un diálogo sin participación de los pandilleros y los mediadores. Y como sabían que el gobierno iba a guardar silencia sobre esta carta, la mandaron a mi...

El gobierno rechaza tajantemente la oferta de diálogo, pero sin mencionar la carta. Su existencia ya se había regado como rumor, pero nadie la conocía. Entonces, tomé la decisión de publicarla como facsímile en mi blog y en redes sociales, para que la prensa nacional e internacional pudieran leerla.

 

Con el rechazo del gobierno a la última llamada a dialogar, pasa lo tenía que pasar: El día negro del 27 de agosto. Y en consecuencia, el desmontaje de lo que había quedado del intento de parar la violencia. Comienzan a aparecer grupos de exterminio, los fantasmas del pasado, organizados por policías y, en algunas zonas, por excombatientes guerrilleros. Las pandillas aumentan sus atentados contra policías, soldados e incluso sus familiares. El circulo vicioso ha hecho cortocircuito nuevamente. Y comienzan los ataques y la persecución penal contra los protagonistas de la tregua. Los pandilleros firmantes de la tregua están en Zacatraz, bajo un régimen de aislamiento, más estricto aun luego de la carta. Ni a los delegados de la Cruz Roja Internacional les da acceso el gobierno, violando convenios internacionales. Obviamente, con la ausencia del grupo de hombres que lo ha garantizado —y a veces impuesto— se vuelve muy difícil el cumplimiento de los acuerdos de no agresión entre las pandillas, de no más reclutamiento en las escuelas, de no usar asesinatos para cobrar las extorsiones. 

‘El comité’ sigue haciendo el esfuerzo de controlar la violencia, pero la guerra declarada por el gobierno, la policía y el ejército obliga a las pandillas a dispersarse y reaccionar sin dirección centralizada. En cada cancha, cada loco, que asumió la jefatura de una clica, arma sus líos. Cada vez es más difícil y peligroso para ‘el comité’ reunirse --y reunirse con nosotros.

Se agudizan las campañas mediáticas y de redes sociales que exigen perseguir penalmente a los mediadores, en particular a Raúl Mijango, a quien han convertido en el villano. También a Camilo y a mi nos tienen en la mira. En una reunión en mi casa, Camilo le dice a Raúl: “No tenés idea el hambre que te tienen en la policía. Te von como el causante de toda la mierda, en la cual están parados, y del pánico que sienten diariamente. En vez de protestar contra la manera como los jefes los queman en operativos mal planeados, se quieren desquitar las frustraciones con vos.” Yo agrego: “Tu problema es que estás aislado, no tenés a ningún sector que te va a apoyar. A Fabio no lo pueden tocar, es obispo, además se ha replegado. Yo soy periodista y tengo toda una red de relaciones y amistades con empresarios, políticos, colegas de los medios. El costo sería muy alto si me tocan. Pero vos sos el chivo expiatorio ideal. Además, en el Frente te odian, come siempre la izquierda odian a los disidentes. Y la derecha te ve como un radical de izquierda. Tenemos que ver cómo te protegemos. Luis Martínez nos estaba atacando en los medios, pero nunca procedió penalmente contra nosotros. Pero tengo informes de que el nuevo fiscal general, Douglas Meléndez, está preparando unos tamales feos. Y el primero en la mira serías vos...”


El nuevo fiscal general, Douglas Meléndez

Raúl dice: “Hicimos bien en trabajar para que la tregua entre las pandillas se mantuviera, haga lo que haga el gobierno. Si el gobierno hubiera logrado que se rompa la tregua totalmente, el baño de sangre hubiera sido lo doble o triple. Tenemos que continuar este trabajo, a huevo. Y tenemos que aprender cómo comunicarnos mejor con la gente.” El Negro no es de la gente que se repliega o busca protección. Es terco y va acercándose al abismo.


Raúl Mijango y Paolo Luers

Los que analizan la realidad detrás de las cifras record de violencia comienzan a llegar a una conclusión inquietante: Ya no se trata de una guerra entre pandillas —esta se mantiene a muy bajo nivel—, ahora el motor de la violencia es el enfrentamiento entre pandillas y el Estado. En esto, no hay mediación posible, por lo menos no por parte nuestra, tal vez por parte de la Iglesia, si ella estaría dispuesta, o por parte de organizaciones internacionales como la OEA o la ONU, que tampoco pueden intervenir, a menos que el gobierno lo solicite. Y esto no va a pasar.



 

Siguiente entrega, sábado 12 abril:

Capítulo 21:  El video




Capítulo 22:  Capturan a Raúl y Camilo






lunes, 7 de abril de 2025

Carta: Hay extorsión y extorsión - y luego la del gobierno. De Paolo Luers (+capítulos 17 y 18 de DOBLE CARA / LIBRO II)


"Nayib Bukele no usa órdenes ejecutivas con amenazas legales a los empresarios, él les manda a uno de su hermanos o a su tío. Tiene el mismo efecto." 

En la voz del autor: 

Hay-extorsion-y-extorsion.mp3



Publicado en MAS!  y DIARIO DE HOY, martes 8 abril 2025

 

 EXTORSIÓN: f. Presión que se ejerce sobre alguien mediante amenazas para obligarlo a actuar de determinada manera y obtener así dinero u otro beneficio. (Real Academia Española RAE)

 

LEY ESPECIAL CONTRA EL DELITO DE LA EXTORSIÓN, Art. 2.- El que realizare acciones tendientes a obligar o inducir a otro, aun de forma implícita, a hacer, tolerar u omitir un acto o negocio de carácter patrimonial, profesional o económico, independientemente del monto, con el propósito de obtener provecho, utilidad, beneficio o ventaja para sí o para un tercero, será́ sancionado con prisión de diez a quince anos.


 

Dicen que con la desarticulación de las pandillas el delito de la extorsión ha desaparecido de El Salvador. Qué bueno sería si esto fuera verdad. No lo es: ha desaparecido una forma de la extorsión, la de las maras.

 

Hay denuncias que agentes policiales y efectivos militares usan su autoridad para exigir favores sexuales a las jóvenes en los barrios o dinero a los comerciantes. Las autoridades, si es que hablan de esto hecho, los llaman ‘abusos’ y ‘coerción’. Pero es otra forma de extorsión.

 

No es un fenómeno nacional. Ahora, con la llegada de Trump al poder, es práctica común y (hasta ahora) impune del gobierno de Estados Unidos. El presidente firma una ‘orden ejecutiva’ que sanciona un bufete legal, prohibiéndole a sus abogados acceso a todos los edificios federales. Como esto fuera poco, los amenaza abiertamente a tomar medidas contra sus clientes, muchos de ellos corporaciones grandes que tienen contratos con el gobierno. Y para colmo, cuando el despacho va a la Casa Blanca para negociar el asunto, le exige no sólo que deje de representar a clientes que demandan el gobierno, sino de ‘regalar’ trabajo gratis (pro bono lo llaman, como si fuera voluntario) para promover causas que promueve el presidente. O que lo favorecen. No estamos hablando de favorcitos: un despacho se tuvo que comprometer con trabajo ‘pro bono’ por valor de $40 millones... Es otra forma de extorsión, con el gobierno como el extorsionista, que deja pálidos a los rackets de protección de la Mafia...


Es una doble extorsión: a los abogados y a sus clientes. O sea, los contratos federales con empresas son condicionados a favores políticos, en este caso a dejar de trabajar con el despacho sancionado por la Casa Blanca. En este punto podemos regresar a nuestro bello país. Nayib Bukele no usa órdenes ejecutivas con amenazas legales a los empresarios, él les manda a uno de su hermanos o a su tío. Tiene el mismo efecto. A veces se trata sólo de mantenerlos callados, a veces hay negocios u otros beneficios de por medio. Nadie se atreve a interpretarlo así, pero es otra forma de extorsión (...acciones tendientes a obligar o inducir a otro, aun de forma implícita, a hacer, tolerar u omitir un acto o negocio de carácter patrimonial, profesional o económico...).

 

No puedo afirmar, pero tampoco descartar, que este tipo de extorsión explica, por lo menos en parte, el inusual incremento del patrimonio del presidente y su clan. A lo mejor el fin no es monetario, sino político: la consolidación del poder, la eliminación de oposición entre los empresarios...

 

Esto no lo vamos a saber mientras no se investigue debidamente. Hasta entonces, ambos -Donald Trump y Nayib Bukele- confían en su inmunidad. 


Saludos, 




* * *

El libro Doble Cara está disponible en las librerías de la  UCA, en el campus y en Cascadas/Soho. También lo pueden pedir amazon.com, o desde México en amazon.com.mx y desde Alemania en amazon.de

Ahora puede leer el libro, en tres entregas cada semana, en este blog. Disfrútenlo.


Semana Santa 2014, otro Jueves Santo. Estamos a punto de celebrar algo aún más audaz que el año anterior: otro lavatorio de pies, pero esta vez Fabio Colindres lo celebraría con 6 pandilleros y 6 víctimas de violencia pandilleril, en una comunidad conocida como baluarte histórico de la MS13 en Ilopango. Para entrar, hay que pasar por un portón, si es que los vigilantes de la comunidad —todos pandilleros— te lo abren. Aquí no entra nadie que no sea invitado. Nuevamente me acompaña Daniela. No sé si me conocen o si alguien les ha dado una lista de invitados, pero nos abren sin discusión. Es como llegar a un campamento de refugiados o migrantes. Un montón de champas muy precarias, pero con los callejones limpios, llenos de niños. Nos llevan a la única casa grande, la casa comunal.



Jueves Santo en un bastión de la MS en Ilopango. 2014. Fotos: Paolo Luers





En 12 meses desde el lavado de pies en Mariona, la situación del país y de la tregua ha cambiado drásticamente. David, aunque es ministro de Defensa, es excluido del gabinete de Seguridad. Ya no podemos entrar en las cárceles, y se ha vuelto medio clandestino el diálogo con las diferentes pandillas, ahora nos toca coordinar con pandilleros en libertad, o sea bajo complicadas condiciones de seguridad. El gobierno tolera los encuentros entre pandilleros y mediadores, pero ya no da garantías de no perseguirlas. Uno va a eventos como este del Jueves Santo sin poder saber si la policía va a intervenir o si la presencia de uno aparecerá como prueba contra uno en una futura acusación penal...

Ahora resulta de importancia estratégica haber logrado involucrar a 12 alcaldías en pactos locales de pacificación. Si dependiéramos del gobierno central, estaríamos paralizados. Aunque resulta más complicado y peligroso, yo lo prefiero así. Este together tan ambivalente con Funes siempre me causó dolor de estómago.

Durante años, el problema de estas colonias de Ilopango, como en muchos otros municipios, fue que formaban parte de un mosaico de territorios controlados por pandillas rivales. La guerra entre las pandillas se convirtió́ en una guerra entre colonias, a veces entre cuadras, con muchas víctimas civiles, como en todas la guerras. A partir de marzo del 2012, la tregua pactada por las cabezas de las pandillas en Zacatraz comenzó́ paulatinamente a cambiar esta situación: Hubo acuerdos, no sólo a nivel nacional, sino también a nivel local, entre las pandillas, las alcaldías y los liderazgos comunitarios de suspender esta guerra que arrastraba y enlutaba las comunidades. La situación para los habitantes mejoró paulatinamente. Las escuelas están tranquilas, los servicios municipales funcionan sin interferencia de las pandillas, a veces con su colaboración. Cuando hay conflictos, hay mediadores locales -Raúl los llama bomberos- que están listos para apagar el fuego, y cortar las mechas, antes de que estallen las bombas, que siguen activándose —porque las raíces de la violencia no se han tocado.

Hacer una celebración religiosa con víctimas de la guerra entre pandillas, y con integrantes de las pandillas rivales, en el territorio de una de ellas, era impensable hace un año. Las pandillas de Ilopango decidieron hacerlo, conscientes del carácter simbólico de este acto. Y Fabio Colindres aceptó inmediatamente. Por seguridad para la comunidad, no se pudo considerar convertir esto en un evento mediático, tampoco se pudo filmar. Por la misma razón aquí́ no menciono ni siquiera el nombre del lugar.



Víctimas y pandilleros representando a los 12 apóstoles. Foto: Paolo Luers

Monseñor Fabio Colindres. Foto: Paolo Luers

El lavatorio. Foto: Paolo Luers


Esta vez el tema del sermón de Fabio Colindres ante unos 100 pandilleros y cientos de pobladores, que llenan la casa y sus alrededores, es la reconciliación. Las seis mujeres son esposas, abuelas, madres o viudas de hombres muertos a manos de pandilleros; los seis hombres son ‘letras’ o ‘números’, como los pandilleros suelen llamar a sus respectivos rivales, para no tener que pronunciar los nombres de otra banda. Así de profundas son las enemistades que hay que superar. Cada una de las mujeres cuenta su historia, y cada uno de los hombres habla de la locura en que están envueltos y de su compromiso de pararla. A todos les cuesta hablar, es la primera vez que hablan en frente de personas que durante años fueron enemigos a muerte. Muchos, de ambos grupos, víctimas y victimarios, lloran. También Daniela. También yo. Salgo con la idea de que tal vez lograremos mantener vivos estos acuerdos de cese al fuego. Con o sin el gobierno. ¿O me estoy dejando ir con emociones que provocan ilusiones? 


La alfombra de la comunidad. Foto: Paolo Luers





Capítulo 18: La Victoria



Estoy sentado con El Enano en un comedor en Ciudad Delgado, justo por el cruce de la vieja vía férrea —de un tren que ya no existe y hoy está ocupada por las champas de la comunidad La Victoria, en la cual vive mi anfitrión. Es un hombre de unos 35 años, el jefe de la clica de la MS en esta comunidad. Nos reunimos para ver detalles de un proyecto que estoy queriendo desarrollar con la Fundación y varios empresarios en su comunidad. Es un proyecto innovador: Se trata de mejorar la infraestructura sanitaria de la comunidad, pero sobre todo se trata de que los mismos pandilleros asuman esta tarea. Ya improvisamos la transformación de un predio baldío en una cancha deportiva. La pandilla puso la mano de obra, unos negocios los materiales, nosotros negociamos el permiso con la alcaldía. Ya se hizo el primer torneo, con la novedad que participaron equipos de colonias antes separadas por la frontera entre la 18 y la MS.Ahora discutimos un proyecto de aguas negras. Aparte de mejorar la vida de los vecinos, tiene otros propósitos: involucrar a los pandilleros en una actividad de utilidad social —y conseguir fondos para que su trabajo sea remunerado. Estamos negociando con la alcaldía que incluya el proyecto en el Programa Pati que le financia el gobierno para contratar a jóvenes ‘NiNi’, que ni estudian ni tienen empleo. Sería un pedacito, aunque transitorio, de inclusión económica y laboral —un aporte a una comunidad, en la cual he podido observar en el transcurso de un año el arraigo de la pandilla.


La vía del tren pasando por la comunidad La Victoria.
Foto: Paolo Luers


Torneo de fútbol organizado por la MS en La Victoria.
Foto: Paolo Luers


Platicando de números y fechas y presupuestos estamos, cuando El Enano recibe una llamada, se levanta y dice: “Vámonos, viene la chota.” Uno de sus bichos, armados de celulares, los omnipresente lookouts de la pandilla, ha visto una patrulla policial que se acerca. Salimos y en segundos desaparecimos en el laberinto de casitas y pasajes. Entramos en una casa, donde nos sirven un café mucho más rico que en el comedor. “Aquí estamos seguros.”


La Victoria, bajo control de la MS, a tres cuadras del puesto policial.
Foto: Paolo Luers


“¿Seguro? ¿No pueden catear aquí?” 

“Aquí nunca van a entrar. Es la casa de la abuela y la mamá de un policía.”

Le cuento cómo me recuerda todo esto de guerra, cuando anduvimos así en los barrios, reuniéndonos en casas de seguridad. En esto, se me ocurre contarle que aquí en Ciudad Delgado, muy cerca de esta colonia, me tocó entrar en una casa, donde un escuadrón de la muerte había ejecutado y luego quemado a unos sindicalistas. “¿Cuándo fue esto?”, me pregunta. 

“Tipo febrero o marzo del 1981. Poco después de la ofensiva de enero.” 

“No puede ser, ¡en esa casa murió mi abuelo, ¡qué puta casualidad!” 

“No creo en casualidades. En este país, toda la historia está interconectada. Aquí estoy, escondido en una casa con el nieto de un hombre que en el 1981 me tocó tomarle fotos muerto y carbonizado...”

Enano no tiene recuerdos de su abuelo. Apenas podía caminar cuando lo mataron, me cuenta. “Pero mi papá, que era mecánico igual que el abuelo, siempre me contó de él. Era el héroe de la familia —y de todo el vecindario. Pregúnteles a los viejitos de aquí por don Lalo.... Luego, mi papá me hizo aprender mecánica también...” 

“¿Y qué pasó, no te funcionó el oficio?” 

“Me funcionó bien, aprendí y luego chambeé en un taller en Mejicanos. Mi hermano también, pero un día los hijos de puta de los números mataron a mi hermano y al dueño del taller, por una pinche extorsión. Yo estoy vivo, porque andaba haciendo un mandado cuando llegaron al taller. Así que me fui con la mara. Sólo así me pude vengar. Y aquí estoy...”


Aquí está. Aquí estoy. Aquí estamos todos, todavía lidiando con los estragos que la guerra nos dejó y que no logramos arreglar con la paz. Regreso a La Ventana, y Kharis, que está manejando la barra por mí, me pregunta: “Te veo triste, papi. ¿Qué te pasó? ¿De dónde vienes?” Le doy alguna paja. No la quiero arrastrar a mis frustraciones. Suficiente tuvo que cargar ella por la guerra. Mataron a su papá, arrestaron a su mamá. Luego me adoptó de papá – para ella y sus dos hermanitas. Lo que no se resolvió ni en la guerra ni con la paz, no es culpa de ella y de su generación. Es nuestra. 

“Dame un whiskey de mi botella, pero doble, hija linda. Y servíte vos un champán.”

“¿Qué estamos celebrando?” 

“La vida, hija.” Es horrible la mierda que un habla cuando está deprimido. Odio esto.

En la mañana tengo reunión con don Toni para discutir los planes de la Fundación. Le cuento la historia de Enano y su abuelo Lalo. Don Toni me repite lo que siempre ha dicho en las reuniones que hicimos para comprometer a empresarios con apoyar nuestro esfuerzo de hacer sostenible la frágil tregua (yo lo llamo “poner carne al asador”): “Tenemos una deuda histórica, que compartimos todos y tenemos que saldar juntos. Hicimos la paz, pero no terminamos la tarea.” Amo a este hombre...


Tony Cabrales



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  Capítulo 19: Tomar sopa en el Don Pedro